Recientemente tuve la oportunidad de participar en una mesa redonda de profesores de OpenAI . Fui uno de los aproximadamente doce profesores a los que se unieron varios miembros del equipo de Educación de OpenAI, recientemente creado . Hablamos sobre nuestras mejores prácticas para la enseñanza con IA y nuestras preocupaciones sobre su impacto en la participación, la motivación y la integridad académica de los estudiantes. El equipo de Educación escuchó, formuló preguntas y presentó su propia visión de una ” Institución Nativa de IA “.

Odio admitirlo, pero me fui del evento sintiéndome realmente deprimido.

Nuestras conversaciones giraban en torno a prácticas pedagógicas aisladas e idiosincrásicas (y, por supuesto, ejemplares), pero carecían por completo de una visión global, como si todo lo que tuviéramos que hacer fuera integrar mejor algún artilugio increíble, un estudiante, un profesor, una institución a la vez. Sí, me gustó cómo Jeffrey Bussgang creó GPT personalizados para su clase de emprendimiento en la Escuela de Negocios de Harvard. Y sí, pensé que el trabajo de Stefano Puntoni en Wharton para integrar la IA en los escritos de sus estudiantes era interesante. (OpenAI usó estos ejemplos como “prueba de concepto”). Pero para ser justos, la mayoría de los que estamos sentados alrededor de la mesa hemos hecho adaptaciones similares o incluso mejores, y no creo que ninguno de nosotros se sienta parte de la solución. Más bien, todos apenas mantenemos la cabeza a flote mientras navegamos por lo que Ethan Mollick llama una “educación postapocalíptica”.

Por eso creo que la IA ha precipitado una crisis fundamental de propósito en la educación superior, y no soy el único que piensa así. Por eso, esperaba más de una empresa de 300 mil millones de dólares a la vanguardia de la transformación mundial.

Esto es lo que OpenAI debería haber hecho.

Ante todo, deberían haber identificado el problema correctamente. Todos creen que el problema con la IA es que casi todos los estudiantes hacen trampa en la universidad . Sí y no. Es cierto que la mayoría de los estudiantes tienen poca motivación intrínseca para aprender y buscan la manera más fácil de completar la lista de cursos para obtener su título.

Pero la verdadera historia es que la IA ha roto el modelo educativo de transmisión, donde los profesores enseñan y luego califican a los estudiantes según su aprendizaje. Una calificación aprobatoria solía significar que los estudiantes habían aprendido lo suficiente de lo que el profesor había “transmitido”. Ya no. Estos últimos dos años, el profesorado ha otorgado calificaciones excelentes a diestro y siniestro a estudiantes que no entienden (y mucho menos leen) la tarea que acaban de entregar. No puedo exagerar: la IA ha disociado el rendimiento de los estudiantes (lo que nos entregan) de sus conocimientos.

No todo son malas noticias; una crisis masiva también representa una gran oportunidad. Lo segundo que OpenAI debería haber hecho es analizar las implicaciones y las soluciones a esta disrupción que ha provocado. Esto no implica intervenciones reactivas y marginales —como el regreso a los libros azules, la marca de agua en los resultados de IA, el seguimiento de procesos o las actualizaciones del código de honor— que puedan mitigar temporalmente el problema.

Permítanme ofrecer dos pequeños ejemplos de mi propia clase. He replanteado por completo cómo mis alumnos demuestran su competencia, calificándolos ahora con una combinación de reflexiones informales y resultados formales relevantes para el mundo real. De paso, les enseño a usar la IA como su tutor diario (no como su escritor fantasma). También he replanteado qué lecturas asignadas deberían realizar (si es que deben hacer alguna), ya que sus conversaciones con la IA a veces son mucho más útiles que cualquier capítulo de un libro de texto. Estas dos viñetas deberían ser un aviso para toda la industria de los libros de texto y las pruebas. Si logro adaptarme de esta manera, espero que OpenAI lo haga aún mejor.

La IA no es solo un nuevo y reluciente dispositivo. Es una tecnología que revoluciona el paradigma. El auge de la imprenta en la Europa medieval alteró radicalmente la forma en que las personas se relacionaban con el conocimiento, impulsando una expansión secular de la alfabetización y, por consiguiente, la democratización del conocimiento. Creo que la IA es la imprenta de nuestro tiempo, que expande y democratiza el proceso de aprendizaje.

Todos los que trabajamos en la educación superior sabemos desde hace tiempo que el modelo de transmisión tenía graves deficiencias. Pero hasta el lanzamiento de ChatGPT en noviembre de 2022, no teníamos alternativas viables. Ahora sí las tenemos. Lo que OpenAI debería haber hecho, si quería contribuir a transformar el futuro de la educación, es dejar de preguntarse cómo encaja la IA en el viejo paradigma, haciendo ajustes superficiales, y empezar a imaginar e invertir en cómo podría ser un nuevo modelo educativo.

Dan Sarofian-Butin fue el decano fundador de la Escuela de Educación y Política Social del Merrimack College y ahora es profesor de educación allí.