PISA en América Latina
Enero 23, 2014

En un post reciente en el blog de PREAL, Ariel Fiszbein, nuevo director del programa de educación del Diálogo Interamericano, resume las reacciones de expertos del tema educativo de América Latina a los  resultados de sus países en el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) del 2012.


La prueba PISA y el estado de la educación en América Latina

Image Source: Alex Fiszbein

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El lanzamiento de los resultados de la prueba internacional PISA de 2012 el pasado mes de diciembre nos presenta una buena oportunidad para reflexionar sobre el estado de la educación en América Latina.

Como es bien sabido, los ocho países de América Latina que participaron se ubicaron en el tercio inferior en lectura, matemáticas, y ciencias entre los 65 países que tomaron el examen. ¿Cómo debemos interpretar estos resultados? ¿Qué nos dicen sobre los desafíos de política educativa en nuestros países?

Con estas preguntas en mente, contacté a un grupo selecto de expertos en América Latina. Sus reflexiones y comentarios nos ofrecen material útil para comenzar un debate acerca del futuro de los sistemas educativos en la región.

No sorprendentemente, todos los expertos consultados expresaron su preocupación por el relativamente pobre desempeño de los países latinoamericanos. De acuerdo a Guillermo Perry, ex Ministro de Hacienda de Colombia e influyente economista interesado en la temática educativa, los resultados de PISA de Colombia “son malas noticias ya que muestran que la calidad de la educación básica sigue siendo muy pobre y desigual, y que la mayoría de los niños no adquieren las competencias básicas requeridas para ser trabajadores productivos en el mundo actual. Incluso en los colegios privados hay una fracción muy baja de alumnos con resultados altos en las pruebas.”

Sergio Bitar fue Ministro de Educación en Chile durante la administración Lagos. En su opinión, que Chile esté en primer lugar entre los países de América Latina y haya progresado en las últimas décadas, no aminora la inquietud por el estado de la educación. Primero, argumenta Bitar, “estamos muy lejos de los mejores y a mucha distancia de Asia. Segundo, el porcentaje de jóvenes bajo el nivel 2 (pobre rendimiento) es muy elevado, y el grupo destacado apenas alcanza al 1,6 % del total, lo que revela que todo el sistema tiene bajo rendimiento, incluso entre los alumnos de sectores sociales altos en colegios pagados. Tercero, la desigualdad y la segmentación socioeconómica es avasalladora y determinante en los resultados.”

Si bien la preocupación por los bajos niveles es común a todos los países, resulta de interés cómo se interpretan los cambios en el tiempo. Es allí donde podemos ver diferencias entre los países.

Según Santiago Cueto, investigador de GRADE en Perú y una de las principales voces en la región en cuanto a evaluación de aprendizajes, los resultados de PISA muestran que “estamos mal pero simultáneamente estamos mejor”. En efecto, argumenta Cueto, “la mayoría de los estudiantes peruanos se ubican en el nivel más bajo de rendimiento en las escalas de matemática, ciencias, y lectura. Además, PISA muestra un país altamente inequitativo: la brecha de rendimiento entre estudiantes urbanos y rurales es notable y no ha mejorado entre el 2001 y el 2012. Al mismo tiempo, Perú es el país que más ha mejorado en lectura, en un contexto de notable expansión en la cobertura neta de los estudiantes de 15 años.”

María do Pilar Lacerda, ex Secretaria de Educación Básica de Brasil, plantea la misma tensión entre niveles y cambios de manera muy gráfica. “Si los resultados para Brasil son mirados como una foto, esta no es buena, mientras que si los miramos como una película se puede ver un buen nivel de progreso.”

Con todas las limitaciones que tienen los rankings de países, el fuerte contraste entre los rendimientos de los países de América Latina y los de Asia del Este es difícil de evitar. Miguel Szekely, ex Subsecretario de Educación Media Superior de México, expresa la frustración que “incluso cuando un país como México avanza, su posición relativa no necesariamente mejora porque otros están avanzando igual o más rápido. Queda la sensación de que nos estamos quedando demasiado atrás.”

El fuerte contraste entre los resultados obtenidos por los países asiáticos y los latinoamericanos sirve también como luz de alerta acerca del rol de factores tan básicos como el entorno en el que se desarrollan las prácticas educativas en las escuelas y en los hogares. Gustavo Iaies, ex Secretario de Educación Básica en Argentina y director de la Fundación CEPP, resalta el hecho que Argentina es uno de los países en el que los alumnos dicen haber faltado más días en las dos semanas anteriores a las pruebas y que tienen una alta percepción de desorden en las aulas.  En su opinión, “estos son indicadores de un sistema que necesita replantearse sus condiciones básicas de operación y el modo de trabajar en la reconstrucción de un ‘orden educativo’ que reemplace el ‘desorden’ actual en las escuelas.”

Del mismo modo, el contraste con los países asiáticos nos cuestiona acerca del rol del esfuerzo individual y familiar en la búsqueda de logros de aprendizaje. El orden al que se refiere Iaies tiene entonces múltiples faces—la escuela, el hogar, la comunidad—que interactúan de manera virtuosa o viciosa según sea el caso.

Los resultados de PISA dejan abierta la pregunta acerca del ‘que hacer’ para mejorar el nivel de aprendizaje en las escuelas de América Latina. Tal como lo expresa Leonardo Garnier, Ministro de Educación de Costa Rica, lo más interesante de las pruebas PISA no es la carrera de caballos ni el puesto relativo que se ocupa, sino la información mucho más detallada que brinda sobre las fortalezas y debilidades de los sistemas educativos. “Esto es lo que para nosotrosresulta de mayor interés en términos de la toma de decisiones”, expresa Garnier.

Dada la importancia reconocida que tienen los docentes, no es sorprendente que los expertos consultados mencionen la política docente como un área prioritaria. Szekely argument que si bien son muchos los insumos que determinan la calidad educativa,  “es evidente que necesitamos mejorar las capacidades de nuestras maestras y maestros.”

De acuerdo a Cueto en contraste con el enfoque evaluativo de PISA que se centra en la solución de problemas, “los docentes en América Latina concentran sus sesiones pedagógicas en el aula en tareas rutinarias, memorización, y aplicación mecánica de procedimientos. Muchos docentes tienen ellos mismos dificultad para resolver problemas como los planteados en las pruebas.” En su opinión, “pareciera indispensable atraer a mejores candidatos a la profesión docente.”

Perry concuerda y argumenta que, en el caso de Colombia, “el principal problema, de lejos, en cuanto a la mala calidad de la educación radica en que solo están entrando a estudiar para ser maestros algunos bachilleres con pésimos resultados en las pruebas de ingreso a la educación superior; además no reciben buena formación ni acompañamiento.” En un reciente estudio de la Fundación Compartir, él y sus colegas proponen una serie de medidas para revertir esta situación.

Del mismo modo, Lacerda argumenta que es necesario hacer la docencia más atractiva para los ‘mejores jóvenes’ y eso puede requerir de mejoras salariales y perspectivas de futuro en la carrera.

Más allá de los acuerdos o desacuerdos que existen acerca de las acciones de política necesarias, es importante entender que los resultados de PISA (o similares) no cambiarán dramáticamente de la noche a la mañana. Cueto nos recuerda que los estudiantes que resolvieron la última prueba PISA nacieron a fines de los 90, y los que resuelvan la siguiente prueba PISA en el año 2015 tienen actualmente alrededor de 13 años y les falta solo un año y medio antes de la siguiente evaluación. De la misma manera, describiendo las reformas que se han estado implementando en Costa Rica, Garnier explica que deberían ‘reflejarse en tres, seis, y nueve años, en mejores resultados en las pruebas.”

Estos comentarios dejan de manifiesto que, dado que los cambios que se inicien hoy tomaran varios años en reflejarse en resultados de aprendizajes, es urgente que se realicen de inmediato y que se sostengan en el tiempo. En lugar de deprimirnos por el tiempo que lleva generar mejores rendimientos, la simple lógica de sembrar temprano para cosechar buenos resultados en el futuro debe servir de inspiración.

PISA, así como otras pruebas internacionales, cumple un rol crítico al permitir la comparación de resultados que da una perspectiva complementaria a las más frecuentes mediciones de aprendizaje a nivel nacional. PISA nos recuerda que podemos aprender de la experiencia de otros, sin que eso implique copiar mecánicamente políticas y programas.

Al mismo tiempo, pruebas internacionales como PISA pueden tener efectos positivos sobre los propios sistemas de evaluación a nivel nacional. En países en donde los resultados de los operativos nacionales de evaluación de aprendizajes no son del todo creíbles y demuestran falencias técnicas importantes, PISA constituye una referencia de peso para “transparentar” la situación. Y en aquellos que cuentan con sistemas de evaluación sólidos y confiables, PISA ofrece una oportunidad de usar el benchmarking como herramienta de análisis para informar políticas educativas.

Fuente de la imagen: Alex Fiszbein

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