Frente a las elecciones de mañana: cómo votaré, educación y otros temas
Noviembre 16, 2013

José Joaquín Brunner: “La sobreventa de cambios le costarán caro a esta Nueva Mayoría”

Está entre los díscolos de la campaña de Bachelet. Porque aunque apoya a la candidata y votará por ella, no aprueba los radicales cambios en educación que se plantean. Aún así, cree que las sobrepromesas se moderarán, que no hay que sobredimensionar los movimientos sociales y que, por lo mismo, no habrá riesgos en la gobernabilidad. Por Antonieta de la Fuente / Fotos: Elisa Bertelsen

JJ Brunner

Dice que el programa de Michele Bachelet está equivocado y que, inevitablemente, tendrá que corregirse en el camino. Que la idea de la gratuidad universal en la educación es un error y que no tiene dudas que es una aventura que deberá abandonarse. Tampoco cree que haya que retroceder lo avanzado en los años de la Concertación y que es necesario retomar la forma en la que el conglomerado logró hacer cambios cuando estuvo en el gobierno. “Articulando expectativas, siendo realista, con metas claras y armando lo que Edgardo Boeninger llamaba una carta de navegación”, señala.

Por lo mismo, le sorprende lo que llama “la obsesión culposa” respecto de lo que ocurrió o no ocurrió durante los gobiernos de la Concertación. “Hay una especie de florecimiento de la culpa católica que ha entrado con una enorme fuerza, aún en los más laicos de la Concertación. Me llama la atención y no ayuda en nada”, dice.

Pese a todo, José Joaquín Brunner, ex ministro de Eduardo Frei, académico de la UDP y experto en educación, dice que votará por Michelle Bachelet. “Tengo una enorme confianza en mis colegas y compañeros. Sigo pensando que muchos de ellos están equivocados en la forma como están abordando estos temas, pero que llegado el momento, van a tener rápidamente que rehacer parte de su discurso y ponerlo en un plano de mucho mayor realismo y empujar ciertos cambios, que son necesarios, dentro de un cuadro más acotado, con secuencias más claras, con objetivos y prioridades. Si no creyera en eso, efectivamente no votaría por la Concertación”, añade.

-¿Lo llamaron en algún momento para participar del programa de Michelle Bachelet?

-No, porque hoy día los equipos están compuestos por gente mucho más joven que no ha participado, salvo algunos pocos, en los anteriores gobiernos de la Concertación y eso me parece bien. Encuentro que hay otras formas de colaborar. Yo me siento plenamente participando, no porque esté invitado a una comisión, sino porque estoy planteando públicamente mis ideas.

-¿Le gustaría haber sido convocado, considerando que se está planteando la más grande reforma a la educación de los últimos 40 años?

-Son distintos momentos. Éste es el momento del programa y de quienes tienen una aproximación común al tipo de planteamientos que se están haciendo. No veo por qué habrían de elegir como interlocutor en esta etapa a personas que ellos saben no están mirando en la misma dirección. Para eso hay momentos posteriores.

-¿Le gustaría participar posteriormente?

-No tengo ninguna duda de que voy a estar participando. Está esta idea de que uno participa en la medida que está en un lugar oficial y no es así. Las participaciones son muy variadas. A veces incluso uno está presente porque tus ideas están siendo confrontadas por otros. Porque hay quienes dicen, como he oído, “tenemos que dejar de pensar que Brunner es un técnico importante” o “tenemos que alejarnos lo más posible de lo que ha venido planteando y escribiendo Brunner en los últimos 20 años”. Ésa otra manera de participar. Me encantaría que fueran pocos los que piensen eso dentro de la Concertación, pero también es una manera de estar muy presente en la discusión.

-¿Aceptaría un cargo?

-No, porque siento que los cargos de gobierno uno los desarrolla en un cierto momento de la vida y yo ya lo hice. Tengo enorme sentido de responsabilidad pública y gran interés en participar en el debate. Pero, a esta altura, lo quiero hacer desde la posición que tengo. Nada me es más cómodo que lo que hago hoy: tener la independencia para poder expresarme desde la universidad.

-¿Va a votar por Bachelet?

-Sí, lo he dicho públicamente. Desde el momento en que empecé a trabajar y apoyar a Andrés Velasco en las primarias. Éste es el conglomerado del cual me siento parte histórica y culturalmente.

Errores

-Pero usted no comulga con la gratuidad en la educación. ¿Se siente cómodo con estos planteamientos?

-Me siento completamente ajeno a la idea, me parece que es una idea errada. Y todavía más, con lo que la campaña de Michele Bachelet ha llamado la gratuidad universal. Es decir, que toda persona, independientemente de su estatus socioeconómico, y toda institución, acreditada y sin fines de lucro, incluyendo también a la mayoría de las universidades privadas, serían todas completamente financiadas por el Estado. Simplemente es algo que no se puede hacer. Sería una inversión completamente desproporcionada para poder sostener un sistema público-privado con dineros estatales. De modo tal que sigo pensando que, llegado el momento, obviamente va a haber un cambio y se va a proponer un mecanismo mucho más realista, posible y viable, y técnicamente positivo para el país.

-¿No está de acuerdo por un tema de recursos o de principios?

-Es un tema de concepción de las cosas, de cómo se puede organizar un sistema tan complejo que hoy tiene más de un millón de estudiantes y mueve anualmente 6.200 millones de dólares, donde hay decenas de miles de académicos involucrados y cómo eso se puede organizar y financiar para que siga creciendo, mejorando en calidad y, a la larga, ofreciendo oportunidades de aprendizaje a toda la población chilena. Con la gratuidad universal eso se vuelve imposible, y por lo tanto, no se va a poder hacer.

-¿Fue un error generar esta expectativa de la gratuidad universal?

-El programa actual incluye el máximo de propuestas de cambios, no jerarquizados, sin prioridades y sin medios para llegar al fin. Nadie sabe cómo en cuatro años, con las limitaciones que tiene nuestro Estado, no de recursos que es una parte, sino de capacidades, con la dificultad de articular intereses técnicos, se va a poder transitar desde el plano actual. Lo único que ha ocurrido es inflar más las expectativas, para luego producir decisiones que lleven a programas concretos de cambios. Va a haber un momento ahí muy interesante de observar porque no va a ser fácil.

El arte de gobernar

-En el equipo de Bachelet dicen que el hecho de incluir demandas como la reforma constitucional, tributaria y avanzar en la gratuidad de la educación, es lo que justamente va a dar gobernabilidad a un eventual gobierno. ¿Lo comparte?

-Es que no es incluir cosas en un programa lo que le da gobernabilidad. El problema no es hacerse cargo simbólicamente de las grandes cosas que cualquier persona, grupo o movimiento ha propuesto durante el último año, sino que es, frente a cada una de ellas, tener buenas respuestas. Que es lo que la Concertación hizo. Después de la dictadura, había quienes querían una transición mucho más dura, con cambios radicales desde un primer momento, con desconocimiento de todo lo que había ocurrido en los últimos 20 años y ojalá poniendo a mucha gente en la cárcel. Uno podría haber puesto todas esas cosas en un programa, pero acto seguido, ¿qué es lo que habría hecho? La Concertación fue exitosa porque condujo bien esta compleja amalgama de expectativas, intereses, posibilidades reales y capacidades del Estado para hacer política y hoy día todas esas cosas andan cada una por su lado.

-Pero hoy hay muchas críticas desde la misma Concertación por eso mismo. Se dice que fueron muy blandos y demasiado cuidadosos…

-Creo que es una actitud absolutamente autodestructiva la que ha asumido un grupo de dirigentes de la Concertación. Y además de una especie de anacronismo. Las cosas se hicieron de acuerdo a contextos históricos determinados, de acuerdo a las características que entonces tenía el Parlamento, de las minorías y mayorías existentes y de la maduración de la propia opinión pública. No tengo ninguna duda que los tiempos han cambiado y que, obviamente, se requiere un programa que se haga cargo de los nuevos problemas que el país ha generado por el enorme desarrollo que ha tenido a partir de 1990.

-Se ha dicho que el gobierno de Piñera generó sobreexpectativas y que eso le pasó la cuenta. ¿Cree que está pasando lo mismo con la campaña de Bachelet?

-Sí, creo que está sucediendo algo parecido. Probablemente, Piñera erró por ofrecer lo que a él le parecía iba a crear una gran diferencia en su gobierno, que eran equipos de excelencia en la gestión. Bueno, el Presidente descubrió al poco andar que el mundo de la política es de una complejidad que la empresa ni siquiera logra vislumbrar. Y, por lo tanto, fue defraudando una confianza, lo que al final ha tenido un costo enorme para el Gobierno. Y creo que, en el caso de la campaña de la Nueva Mayoría, efectivamente se ha hecho una sobrepromesa en el plano de los cambios que el país sería capaz de hacer simultáneamente en un período de cuatro años. Y me llama más la atención, porque buena parte de la gente de la Concertación tiene mucha experiencia de gobierno y conocen todas las limitaciones que tiene el aparato de Estado para llevar adelante grandes aventuras de cambio. Creo que es una sobreventa de cambios que el día de mañana le van a costar caro a esta Nueva Mayoría.

-¿Cree que puede haber un riesgo en la capacidad de gobernar si no se cumple a cabalidad con las demandas de los estudiantes?

-Tampoco hay que sobredimensionar los movimientos propios de la sociedad. Sería un error muy grande pensar que en realidad, aquí el actor más relevante para la futura política educacional son los estudiantes del Consejo de Rectores. Estamos hablando, primero, de menos de un tercio del total de estudiantes de educación superior. Y segundo, si uno mira las encuestas, hay una gran cantidad de gente a la que no le parece que una política de gratuidad que vaya a poyar a los más ricos vaya a ser una solución para nada, todo lo contrario.

-Entonces, ¿cree que Bachelet dará gobernabilidad?

-Creo que sería de una completa exageración pensar que porque el programa de la candidatura de Bachelet es, a mi juicio, confundido y confundidor, eso constituye un riesgo para la gobernabilidad. Los programas son una parte de un proceso electoral. Y yo lo critico desde ese marco. Pero no me parece que haya ningún antecedente objetivo en el cuadro político actual para decir que está en riesgo la gobernabilidad.

Principales críticas

-Hace unas semanas publicó una columna bastante crítica acerca del programa educacional de Bachelet, en la que plantea que los recursos están claramente subestimados. ¿Se quedaron cortos?

-Nadie sabe y no se ha dicho con claridad cuánto va a producir la reforma tributaria y qué elementos va a contener. Dependiendo de cómo se calcule es cuánto se podría destinar a educación. El mayor rezago de Chile en gasto público respecto de los demás países de la OCDE es: primero en educación secundaria, por lejos; segundo en la educación primaria; tercero en la educación preprimaria y, cuarto, en la educación superior. Ahora, desde el punto de vista de la prioridad de políticas educativas, lejos la primera es preprimaria, luego primaria y después secundaria. Entonces, efectivamente el futuro gobierno tiene que decir, lo antes que pueda, cuánto pretende gastar en educación y cómo pretende ordenarlo. Si se quisieran mantener las promesas tal como están, primero, no alcanza el dinero y, segundo, está completamente mal priorizado y el efecto es que en vez de traer consigo mayor equidad, traerá menor equidad.

-En su columna plantea también que debe evitarse un nuevo Transantiago en educación…

-Lo único que no nos puede volver a ocurrir es un Transantiago ahora en la educación. Sería letal si el día de mañana desordenamos a propósito de no haber ordenado nuestras ideas como dirigencia y hacemos que las cosas empiecen a funcionar de una manera anárquica. Son 3,5 millones de estudiantes y de hogares, prácticamente toda la población del país, que de una u otra manera está ligada a esto. •••

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