Seis pensadores que marcaron el año 2023, según El País
Enero 2, 2024

Logo el PaísSeis pensadores que marcaron el año 2023

Presentaron una idea de manera brillante o intervinieron con agudeza en el debate público: así destacaron estos intelectuales en el año que se va
Pensadores Intelectuales 2023
Lea Ypi, Sergei Guriev, John Gray, McKenczie Wark,Timothy Garton Ash y Eva Llouz.IONE SAÍZAR/ JAMES HILL ( REDUX / CONTACTO ) / IONE SAÍZAR/ CLÉMENCE POLÈS / DAVID LEVENSON (GETTY IMAGES ) / MANUEL BRAUN
Son los faros del año que acaba, pensadores que iluminaron un poco el camino en un año convulso y marcado por las guerras. La albanobritánica Lea Ypi nos hizo ver lo manipulable que es la libertad; el ruso Sergéi Guriev, profesor de Sciences Po en París, exploró la naturaleza de los nuevos dictadores del siglo XXI; John Gray destiló su lúcido pesimismo; la australiana McKenzie Warkel nos aportó su análisis marxista y su ramalazo punk; Timothy Garton Ash, su defensa de Europa; y la pensadora del capitalismo y el amor, la francoisraelí Eva Illouz, su mirada a contracorriente.

Lea Ypi, la pensadora de la libertad

Lea Ypi en su casa en Londres, el pasado marzo.
Lea Ypi en su casa en Londres, el pasado marzo.IONE SAIZAR

Lea Ypi se ha adelantado. La autora albanesa de 44 años, profesora de Teoría Política en la London School of Economics, ha irrumpido en la narrativa internacional con Libre, una obra que une memoria y reflexión y que reivindica la modernidad kantiana en tiempos oscuros. Lo hace un año antes del tricentenario del nacimiento de Kant, pero en lugar de escribir un tratado de filosofía, Ypi apuesta por la memoria narrativa para invitarnos a pensar qué significa ser libre desde la voz de la niña que fue. La curiosidad y atrevimiento infantiles le permiten hacerse las preguntas necesarias sobre el mundo que habita, pero Libre no es una obra melancólica sino una llamada a la actualidad, a este nuevo contexto de barbarización internacional que exigiría apostar decididamente por aquella paz perpetua de Kant.

Cuando anochece, la brújula es nuestra esperanza, y algo así nos viene a decir Ypi. ¿Acaso la modernidad no es el anhelo de que el mundo pueda ser mejor? La esperanza es para Ypi un antídoto contra nuestro nihilismo, pues “no trata de garantizar el resultado correcto sino de preservar el principio correcto: aquel basado en que un mundo moral tiene sentido”. Libre contiene, así, una valiosa promesa de libertad justo cuando la política la banaliza para ponerla al servicio de la ideología. Nos invita a pensar qué significa ser libre mostrándonos cómo las autocracias instrumentalizan la libertad, pero también las democracias, alertándonos sobre nuestro paternalismo al interpretar historias que percibimos lejanas.

Ypi se atreve, así, con el fin de la historia desde el lado que no vio Fukuyama, esa Europa que recibió envanecidas lecciones de democracia al caer el comunismo y cuyas esperanzas no fueron satisfechas. Y es esa audaz unión entre alteridad y universalismo, bajo la fuerza de una voz narrativa propia, la que hace de Ypi una de las autoras del año. Por Máriam Martínez-Bascuñán

Sergéi Guriev, el profesor que disecciona a los nuevos dictadores

Sergei Guriev a las afueras de uno de los edificios de Science Po, en París, el 25 de enero de 2022.
Sergei Guriev a las afueras de uno de los edificios de Science Po, en París, el 25 de enero de 2022.JAMES HILL ( REDUX / CONTACTO )

Hace un lustro, dos profesores universitarios activaron las alarmas sobre la situación de las democracias. Steven Levitsky y Daniel Ziblatt analizaron en Cómo mueren las democracias el apagón que sufría la libertad en el mundo y se cedía el paso a lo que enseguida se llamó “recesión democrática”, que coincidía con un sombrío estado de ánimo y la multiplicación de democracias iliberales.

Otros dos profesores, Sergéi Guriev (rector de Sciences Po de París de 51 años) y Daniel Treisman, de la Universidad de California, han cerrado el círcu­lo escribiendo Los nuevos dictadores. El rostro cambiante de la tiranía en el siglo XXI —los Putin, Erdogan, Orbán, etcétera— que son una nueva generación que en poco se parece a sus sangrientos antecesores, los Hitler, Stalin, Mao… Aquellos han cambiado el uniforme militar por el traje formal, acuden con sus aviones privados al foro empresarial de Davos, dejaron de fusilar a sus oponentes en abarrotados estadios de fútbol, y contratan para su práctica política a asesores y encuestadores profesionales.

El modelo de los nuevos dictadores se basa en una idea brillante. Su objetivo principal sigue siendo monopolizar el poder político, pero los hombres fuertes de ahora son conscientes de que en la situación actual la violencia no siempre es necesaria o ni siquiera conveniente. No les conviene que las miradas se posen sobre ellos. En lugar de aterrorizar a los ciudadanos un gobernante hábil puede controlar o reconfigurar las creencias de su pueblo sobre el mundo. Puede engañar a sus ciudadanos para que se conformen o incluso para que le aprueben con entusiasmo. En lugar de reprimir con dureza, los nuevos dictadores manipulan. Son dictadores de la manipulación.

Estos nuevos dictadores controlan a la ciudadanía distorsionando la información y simulando procedimientos democráticos. Utilizan las instituciones democráticas (incluso participando en las internacionales) manejándolas desde dentro. Lo cual no significa que en cualquier momento puedan abandonar esa manipulación y volver a la cruda represión. Es lo que ha hecho Putin con la guerra de Ucrania. Por Joaquín Estefanía

John Gray, el profeta del pesimismo

El filósofo John Gray fotografiado en Bath (UK) el 6 de octubre de 2023.
El filósofo John Gray fotografiado en Bath (UK) el 6 de octubre de 2023.IONE SAIZAR

Mi antiguo maestro, un verdadero escéptico, solía decir que solo era optimista respecto al futuro del pesimismo. Esta máxima bien puede aplicarse a John Gray (75 años), el pensador más iconoclasta y descreído de cuantos se hallan en el mercado de las ideas. O aquella que Dante ubicaba en la entrada del infierno: “Abandonad toda esperanza”. La esperanza en este caso es aquella que guía todo el discurso ilustrado, la creencia en el progreso, en la fuerza de la razón y el mejoramiento creciente de la humanidad. Si Camus sostenía que “la tragedia de nuestra generación es haber visto una falsa esperanza”, haber confiado en el poder liberador de las revoluciones para acabar después en nuevas formas de dominación, Gray redobla esta queja apuntando a la inevitabilidad de la frustración de toda expectativa de mejora. Todo avance aparente es siempre precario y provisional, no es mucho lo que cabe esperar del fuste torcido de la humanidad. Esto lo venía diciendo ya desde hace varias décadas y lo encuentra corroborado hoy en lo que considera la crisis final del liberalismo, el último heredero del optimismo ilustrado. Su reciente libro, Los nuevos leviatanes, lleva el subtítulo de “pensamientos después del liberalismo”. Fukuyama está ya muerto y enterrado, y optimistas como Pinker no paran de hacer el ridículo. ¿Dónde está esa convergencia de la humanidad en torno a los principios liberales? ¿O, a la vista de los peligros de la IA, esa emancipación que nos iba a proporcionar la ciencia? Y la prosperidad que esperábamos del mercado global capitalista se ha traducido en una loca carrera hacia la destrucción ecológica del planeta. Añádanle las miserias de las nuevas guerras en Ucrania e Israel y la estremecedora expectativa de un potencial conflicto entre Estados Unidos y China. Sí, el año 2023 ha reivindicado a los pesimistas, y John Gray es su profeta. Por Fernando Vallespín

McKenzie Wark, de la autoteoría al marxismo heterodoxo

McKenzie Wark el pasado junio.
McKenzie Wark el pasado junio.CLÉMENCE POLÈS

En los últimos tiempos, el nombre de McKenzie Wark (Newcastle, Australia, 1961) ha sonado asociado a sus obras de autoficción (como Vaquera invertida Raving, publicadas por Caja Negra), donde relata sus experiencias de trans tardía y se eleva de la anécdota para llegar a la autoteoría: una nueva forma de abordar el pensamiento. También como comentarista de los pensadores más potentes de la actualidad en relación con sus intereses, como se ve en Intelectos colectivos (La Caja Books, 2023).

Esos intereses giran en torno a un marxismo heterodoxo que se centra en el análisis de la economía política de la sociedad de la información. Su lectura de Marx es la que intersecta con lo científico-tecnológico, porque la nueva economía del conocimiento está creando nuevas clases y conflictos sociales. Por ejemplo, entre el hacker, que crea, innova, subvierte (a su figura le dedicó tal vez su obra más conocida, Un manifiesto hacker, publicada por Alpha Decay en 2004) y el vectorialista, que acapara el valor controlando medios, infraestructuras o propiedad intelectual. Son ideas en las que también ahonda en El capitalismo ha muerto (Holobionte, 2021): el capitalismo ya no es lo que era, es otra cosa que puede que no merezca tal nombre. Y puede que el nuevo modelo, en pleno antropoceno, sea incluso peor.

De carácter activista y ramalazo punk, la también heterodoxa Internacional Situacionista ha sido otro de sus campos de interés, como se ve en la obra La playa bajo la calle (Hermida, 2018), que pone a Guy Debord y sus compinches en el contexto de las luchas del siglo XXI. Interesada por los medios de comunicación, la cultura digital y la tecnología, ha aportado nuevos enfoques sobre la propiedad intelectual, como una forma de creación de escasez en el campo intangible del conocimiento, o sobre la importancia del intelecto colectivo, más allá de la figura clásica del intelectual. Por Sergio C. Fanjul

Timothy Garton Ash, un intelectual liberal que defiende a Europa

Timothy Garton en Oxford el pasado marzo.
Timothy Garton en Oxford el pasado marzo.DAVID LEVENSON (GETTY IMAGES )

Desde hace años, la sombra de la regresión democrática se proyecta sobre el horizonte en construcción de una Europa que poco a poco, a pesar de la subversión húngara, se blinda y se federaliza. Ya era un temor realista en las elecciones al Parlamento Europeo de 2019, y lo volverá a ser el nuevo año. Convivimos aún con la resaca del Brexit y el asedio nacionalpopulista al desgastado proyecto socialdemócrata fundacional, definido así por Tony Judt e ideado para un mundo que poco tiene que ver con el de hoy. A esas tensiones se le suman desde 2022 las guerras en los extremos del continente donde, entre impotentes y resignados, descubrimos nuestro lugar cuando el poder que se impone es el poder duro. Un lugar secundario. Pero, a pesar de los pesares, sigue siendo un lugar de libertad excepcional. “Pese a todos sus defectos, límites e hipocresías, pese a todos los contratiempos de los últimos años, la Europa de hoy sigue siendo mucho mejor que la que me dispuse a explorar a principios de los setenta, por no hablar del infierno que mi padre se encontró en su juventud”. La frase puede leerse al final de un alegato culto, luminoso e ilustrado publicado en 2023: el ensayo Europa (Taurus), de Timothy Garton Ash (68 años), donde la historia contemporánea europea se cruza con la autobiografía del autor. Un libro, un faro. Este académico británico —miembro de la élite continental y que interviene desde hace décadas en las tribunas donde se desarrolla el mejor debate público occidental— es un ejemplo paradigmático del intelectual liberal que no se ha instalado en la nostalgia falaz, sino que se compromete en la defensa de unos valores amenazados con conocimiento sólido sobre la otra Europa sin la que no se comprende completa. Ese es el tema del libro y ese es su discurso. Como Snyder, como Applebaum. Como los referentes que, desde el pensamiento, es decir, desde las contradicciones, abanderan la resistencia democrática ante la regresión. Por Jordi Amat

Eva Illouz, esa voz incómoda que va a contracorriente

Eva Llouz fotografiada en Paris en octubre de 2020.
Eva Llouz fotografiada en Paris en octubre de 2020.MANUEL BRAUN

Es como si la historia no parara de darle macabramente la razón a Eva Illouz (62 años), la gran socióloga francoisraelí. La prolífica pensadora del capitalismo y el amor centra su trabajo en las emociones, derribando mitos como el del amor romántico. Se fija en el desequilibrio de poder entre hombres y mujeres, agravado por el impacto de unas relaciones transaccionales, de usar y tirar, Tinder en mano. El consumo de la utopía romántica El fin del amor son dos de sus grandes obras. Sus conclusiones no dejan de cobrar vigencia. Pero mientras desde la academia se centraba en los asuntos amorosos, en su doble faceta de intelectual-ciudadana alertaba en el diario Haaretz —tan progresista como minoritario en Israel—, de la deriva de su país. De hasta qué punto el populismo nacionalista de Netanyahu ponía en peligro la salud de la democracia israelí y su seguridad. De cómo su coalición extremista conducía al país al abismo. De eso escribe en La vida emocional del populismo (Katz, 2023), en el que disecciona la manipulación política de las emociones. Cartografía el miedo, el asco y el orgullo nacional; las emociones que considera “alimentan el conflicto” y moldean la narrativa capaz de socavar las instituciones democráticas desde dentro.

Esto lo escribía antes del 7 de octubre. Antes de que la matanza de israelíes perpetrada por el movimiento islamista Hamás diera pie a una respuesta militar israelí sin precedentes, pulverizando en directo y ante la mirada impasible de medio mundo las leyes de la guerra tal y como las conocíamos, masacrando a miles de civiles gazatíes y condenando a dos millones de ellos a desplazarse. Illouz vuelve a adoptar una voz incómoda, esta vez para los que han sido su público, el progresismo global. Lleva años condenando la ocupación y los ataques a los palestinos y ahora condena la respuesta de parte de la izquierda global, a la que acusa de “insensibilidad moral”. La que empatiza con los palestinos muertos, pero le cuesta condenar la barbarie contra las víctimas israelíes. Pocas concesiones de una pensadora acostumbrada a nadar a contracorriente.

Por Ana Carbajosa

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