La educación en matemáticas en tiempos de pandemia
Agosto 1, 2021

captura-de-pantalla-2017-07-20-a-las-12-41-16La educación en matemáticas en tiempos de pandemia

Por: Rafael Labarca | Publicado: 27.08.2021
| Agencia Uno
 Una estimación real es que un alumno de primero a sexto básico aprendió un 40% de los contenidos del currículo normal en estos dos años. Lo anterior, y sólo como ejemplo, se verificó en la versión en línea del Campeonato Escolar de Matemáticas (CMAT) Básica 2020 que realizamos el primer semestre 2021. Los alumnos que cursan quinto básico 2021 tuvieron dificultades para responder preguntas similares a las formuladas a los alumnos de cuarto básico en el CMAT básica 2019 y los alumnos de sexto básico tuvieron dificultades para responder preguntas formuladas a los alumnos de quinto básico en el CMAT básica 2019.

Ya han pasado 17 meses desde que se declaró el Estado Excepcional de Catástrofe, por calamidad pública, en todo el territorio nacional. La calamidad pública tiene nombre y se llama Covid-19. Y claro, han sido 17 meses absolutamente excepcionales en nuestra vida cotidiana. Esto, evidentemente, nos ha afectado a todos en todo ámbito de acción. En particular, ha afectado la educación formal de todos nuestros habitantes que están cursando o acaban de completar los 13 años de escolaridad obligatoria que define nuestro actual orden jurídico.

De acuerdo con los antecedentes, que se pueden encontrar en la unidad de currículo del Mineduc, las horas obligatorias de formación en matemática, vigentes desde el año 2018, eran las siguientes: De primero a octavo básico, con y sin Jornada Escolar Completa, seis horas semanales y 228 en total; de primero a segundo medio, siete horas semanales y 266 en total con JEC, y seis semanales y 228 en total sin JEC; y de tercero a cuarto medio, con JEC y sin JEC, tres horas semanales y 114 en total. Esto es, la programación contempla 38 semanas lectivas al año o, entonces, 19 por semestre. Esta asignación de horas tiene su correlato en el currículo que se debe desarrollar a lo largo de los años. Todo el currículo está bien definido para cada nivel de enseñanza y deja algunos espacios para que cada colegio y cada profesor coloque en él su sello. Este currículo es el mínimo que se debería hacer a lo largo del tiempo para formar de buena manera al nuevo ciudadano para enfrentar su tiempo. Esta programación la podemos llamar: el currículo normal en un año normal.

Claro que nada de esto ha sucedido los años 2020 y 2021. Estos dos últimos años no han sido nada normales y, por tanto, el currículo no ha sido nada normal, también. Entretanto, y una de las primeras medidas que llevó a cabo el Ministerio de Educación fue emitir, a través de la unidad de currículo y evaluación (UCE), un documento oficial que se conoce como priorización curricular (mayo 2020), vigente por los años 2020 y 2021. Este documento, en lo importante, establece dos niveles de relevancia del currículo normal:

  • Nivel 1: Son objetivos de aprendizajes terminales del año y esenciales, es decir imprescindibles para continuar el aprendizaje del año siguiente;
  • Nivel 2: Se refiere a aquellos objetivos de aprendizaje considerados altamente integradores y significativos que podrían ampliar el Currículum conformado por los imprescindibles de tal manera de dar un marco más amplio para diferentes contextos y realidades.

El Mineduc entrega en https://www.curriculumnacional.cl/portal/Secciones/Curriculum-transitorio/178042:Priorizacion-Curricular, los elementos de la priorización curricular. Ahora, y claro está, como se haga la priorización curricular dependerá de cada colegio y sus recursos: humanos, pedagógicos, metodológicos, tecnológicos y etc. Para simplificar vamos a colocar números. Como soy un optimista empedernido asumiré que, en cada nivel, el currículo priorizado representa un 60% del currículo normal. Por tanto, asumiré que un alumno del nivel X el año 2020, y que fue promovido al nivel siguiente, cumplió con el 60% de los objetivos de aprendizaje del año X para matemáticas. De la misma forma asumiré, como sigo siendo optimista a pesar de la pandemia, que este año cumplirá con el 60% de los objetivos de aprendizaje del nivel siguiente. Ahora, esto significa que el año 2020 aprendió 60% de lo que debía aprender y este año hizo lo mismo. Por tanto, en estos dos años aprendió el 60% de la suma de objetivos de aprendizaje del nivel X y del siguiente. Coloquemos esto con números: si el año X debió aprender 100 y el año siguiente 100 quiere decir que en estos dos años aprendió 120, en vez de 200. O sea, hay 80 que no aprendió.

Asumiendo que el próximo año, y en el nivel siguiente, aprende 100, habrá aprendido 220 (de 300) en los tres años, pero, y aquí me detengo, cualquiera percibirá que ésta es una mala cuenta porque, cómo no, al ser los aprendizajes secuenciados, habrá algunos aprendizajes del tercer año de progresión que van a requerir de objetivos no aprendidos en los años anteriores, ergo, habrá que hacer una recuperación en el tercer año de los 80 perdidos. Esto, claramente, significará que no se va a lograr, en el tercer año, el nivel 100 de aprendizaje. Digamos 80. Bueno, podemos seguir y es fácil percibir que eso va a implicar que un ciudadano que cursaba de primero a sexto básico el año 2020 llegará, en vez de llegar a un nivel 1.200 (100 de aprendizaje por cada año) a un nivel no superior a un 900 (porque soy optimista). Y si no nos preocupamos de recuperar lo no aprendido, en los años que volvamos a la normalidad vamos a tener que la generalidad de los ciudadanos tendrá, a lo más, hasta tres cuartas (o cinco sextas) partes de la formación que tuvo un ciudadano que hizo su educación razonablemente normal y finalizó su escolaridad en 2019.

Lo anterior es la hipótesis optimista. La real es que los estudiantes debían hacer, en el currículo normal desde primero básico y hasta segundo medio, 6 horas pedagógicas de matemáticas a la semana. Esto es, debían tener 4,5 horas cronológicas de matemáticas a la semana. Y, claro, con pandemia y de manera virtual, lo que ocurrió es que se realizaron, a lo más, tres sesiones de una hora semanal. La generalidad de los estudiantes tuvo dos tercios de la actividad requerida. Ahora, como se trabajó en la modalidad en línea, estimo que, para el trabajo con alumnos de primero a octavo básico, en cada hora debe haber habido diez minutos de apresto y diez minutos de cierre. Por tanto, de las tres horas lo más probable es que se hayan efectuado, realmente, dos horas a la semana. Eso, evidentemente señala que del 60% que se debía aprender se realizó, efectivamente, sólo dos tercios de ello.

Así, una estimación (aproximadamente) real es que un alumno de primero a sexto básico aprendió un 40% de los contenidos del currículo normal en estos dos años. Lo anterior, y sólo como ejemplo, se verificó en la versión en línea del Campeonato Escolar de Matemáticas (CMAT) Básica 2020 que realizamos el primer semestre 2021. Los alumnos que cursan quinto básico 2021 tuvieron dificultades para responder preguntas similares a las formuladas a los alumnos de cuarto básico en el CMAT básica 2019 y los alumnos de sexto básico tuvieron dificultades para responder preguntas formuladas a los alumnos de quinto básico en el CMAT básica 2019.

Señalo, además, que lo anterior no sólo afectó al sistema escolar, sino que, también, al sistema de educación superior en su conjunto en la formación de los nuevos técnicos y profesionales que ejercerán en el futuro. Esto implica, en particular, que todos los que tenemos que ver con la educación obligatoria del futuro ciudadano o la educación de los nuevos técnicos y profesionales, debemos reforzar mecanismos para que los jóvenes (que cursaban desde primero a cuarto medio o ingresaron a la educación superior el año 2020) no sufran las consecuencias de las pérdidas de aprendizaje señaladas. Si no tomamos estos resguardos, y como corolario, todos estos jóvenes se arriesgan a ser menos competitivos que quienes concluyeron su educación obligatoria y/o profesional el año 2019.

Rafael Labarca
Director del Grupo de Matemática Escolar del Departamento de Matemática y Ciencia de la Computación de la Facultad de Ciencia de la Universidad de Santiago de Chile.

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