Encuesta CIDE sobre educación
Abril 6, 2013

Encuesta CIDE: Rechazo al sistema de financiamiento de la educación superior y apoyo a movilizaciones

cide, universidad alberto hurtado, abril de 2013

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Ver archivo PDF: Presentacion_Encuesta_CIDE_2012

Gratuidad y arancel diferenciado son las principales preferencias. Percepción creciente sobre baja calidad e inequidad del sistema. Baja la expectativa de ingresar a la educación superior. Financiamiento compartido genera desigualdades.

Un desacuerdo mayoritario sobre el actual sistema de financiamiento de la educación superior y la percepción de un sistema educacional injusto arrojó la Novena encuesta a Actores del Sistema Educativo aplicada por el Centro de Investigación y Desarrollo de la Educación de la Universidad Alberto Hurtado.

La medición constató que solo un 4,7 % de los apoderados y un 7,5% de los estudiantes secundarios están de acuerdo con un sistema de financiamiento como el actual, basado en becas y créditos. La modalidad que aglutina mayores preferencias es la gratuidad, con un 46,3 % de apoderados y un 44,3 % de estudiantes, y luego el arancel diferenciado de acuerdo al ingreso de las familias con un 33.1% de los padres y un 31.9 % de los estudiantes.

La Encuesta del CIDE, cuya primera versión se realizó en 2000, es una medición diseñada para constatar la evolución de las percepciones y expectativas de profesores, alumnos, padres, apoderados y directores de establecimientos en torno a diferentes aspectos de la realidad del sistema educacional, tales como: calidad y equidad, lucro, acceso a la educación superior, profesión docente e institucionalidad, entre otros.

La medición fue aplicada a una muestra de 5.370 estudiantes de 4 medio y 7 básico, 3.035 apoderados, 822 profesores y 190 directores, de establecimientos educacionales en grandes ciudades urbanas.

Ingreso a la educación superior: bajan expectativas

Las expectativas de ingreso a la educación superior experimentaron una disminución desde la encuesta 2010.

Los estudiantes la disminuyeron de un 79 a un 66.2 %, la más baja cifra desde que se inició la encuesta. Los profesores, que desde 2000 hasta el año pasado habían casi doblado la expectativa de que sus alumnos ingresaran a la educación superior, la bajaron de un 66 a un 61,6 %. En los padres se mantiene alta, en 85,1%.

Esta baja de expectativas se produjo en profesores de todas las dependencias. En cuanto a la universidad, los profesores de colegios particulares pagados piensan en un 60 % que sus estudiantes accederán a esta, expectativa que baja a un 26 % en colegios particular subvencionados y a un 8,5% en los profesores de colegios municipales. En este último sistema prima la expectativa de que los jóvenes alcancen estudios técnicos, aunque esta bajó desde un 46,5% en 2010 a un 36,6%.

El académico de la Facultad de Educación de la Universidad Alberto Hurtado e investigador del CIDE Juan Eduardo García Huidobro señaló que esta baja puede deberse a que la discusión que se ha dado en estos últimos dos años ha permitido una mayor conciencia de las consecuencias que pueden la acarrear los créditos. Eso conduce a una mayor reticencia a endeudarse, sobre todo porque a la luz de los casos que han aparecido donde se pone en duda la calidad de la educación, la ganancia no está asegurada, “Probablemente no es que no puedan ingresar, sino que no quieren”.

Calidad y equidad de la educación

Uno de los temas que ha tenido un seguimiento a través del tiempo es la medición sobre la calidad de la educación, cuya percepción positiva ha ido disminuyendo progresivamente: En 2000, un 35,9% de los estudiantes la consideraban buena o muy buena, en tanto hoy solo el 14,7% tiene dicha opinión.

La misma baja se constata en los apoderados, (de un 31.9% a un 20%), en profesores (de 38.3% a 16,1%) y de directores de establecimientos (desde un 31,6 a un 19,3%). Pero más aguda que la crítica a la calidad es la que se hace a la equidad del sistema: Consideran que la equidad en el sistema es buena o muy buena: un 11,1 % de los padres, un 8.1% de los estudiantes, un 4.5% de los profesores y un 8.8% de los directores.

Movimiento estudiantil: pocos avances y necesidad de movilizarse

Los jóvenes de cuarto medio fueron consultados sobre la percepción de los logros obtenidos por el movimiento estudiantil y la proyección de movilizaciones para 2013. Solo un 25% considera que se ha avanzado o corregido gran parte de los problemas de la educación superior que originaron las movilizaciones, un 16% que se ha avanzado en los problemas del sistema escolar, un 57% considera que se requieren más movilizaciones para provocar cambios reales en la educación superior, y un 50.2 % muestra desesperanza sobre los cambios debido a la existencia de gran cantidad de intereses económicos en juego.

Justicia y acceso al sistema de educación superior: rechazo a la segmentación. Padres más críticos que los estudiantes.

Se preguntó a los encuestados sus opiniones sobre el sistema de educación superior. La percepción general es que se trata de un sistema injusto.

Ante la afirmación: El sistema de educación superior es injusto porque solo un porcentaje menor de los jóvenes de bajos ingresos pueden seguir estudiando después de 4to medio, un 79% de los estudiantes y –más críticos aún- un 83 % de los apoderados se inclinó por las opciones de acuerdo y muy de acuerdo.

Ante la afirmación: El sistema de educación superior es injusto porque los jóvenes de bajos ingresos solo pueden ingresar a universidades de baja calidad, un 45% de los estudiantes y –nuevamente más críticos- un 56% de los padres, escogieron las alternativas de acuerdo y muy de acuerdo.

Además, un 77,6 % de los estudiantes de 4to medio considera que el sistema de educación superior es igual o más segmentado que el sistema escolar.

El concepto de justicia también se midió en otros aspectos relacionados con el acceso a la educación superior. En una escala de 1 a 5 donde 1 es muy injusto y 5 muy justo, un 52.4% se ubica en los dos niveles superiores de injusticia; un 48,3% se encuentra en el mismo rango en su opinión sobre la injusticia de la PSU como herramienta para el ingreso a la educación superior.

Solo un 20,6% de los estudiantes considera muy probable poder financiar su educación superior sin un crédito o beca, percepción que existente incluso en los jóvenes de colegios particulares pagados –quienes tienen menores posibilidades de acceso a estas- donde la cifra es de un 37.8 %.

Ante la afirmación: Un problema importante de la educación superior en Chile es que no existen controles del Estado a la calidad de la formación que entregan y a los aranceles que se cobran, existe el acuerdo en un 67% de los estudiantes y un 75% de los padres.

Institucionalidad educación escolar: desigualdad, más regulación, no al lucro

Directores y docentes se manifiestan en contra de que los establecimientos que reciben subvención del estado puedan lucrar: 77,2 y 87,6% respectivamente, cifra que se mantiene alta incluso en el sistema particular subvencionado. Sobre el pago en la educación, un 64,4% de los estudiantes considera que la libertad para cobrar genera desigualdades en el país, siendo los jóvenes de colegios particulares pagados los más críticos con un 76.6%.

Profesores y directores también tienen una mirada negativa: la opinión referente a que el financiamiento compartido genera desigualdades sociales y educativas entre los establecimientos aumentó en el periodo 2010- 2012 de un 56,4 a un 61,3% en directores y de un 67,4 a un 70,3% en profesores.

También aumentó la percepción sobre la necesidad de regular el financiamiento compartido para evitar la segmentación social: de un 72,9 pasó a un 85,1% en directores, de un 89,7 a un 90,1 % en profesores. En educación escolar, la mayoría de los actores aspiran a un sistema no municipal, sino dependiente del Ministerio de Educación. En el caso de los apoderados es de 56,1%, en los directores de un 75,9% y en los profesores de un 84,2%.

Simce: más transparencia e información

La prueba Simce es altamente valorada por los apoderados y criticada por profesores. Los primeros están de acuerdo en un 88,1% en que los resultados sean públicos y que se aumenten las materias y cursos en que se aplica en más de un 70%. Por contrapartida, los profesores consideran en un 71,1% que se le otorga una importancia exagerada a esta medición, 58,6% que empobrece la educación porque genera una mecanización en el proceso de enseñanza – aprendizaje, y que solo en un 35,9% los padres utilizan la información para exigir o apoyar al establecimiento.

La investigadora del CIDE Marcela Román señaló que la buena disposición de los padres ante el SIMCE habla de la instalación de la competencia en el sistema escolar. Si a esto se agrega su inclinación a seleccionar a los estudiantes, se puede pensar en una distancia entre lo que ellos declaran sobre sus aspiraciones de equidad y lo que efectivamente están dispuestos a hacer.

Selección y expulsión de estudiantes

Otro aspecto medido en la encuesta son las prácticas de inclusión. Los padres son quienes están más a favor de seleccionar estudiantes para cautelar el nivel académico, con un 83.6 %, opinión que presentan un 67.4% de los docentes y un 54,2% de los directores de establecimientos. En cuanto a la posibilidad de expulsar estudiantes, la razón que más escogen los profesores es la mala conducta con un 69.1%, y se manifiestan mayoritariamente en desacuerdo por marginar a los estudiantes debido a su rendimiento académico (76,3%).

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Los signos de una generación ambiciosa

Encuesta CIDE: 45% de jóvenes consultados piensa que la educación superior debería ser gratuita

Por : Leandro Sepúlveda en Opinión Publicado: 05.04.2013 en CIPER

Un reciente estudio del Centro de Investigación y Desarrollo de la Educación (CIDE) de la Universidad Alberto Hurtado muestra que, a pesar de la crisis que vive el sistema de educación superior, los jóvenes chilenos siguen viendo allí su opción de desarrollo. El 80% de los encuestados quiere continuar estudiando y solo el 6% piensa trabajar al terminar la enseñanza media. Dicen estar dispuestos a grandes sacrificios para completar esos estudios y mayoritariamente se sienten capaces de completarlos. El optimismo, sin embargo, convive con la certeza de que se enfrentan a un camino injusto. “Poco más de la mitad de los encuestados cree que la mayoría de los estudiantes pobres sólo pueden ingresar a universidades de baja calidad”, explica Leandro Sepúlveda, investigador del CIDE.

Recientemente se han dado a conocer los resultados de la encuesta a los actores educativos que cada dos años realiza el Centro de Investigación y Desarrollo de la Educación, CIDE, de la Universidad Alberto Hurtado. Al revisar los antecedentes recogidos entre estudiantes de 4º año medio, es posible identificar algunos rasgos distintivos de las nuevas generaciones de estudiantes en nuestro país y que expresan, de manera patente, las profundas transformaciones verificadas en el último tiempo:

a) En primer lugar, es posible señalar que estamos, como nunca antes, frente a una generación de jóvenes ambiciosa, que demuestra altas aspiraciones de cursar estudios en la educación superior. En efecto, más del 80% de los jóvenes señala que desea estudiar una carrera profesional con posterioridad a su egreso de la enseñanza media y la gran mayoría de éstos señala su interés de ingresar a una universidad; solo un 6% del total de los encuestados manifiesta su deseo de no seguir estudiando y comenzar a trabajar inmediatamente después de su egreso. Los jóvenes demuestran, además, gran confianza en sus capacidades; tres de cada cuatro encuestados señala sentirse seguro o muy seguro de que ingresará a la carrera y al centro de estudios que desea, aunque la proporción es mayor entre los jóvenes de estratos socio-económicos más altos. El factor económico es el principal obstáculo para el cumplimiento de las aspiraciones de estos estudiantes, aunque, sin embargo, la gran mayoría cree que es posible cumplir con sus aspiraciones. Para tal efecto, cerca de un tercio de los encuestados señala que sus planes son estudiar y trabajar al mismo tiempo, y más del 50% del total responde que estaría dispuesto a endeudarse para financiar sus estudios, más aún si estos dan cuenta de su vocación e interés de desarrollo futuro.

b) En concordancia con esta perspectiva, la encuesta entrega indicios de que esta generación está dispuesta a hacer sacrificios importantes en su proceso formativo, porque reconoce a la educación como un valor fundamental y un mecanismo de ascenso social. Más del 60% de los jóvenes encuestados señala que el factor más importante para encontrar un buen trabajo es la educación recibida y solo el 9% de quienes contestaron la encuesta señalan que, en este caso, es más importante el origen social de las personas o los pitutos o contactos. Estos resultados son relevantes: hace 15 años la incidencia de las redes sociales y el origen familiar estaba presente de manera mucho más significativa en el discurso de los jóvenes, prevaleciendo una mirada mayormente pesimista, particularmente entre aquellos que provenían de los estratos socio-económicos más pobres.

c) En general, aunque prevalece una mirada crítica sobre el sistema educacional chileno, la mayoría valora el establecimiento donde cursaron sus estudios y reconoce que en ese espacio han encontrado acogida y apoyo. También predomina entre las respuestas una perspectiva no instrumental de la educación, prevaleciendo nociones tales como desarrollar la capacidad de aprender y ser una persona de bien y responsable. En la mirada de estos jóvenes, los factores que posibilitan alcanzar logros educativos en su formación escolar dependen, fundamentalmente, de su propio interés y dedicación, así como del apoyo que reciben de su entorno familiar inmediato.

d) La valoración de la educación recibida y el marcado énfasis meritocrático que evidencian las respuestas de esta encuesta contrastan, sin embargo, con la visión que tienen los jóvenes  respecto a la realidad de la educación superior en nuestro país. Casi el 80% de los encuestados concuerda que el sistema de educación superior es injusto, porque sólo un porcentaje menor de los estudiantes de bajos ingresos puede seguir estudiando después de cuarto medio, y un poco más de la mitad de estos también cree que la mayoría de los estudiantes pobres solo pueden ingresar a universidades de baja calidad. Seis de cada 10 jóvenes considera muy injusto el arancel de las carreras de educación superior y casi el 45% de ellos señala su acuerdo con que la educación superior debería ser gratuita. El anhelo de ingreso a la educación superior encuentra en esta situación su principal dificultad y es el motivo de las críticas más insistentes de los estudiantes secundarios.

La encuesta del CIDE permite evidenciar algunos signos relevantes de la actual generación de jóvenes estudiantes chilenos: se trata de una generación ambiciosa, que valora profundamente la educación como un mecanismo de desarrollo de los sujetos, basado en el esfuerzo y la dedicación personal. Sin embargo, esta generación también reconoce que el canal fundamental para lograr sus aspiraciones y expectativas es profundamente injusto, imponiéndose como un obstáculo externo más allá de las propias capacidades y esfuerzo que puedan entregar las personas. En una sociedad como la nuestra, la fuerza creadora que puede aportar una generación ambiciosa es tan poderosa como el efecto negativo de la frustración y el desencanto ante los obstáculos propios de la condición socio-económica. Posiblemente ese es el principal mensaje que nos entregan estos jóvenes estudiantes y que exige repensar nuestro sistema educativo en perspectivas de avanzar hacia el logro de mayores niveles de inclusión e igualdad.

La encuesta CIDE es una medición diseñada para constatar la evolución de las percepciones y expectativas de profesores, alumnos, padres, apoderados y directores de establecimientos en torno a diferentes aspectos de la realidad del sistema educacional, tales como: calidad y equidad, lucro, acceso a la educación superior, profesión docente e institucionalidad, entre otros. Se comenzó a aplicar en 2000 y en su última edición fue contestada por 5.370 estudiantes de 4º año medio y 7ª básico y también por 3.035 apoderados, 822 profesores y 190 directores, de establecimientos educacionales de grandes ciudades del país.

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