El anuncio del Presidente ayer fue el siguiente:
“Por eso, así como el año 1920 el ex Presidente Sanfuentes estableció la instrucción primaria obligatoria de cuatro años; el año 1965 el ex Presidente Frei Montalva hizo lo mismo con la educación básica de ocho años; y el año 2003, el ex Presidente Lagos instauró la educación media obligatoria, hoy quiero anunciar que, para avanzar en la universalidad y gratuidad de la educación preescolar, enviaré a este Congreso una Reforma Constitucional para establecer el kínder obligatorio, de forma de llegar a trece años de educación garantizada, gratuita y de calidad para todos nuestros niños y jóvenes. Para esto, también enviaremos un proyecto de ley que crea gradualmente la Subvención Universal para los niños desde los tres años, incluyendo una subvención preferencial para los más vulnerables.”
Aquí hay al menos tres cosas diferentes:
1) Reforma Constitucional para establecer el kínder obligatorio. Ya señalamos ayer que es una reforma para el “spin” comunicacional, pero sin mayor novedad ni impacto.m
2) Proyecto de ley que crea gradualmente la Subvención Universal para los niños desde los tres años, incluyendo.
3) Una subvención preferencial para los más vulnerables.”
El punto 2 es de mayor interés e impacto, sobre todo en combinación con el punto 3. Con todo, habrá que esperar y conocer exactamente en qué consiste esta propuesta y en cuánto realmente cambiaría lo ya establecido en el Presupuesto de 2013. Me temo que muy poco. Y si se trata de dejar el asunto para 2014, bueno pues, será ya otro Gobierno el que decidirá.
En cuanto a la idea de establecer una Subsecreteraia para la educación superior dentro del MINEDUC, oh sorpresa, es la misma promesa contenida en el Mensaje de 2011, sólo que presentada como una novedad. Y no como un incumplimiento, que era lo que correspondía hacer. Significa, de paso, desechar la mucho mas interesante propuesta hecha al Gobierno hace dos semanas por la Comisión Asesora en Ciencia, Tecnología e Innovación, en orden a crear un Ministerio de Educacion Superior, Ciencia y Tecnología.
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Sobre los asuntos relativos a la educación parvularia y preescolar se publicó una interesante crónica en La Segnda de noviembre pasado, que ahora resulta oportuno volver a leer:
Radiografía a la educación preescolar: Baja cobertura, cuestionada calidad y desconfianza de los padres
Del millón 93 mil niños más pobres, sólo 482 mil reciben atención pre escolar. Hay listas de espera en algunos sectores y capacidad ociosa en otros.por: Por Jéssica Henríquez, La Segunda, viernes, 25 de noviembre de 2011http://www.lasegunda.com/Noticias/Nacional/2011/11/699972/radiografia-a-la-educacion-preescolar-baja-cobertura-cuestionada-calidad-y-desconfianza-de-los-padresDe izquierda a derecha y de capitán a paje.Autoridades, políticos e investigadores han lanzado en los últimos días un fuerte llamado de atención para alertar que, más que la educación superior, es vital que Chile ponga el foco en mejorar la educación preescolar. Sin ese cambio de mentalidad, han dicho, será imposible superar las desigualdades que se empiezan a forjar en la cuna.
Primero fueron Patricia Matte y Pablo Zalaquett a través de “La Segunda”, el viernes pasado. Luego, un grupo transversal de expertos, donde incluso había cuatro ex ministros de la Concertación los que llamaron al gobierno a “privilegiar” este nivel de enseñanza, porque como país “estamos lejos de tener una cobertura amplia y una calidad de alto nivel para todos”.
El problema es que “desgraciadamente los niños chicos no gritan ni salen a las calles”, dijo la ex ministra Mariana Aylwin.
En Chile actualmente se atiende a los niños de 0 a 6 años dividiéndolos por niveles según su edad: sala cuna (0-2 años), jardín infantil (3-4 años), prekínder (4-5 años) y kínder (5-6 años).
Según el INE, existe un millón 496 preescolares en Chile, de los cuales un millón 93 mil pertenece al 60% de familias con ingresos más bajos.
De ese grupo, cuyas familias tienen un ingreso per cápita que no supera los $150 mil mensuales, sólo 482 mil reciben algún tipo de atención preescolar, ya sea en colegios (donde cursan kínder o prekínder) o en salas cuna de la Junji o Integra.
Baja cobertura comparados con nuestros vecinos
Y aunque nadie discute el avance de la cobertura que ha tenido Chile los últimos 20 años -pasó de 19% en 1990 a 41% el 2009-, la brecha de acceso entre las familias más pobres y las más ricas se mantiene (32% versus 53%, según la Casen 2009). Esto, pese a que la entonces Presidenta Bachelet fijó como prioridad durante su gobierno un aumento masivo de salas cuna para los niños pobres.
Con todo, a nivel nacional sólo el 45% de los menores de 6 años accede a educación preescolar. “Si lo comparamos con América Latina, no estamos tan bien: Brasil tiene un 66%, Colombia un 50%, Perú casi 70%, Uruguay 80% y México casi el 100%”, advierte el investigador educacional Gregory Elacqua.
Pero, además, el director del Centro de Políticas Comparadas de Educación de la U. Diego Portales, Ernesto Treviño, advierte que “Hay mayor acceso en kínder y prekínder, pero faltan cupos para las familias pobres en sala cuna y jardín infantil”.
En la Junji reconocen el problema. “Es cierto que hay lugares donde tenemos listas de espera, pero también hay lugares donde hay capacidad ociosa”, dice la directora, Francisca Correa, por lo que anuncia que el gobierno está realizando un mapa georreferencial para determinar la real demanda parvularia en todo el país .
Mientras, se instalarán módulos de ampliación especial (tipo posterremoto) para absorber las listas de esperas que detectaron en marzo y que en ese minuto llegaban a 800 niños.
Pero hay un problema mayor y es que -al menos en Junji- históricamente un 10% de la matrícula disponible no se ocupa y esa tónica se repite en las otras instituciones. Por ello, uno de los desafíos más inmediatos del gobierno es reducir esta brecha “mejorando la calidad del servicio, porque para acercar a las familias a los jardines infantiles, los padres deben convencerse de que los niños están aprendiendo y desarrollando mejor”.
Cómo ampliar cobertura con calidad
A juicio del experto en Educación José Joaquín Brunner , una de las grandes deficiencias que tenemos como país es que “hasta ahora nadie ha hecho una evaluación completa de la calidad de los programas que se están dictando en Chile. ¿De qué nos sirve aumentar la cobertura si no sabemos el impacto real que tienen?”.
I nvestigaciones internacionales muestran que niños que nacen en distintos estratos socioeconómicos “a los 12 meses tienen la misma capacidad de vocabulario. Pero 3 años después tienen una brecha enorme de acuerdo al nivel de estimulación al que fueron sometidos”.
Y agrega: “La pregunta es cómo ampliamos cobertura, pero con calidad. De lo contrario, no avanzaremos más que en extender guarderías y desaprovecharemos la posibilidad de revertir la desigualdad que en Chile existe desde la cuna”.
Las alertas
Si bien no hay un diagnóstico para todo el sistema preescolar, se han hecho algunas aproximaciones no muy alentadoras. El Ministerio de Educación aglutinó a principios de este año diversos informes que advierten deficiencias en la calidad del servicio y que han servido para fijar algunas prioridades.
Por ejemplo, la Universidad de Concepción investigó prácticas en salas de clases de colegios (privados y públicos) y jardines de la Junji e Integra: no hubo una buena evaluación. Tras medir el uso de los libros, las actividades de aprendizaje, la disciplina en la sala y el trato de las educadoras, ninguno logró una nota superior a 4.0, siendo lo peor evaluado las técnicas de enseñanza.
Otro estudio encargado por la Junji advierte que no hubo diferencias en el desarrollo cognitivo de los niños entre cero y dos años que asistieron a sala cuna, versus los que se quedaron en su casa.
Y un programa piloto en curso en 64 jardines municipales de Santiago -financiado por la fundación de Andrónico Luksic- evidencia problemas con las educadoras de párvulos en la sala de clases. ” Hemos visto que se requiere más profesionalización de las prácticas de la educación infantil porque están muy enfocadas al cuidado del niño y no al desarrollo cognitivo. Hablando con las educadoras en general tienen muy arraigado el discurso que el jardín infantil no se debe escolarizar, como si eso fuera un problema. La dicotomía de ellas es o juegas o aprendes. ¿Por qué no aprender jugando?”, cuestiona Treviño, quien participa en él.
Si bien existe un curriculum preescolar y mapas de progreso (establece los logros que debe alcanzar el niño en cada etapa), lo que es considerado todo un logro, “son muy recientes, no tiene más de tres años, y las educadoras aún no los conocen bien”, dice Treviño.
Pero más allá de eso, agrega, no está claro si ellas tienen las herramientas suficientes para ponerlos en práctica: “A veces las reformas educacionales son como un avión Super Jumbo que tienen que aterrizar en una pista corta de ripio, que es la escuela o el jardín infantil Aquí está pasando eso”.
Agrega que “hay una baja calidad en la formación de las educadoras, las que además no son valoradas como profesionales de la educación porque, por ejemplo, les pagan menos que a los profesores de Básica. Aquí hay un trabajo pendiente que es urgente de hacer”.
De hecho, la carrera de educadora de párvulos se ofrece en 50 instituciones y 125 sedes diferentes. Y hasta la fecha, sólo 20 de estas carreras han sido acreditadas… ninguna por el máximo de 7 años.
“Necesitamos encantar a más familias”
Los padres tampoco están todos convencidos de llevar a los niños a la sala cuna o al jardín.
Las últimas encuestas detallan que el 73% de las familias no envían a sus hijos porque creen que están mejor cuidados en su casa y el 10% no ve ninguna utilidad concreta en llevarlos, lo que ratifica que el jardín infantil se asocia sólo con una guardería.
” Los niños faltan con mucha facilidad, ya que no se percibe como una pérdida de oportunidades el no ir. Eso pasa porque no hay un impacto visible de la asistencia, como sí ocurre con primero básico donde si el niño no va, lo más probable es que no aprenda a leer “, dice Treviño.
Un informe realizado por la Universidad Católica en Integra reveló que el 83% de quienes envían a sus hijos a sala cuna lo hacen “para poder trabajar”, mientras que el 84% de quienes no los envían argumentan que sienten temor de que el niño se enferme, que le peguen otros niños (78%) y porque el número de tías no es suficiente (53%).
La directora de la Junji reconoce: “Hoy necesitamos encantar a más familias para que confíen en que sus niños recibirán una buena estimulación temprana. Ese es nuestro mayor desafío, tenemos que mostrar cuáles son los avances de los niños en los jardines y para eso necesitaremos hacer estudios longitudinales”.
Mientras, a nivel de gobierno ya decidieron lanzar -a partir de febrero- una campaña pública y masiva para acercar a las familias a los jardines y salas cuna.
La realidad de los “jardines de transferencia”Hasta el año pasado, en la comuna de Pedro Aguirre Cerda existían 6 jardines Junji con capacidad para algo más de 500 menores, dice la alcaldesa Claudina Núñez.
Y eso era “demasiado poco, porque tenemos 114 mil habitantes, mucho embarazo adolescente y alrededor de 500 nacimientos al año. Y las madres más jóvenes y de sectores vulnerables lo que suelen hacer es dejar al niño al cuidado de un familiar, la vecina o incluso solos, para salir a trabajar. Son los menores que están en los programas sociales y que más nos preocupan”.
Por eso, la alcaldesa decidió trabajar con el sistema de “transferencia” para levantar jardines con financiamiento Junji, aunque dependientes administrativamente del municipio. En octubre del 2010 partieron con dos y en septiembre pasado con otros tres. Cada uno tiene capacidad para 104 niños entre los 3 meses y los 4 años. Hay dos más en proceso de recepción final.
Núñez está muy contenta con los resultados. Pero, advierte, existe un problema:
-La Junji paga de acuerdo a asistencia ($108.000 mensual por cada menor hasta el año 11 meses, luego baja a $52.000) y especialmente en invierno las enfermedades hacen bajar mucho los ingresos. Pero los gastos son fijos. Entonces, a veces debo pedir autorización a la Junji para realizar transferencias de una sala cuna a otra. Y eso también impide comprar más implementos para la educación de los menores, o hacer mejoras en los edificios.
Es decir, señala la alcaldesa, mes a mes se corre el riesgo de que la educación preescolar empiece a generar “hoyos” de financiamiento como actualmente ocurre con la educación municipalizada.
No es todo, el personal contratado por el municipio recibe sueldos más bajos que quienes cumplen exactamente la misma función en los jardines Junji de la misma comuna, lo que crea resquemores y dificultad para contratar personal. Eso debiera solucionarse.
-Con estos jardines estamos rompiendo una cultura, que las mamitas delegaban en los abuelos la crianza de sus hijos. Tenemos la matrícula completa en los jardines que abrieron el 2010, pero no todavía en los más nuevos, porque todavía existe el mito de que los niños pueden ser maltratados o descuidados. Por eso nuestro diseño es de sala cuna abierta, para que los padres vayan cuando quieran. Con eso hemos ido disminuyendo las desconfianzas.
Vienen cambiosLa actual institucionalidad es otro problema, reconocen desde todos los sectores.
Por un lado -señalan los técnicos- la Junji es prestador del servicio, pero a la vez es fiscalizador al otorgar el empadronamiento voluntario a los jardines privados. “Al final es juez y parte. Aquí la Agencia de Calidad es la que debiera hacerse cargo de garantizar la calidad en todo el nivel preescolar”, dice Elacqua.
Pero además la Junji e Integra ofrecen el mismo servicio, ya que ambas se focalizan en niños menores de 4 años de los tres primeros quintiles, pero tiene estándares distintos como la proporción de profesionales por niño.
Precisamente para resolver temas de este tipo es que el gobierno creó una Secretaría Ejecutiva de Primera Infancia -que reúne al Ministerio de Educación, Junji e Integra-, que ya está evaluando una serie de cambios.
Elacqua señala: “Habrá que ver qué sale de eso, porque si bien existe un consenso en la necesidad de una reingeniería profunda, nadie se atreve a hacerla, porque políticamente los costos pueden ser muy altos…”.
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