Mapas de lavin: ¿panacea o error?
Junio 18, 2010

MapaDestacado.png A continuación más sobre los mapas de Lavin: intercambio de cartas sobre el tema en el diario El Mercurio, a propósito de un ediitorial del periódico. Enseguida de ese material, la opinión del Presidente de la Comisión de Educación del Senado de la República, Senador I. Walker.
Editorial
El Mercurio
Sábado 12 de Junio de 2010
Colores en el Simce
Diversos informes internacionales coinciden en que una de las principales deficiencias económicas de Chile es su enorme déficit de capital humano, que queda en evidencia en el último Simce: sus puntajes se tradujeron esta vez en logros concretos, y quedó en claro que nuestros estudiantes no consiguen los aprendizajes que el país estima apropiados. Así, por ejemplo, en lenguaje sólo el 26 por ciento alcanza el dominio de los contenidos definidos para esta asignatura. En matemáticas, esa proporción es aún más baja: sólo el 13 por ciento de
los estudiantes logra los niveles esperados.
El riesgo de poner énfasis en el cumplimiento de estándares más que en los puntajes es ceder a la tentación de reducirlos; muchos países han experimentado esa presión. Pero eso condena definitivamente al sistema escolar a resultados mediocres. Las críticas que se han hecho a los mapas del Simce —que resumen de modo sencillo los desempeños de los colegios— sugieren que estamos más cerca de sucumbir a esa presión que cuanto creemos. Esos mapas reflejan con colores rojos, amarillos y verdes a los colegios que, respectivamente, están por debajo, en torno y por sobre el promedio nacional en dicha prueba. Se ha sostenido que esta idea estigmatiza a los estudiantes provenientes de hogares de bajos ingresos, porque al estar los resultados educativos correlacionados con nivel socioeconómico, muchos establecimientos que atienden a estos niños quedan “pintados” de rojo.
Esta crítica sugiere que se cree que los estándares y, por tanto, los colores de cada colegio deberían ser dependientes del nivel socioeconómico de los estudiantes (posiblemente, a la larga este indicador debería definirse respecto de los estándares esperados, en vez de respecto del promedio nacional). Esta actitud “protectora” revela que no se cree en la posibilidad de que los establecimientos de menor nivel socioeconómico puedan alcanzar los aprendizajes esperados. Pero esa posición, empíricamente, está alejada de la realidad.
Aún más grave es que motiva cierto conformismo, pues desalienta la búsqueda activa de políticas que reviertan la situación actual, en que un número significativo de escuelas está lejos de alcanzar desempeños educacionales satisfactorios. Tanto hemos evitado medir los resultados con una vara común, que hemos desatendido el hecho —tan evidente en el último informe Simce— de que las brechas entre los niños del nivel socioeconómico alto y bajo van en aumento, en vez de disminuir con el paso del tiempo, como cabría esperar en un sistema escolar eficaz. Estos colegios de color rojo son la evidencia más contundente de las enormes fallas de la política educacional.
Si se cree que la diferencia de desempeños de los colegios se explica sólo por factores socioeconómicos, lo “peor” que podría pasar, en caso de que tal categorización modificase la elección de los padres, es que los resultados educativos no cambiasen. Nunca empeorarían, a menos que se crea que los “efectos compañero” son muy significativos, lo que la literatura más reciente desestima. En el caso —más probable— de que dichos factores expliquen sólo parte de las diferencias, los cambios que estos colores induzcan pueden elevar el desempeño educacional del país.
¿Qué regular? Lo que hace eficiente a un profesor
La existencia de más y mejor información en un sistema en el que los padres pueden elegir es ciertamente fundamental para que los establecimientos mejoren su desempeño. Sin embargo, hasta ahora ella ha producido un efecto menor que el esperado, en parte porque la información no ha sido fácil de comprender.
Por eso, el esfuerzo del nuevo gobierno al respecto es bienvenido, sobre todo porque entregar la información acerca del desempeño de los hijos tiene más probabilidades de modificar la conducta de los padres que el promedio del establecimiento. Siendo así, es importante avanzar en esa dirección.
Además, puede haber regulaciones que intenten crear estímulos para que mejoren los desempeños. Pero se ha despertado una demanda por regulaciones cuyo efecto es dudoso y puede contribuir a burocratizar los procesos educativos más que a mejorarlos.
Por ejemplo, existe bastante evidencia de que, en promedio, las competencias y habilidades de nuestros profesores son insuficientes para lograr un sistema escolar eficaz. La reacción general ha sido, entre otras, regular la formación inicial, promoviendo incluso el cierre de carreras, e instituir exámenes de habilitación que certifiquen a quienes pueden o no ejercer como profesores.
Pero estos enfoques olvidan que otros países han probado esquemas de esta especie y llegado, en general, a la conclusión de que no han producido los efectos deseados. ¿Para qué invertir, entonces, en esquemas improductivos? Ellos han fracasado, porque es muy poco lo que se sabe respecto de qué es lo que hace eficiente a un profesor. Parece una mejor opción confiar en regulaciones que exijan estrictamente el cumplimiento de estándares de aprendizaje de los estudiantes en todos los colegios, responsabilizando por esos logros a los sostenedores y directores, públicos y privados.
Precisamente éste es el espíritu del proyecto de aseguramiento de la calidad de la educación que se tramita en el Congreso. En un esquema de esta clase, la responsabilidad de los sostenedores es encontrar a los directores que permitan alcanzar esos estándares, y la de estos últimos es definir los equipos docentes que les hagan posible satisfacer ese mandato. Obviamente, esto requiere mayor autonomía de los sostenedores para nombrar a los directivos, y de éstos para articular sus equipos docentes. Eso está lejos de ocurrir en la educación pública. Este conjunto de regulaciones es lo que se debe perfeccionar, en vez de insistir en restricciones ineficaces, como las que a menudo se plantean cada vez que se conocen los resultados del Simce.
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Cartas
Martes 15 de Junio de 2010
Colores del Simce
Señor Director:
En su editorial del sábado recién pasado se acusa de “protectores” a quienes critican el uso de semáforos para clasificar a los establecimientos escolares subvencionados por el Estado, de acuerdo con la media simple del Simce, sin corregir por factores tan relevantes como el nivel socioeconómico de los niños atendidos. Los apoderados de un niño que se traslada desde un establecimiento marcado con rojo a uno marcado con verde no tienen por qué esperar que el aprendizaje de su hijo mejore por el solo hecho de cambiar a su hijo. Éste será el caso sólo si el nuevo colegio entrega, en relación con el anterior, lo que los expertos del área llaman un mayor valor agregado: un buen proceso enseñanza-aprendizaje que permita a los niños obtener un alto desempeño académico, independiente del grado de vulnerabilidad del hogar al que pertenecen. El Simce medio es un pobre predictor del valor agregado, y por tanto los mapas entregados pueden promover traslados de estudiantes en la dirección equivocada.
El Simce promedio de cada establecimiento esconde la alta variabilidad de resultados que existe al interior de ellos. Los padres que decidan cambiar a sus hijos de escuela usando la información contenida en los semáforos posiblemente sólo se frustren, sobre todo si los “efectos compañero” son tan débiles como sugiere el editorialista. No es conformismo pedir que la información revele el valor agregado; más bien, es irresponsable entregar información que no reconoce dónde los niños tienen reales posibilidades de progresar.
Andrea Repetto
Escuela de Gobierno
Universidad Adolfo Ibáñez
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Cartas
Miércoles 16 de Junio de 2010
Colores del Simce
Señor Director:
Simpatizamos con la demanda de la economista Andrea Repetto (carta de ayer) exigiendo de parte del Simce la entrega de información sobre el valor agregado que cada establecimiento proporciona a sus alumnos. La posibilidad de medir valor agregado es una aspiración que este Gobierno comparte, pero que, como seguramente ella sabe, requiere de un aumento considerable de la frecuencia de mediciones, de modo que cada generación de alumnos sea evaluada varias veces durante su vida escolar. Dicho aumento está ciertamente en nuestro programa de gobierno, que contempla no sólo agregar mediciones anuales en 8° básico y 2° medio (que hasta hoy son en años alternados), sino además introducir evaluaciones en 2° y 6° año básico. Este programa es ambicioso y requiere una gran inversión.
Por el momento nos vemos obligados a utilizar los datos disponibles y con ellos entregar información a los padres, en la forma más clara y simple posible, para orientarlos en sus decisiones respecto de la educación de sus hijos. Para este efecto se crearon los mapas comunales que entregan en forma visual el promedio del Simce. Adicionalmente se distribuye en todas las escuelas del país el Informe para Padres, en el cual, tal como lo pide la investigadora, se entregan los resultados del establecimiento comparándolos con los de su mismo nivel socioeconómico, además de proporcionar información muy explícita acerca de cuántos alumnos del curso alcanzan el nivel esperado de aprendizaje y cuántos se encuentran por debajo de éste. A fin de año entregaremos una nueva cartilla con una síntesis de todos los datos disponibles sobre cada establecimiento.
Creemos que los padres de Chile son capaces de decidir lo más conveniente para sus hijos y que con toda esta información, que por primera vez está en sus manos, tendrán mayores posibilidades de elegir adecuadamente y de acuerdo con sus preferencias el mejor establecimiento para ellos.
Loreto Fontaine
Coordinadora Nacional
Unidad de Currículum y Evaluación
Ministerio de Educación
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Cartas
Jueves 17 de Junio de 2010
Colores del Simce
Señor Director:
Desde hace años, la página web del Simce, dependiente del Ministerio de Educación, entrega información por establecimiento educacional que corrige por la vulnerabilidad de los alumnos que atiende, acercándose al concepto de valor agregado, muy superior en relevancia informativa al Simce medio que hoy se entrega en las cartas a los apoderados. De hecho, para cada colegio, la página web reporta lo siguiente: “Si hubiera 100 establecimientos con condiciones socioeconómicas similares a éste, el establecimiento se ubicaría aproximadamente en la posición…”, donde la posición es uno para el mejor colegio y 100 para el peor.
En su carta de ayer, Loreto Fontaine, coordinadora nacional de la Unidad de Currículum y Evaluación del Mineduc, indica que el Gobierno desea reunir más evaluaciones antes de entregar información sobre valor agregado directamente a los padres —aunque ya la entreguen a los establecimientos—. Tanto para la calidad de nuestras políticas públicas en educación como para la investigación académica, es una buena noticia el interés por incorporar nuevas evaluaciones. Pero mientras se reúne esa información, sería mejor entregar este ranking a los padres, o simplemente esperar, antes de reportar datos que no representan lo que se desea informar.
Andrea Repetto
Escuela de Gobierno Universidad Adolfo Ibáñez
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Senador Walker (DC) llamó a no estigmatizar con “semáforo” Simce
La Nación, Viernes 18 de junio de 2010
El presidente de la Comisión de Educación del Senado, Ignacio Walker (DC), criticó la “semaforización” de colegios a través de los mapas del Simce en una reunión que tuvo con el ministro de Educación, Joaquín Lavín.
El senador señaló que la reunión con el ministro fue para expresar el descontento de varios expertos por la forma en que se están difundiendo o se piensa difundir los resultados de las pruebas, diciendo que con los colores estigmatizan a los colegios más vulnerables, especialmente los municipales.
“Los expertos dicen que más del 70% u 80% de los resultados del Simce se explican por el nivel socioeconómico y en la carta que reciben los apoderados eso no aparece, sólo salen los puntajes”, dijo, agregando que de esa forma lo que se entrega es una especie de “carta-bomba”, que puede provocar pánico en los apoderados que tienen a sus hijos matriculados en escuelas municipales, e incluso en particulares subvencionados.
“En Vitacura ninguno de los 20 colegios está en rojo, pero en La Pintana apenas dos de los 52 colegios están en verde. Eso demuestra que explicar los resultados sin referencia al nivel socioeconómico es una grave tergiversación”, explicó.
Finalmente Walker explicó que el proyecto de ley de aseguramiento de la calidad de educación, “lo más probable sea enviado a comisión mixta en julio próximo”.
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