Ministra de Educacion fijas prioridades del Gobierno
Junio 15, 2013

“Debatir sobre el lucro en nada mejora la calidad de la educación”

La ministra de Educación, Carolina Schmidt, habla de su caída en las encuestas, llama a centrar el debate en la calidad, anuncia que la prioridad de su cartera es la agenda preescolar y cuestiona la propuesta de Bachelet sobre gratuidad universal.

por Esteban González Fotografia: Pablo Sanhueza, La Tercera – 15/06/2013 – 11:18

Hace 53 días, Carolina Schmidt asumió como la cuarta ministra de Educación en lo que va del gobierno de Sebastián Piñera. Tras la destitución de Harald Beyer, el oficialismo puso sus ojos en el capital político de Schmidt, quien como titular del Sernam se convirtió en la mejor evaluada del gabinete, con un 71% de aprobación según la encuesta Adimark de abril. Un mes más tarde, la misma encuesta la situó como la peor evaluada, con un 35%, dando cuenta del peso de la cartera que más conflictos ha debido enfrentar en el gobierno de Piñera. Con un horizonte de poco más de nueve meses y en pleno año electoral, Schmidt reconoce el escaso tiempo que tiene para tramitar proyectos como la creación de una Superintendencia de Educación Superior, ante lo cual señala que la prioridad son las reformas en educación preescolar.

Menos de dos meses en Educación y pasó de ser la ministra mejor evaluada a la peor.

La evaluación está muy ligada al ministerio, en particular hoy, con la sensibilidad que existe por todo el movimiento estudiantil. Que en menos de un mes haya pasado de ser la mejor a la peor evaluada no tiene que ver con algo específico que yo haya hecho, sino que es propio de la cartera y del momento que vivimos. Cuando acepté venir al Mineduc, dije que no lo hice para mantenerme como la ministra mejor evaluada, porque tengo la profunda convicción de que vale la pena jugarse por lo que uno cree. Por supuesto que uno evalúa los costos personales. Sabía que la evaluación de los ministros de Educación, en general, en el mundo no es buena y duran muy poco: en Chile hemos tenido 30 en los últimos 40 años. En general, existe una sobreexpectativa de lo que la educación puede entregar. La educación es la gran herramienta de movilidad social, pero muchas veces se olvida que es un proceso que no tiene resultados inmediatos. Al ministro de Educación se le evalúa por eso y en general tienen una evaluación mala.

¿Le afectó que la caída fuera tan brusca?

Una siempre quisiera ser querida y valorada, sobre todo cuando está haciendo grandes sacrificios para jugársela por las cosas que considera importantes. Pero la evaluación que otros hagan de ese trabajo nunca debe ser el motivo por el cual uno realiza estas cosas. Lo fundamental es la convicción de que uno tiene que jugársela por lo que cree. En particular, la gente es muy cariñosa conmigo, yo lo agradezco. Lo mismo en el Congreso, donde tengo muy buena relación con los parlamentarios de manera transversal. Esto tiene más que ver con las encuestas que con algo que yo sienta en el trato con las personas.

Su llegada a Educación se explicó, en parte, por el capital político que usted tenía. Para un parlamentario, por ejemplo, siempre es más complejo enfrentar a una persona con alta valoración en las encuestas. ¿Siente que perdió ese capital político?

Creo que el momento que estamos viviendo es complejo. Yo llegué a esta cartera sabiendo eso. Uno de los hombres más transversalmente destacados por su aporte a la educación del país, como el ex ministro Beyer, fue destituido en el Congreso. Son momentos difíciles, en los cuales, más allá de la popularidad que pueda tener una u otra persona, lo importante es tratar de buscar puntos de acuerdo que nos permitan avanzar en la agenda de educación.

¿Pero se le hace más compleja la tarea?

En este momento, el escenario que se vive en el Congreso en un año electoral, donde en general hay mucha polarización, siempre es complejo. Si me dicen que porque uno tiene más aprobación se hace más o menos complejo, puede tener algún grado de incidencia, pero creo que mucha más incidencia tiene el momento político que estamos viviendo.

¿A qué atribuye usted los constantes cambios de ministro en este gobierno?

Creo que al gobierno le ha tocado enfrentar un tema muy relevante, que está muy relacionado con el mejor momento que ha tenido la cobertura de educación en el país. Esto es algo que ha pasado en varias partes del mundo y que iba a pasar acá, cualquiera fuera el gobierno. Este aumento de las expectativas de las personas sobre lo que pueden obtener de la educación es muy relevante. Si pensamos, hace 30 años el número de personas que terminaba la educación media era de un 35%; hoy lo hace un 75%. Nunca han ingresado más personas a la educación superior que los que están ingresando ahora, nunca se han graduado más personas y ha existido mayor movilidad social que ahora. Chile ha hecho en los últimos 50 años lo que a países en Europa les tomó muchos siglos poder conseguir, y eso genera una gran expectativa.

¿Y por qué, a pesar de este avance, el movimiento estudiantil sigue tan activo?

El movimiento estudiantil hace sintonía con un dolor muy profundo, con expectativas de las familias que se endeudaron, que pusieron todas sus esperanzas con un esfuerzo gigantesco para que sus hijos fueran a la educación superior. Y cuando van y se gradúan, muchas veces no obtienen lo que esperaban, lo que antes pocas personas conseguían cuando eran profesionales. El gobierno ha hecho un esfuerzo gigantesco en este plano: se triplicaron las becas para la educación superior, se avanzó en la gratuidad del 40% más vulnerable al 60%, se rebajó la tasa del CAE del 6% al 2%, y que el 90% de los estudiantes pueda tener acceso a un crédito son muestras muy concretas de esos avances y de haber escuchado esas demandas. Pero también el gobierno tiene que ser muy responsable y los legítimos intereses particulares nunca pueden hacer perder el foco en el bien común.

La Confech en año electoral

Los estudiantes han marcado con fuerza su independencia. Hace poco, tras los anuncios de Michelle Bachelet, dijeron que no confían. ¿Adónde quiere llegar el movimiento?

Ellos señalaron públicamente que este año, por ser electoral, querían visibilizar el movimiento para ser un actor relevante en las propuestas de los candidatos. Siempre hay que valorar el hecho de que la educación esté como un tema central. Que hoy en Chile se destine uno de cada cinco pesos a educación habla de la relevancia que se le ha dado al tema en el gobierno, y es un tema sobre el cual debemos seguir trabajando como país.

Sus antecesores tuvieron distintas estrategias frente a los estudiantes. Lavín y Bulnes intentaron negociar; Beyer los consideró “un grupo de presión más”. ¿Qué hará usted?

Cuando asumí el cargo, lo primero que hice fue contactarme con distintos actores del mundo de la educación. Me reuní en citas privadas, para conversar con transparencia y conocer cuáles eran las situaciones que enfrentaban, saber su opinión y buscar puntos de encuentro. En relación con los dirigentes estudiantiles, me reuní con varios de ellos en forma privada. Sin embargo, la directiva de la Confech no quiere jugarse por una u otra persona, gobierno o candidato, por lo tanto, no hemos tenido una reunión pública. Pero quiero ser muy clara: nosotros estamos abiertos y creemos en el diálogo (…). El movimiento estudiantil ha hecho un gran aporte a la sociedad al levantar temas sensibles. Lo que no podemos olvidar es que también tenemos otros desafíos que cumplir, pensando en el bien común y no solamente en los legítimos intereses de grupos particulares. El gobierno se la ha jugado por avanzar en temáticas relevantes que ha levantado el movimiento, como el sobreendeudamiento y un mejor sistema de calidad. Pero debemos entender que para seguir avanzando y construir una educación de calidad y equitativa, hay que abordar la educación preescolar y la institucionalidad que permita regular mejor la educación.

¿Es la Superintendencia de Educación el principal proyecto de su cartera?

El principal proyecto es donde se generan las mayores desigualdades, y eso es el acceso a la educación parvularia. El 80% del desarrollo psicoemocional de los niños se produce en la primera infancia. Asistir o no a la educación parvularia hace una diferencia que después es imposible de recuperar. Reconozco que tenemos muy poco tiempo legislativo. Si restamos las elecciones, las vacaciones, los feriados y la discusión presupuestaria, tenemos cuatro meses y medio. En ese pequeño tiempo, creo que la gran diferencia la podemos hacer en la educación parvularia, con la reforma constitucional para establecer su acceso universal y gratuito a todos los niños a partir de los tres años. Ese es mi principal foco.

¿Pero la superintendencia era prioridad?

La prioridad de este gobierno es sacar adelante y dejar aprobados los tres proyectos de educación preescolar: acceso universal y gratuito para los mayores de tres años, regulación de las salas cuna y jardines infantiles, y la reforma constitucional que establece el kínder obligatorio. En materia de educación superior, vamos a hacer todos los esfuerzos para buscar los acuerdos que nos permitan sacar adelante la superintendencia. Hay un acuerdo muy grande en los temas de transparencia al sistema, fiscalización, gradualidad de las sanciones, mecanismos de cierre. Pero donde está el tema más complejo de resolver es en las transacciones con sociedades o personas relacionadas, y ahí estamos viendo distintas alternativas.

En el discurso de los estudiantes sigue presente el “lucro”. Rechazan la superintendencia diciendo que lo va a “legitimar”.

Creo que hemos perdido el foco de dónde están los problemas en la educación y dónde debemos seguir avanzando, que es el tema de la calidad. Podemos tener la discusión del lucro, pero eso en nada va a determinar que se mejore la calidad de la educación. Yo soy una convencida de que tenemos que regular la educación superior. El sistema ha sido muy exitoso al permitir este aumento de cobertura, pero hoy se encuentra en un ambiente de gran incertidumbre al no tener un sistema de acreditación obligatoria que permita garantizar la calidad de todas las instituciones, y al no existir facultades fiscalizadoras que nos permitan garantizar que las instituciones cumplan un marco regulatorio adecuado. Por eso creo tan importante que podamos avanzar en esa institucionalidad a través de la superintendencia.

¿Cuál es su visión respecto del lucro?

Por ley, las universidades deben ser instituciones sin fines de lucro y eso se debe cumplir. Con el marco regulatorio actual, existe una incertidumbre gigantesca en cuanto a qué instituciones están cumpliendo esto, o si están usando mecanismos para sacar dinero y violar la ley. Eso se tiene que acabar. La falta de un marco regulatorio no permite garantizar que, a través de operaciones con personas o empresas relacionadas, puedan estar retirando fondos a través de otras instituciones. Hoy, 53 de más de 60 universidades tienen transacciones con personas o empresas relacionadas. La falta de una regulación clara hace que hoy los estados financieros auditados estén en manos de la fiscalía para ver si existe una violación de la ley por medio del retiro de utilidades (…). Pero creo que la discusión del lucro o no lucro en nada va al tema central, que es la calidad de la educación. Tenemos que buscar todos los mecanismos para terminar con la incertidumbre que existe, pero ese no es el tema central. Si, por ejemplo, se convirtieran todos los colegios en corporaciones sin fines de lucro, no mejoraría en nada la calidad de la educación que se da en esas salas de clases. Debemos hacer un esfuerzo por hacer que se cumpla la ley, pero poner el foco donde realmente se hace la diferencia: en la calidad y equidad del sistema.

Michelle Bachelet propone gratuidad universal. ¿Qué opina usted?

Cuando hablamos de avanzar en gratuidad en la educación superior hasta el 70% más vulnerable, estamos hablando de una continuidad de lo que se ha hecho en este gobierno, que avanzó de un 40% de la gratuidad a un 60%. Ahora sólo sería agregar un decil más, por tanto, no es la gratuidad universal lo que está proponiendo la candidata. La gratuidad universal en la educación superior es tremendamente injusta, porque la educación superior es por definición selectiva y a ella acceden los mejores alumnos. Si analizamos, nueve de cada 10 jóvenes que van a la educación superior son del decil con mayores ingresos. Solamente dos de cada 10 son del decil más bajo. Por tanto, la universidad gratis para los que tienen más sólo profundiza las desigualdades que tenemos en nuestro país.

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