PISA 2009 en Portugal y España
Diciembre 19, 2010

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REPORTAJE: Examen a la educación secundaria
Portugal progresa adecuadamente
Los alumnos de este país registran uno de los mayores avances en PISA – El Gobierno ha invertido en formación docente y ayuda a desfavorecidos
FRANCESC RELEA – Lisboa – El País, 10/12/2010
Una buena noticia para Portugal en tiempos de agobio económico. La educación ha mejorado notablemente en los últimos cuatro años, según certifica el informe PISA 2009 de la OCDE, que subraya que los alumnos de 15 años portugueses están entre los que más han progresado en conocimientos de lectura, matemáticas y ciencias. El avance es casi de 20 puntos en las tres áreas evaluadas, en comparación con el anterior informe PISA, de 2006. Pero la comparación más afinada, y la que señala el informe de la OCDE es con el estudio del año 2000 (cuando el examen se centró en la lectura como en 2009). Así, Portugal ha mejorado 19 puntos, en contraste con la mayoría de países y con España, estancada algo por debajo de la media de la OCDE.
Sin embargo, los 489 puntos de Portugal en lectura le colocan en el lugar 21 de la OCDE y le permiten entrar por primera vez dentro de la media de los países desarrollados. En esta materia, España está en el puesto 25 con 481 puntos. En matemáticas, con 487 puntos (21 más), ha adelantado a España e Italia y se coloca en el puesto 26. En ciencias, Portugal da el salto al lugar 24, tras haber conseguido 19 puntos más y llegar a los 493 y haber superado a Eslovaquia, Italia, España y Luxemburgo.
Pero más que esa posición relativa (las diferencias pequeñas con otros países cercanos en la lista apenas son significativas), lo realmente llamativo que pone de manifiesto el informe PISA 2009 es la evolución positiva de Portugal con respeto al año 2000 en lectura en un contexto en que solo cinco países han conseguido mejorar.
Desde 2005, el Gobierno ha puesto en marcha una serie de iniciativas para revertir la situación, con especial énfasis en los sectores más desfavorecidos. Portugal es un país con una desigualdad notoria y uno de los índices más bajos de educación superior en la población trabajadora. Según el informe, la productividad sería el 14,4% más elevada si la clase obrera tuviera el mismo nivel educativo que en EE UU.
En un país donde la enseñanza es mayoritariamente pública, obligatoria y gratuita hasta los 18 años, el Gobierno ha dedicado más recursos a los estudiantes de los sectores más débiles económicamente. Ordenadores, libros, acceso a banda ancha, cursos de inglés y otras actividades han tenido subsidio gubernamental, desde el primer año de Primaria hasta el final de Secundaria.
Los resultados están a la vista. Entre los años 2004 y 2009 bajó el número de alumnos repetidores, se incrementó la cifra de estudiantes de Secundaria y se redujo el abandono escolar. Paralelamente, ha mejorado la formación del profesorado, sobre todo, en enseñanza de portugués, matemáticas y tecnología de la información.
El nuevo sistema de evaluación de profesores y escuelas generó amplias protestas de los afectados y de los partidos de oposición, con grandes movilizaciones en la calle. Después de su entrada en vigor ha mejorado la eficiencia escolar y ha disminuido el absentismo.
El Gobierno cuenta también con otras dos herramientas como el plan de acción para matemáticas, que arrancó en 2005 e implica a 78.000 profesores y 400.000 estudiantes, y el plan nacional para lectura, que empezó en 2006 como una iniciativa conjunta de los Ministerios de Educación, Cultura y Asuntos Parlamentarios, destinada a un millón de estudiantes.
El informe PISA 2009, difundido esta semana, destaca el hecho de que Portugal es el sexto país de la OCDE que mejor compensa las asimetrías socioeconómicas en su sistema educativo. Y añade que es uno de los países con un mayor porcentaje de alumnos de familias con pocos recursos que alcanzan niveles excelentes en lectura.
La noticia es un balón de oxígeno para el Gobierno socialista de José Sócrates, que vive en estado de máxima tensión por el elevado endeudamiento del país y la presión de los mercados. “Lo que me sorprende más es comprobar que finalmente hay alguien que dice al país: ‘Lo están haciendo bien’. Nuestras élites nos han dejado solos”, ha dicho el primer ministro.


ANÁLISIS: AULA LIBRE
Mediocres en excelencia, sobresalientes en equidad
ANTONIO BOLÍVAR, El País – 11/12/2010
En la presentación que el MEC ha hecho de los resultados de PISA 2009 se ha resaltado que “España se consolida como ejemplo de equidad educativa”, tema al que -a su vez- se dedica el capítulo 3 del Informe español. En realidad, desde el primer Informe español del entonces INCE, realizado por Ramón Pajares y que, censurado por el gobierno popular, no fue publicado hasta el 2005, la escasa dispersión u homogeneidad de resultados se ha interpretado (pág. 104 del referido informe sobre PISA 2000) como “mediocres en cuanto a excelencia, pero notables en cuanto a equidad”. Desde entonces también, reiteradamente los resultados muestran que no hay muchos alumnos en los niveles inferiores de la escala, pero tampoco en los superiores. Se puede, en efecto, interpretar esto como equitativo; máxime si va unido a escasa varianza del rendimiento escolar entre escuelas y dentro de ellas como consecuencia de las circunstancias económicas, sociales y culturales de alumnos y centros. Es decir, las diferencias de estatus social, económico y cultural tienen poca incidencia en las puntuaciones de los alumnos.
Así, a falta de estar en la situación de los países nórdicos, el Informe español sobre PISA 2009 afirma (p. 87) que “España sigue de cerca a Finlandia, como país con una variabilidad de resultados menor entre centros”, como ya lo hacía el informe anterior de 2006: “el sistema educativo español es comparativamente uno de los que ofrece mayor equidad a sus alumnos, próxima a la de los países nórdicos” (p. 100). En efecto, el impacto de las diferencias socioeconómicas no es especialmente significativo en España. Así, en comprensión lectora, la variación es del 13,6%, porcentaje que se sitúa en la zona media de la tabla. En cualquier caso, es claro el recurso retórico al servicio de justificar la situación, donde la medianía en los resultados se convierte en signo de la equidad, que contribuye a contrarrestar la imagen popular de que el sistema se estanca, no remonta o sube el listón.
Pero nada obsta para tener una equidad y también buenos resultados y, sobre todo, un porcentaje relevante de alumnos en los niveles superiores. De hecho sólo un 3% de los estudiantes españoles se situó en los dos niveles superiores (el porcentaje en el de mayor excelencia fue del 0%), cifras que en la OCDE sólo fueron inferiores en Chile (1%) y México (0%) e iguales en Rusia (3%). La máxima equidad no está reñida con la excelencia. Es más, una política de calidad en educación debe vigilar, paralelamente, ambos extremos: atender a estudiantes cada vez más diversos para que consigan el nivel establecido de éxito para todos, y promover decididamente el máximo desarrollo de los estudiantes.
La equidad de un sistema escolar se mide por la manera en que trata a los más débiles o desfavorecidos, cuando contribuye decididamente a mejorar sus condiciones. Como afirma John Rawls en su Teoría de la justicia como equidad “las desigualdades deben redundar en un mayor beneficio de los miembros menos aventajados de la sociedad”. En este caso el sistema menos injusto no es solo el que reduce la diferencias entre unos y otros, sino el que garantiza a los menos favorecidos lo que, en una sociedad desarrollada, se estima como básico o imprescindible para desarrollar y proyectar sus propias vidas. En un sentido paralelo el economista y Premio Nobel Amartya Sen habla de “igualdad de capacidades de base”.
La falta de equidad, entonces, se muestra en PISA en ese lastre de un 36% de repetidores de cuarto de ESO (cuando en otros países no llega al 5%) o que un 20% de alumnos estén por debajo del nivel mínimo requerido en lectura (inferior o igual a 1). Además, más allá de lo que mide PISA, están la altas tasas de fracaso escolar en la Graduación de la ESO y el posterior abandono. Esos indicadores de la estrategia de Europa para 2010 y ahora para 2020 que estamos muy lejos de cumplir. En este sentido fuerte, desde la mirada de los débiles, nuestro sistema educativo deja mucho de ser equitativo.
Antonio Bolívar es catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Granada
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NÁLISIS: Examen a la educación secundaria
‘Aurea mediocritas’
MARIANO FERNÁNDEZ ENGUITA, El País – 10/12/2010
PISA 2009, que incluye la evolución en la década, dará para años y gigabits de debate, pero cabe extraer ya unas lecciones rápidas. A escala del conjunto hay leves caídas en lengua y matemáticas pero no en ciencias (quizá no haya habido tiempo), persisten las desigualdades de género y étnicas y pesa más el estatus social del centro que el de la familia. La mítica Finlandia ha sido desplazada por Shanghái y Corea (del Sur: ¿hay otra?), y entre las 10 economías de cabeza otras tres son asiáticas (Hong Kong, Singapur y Japón), sin contar Nueva Zelanda y Australia (con gran número de estudiantes asiáticos residentes). Si hay peligro amarillo, debe de ser este.
España sigue algo bajo la media, sin novedad: entre segunda y tercera división de la OCDE y en la aurea mediocritas del universo PISA (65 sistemas). Somos igualitarios, tal vez por tratar bien a los peores alumnos y muy mal a los mejores. Estamos a tiempo de aprender que algunas cosas no funcionan. De la repetición, nuestro reflejo condicionado, afirma PISA que lo empeora todo. El mantra sindical de aumentar recursos, que es el programa de la izquierda perezosa o timorata, no renta: los resultados no mejoran (por encima de un nivel y con excepción de infantil), y menos con la reducción de alumnos por aula. Varios de los mejores destacan por grupos más numerosos a cargo de profesores mejor pagados. También dañan la diferenciación institucional (itinerarios, aulas especiales) y las expulsiones, mantras conservadores. Funcionan, por contra, la capacidad de atender a alumnos diversos en las mismas aulas y la autonomía de los centros.
Es notable que, en un conjunto que ha cambiado poco, algunos elementos lo han hecho mucho. El fulgurante ascenso asiático es obvio, ante todo de sociedades hace pocas décadas atrasadas y con sistemas educativos penosos, como Corea y Singapur, por no hablar de Shanghái. Lejos de confiarse, se toman muy en serio la educación: la mayoría están inmersos en fuertes debates sobre su mejora, fijan metas a corto y medio plazo y controlan su ejecución, abordan políticas ambiciosas con o sin el acuerdo de los sindicatos, multiplican las formas de evaluación y se concentran en lograr mejores profesores. Otros no figuran en cabeza pero han logrado mejoras espectacula-res, entre ellos, algunos latinoamericanos (Perú y Chile), homologables (Polonia) y vecinos (Portugal). Nada fuera de nuestro alcance, pero tampoco que venga solo.
Mariano Fernández Enguita es catedrático de Sociología de la Universidad Complutense. www.enguita.info.

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