Nuevas contribuciones al debate sobre financiamiento estudiantil
Octubre 14, 2024

Nuevos aportes al debate sobre la propuesta de financiamiento de la educación superior y condonación parcial del CAE. Ver anteriores materiales publicados aquí

Logo La terceraFin del CAE y comienzo del fin-Sylvia Eyzaguirre

El financiamiento de la educación superior tiene problemas. La excesiva morosidad del CAE lo ha vuelto oneroso para el Estado. La gratuidad ha afectado la situación económica de las instituciones de educación superior (IES), impactando en su calidad. El CAE es aún una pesada mochila para los beneficiarios morosos que no pudieron acogerse a las actuales condiciones más favorables.

El proyecto de ley que presentó el Presidente Boric sólo resuelve uno de estos tres problemas, a saber, el excesivo costo para el Estado. Efectivamente, este proyecto mejora sustantivamente la recaudación. Por una parte, crea incentivos para que los actuales deudores paguen y, por otra, vuelve mucho más eficiente la recaudación al descontarse por planilla un porcentaje del sueldo. Así, no es de extrañarse que este nuevo sistema sea más barato para el Estado. Pero el objetivo principal de un sistema de financiamiento no es cuánto le cuesta al Estado, que por supuesto es importante, sino que los estudiantes puedan acceder a la educación superior sin cargar una mochila excesiva de deudas. Y este propósito no lo cumple del todo.

El nuevo sistema se preocupa de ser benevolente con quienes tienen problemas para pagar el crédito, pero el Estado se convierte en usurero cuando se trata de quienes tienen una trayectoria económica exitosa, exigiéndoles pagar muchísimo más que el CAE originario, al cual tildaron de abusivo. Además, el proyecto es profundamente discriminatorio, perjudicando a los estudiantes de institutos profesionales (IP) y centros de formación técnica (CFT). Los estudiantes de carreras que duran más de 10 semestres serán subsidiados por los estudiantes de carreras más cortas. Peor aún, los estudiantes de CFT o IP, cuyas carreras duran entre 4 y 8 semestres pagarán más años si se atrasan, mientras que los estudiantes universitarios, cuyas carreras duran en general 10 semestres, no lo harán. La guinda de la torta está en el tratamiento de los actuales beneficiarios con los nuevos. Si en el futuro usted es beneficiario del sistema y tiene un salario alto, deberá pagar hasta el 8% de sus ingresos por 20 años, pudiendo llegar a pagar 3 veces o más lo que el Estado le “prestó”. Pero si usted estudió con el CAE y tiene un ingreso alto que le permitió pagar su deuda, no sólo pagó únicamente lo que le prestaron, sino que además el Estado, es decir todos nosotros, le va a devolver dinero durante 20 años. ¿Por qué el Estado es tan generoso con algunos y tan chupa sangre con personas de igual trayectoria? Resulta descabellado pensar que frente a las emergencias sociales que tenemos vamos a regalar dinero a quienes no lo necesitan.

Pero más grave aún es el impacto que tendrá en la sostenibilidad y calidad de las IES. El proyecto contempla que el Estado pague a las instituciones el valor del arancel regulado, que es inferior al arancel que cobran las instituciones, y prohíbe a estas cobrar la diferencia a los beneficiarios (con excepción de quienes pertenecen al decil de más altos ingresos). Junto con fijar los precios, fija también las vacantes, para que las IES no puedan aumentar su matrícula. Para que se hagan una idea, los aranceles de referencia para los CFT e IP son en promedio 21% menores que los aranceles reales, para las universidades 31% y para las carreras de medicina cerca de 40%. La única manera que las IES pueden adecuarse a este brutal recorte de recursos es sacrificar calidad. ¿Quiénes sobrevivirán? Algunas pocas universidades que no se acojan al sistema, que atenderán a los estudiantes más ricos del país y que se destacarán por su calidad. Las universidades no selectivas docentes, que forman estudiantes a bajo costo, y las universidades estatales, que por su poder de coacción pueden negociar aportes basales. Las más perjudicadas serán las universidades de complejidad intermedia, que se verán forzadas a convertirse en universidades docentes. El sistema en su conjunto perderá calidad y aumentará la segregación. (La Tercera)

Sylvia Eyzaguirre


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Domingo 13 de octubre de 2024

Otra mala idea

”Si se imponen los modelos oficialistas de financiamiento de los estudios universitarios, que restringen el copago solo al decil más pudiente, me temo que habrá que renunciar a tener universidades que piensen en grande y posean una fuerte vocación social”.

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Declaración PC de Chile sobre fin al CAE y el nuevo sistema de financiamiento

9 de octubre de 2024

El Partido Comunista de Chile considera de la mayor importancia y le otorga alta valoración a la presentación del proyecto de ley que termina con el Crédito con Aval del Estado y propone un nuevo modelo de financiamiento para estudiantes de la educación superior:

El sistema CAE no sólo ha significado una presión económica insostenible para miles de familias, también ha implicado un alto e irrecuperable costo para el Estado y para las propias instituciones de educación superior.

El Estado, a la fecha, ha desembolsado más de 9 mil millones de dólares en el financiamiento del CAE, representando en la actualidad, cerca del 23% de lo que el Fisco gasta en Educación Superior, sólo superado por la gratuidad, que concentra el 54%. Los recursos que el Estado paga por mantener del CAE se van, en su mayoría, a la banca y no al sistema de educación superior en sí. Es decir, no es una inversión en educación ni en las instituciones de educación.

Según información del Servicio de Impuestos Internos, el 55% de las y los deudores declaró ingresos por debajo los 750 mil pesos en 2022. Un gran porcentaje de quienes deben el CAE no tiene actualmente capacidad financiera para pagar el crédito, ni familias con recursos suficientes para ayudarlos. Fueron víctimas de un modelo que fracasó.

El Plan de Reorganización y Condonación de las Deudas Educativas presentado por el gobierno y el Mineduc, recoge los criterios de justicia y responsabilidad que preocupaban a algunos sectores políticos, reconociendo -con beneficios tributarios- a quienes están al día o pagaron el crédito, y entregando soluciones concretas a quienes no pueden pagar.

Es muy importante avanzar, como se propone, en un nuevo modelo de financiamiento, como lo contempla el proyecto de ley con el FES.

El financiamiento público para la Educación Superior propuesto por el gobierno es un instrumento que será sin la participación de los bancos y sin tasa de interés para las y los beneficiarios, para que cada peso que el Estado y las familias inviertan en educación vayan, efectivamente, al sistema educacional. Es, además, un sistema basado en criterios de solidaridad y progresividad.

Hacemos un llamado transversal a todas las bancadas a tramitar y aprobar este importante proyecto.

Partido Comunista de Chile

Octubre, 2024

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La cabra tira al monte

PATRICIO NAVIA, Académico UDP

11 de octubre de 2024

El anuncio del Presidente Gabriel Boric de un proyecto para poner fin al CAE (el Crédito con Aval del Estado para la educación universitaria) resultó tan predecible como decepcionante.

Si bien la carrera política de Boric y el origen mismo del Frente Amplio son inseparables del movimiento estudiantil que demandaba la gratuidad en la educación universitaria, remplazar el sistema de crédito universitario con un mecanismo de subsidio estatal para la educación superior es una política pública que profundiza la desigualdad, genera incentivos equivocados para los estudiantes que aspiran acceder a la educación superior, y debilita los mecanismos de rendición de cuentas que debiesen existir en la forma en que se asignan los recursos públicos. Para todos aquellos que deseamos que el país retome el sendero del desarrollo económico, la reducción de la desigualdad y la ampliación de oportunidades para los más excluidos, este anuncio del gobierno es un balde de agua fría que nos recuerda que, en los últimos años, las malas políticas públicas han estado a la orden del día.

“Mientras la izquierda insiste en que el camino es aumentar los impuestos, la evidencia sugiere que hay que focalizar el gasto en los que más necesitan ayuda”.

Aunque muchos quisieran ver un proceso de maduración política en el Presidente Boric, lo cierto es que, el ex líder estudiantil y activista radical confirma el viejo dicho de que la cabra siempre tira al monte. Aunque Boric a veces parece querer demostrar que ha aprendido a habitar su importante cargo y que quiere tomar decisiones que buscan el bienestar colectivo y demuestren que él aspira a ser el Presidente de todos los chilenos, cada vez que se enfrenta a coyunturas que lo obligan a tener que decidirse entre hablarle a su base más dura o buscar un camino que mejore la calidad de vida de toda la población, Boric se deja seducir por los cantos de sirena de sus orígenes radicales, voluntaristas y comprometidos con propuestas que nos llevan por el sendero del estancamiento económico, la promoción de la desigualdad y la creación de pobreza.

Este gobierno ha hablado más que ninguno de los anteriores sobre su compromiso con combatir la desigualdad. Pero uno de los principales problemas que enfrenta el país hoy es que la desigualdad de ingresos antes de impuestos y gasto público es muy parecida a la desigualdad de ingresos después de que el Estado cobra los impuestos y presumiblemente distribuye el gasto en programas sociales e inversión pública. Otros países de la OECD tienen similares niveles de desigualdad que Chile antes de impuestos y gasto público, pero una vez que el Estado cobra impuestos y ejecuta el gasto público, disminuye sustancialmente la desigualdad. En Chile, el gasto público no reduce la desigualdad. Eso quiere decir que estamos priorizando equivocadamente el gasto público.

Por eso, mientras la izquierda insiste en que el camino es aumentar los impuestos, la evidencia sugiere que hay que focalizar el gasto en los que más necesitan ayuda. Por eso, cualquier política pública que beneficie mayoritariamente a grupos de ingresos medios y altos, como los chilenos con educación universitaria, sólo contribuye a aumentar la desigualdad.

En educación, Chile gasta más que otros países de la OECD en educación superior, pero menos en educación preescolar, básica y secundaria. Esto quiere decir que, en vez de corregir la desigualdad de origen temprano en la vida, invirtiendo más en educación preescolar y básica, Chile ha estado subsidiando a aquellos que logran terminar su educación secundaria y acceden a la educación superior. Como hay muchos jóvenes que nunca terminan la educación secundaria o que no adquieren las competencias básicas que deben tener los graduados de educación secundaria, el subsidio público de gratuidad universitaria a los que acceden a la educación superior termina produciendo más desigualdad.

Abogar por ayudar a profesionales con título de educación superior implica inevitablemente darle menos prioridad a las personas que tienen menos educación y están en los quintiles de menores ingresos. La focalización del gasto público en las personas que menos ingresos tienen es la forma más efectiva de combatir la desigualdad. Pero al privilegiar a los grupos de ingresos medios, que son los que más deudas de CAE poseen, el gobierno renuncia a reducir la desigualdad. Peor aún, la propuesta de política pública que ha hecho Boric sólo alimentará la desigualdad en un país que debiera estar comprometido con reducir la desigualdad de ingresos y oportunidades.

El Presidente Boric ha dicho que terminar con el CAE es una de sus promesas más importantes de campaña. Pero Boric también prometió sepultar el neoliberalismo, terminar con la capitalización individual para las pensiones y dar protección especial a los migrantes. La realidad terminó imponiéndose y Boric pareció abandonar esas promesas insensatas.

El Presidente debiera tomar el mismo camino de cambiar de rumbo en lo que se refiere a su compromiso de terminar con el CAE. Porque los valiosos recursos públicos debieran centrarse en ir en ayuda de los que menos tienen, para así reducir la desigualdad, y no de los que más ruido hacen o tiran más piedras, Boric debiera echar pie atrás y aceptar que su compromiso de campaña para terminar con el CAE era, como varias otras de sus promesas de campaña, avanzar por el camino equivocado.

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