Examen a la educación en el mundo: el caso español
Diciembre 1, 2010

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Hace dos días comentamos l,a posición que ocupa Chile en el estudio de McKinsey & Company sobre el progreso de la educación en el mundo.
Hoy transcribimos el reportaje de J. A. Aunión, periodista especializado del diario El País de España, sobre la posición de este último país en el mismo Informe.
REPORTAJE: Examen a la educación en el mundo: España, estancada en el aprobado
Un estudio sitúa al sistema educativo entre los que no han avanzado en una década – Los consejos: hacer atractiva la docencia y más autonomía del centro
J. A. AUNIÓN – El País, Madrid – 30/11/2010
A una semana de que se publiquen los resultados de la cuarta entrega del informe PISA de la OCDE, la consultora estadounidense McKinsey difunde un nuevo estudio que intenta desvelar los secretos para la mejora educativa
La escuela española está en la mitad de la tabla internacional, con unos resultados educativos que, según el informe presentado ayer por la consultora estadounidense McKinsey and Company, la colocan en la zona baja de los medianos, en el tercero de cinco escalones. Y no ha conseguido mejorar, al menos, en la última década, es decir, que el sistema español no consigue salir de lo que se podría considerar un aprobado. En este examen, España obtiene un bien (de menor a mayor, se establecen cinco niveles: pobre, aceptable, bueno, muy bueno y excelente, estando en este último solo Finlandia).
Es cierto que las mejoras en educación son lentas, como demuestra el hecho de que la mayoría de los sistemas educativos ven variar muy poco sus resultados a lo largo de los años. Pero hay ejemplos de mejoras rápidas y sostenidas, y es a ellos a los que ha acudido el estudio de McKinsey Cómo los sistemas educativos que más mejoran continúan mejorando. Sus conclusiones son muchas y variadas, a veces, incluso, contradictoras, porque no serán las mismas dependiendo del desarrollo educativo de un país y su contexto para llevar a cabo esas reformas, concluye el estudio.
“En los primeros pasos”, se trata de dar estabilidad al sistema y reducir las diferencias entre aulas y escuelas, y se suele tratar de iniciativas muy centralizadas. Después, según van llegando los progresos, “la máquina de mejora se desplaza a las prácticas de enseñanza. Esto, por su propia naturaleza, tiene mucho menos que ver con las decisiones centralizadas y se lleva a cabo principalmente por los profesores y las escuelas: se trata de convertir las escuelas en organizaciones de aprendizaje”, dice el texto, presentado como continuación de otro de 2007, que tuvo gran impacto, y que analizó solo los sistemas con mejores puntuaciones en el informe PISA de la OCDE (que mide las destrezas lectoras, matemáticas y científicas de los alumnos de 15 años de buena parte del mundo).
El trabajo, que ordena los sistemas con un índice de resultados (mezcla diferentes pruebas internacionales de conocimientos de los alumnos como PISA de la OCDE, TIMSS o PIRLS), colocaría al sistema español en esa segunda fase de las mejoras. Y es justo decir que muchas iniciativas y los mensajes lanzados en los últimos meses por el Ministerio de Educación están en la dirección que precisamente marca el informe de McKinsey para avanzar: formar y seleccionar a los mejores como profesores atrayéndoles con una carrera atractiva y dar más autonomía a las escuelas.
Estas conclusiones salen del análisis de las políticas que han llevado a cabo en los 20 sistemas (hay países, como Corea del Sur, Lituania o Polonia, o regiones como Ontario, en Canadá, o Sajonia, en Alemania) que han mejorado y lo han mantenido al menos en los últimos 10 años. Entre ellos, los hay en todos los niveles: en la categoría de muy buenos, como Corea del Sur u Ontario; buenos, como o Polonia; aceptables, como Armenia o Chile; y pobres, como Ghana o el Estado de Minas Gerais, en Brasil.
Así, para pasar de bueno a muy bueno, los países “se centran en asegurar que la enseñanza y la dirección escolar son consideradas profesiones de pleno derecho”; y esto requiere una formación y selección que asegure la llegada a la docencia de los mejores profesionales posibles, y dar capacidad de decisión a las escuelas. Por otro lado, de muy bien a excelente, requiere olvidar aún más las soluciones centralizadas, fomentando las practicas de colaboración entre profesores dentro de los centros, y entre centros, o un decidido apoyo a la innovación y la experimentación.
En general, el estudio en las intervenciones más exitosas se centra en los procesos de la enseñanza más que en cambiar la estructura escolar o mejorar los recursos. “La inmensa mayoría de las intervenciones hechas para mejorar el sistema en nuestra muestra son sobre procesos; y, dentro de este ámbito, […] se dedican más a mejorar cómo se enseña que a cambiar los contenidos que se ofrecen”. El texto vuelve a reforzar además la idea de que, llegados a un punto de gasto, lo que cuenta sobre todo es cómo se gaste y que los profesores siempre están en el centro de cualquier mejora, explica Gloria Macías-Lizano, socia de McKinsey.
El asesor principal de educación del Banco Mundial Juan Manuel Moreno reconoce las bondades del estudio -“Está pensado para influir en el debate político”, dice, y puede contribuir a elevarlo-, pero advierte contra las simplificaciones: “Se señalan las cosas que han hecho los países que han mejorado, pero al final cada mejora concreta se ha podido deber a ese punto en común concreto y quizá a otras 50 razones de contexto social, político o económico que se escapan”. Destaca, en cualquier caso, dos ideas del trabajo, la primera, la conciencia que puede llevar a los países en desarrollo para tener muy en cuenta el punto en el que están y no se dejen llevar por medidas acometidas en países que están en niveles muy superiores de rendimiento educativo. Y la segunda, “que lo bueno o malo de una reforma dependerá al final de cómo se implanta”, es decir, si se tiene en cuenta el contexto y todos los actores que lo tienen que poner en marcha.
Por último, el texto señala la necesidad de que las medidas tengan continuidad en el tiempo, más allá de los vaivenes políticos -aquí podríamos hablar de la situación de España y el frustrado intento de pacto educativo-, y los chispazos que hacen arrancar los procesos de mejora. En cuanto a esto último, el que siempre está presente es un cambio de liderazgo, ya sea político o técnico, que puede venir acompañado de una crisis económica o un informe internacional como los que se han señalado (PISA o TIMSS) que saquen los colores a un país.
Las constantes
El informe de McKinsey resume algunas soluciones que, aunque con matices, siempre están presentes:
– Mejorar las habilidades de enseñanza de docentes y la capacidad de gestión de directores.
– Evaluar a los estudiantes.
– Un buen sistema de recopilación, análisis e intercambio de datos.
– Revisar lo que los estudiantes deben saber, y ser capaces de hacer.
– Sistemas de recompensa para profesores y directores según el rendimiento.
– Políticamente, facilitar la mejora articulando objetivos, aspiraciones y prioridades del programa de reforma.

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