Ministro Bulnes al final del conflicto
Diciembre 4, 2011

Felipe Bulnes después de la tormenta: “Desde que asumí en Educación sabía que esto no era un trampolín de popularidad”
Después de haber superado la etapa más difícil de las negociaciones y de ver aprobado el presupuesto, el ministro destaca que los estudiantes volvieron a clases, se restauró un clima de normalidad y hasta bromea con que nuevamente subió en las encuestas.  
Gabriel Pardo y Guillermo Muñoz, El Mercurio, 4 diciembre 2011
http://diario.elmercurio.com/2011/12/04/reportajes/_portada/noticias/1BA71040-F590-4BD7-A9A8-EEC3A10EC563.htm?id={1BA71040-F590-4BD7-A9A8-EEC3A10EC563}
El ministro Felipe Bulnes parte algo tenso la entrevista. Cuando se le anuncia que vendrán varias preguntas enviadas por alcaldes y parlamentarios (ver recuadro) dice, medio en broma y medio en serio, que “anda con poca paciencia” y que a fin de año “la mecha está corta”. No es difícil imaginarlo. Viene saliendo del largo proceso de movilización estudiantil en el que se tomaron hasta su oficina y de aquella negociación del presupuesto en el Congreso que duró más que la Teletón.
Y aunque muchos pensaron que la titular de Trabajo, Evelyn Matthei, se refería a él cuando comentó esta semana que veía ministros “cansados”, él dice que aunque lo está “como todo el mundo a fin de año”, siguetrabajando con |entusiasmo y hasta se da espacio para recalcar que subió cuatro puntos en la última evaluación de Adimark.
-En la votación en la Cámara, se logró la aprobación con el apoyo de los independientes, a quienes se les ofreció soluciones en temas educacionales para sus regiones. Hay políticos que dijeron que el ministro Bulnes “compró” esos votos.
-Se caricaturiza bastante a los diputados independientes por el hecho de haber tenido el coraje y la responsabilidad de haber sacado adelante el presupuesto, en circunstancias de que los mismos senadores de la Concertación habían hecho lo propio, aunque fuera absteniéndose, al momento de resolver esto en el Senado. Y que hayan planteado la inquietud por las mejoras en la educación en su región, bueno, es lo que esperan sus electores.
-Pero la Alianza criticó mucho esa práctica en los gobiernos de la Concertación, cuando se ofrecía a ciertos diputados mejoras en sus regiones a cambio del voto. ¿Siente que la Alianza cayó en la misma práctica?
-Cuando discuto con los diputados independientes -que es un proceso mucho más complejo de lo que se está viendo-, que quieren mejor educación para sus regiones, no solamente no me genera una incomodidad, sino plena empatía.
-Hay actores políticos que señalan que el próximo año volverán los paros y las tomas porque no se dio una solución global al conflicto.
-Hay algunos que más que creen, quieren que pase eso. En segundo lugar, creo que se abusa del lenguaje. ¿Qué es una solución global? Las soluciones se construyen con pasos importantes. Hay cosas en materia educacional que toman tiempo. El que pretende inmediatez se está autocondenando a tomar muy malas decisiones en educación. A algunos les encanta refundarlo y reconstruirlo todo de nuevo. Pero las mejoras en educación muchas veces no están basadas en grandes refundaciones.
-¿No haber tenido experiencia previa le ha pesado en el ministerio?
-Me colocó una carga inicial de tener que aprender una serie de cosas. Pero, por otra parte, el Presidente no me eligió por mi experticia en materia educacional, ni nunca me he jactado de ser un especialista.
-¿Y por qué lo escogió, entonces?
-Eso habría que preguntárselo al Presidente. Pero yo nunca me he planteado frente a los temas como un experto en educación. Creo que en algunos temas pudo ser una ventaja porque es sano entrar a discusiones muy álgidas sin venir enamorado de algunos conceptos, sino tratando de aquilatar y valorar el peso de lo que estaba en discusión en su propio mérito.
Cambio de gabinete: “Las piezas fundamentales del equipo están asentadas”
-Se decía que Bulnes podía ser presidenciable cuando entró a Educación. Después del duro proceso, ¿se alejan esas posibilidades?
-Si nos remitimos al primer termómetro sobre lo que es un presidenciable, en cuanto a su nivel de adhesión, la encuesta Adimark da la respuesta (38%). Pero bromas aparte, yo no me he trazado como objetivo político querer ser Presidente.
-¿Cree que es injusta esa baja que ha tenido desde que asumió en Educación?
-Subí ayer-aclara de inmediato en alusión a la encuesta-. De 34 a 38 puntos. Y Educación mejoró de 21 a 25 puntos. Pero es parte de la función que me tocó desempeñar y desde que asumí en Educación sabía que esto no era un trampolín de popularidad. Y el Ministerio de Educación jamás lo ha sido.
-El ministro mejor posicionado en la Alianza es Andrés Allamand, correligionario suyo. ¿Usted cree que esos indicadores le dan opciones a su partido de continuar al mando del gobierno?
-Cuando uno asume en el gobierno, su primer partido es el gobierno. Claro que a mí me encantaría que el próximo Presidente fuera de nuestro sector para dar continuidad a una serie de políticas públicas. Si es uno u otro ministro, yo me declararía satisfecho. Pero es indudable que en el caso de Andrés Allamand me une una relación de aprecio, amistad, de muchos años que, por supuesto, le podría agregar una mayor satisfacción. Que Andrés esté bien posicionado me parece que es el reconocimiento no sólo a una gestión, sino también a una trayectoria.
-Si hay un cambio de gabinete, ¿estaría dispuesto a asumir otra cartera?
-No lo digo por evadir la pregunta, pero hoy estoy compenetrado como ministro de Educación. Y créanme que lo suficientemente ocupado como para estar avizorando o planificando cambiarme de cartera.
-¿Por qué se habla tanto de cambio de gabinete?
-Cualquier declaración categórica es como apropiarse de la mente del Presidente. A él le corresponde decidir. Pero mi impresión es que las piezas fundamentales del gabinete están asentadas. Y yo, sin querer especular sobre una decisión del Presidente, no avizoro que se vayan a producir cambios mayores. Como afirmaba el ministro Chadwick, que decía que tenía para un buen rato.
-¿Usted es de los que están cansados?
-¿Quién no está cansado a fin de año? Es una característica general que nos alcanza a todos. No es termómetro ni vara para determinar nada. Quiero decir, ante el comentario que hizo la Evelyn (Matthei, ministra del Trabajo, que afirmó que había ministros cansados), que veo a todos comprometidos y trabajando con entusiasmo.
-Cuando la ministra dijo eso, algunos pensaron que se refería a Felipe Bulnes.
-No me mencionó particularmente. Ahora, es natural que gente me pare en la calle y me diga “¡ánimo!”. Porque las movilizaciones han sido intensas y no es el transcurso normal de un ministerio. Pero eso es anecdótico.
-¿Pero esos rumores implican que ha pensado dejar el ministerio?
-Créanme que yo soy vocero de mí mismo y ni la Evelyn (Matthei), con todo lo que la quiero, ni nadie va en la dirección de decir cuáles serán mis próximos destinos.
“Se creyó que esto lo resolveríamos en la Alameda”
-En todo este proceso, ¿qué fue lo que más le costó? ¿El momento de mayor crisis?
-Hubo semanas en que no había espacio ni ambiente para razonar. La calle completamente sintonizada con el movimiento, con muy pocas ganas de oír contrapuntos y cuando uno desarrolla una acción política eso es complejo. Uno espera que las cosas se resuelvan vía argumentos, más que por las emociones, y eso, durante bastante tiempo, estuvo ausente. En algún momento se creyó que esto lo resolveríamos en la Alameda o vía plebiscito. Hoy puedo decir con tranquilidad que hemos vuelto a clases, se han validado las instituciones como los canales donde se discuten estas materias y se ha restaurado la normalidad que siempre es sana, para seguir enfrentando los desafíos en materia educacional.
-¿Cuál diría que es la principal autocrítica que podría hacer al Gobierno en la negociación?
-Esalabor se la dejo a otros. Me quedo con que a través del presupuesto estamos financiando cambios muy importantes. Pasar en un solo año de 135 mil a 240 mil becas es un salto muy potente, o establecer que el crédito con aval del Estado no solamente rebaje su tasa, sino que ahora sea un crédito contingente al ingreso, que se paga solamente una vez que el alumno egresa de su carrera y hasta un monto máximo del 10% de sus ingresos. Además hicimos bien en avanzar en todos los ámbitos de la educación superior y no sólo respecto de un grupo. También en que no hayan ido a parar todos los recursos a la educación superior cuando tenemos desafíos más relevantes en la escolar y preescolar.
-A propósito, el hecho de que los recursos hayan ido de manera preferente a la educación superior tiene que ver con esta capacidad de presión que tiene el movimiento estudiantil?
-La sola subvención escolar que se paga representa por sí sola el 10% del presupuesto total de la nación o, lo que es lo mismo, la mitad del presupuesto del ministerio. Entonces, cualquier salto en materia de educación escolar obviamente que porcentualmente es menor y desluce frente a los otros porque la base es mucho más grande. Pero eso no quiere decir que la mayoría de los recursos se concentró en la educación superior.
-¿Pero influyeron las presiones del movimiento?
-Nosotros, más que entender esto como presiones, nos tuvimos que hacer cargo de un clamor que había frente a un vacío o una situación desatendida por años. Cuando uno analiza, encuentra que en el año 1981 teníamos 100 mil estudiantes en educación superior y en 30 años pasamos a tener un millón. Entonces, esto había llevado por razones obvias a una ampliación de la cobertura muy impactante pero, al mismo tiempo, una situación de relativo desamparo respecto de lo que significaba para las familias financiar este sueño. Como autoridad y Gobierno, uno tiene que tener la empatía básica para hacerse cargo del problema que se estaba señalando.
Dirigentes universitarios: “Entiendo el rol que se sintieron llamados a desempeñar”
-Va a haber elecciones en la FECh y Camila Vallejo va a la reelección. Ella hizo mucha oposición a sus medidas, ¿no le dan ganas de que no la reelijan para evitarse dolores de cabeza?
-No me corresponde a mí decir quién me gustaría que saliera o no saliera elegido en una determinada federación. En términos personales, no tengo ninguna relación “cargada” con los dirigentes. Entiendo el rol que se sintieron llamados a desempeñar.
-¿Y no teme que aparezcan en escena grupos más extremos?
-Conozco los debates y las distintas visiones que se dan dentro de la Confech. Pero cuando se plantea que pueden tomar el control grupos más radicales, creo que eso no es un buen augurio para la validación de las ideas que impulsan, porque la ciudadanía tiende a rechazar las posiciones más extremas y radicales y eso no genera una masa de adhesión relevante.
-Usted planteó como llamado que ojalá no subieran los aranceles en las universidades para el próximo año en las universidades del Consejo de Rectores. Y algunos rectores dijeron que eso no se podía garantizar.
-Por supuesto que no hay una política de fijación de aranceles ni va por ahí la solución de los problemas. Pero si uno revisa la cantidad de fondos que se están entregando frente a los que tenían bajo otros presupuestos, mi expectativa está basada sobre evidencia. Si uno piensa que el fondo de revitalización a las universidades tradicionales implica 33 millones de dólares, estamos incrementando el aporte fiscal directo, estamos creando aportes basales. Con todo eso es bastante razonable que la trayectoria de los aranceles podría tener un cambio.
Presupuesto: “Había actores desde siempre no disponibles a llegar a un acuerdo”
-En cuanto a la negociación misma del presupuesto en el Senado, Andrés Zaldívar dijo que habían estado a seis horas de un acuerdo, pero Camilo Escalona afirmó que habían estado muy lejos, ¿qué cree usted?
-Tengo la impresión, por las entrevistas que han dado los distintos actores ex post , de que aquí no faltaron seis horas, que esto no fue un problema de cantidad de plata, sino que en realidad había dentro de la oposición visiones distintas y que eran más de tipo políticas que educacionales. Algunos estaban muy empeñados y jugados por llegar a un acuerdo y otros tenían la definición de que no les resultaba conveniente sumarse a un acuerdo con el Gobierno. Eso lo declaró el propio Camilo Escalona y lo constató Pepe Auth, que era un hombre muy pro acuerdo que finalmente se encontró con que algunos de los líderes de la Concertación habían mandado a la comisión negociadora a una misión imposible, porque ellos consideraban desde un inicio que no era bueno llegar a un acuerdo.
-¿Cómo evalúa en general el rol de la Concertación en todo el período de la negociación?
-No me corresponde un juicio único. Es claro que ellos viven el proceso con diferencias, diversidad y que ha estado permanentemente en cuestión durante todo el proceso: la capacidad de ponerse de acuerdo no solamente en ejercer una opción de oposición al Gobierno, sino que también de gestar acuerdos.
-Algunos críticos del Gobierno dijeron que había fracasado en la negociación en el Senado. ¿Usted lo ve como un fracaso?
-Honestamente, uno habría fracasado si no hubiese sido capaz de encontrar las claves para gestar un acuerdo, pero acá, como lo hablábamos antes, lo que ocurría es que había actores desde siempre no disponibles a llegar a un acuerdo. Lo que sí es nuestra responsabilidad, y ésa sí que es nuestra vara, es si generamos un buen presupuesto y si estamos atendiendo a los principales elementos que estaban en el movimiento y en eso estoy muy tranquilo.
-En cuanto a la desmunicipalización de los colegios, se ha hablado que primero se podrían tomar algunas zonas a nivel regional. ¿Cómo se piensa hacer ese proceso?
-La modificación al sistema de la educación pública supone ir haciéndolo gradualmente por regiones. Hay un cronograma de qué regiones entrarían cada año. Lo segundo es que el sistema no es obligatorio o no afecta a aquellos municipios con establecimientos educacionales con rendimiento relativamente bueno. Por lo tanto, esto sería gradual territorialmente y gradual en cuanto afectaría a aquellos sostenedores municipales cuyos rendimientos no sean adecuados.
-Hay una gran duda con respecto a qué comunas van a ser afectadas por la desmunicipalización.
-La regla por lo menos está clara: esto va a ser obligatorio para los municipios cuyos establecimientos no están arrojando buenos resultados y voluntario para aquellos municipios que tengan buenos resultados. Para eso, la agencia de calidad va a cumplir un rol clave y va a ir clasificando a los establecimientos educacionales por sus mejoras en aprendizaje. Ahora, es bien intuible cuáles municipios no se van a ver afectados. Estoy pensando en Vitacura, Las Condes, Ñuñoa. Pero yo creo que la regla general va a ser que la desmunicipalización va a llegar cuando toque el calendario de la región respectiva. Creo que hay un gran porcentaje que va a terminar pasando de la municipalidad a estas nuevas agencias públicas de la educación local.
-Se dice que Felipe Bulnes tiene una mentalidad liberal y se ha tenido que enfrentar a la petición de más Estado o con demandas como el fin al lucro. ¿Cuánto de su pensamiento personal ha influido en esta negociación? ¿Quedó conforme con la solución?
-Trato de no andar desdoblado por la vida. El ministro y la persona finalmente se encuentran. En las discusiones, no porque me sienta defensor de una doctrina, he tratado de aproximarme con la mayor libertad a los temas. Yo no vengo del medio de la educación, así que no venía con prejuicios.
-¿Por ejemplo?
-Cuando vi la discusión del lucro llegué a la convicción de que había muchos eslóganes, pero que el foco estaba puesto en el lugar incorrecto. Y yo lo dije públicamente -quizás en el momento más álgido y que pudo haber sido impopular- que a mí más que el tema del lucro, lo que me importa es la calidad. Me parece igualmente inaceptable que haya un establecimiento de mala calidad que lo haga en nombre del lucro o que lo haga en el nombre de la filantropía o la religión. Y si hay calidad y es verificable, me parece legítimo que se haga por cualquiera de esas vertientes. Al mismo tiempo, cuando me dicen que el Estado necesita una educación pública de calidad, yo lo suscribo completamente. Me parece republicano, sano y bueno. ¡Por qué algunos dicen que el Gobierno quiere asfixiar a la educación pública!
-¿Cuál cree que va a ser el sello de Felipe Bulnes como ministro de Educación?
-Evaluémoslo cuando deje de ser ministro de Educación.
-Pero su aporte hasta ahora …
-Digamos que es una noticia en desarrollo. Los balances corresponde efectuarlos cuando uno ya no está en el cargo. Pero sí creo que estamos concluyendo un período de fuerte movilización, donde logramos de alguna manera avanzar conteniendo presiones y buscando finalmente que las razones y una sana política pública fueran las que condujeran este proceso.
“Si nos remitimos al primer termómetro sobre lo que es un presidenciable, la encuesta Adimark da la respuesta (38%)”.
“Nunca me he planteado frente a los temas como un experto en educación. Creo que en algunos temas pudo ser una ventaja porque es sano entrar a discusiones muy álgidas sin venir namorado de algunos conceptos”.
“Que Andrés Allamand esté bien posicionado me parece que es el reconocimiento no sólo a una gestión, sino también a una trayectoria”.
“Yo soy vocero de mí mismo y ni la Evelyn (Matthei), con todo lo que la quiero, ni nadie va en la dirección de decir cuáles serán mis próximos destinos”.
“Creo que hay un gran porcentaje (de colegios) que va a terminar pasando de la municipalidad a estas nuevas agencias públicas de la educación local”.
 
 Parlamentarios y alcaldes le hacen preguntas al ministro
Hernán Larraín
Senador de la UDI
-Hoy, los municipios destinan recursos para financiar los déficits que deja la baja subvención escolar. Con la desmunicipalización, ¿quién va a financiar esa diferencia?
-Como gobierno, estamos empeñados en mejorar el monto de la subvención escolar. De hecho, este año está creciendo un 8%, lo que supone un incremento en más de 500 millones de dólares. Por lo tanto, estamos recorriendo un camino, precisamente, en esa dirección. Y el día de mañana no hay que descartar que dada la composición territorial que van a tener las agencias públicas de educación local (que van a administrar los colegios desmunicipalizados), que va a ser fundamentalmente la propia comuna, también los alcaldes mantengan su voluntad de seguir contribuyendo con recursos a los establecimientos de sus respectivos territorios.
Carlos Montes
Diputado del PS
-¿Cómo piensa hacerse cargo de la crisis de la educación básica y media, independiente de la desmunicipalización?
-Primero, la desmunicipalización va a ser tramitada en el Congreso y va a tomar algún tiempo para que esté en funcionamiento. Respecto a la enseñanza básica y media, hay dos cosas. Aparte de los incrementos de subvención y el mejoramiento de la educación técnico-profesional, nos preocupa el impacto del movimiento estudiantil en la matrícula de los colegios y vamos a estar atentos a eso. Creemos que es muy importante que exista una educación pública fuerte de calidad. Y no descarto, el diputado Montes lo ha planteado, que miremos y reorganicemos una serie de programas que fueron concebidos como apoyo a la educación municipal y que probablemente no están dando todos los frutos que se quisieran.
Pablo Zalaquett
Alcalde de Santiago
-¿Qué se va a hacer para entregar calidad?, ¿cuál es el proyecto educativo que hay detrás de la desmunicipalización?
-Los temas de calidad están siendo atacados fundamentalmente a través de la Agencia de Calidad, que va a entrar en funcionamiento en el segundo semestre del próximo año y cuyo rol principal va a ser medir los niveles, los crecimientos y mejoras en aprendizaje de los establecimientos educacionales. La desmunicipalización, claro, no es una respuesta absoluta en materias de calidad, pero también hay que mejorar la institucionalidad de los sostenedores de los establecimientos educacionales. La calidad también se ataca con mejores profesores, que es lo que se está haciendo con la beca vocación de profesor y los criterios orientadores de los estudiantes de pedagogía.
Raúl Torrealba
Alcalde de Vitacura y Presidente ACHM
-¿Cree que el movimiento estudiantil fue en aras de mejorar la educación o finalmente se transformó en un movimiento político?
-Como todo movimiento, sobre todo de carácter masivo, es complejo y, por lo tanto, simplificarlo a una etiqueta sería un reduccionismo. Tuvo elementos políticos importantes y quedaron a la vista: los mismos dirigentes señalaron que no sólo hablaban de educación, sino también de otras cosas que implicaban cambiar un modelo de sociedad. Para otros fue un tema de mejoras de la calidad de la educación; para otros, hacerse cargo de la desregulación; para otros, hacer un llamado de alerta sobre la situación de endeudamiento. Estoy identificando quizás corrientes. En algunos casos a lo mejor concurrieron todas las razones, y en otras, partes de ellas. Fue una combinación.
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Los derroteros de Bulnes después de sus “desgastantes” cuatro meses en Educación
El ministro saca cuentas alegres tras la aprobación del Presupuesto, sobre todo porque la discusión terminó radicándose en el Congreso. Ahora apuesta a una ofensiva comunicacional para explicar sus alcances y pone su próximo objetivo en los proyectos sobre becas y endeudamiento, lo que -en sus cálculos- debiera bajar los ánimos de las movilizaciones para el 2012.
por:  M. Eugenia Fernández, La Segunda viernes, 02 de diciembre de 2011
http://www.lasegunda.com/Noticias/Politica/2011/12/701832/los-derroteros-de-bulnes-despues-de-sus-desgastantes-cuatro-meses-en-educacion
El ministro afirma que estuvo a punto de firmar un acuerdo con la oposición, y que sus relaciones no quedaron mermadas tras su fracaso.
Desde el lunes pasado -cuando el Congreso aprobó el presupuesto de Educación gracias al voto a favor de los diputados René Alinco, Miodrag Marinovic y Pedro Velásquez-, al ministro Felipe Bulnes le cambió la cara.
Así comentan en el propio ministerio, en La Moneda y en el Parlamento quienes lo vieron y acompañaron en los más de cuatro meses en que debió lidiar con las movilizaciones más grandes desde 1990 que, con una mayoritaria adhesión ciudadana, pusieron a prueba su reconocida cualidad de negociador, su carácter pragmático y su fama de “duro”.
Fue un periodo que él mismo define como “haber estado en el ojo del huracán”, que reconoce como “desgastante” y que lo llevó a estar entre los peor evaluados del gabinete. A pocos días de cerrar el capítulo de la discusión presupuestaria, Bulnes saca cuentas alegres. Se nota incluso en su carácter poco dado a expresar emociones.
Según ha comentado a sus cercanos, su balance lo funda en dos puntos. Primero, en que logró que finalmente la discusión sobre educación se instalara en el Congreso -en el “cauce institucional” que tanto defendió desde que asumió la cartera a mediados de julio, y que se vio interrumpido por el llamado a una mesa que realizó el Presidente Sebastián Piñera, en abierta discrepancia con el ministro- y, segundo, en que está convencido de que tras la aprobación de los recursos para 2012 las cosas van a cambiar.
Por lo pronto, hasta marzo su atención estará fijada en hacer una ofensiva comunicacional alrededor del país para explicar los alcances del presupuesto y los “avances” del Ejecutivo en la materia. Para ello, el Gobierno prepara una amplia campaña de difusión de las becas en los medios que comenzará en los próximos días, y se evalúa que el propio Bulnes -que realizará una serie de pautas para la prensa sobre el tema- recorra además el país.
Pero su atención también estará puesta en tres proyectos que en el ministerio califican de “urgentes”: el que modifica la tasa de interés del Crédito con Aval del Estado (CAE) y el de reprogramación de deudas (ambos en el Congreso), y el de la modernización de la carrera docente, que se enviará en marzo de 2012.
La apuesta es que este paquete junto con la arremetida comunicacional logre una “relativa calma” para La Moneda en los meses de verano, y que ello se traduzca en una normalización de las movilizaciones sociales. Lo primero es para el ministro un eje clave, ya que toca los nudos gordianos de la base del conflicto. El discurso que tuvo en los momentos más álgidos de este año -y que hoy mantiene- es que parte del éxito y la convocatoria del movimiento recayó en que había “grandes vacíos” en la educación superior, y que eso operó prácticamente como “pasto seco” para que éste ardiera y adquiriera legitimidad. Los principales puntos: el endeudamiento y la cobertura de becas y créditos.
Con el Presupuesto, el CAE y la reprogramación de las deudas aprobados, el cálculo es que el panorama para 2012 sería diferente al actual, puesto que se caería el apoyo en la clase media que llevó -según ha argumentado Bulnes- a que las movilizaciones tuvieran ese respaldo. Sin embargo, la batalla más difícil estará, en los cálculos del Mineduc, en la discusión del proyecto sobre desmunicipalización enviado esta semana, debido a la cantidad de intereses cruzados.
Los derroteros de Bulnes para el próximo año son nutridos y contemplan llevar adelante esta compleja agenda educacional. Sin embargo, se han desatado especulaciones respecto de si acompañará hasta el final esta agenda, lo que se suma a las versiones de un eventual cambio de gabinete tras el término del Presupuesto y a las palabras de la ministra del Trabajo, Evelyn Matthei, que esta semana aseguró que veía “posible” un ajuste porque “veo a algunos ministros cansados”.
A quienes se lo han preguntado, él ha usado la clásica respuesta: “Esto durará hasta que el Presidente y yo lo convengamos”.
La vía “institucional” y el “fracaso” de la Concertación
Con vaivenes y baches en el camino, el resultado final -y para él, positivo- es que la discusión terminara en la senda “institucional” que Bulnes defendió como estrategia frente a las demandas estudiantiles, y que se centraba en radicarla en el Congreso.
La mayor distracción de ese camino provino del propio Presidente Piñera, cuando invitó personal y públicamente a los estudiantes a La Moneda. A pesar de ese capítulo -al que poco le gusta referirse-, la conclusión del titular de Educación es que se desvió poco de su idea y de tratar de generar acuerdos “pero sin enamorarse de esa idea”. Por eso, una de sus cuentas azules es que hasta los estudiantes llegaron al Congreso para encauzar sus planteamientos en la discusión del Presupuesto.
Ello, aun cuando no se logró un acuerdo con la oposición, cuestión de la que tuvo claridad la tarde del jueves 24 de noviembre. Ese día, varios dirigentes de la Concertación le informaron que las condiciones sobre las cuales habían estado conversando habían cambiado y que no habría un entendimiento.
A lo largo de esta semana él se ha encargado de dar su punto de vista: el episodio del Presupuesto fue un “fracaso” de la Concertación y sobre todo de los negociadores de la DC, que “no se dieron cuenta” -según comentó a sus cercanos- que senadores como Camilo Escalona (PS) o Ricardo Lagos Weber (PPD) “no querían un acuerdo”.
En varias entrevistas radiales, el ministro dijo que había sido un “error político” de la oposición el no haber llegado a un entendimiento con el Gobierno, porque “los costos y los beneficios los vamos a llevar nosotros”. Por lo mismo, ha afirmado que vienen “tiempos mejores” para el Ejecutivo, ya que los proyectos sobre educación que se encuentran en tramitación son “buenos” y, por tanto, la oposición no tendría demasiado espacio para restarse o rechazarlos. A pesar de la áspera discusión con que concluyeron las negociaciones, mantiene buenas relaciones con varios dirigentes de la Concertación: Jaime Quintana (PPD) y Juan Pablo Letelier (PS) son dos cercanos.
Las presiones y la ascendencia familiar
Lo cierto es que estos largos 4 meses han puesto a prueba sus dotes de negociador. Ello comenzó antes incluso de enfrentarse cara a cara con los estudiantes, cuando el Presidente le consultó si quería tomar la cartera. En ese momento, Bulnes estaba contento encabezando el Ministerio de Justicia -donde le tocó enfrentar la tragedia del incendio de la Cárcel de San Miguel, en el que su desempeño fue bien evaluado-, y sabía que ingresar en ese momento a Educación era duro, con un conflicto ya explotado. Hubo un debate entre él y el Mandatario. “Sentí que, con independencia de mis preferencias, era lo que me tocaba”, dijo tiempo atrás, quizás impulsado por la influencia “inconsciente” del sentido del deber, marcado por su ascendencia familiar en la que se anotan varios presidentes de la República y especialmente su abuelo Francisco Bulnes Sanfuentes (“El Marqués”), fundador de RN.
Entonces entró a Educación, a un ambiente lleno de presiones. “Para llegar donde queríamos llegar había que ser perseverante, mostrar firmeza, porque si no esto se volvía un tema que no tenía orillas ni bordes. En política no es grato estar haciendo de contención de presiones. Algunas veces el rol es construir acuerdos, otras es solucionar situaciones, ser creativo, y otras veces es el ingrato rol de contener presiones, porque o si no al final comienza a gobernar la calle. Hubo una sana combinación de todas ellas”, observa un cercano colaborador suyo.
Esta “desgastante” situación provoca que hoy Bulnes sea uno de los ministros peor evaluados y que, según diversos analistas, no va a ser popular en los dos años que restan del gobierno de Piñera. El se defiende diciendo que desde el primer día supo que el ministerio que encabeza no es un trampolín político.
En este escenario, ni hablar de planes presidenciales. Incluso cuando se lo nombró tempranamente, mientras estaba en Justicia, sostuvo que era prematuro y que había varios antes en la lista que él… Ahora, en medio de la gestión de un ministerio que muchos califican como una “moledora de carne”, Bulnes no pierde su mirada que tienda a desdramatizar las cosas y no olvida que sólo tiene 42 años y “todas las oportunidades del mundo”.
Desde el lunes pasado -cuando el Congreso aprobó el presupuesto de Educación gracias al voto a favor de los diputados René Alinco, Miodrag Marinovic y Pedro Velásquez-, al ministro Felipe Bulnes le cambió la cara.
Así comentan en el propio ministerio, en La Moneda y en el Parlamento quienes lo vieron y acompañaron en los más de cuatro meses en que debió lidiar con las movilizaciones más grandes desde 1990 que, con una mayoritaria adhesión ciudadana, pusieron a prueba su reconocida cualidad de negociador, su carácter pragmático y su fama de “duro”.
Fue un periodo que él mismo define como “haber estado en el ojo del huracán”, que reconoce como “desgastante” y que lo llevó a estar entre los peor evaluados del gabinete. A pocos días de cerrar el capítulo de la discusión presupuestaria, Bulnes saca cuentas alegres. Se nota incluso en su carácter poco dado a expresar emociones.
Según ha comentado a sus cercanos, su balance lo funda en dos puntos. Primero, en que logró que finalmente la discusión sobre educación se instalara en el Congreso -en el “cauce institucional” que tanto defendió desde que asumió la cartera a mediados de julio, y que se vio interrumpido por el llamado a una mesa que realizó el Presidente Sebastián Piñera, en abierta discrepancia con el ministro- y, segundo, en que está convencido de que tras la aprobación de los recursos para 2012 las cosas van a cambiar.
Por lo pronto, hasta marzo su atención estará fijada en hacer una ofensiva comunicacional alrededor del país para explicar los alcances del presupuesto y los “avances” del Ejecutivo en la materia. Para ello, el Gobierno prepara una amplia campaña de difusión de las becas en los medios que comenzará en los próximos días, y se evalúa que el propio Bulnes -que realizará una serie de pautas para la prensa sobre el tema- recorra además el país.
Pero su atención también estará puesta en tres proyectos que en el ministerio califican de “urgentes”: el que modifica la tasa de interés del Crédito con Aval del Estado (CAE) y el de reprogramación de deudas (ambos en el Congreso), y el de la modernización de la carrera docente, que se enviará en marzo de 2012.
La apuesta es que este paquete junto con la arremetida comunicacional logre una “relativa calma” para La Moneda en los meses de verano, y que ello se traduzca en una normalización de las movilizaciones sociales. Lo primero es para el ministro un eje clave, ya que toca los nudos gordianos de la base del conflicto. El discurso que tuvo en los momentos más álgidos de este año -y que hoy mantiene- es que parte del éxito y la convocatoria del movimiento recayó en que había “grandes vacíos” en la educación superior, y que eso operó prácticamente como “pasto seco” para que éste ardiera y adquiriera legitimidad. Los principales puntos: el endeudamiento y la cobertura de becas y créditos.
Con el Presupuesto, el CAE y la reprogramación de las deudas aprobados, el cálculo es que el panorama para 2012 sería diferente al actual, puesto que se caería el apoyo en la clase media que llevó -según ha argumentado Bulnes- a que las movilizaciones tuvieran ese respaldo. Sin embargo, la batalla más difícil estará, en los cálculos del Mineduc, en la discusión del proyecto sobre desmunicipalización enviado esta semana, debido a la cantidad de intereses cruzados.
Los derroteros de Bulnes para el próximo año son nutridos y contemplan llevar adelante esta compleja agenda educacional. Sin embargo, se han desatado especulaciones respecto de si acompañará hasta el final esta agenda, lo que se suma a las versiones de un eventual cambio de gabinete tras el término del Presupuesto y a las palabras de la ministra del Trabajo, Evelyn Matthei, que esta semana aseguró que veía “posible” un ajuste porque “veo a algunos ministros cansados”.
A quienes se lo han preguntado, él ha usado la clásica respuesta: “Esto durará hasta que el Presidente y yo lo convengamos”.
La vía “institucional” y el “fracaso” de la Concertación
Con vaivenes y baches en el camino, el resultado final -y para él, positivo- es que la discusión terminara en la senda “institucional” que Bulnes defendió como estrategia frente a las demandas estudiantiles, y que se centraba en radicarla en el Congreso.
La mayor distracción de ese camino provino del propio Presidente Piñera, cuando invitó personal y públicamente a los estudiantes a La Moneda. A pesar de ese capítulo -al que poco le gusta referirse-, la conclusión del titular de Educación es que se desvió poco de su idea y de tratar de generar acuerdos “pero sin enamorarse de esa idea”. Por eso, una de sus cuentas azules es que hasta los estudiantes llegaron al Congreso para encauzar sus planteamientos en la discusión del Presupuesto.
Ello, aun cuando no se logró un acuerdo con la oposición, cuestión de la que tuvo claridad la tarde del jueves 24 de noviembre. Ese día, varios dirigentes de la Concertación le informaron que las condiciones sobre las cuales habían estado conversando habían cambiado y que no habría un entendimiento.
A lo largo de esta semana él se ha encargado de dar su punto de vista: el episodio del Presupuesto fue un “fracaso” de la Concertación y sobre todo de los negociadores de la DC, que “no se dieron cuenta” -según comentó a sus cercanos- que senadores como Camilo Escalona (PS) o Ricardo Lagos Weber (PPD) “no querían un acuerdo”.
En varias entrevistas radiales, el ministro dijo que había sido un “error político” de la oposición el no haber llegado a un entendimiento con el Gobierno, porque “los costos y los beneficios los vamos a llevar nosotros”. Por lo mismo, ha afirmado que vienen “tiempos mejores” para el Ejecutivo, ya que los proyectos sobre educación que se encuentran en tramitación son “buenos” y, por tanto, la oposición no tendría demasiado espacio para restarse o rechazarlos. A pesar de la áspera discusión con que concluyeron las negociaciones, mantiene buenas relaciones con varios dirigentes de la Concertación: Jaime Quintana (PPD) y Juan Pablo Letelier (PS) son dos cercanos.
Las presiones y la ascendencia familiar
Lo cierto es que estos largos 4 meses han puesto a prueba sus dotes de negociador. Ello comenzó antes incluso de enfrentarse cara a cara con los estudiantes, cuando el Presidente le consultó si quería tomar la cartera. En ese momento, Bulnes estaba contento encabezando el Ministerio de Justicia -donde le tocó enfrentar la tragedia del incendio de la Cárcel de San Miguel, en el que su desempeño fue bien evaluado-, y sabía que ingresar en ese momento a Educación era duro, con un conflicto ya explotado. Hubo un debate entre él y el Mandatario. “Sentí que, con independencia de mis preferencias, era lo que me tocaba”, dijo tiempo atrás, quizás impulsado por la influencia “inconsciente” del sentido del deber, marcado por su ascendencia familiar en la que se anotan varios presidentes de la República y especialmente su abuelo Francisco Bulnes Sanfuentes (“El Marqués”), fundador de RN.
Entonces entró a Educación, a un ambiente lleno de presiones. “Para llegar donde queríamos llegar había que ser perseverante, mostrar firmeza, porque si no esto se volvía un tema que no tenía orillas ni bordes. En política no es grato estar haciendo de contención de presiones. Algunas veces el rol es construir acuerdos, otras es solucionar situaciones, ser creativo, y otras veces es el ingrato rol de contener presiones, porque o si no al final comienza a gobernar la calle. Hubo una sana combinación de todas ellas”, observa un cercano colaborador suyo.
Esta “desgastante” situación provoca que hoy Bulnes sea uno de los ministros peor evaluados y que, según diversos analistas, no va a ser popular en los dos años que restan del gobierno de Piñera. El se defiende diciendo que desde el primer día supo que el ministerio que encabeza no es un trampolín político.
En este escenario, ni hablar de planes presidenciales. Incluso cuando se lo nombró tempranamente, mientras estaba en Justicia, sostuvo que era prematuro y que había varios antes en la lista que él… Ahora, en medio de la gestión de un ministerio que muchos califican como una “moledora de carne”, Bulnes no pierde su mirada que tienda a desdramatizar las cosas y no olvida que sólo tiene 42 años y “todas las oportunidades del mundo”

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