Sistema de Admisión Escolar (SAE)
Octubre 6, 2023

En agosto se inició la primera etapa del Sistema de Admisión Escolar (SAE) de la educación chilena, la que opera en todos los colegios que reciben subvención del Estado, ya sean de administración pública o particulares subvencionados. Es decir, las escuelas donde estudia el 91 por ciento de niños, niñas y adolescentes (NNA) utilizan este sistema para asignar sus cupos. Los colegios particulares pagados quedan fuera de esta política.

Frente a la atención que este proceso ha tenido  —mayoritariamente, centrado en sus aspectos negativos— nos parece necesario aclarar qué es y qué no es el SAE. Es común ver que los medios de comunicación se centran en los casos en que el sistema decepciona. Apelativos como «tómbola» quedan grabados y son difíciles de superar, y es que la decepción de no quedar en el colegio de la primera preferencia provoca reacciones viscerales que son atractivas de grabar, difundir y ver, porque así funcionan algunos medios. Pero es necesario ir más allá de la cuña de impacto para entender el espíritu y funcionamiento de un sistema que pretende dotar de justicia a nuestra Educación.

El SAE es un método centralizado de postulación a colegios y/o liceos, que se lleva a cabo mediante el uso de una plataforma web en la que las familias encuentran información de todos los colegios públicos y particulares subvencionados para escoger el de su preferencia. Dicho esto, lo primero que queremos aclarar es que el sistema funciona en base a las vacantes disponibles; por lo cual, si el establecimiento tiene una cantidad de vacantes igual o menor al número de postulantes, todos los NNA serán admitidos en dicho establecimiento, lo que ocurre en la gran mayoría de los casos. Pero hay situaciones en que el establecimiento no cuenta con vacantes suficientes, y entonces ahí se aplica un mecanismo de asignación según criterios de prioridad establecidos por la normativa que regula el SAE. Este segundo escenario se presenta solo en aquellos casos en los que un colegio tiene más interés por matrícula que cupos disponibles. Este fenómeno se ha venido repitiendo en ciertas comunas donde el porcentaje de postulaciones supera a las vacantes disponibles que ofrece el sistema [CEM 2020]. Es el caso de Antofagasta (113%), Vitacura (317%), El Tabo (118%) Providencia (433%) y San Miguel 151%), donde evidentemente habrá familias que deberán conformarse con su segunda preferencia, y que, muy posiblemente, considerarán que el problema es el SAE.

Pero lo cierto es que el SAE ha sido un avance en materia de derechos, dejando de lado las viejas prácticas discriminatorias en el acceso a la Educación, por todos conocidas. Para comprender la lógica del sistema, vamos a abordarlo de acuerdo a los elementos más comunes del debate que hallamos en diferentes medios de comunicación y redes sociales, junto con mencionar espacios de mejora que podrían introducirse.

(1)
Primero que todo, el SAE no es una tómbola. Es un sistema de algoritmo bastante complejo que incluye variables consideradas por las familias a la hora de escoger un colegio, tales como proyecto educativo, distancia del hogar, hermanos en el mismo establecimiento, hijos de funcionarios, etc. Si bien es cierto que hay estudiantes que quedan fuera de su primera o segunda preferencia, y aun sabiendo que esto puede ser frustrante, lo cierto es que el sistema siempre asegura un cupo. Los estudiantes no se quedan sin alternativas para estudiar. Distinto es lo que ocurría antes, cuando los colegios escogían a los estudiantes mediante pruebas de acceso, antecedentes familiares y, por supuesto, el pago de colegiaturas privativas que iban segregando a las familias según sus ingresos en cada tipo de colegio. Esto aún ocurre, el copago sigue vigente, pero está en retirada a medida que avanza la gratuidad en los colegios particulares subvencionados. La exclusión no es nueva en nuestro sistema educativo o atribuible al SAE, sino que es un resabio de un sistema en el que este derecho se comercializó, pero que gracias a este tipo de normativas nos encaminamos a superar.

(2)
El SAE, es un proceso completamente automatizado. Sale de la lógica del que llega primero, de la fila o del pituto, y agrega sentido de justicia e igualdad al sistema. ¿Por qué entonces vemos personas acampando y haciendo fila afuera de los colegios? El proceso de admisión se lleva a cabo entre agosto y diciembre de cada año. En el caso de que se liberen cupos en forma posterior, esa situación queda a cargo de las escuelas que deben gestionar tales vacantes, y algunas de ellas escogen la vieja fórmula de «el que llega primero», ocasionando tan lamentables imágenes. Pero estos casos son marginales; afectan a menos de un veinte por ciento de familias que deciden cambiarse de colegio, o a aquellas que quieren trasladarse una vez terminado el proceso SAE, a pesar de que se les informa previamente la falta de cupos. Más del 80% de los y las postulantes son asignados a una de sus tres preferenciassegún datos del MINEDUC. Sabemos que cada familia es importante y que cada realidad cuenta, pero analizar y emitir juicios sobre una política pública requiere de una mirada más amplia de la situación, considerando la evidencia de la que disponemos para su análisis.

(3)
Algo que el SAE vino a cambiar es la discriminación hacia el alumnado, la cual estaba normalizada e institucionalizada. Las escuelas aprovechaban de excluir a estudiantes «indeseables» mediante entrevistas, solicitud de antecedentes y prejuicios que pesaban sobre los apoderados (su estado civil, condiciones económicas, religión, etc.). Ahora esto es ilegal, y es una de las principales fortalezas del SAE: son las familias las que eligen los colegios donde educar a sus hijos. Esta es justamente la forma en que deben operar los sistemas educativos, como garantes del derecho a la Educación. No son las escuelas las que tienen derecho a cierto tipo de estudiantes [DECLARACIÓN DE INCHEON 2015], ni tampoco es el Estado el que designa al azar, como muchos han insistido, falazmente.

(4)
Sobre el mérito, atributo que algunos asocian a la antigua selección, es pertinente señalar que, si se concibe el Derecho a la Educación —tal como ha sido ratificado por las convenciones a las que adscribe Chile, y como lo han hecho países desarrollados—, un estudiante a quien no le fue bien en una prueba de selección, no tiene menos derecho a la Educación que aquel al que le fue mejor; sobre todo, considerando que es un instrumento reducido para medir «mérito», y que además va a estar muy relacionado con el nivel socioeconómico  de la familia, más que con el verdadero potencial o la capacidad del niño o niña. Pese a esto, hay debate sobre si acaso es pertinente que dentro del SAE pueda abrirse un porcentaje al mérito académico o artístico (pensando en la matrícula de liceos bicentenarios, artísticos o emblemáticos). Ahora bien, si el sistema se flexibiliza en esos parámetros, siempre será importante cuidar que no se preste para vicios y discriminaciones arbitrarias, pues sabemos muy bien que el mérito depende en gran medida de las condiciones contextuales de un estudiante [SANDEL 2020] y, en ese sentido, podría nuevamente marginarse a NNA cuyas condiciones de vida no han sido del todo favorables, y para lo/as cuales el sistema educativo debería estar preparado, acogiendo y compensando, y no apartando (que es una forma de transferirles la responsabilidad por no aprender, cuando muchos de ellos tuvieron que atender asuntos tanto más importantes: sobrevivir).

Finalmente queremos decir que el SAE es susceptible de mejoras. Podría considerar una instancia en que los apoderados puedan «arrepentirse» una vez ya asignados y no pierdan el cupo en el colegio de origen. Lógicamente, y aunque son escasos, los errores del algoritmo provocan ruido en la prensa y generalizaciones. Otra mejora podría ser que, mientras no todos los colegios tengan la capacidad de vivir la inclusión de manera adecuada (que es el norte al que debemos apuntar como sistema), aquellos NNA con necesidades educativas especiales y que viven en residencias de Mejor Niñez tengan una postulación preferente a colegios con Proyectos de Integración Escolar (PIE) mejor evaluados, más consolidados, mejor dotados de profesionales, etc. Esto va de la mano con otros avances del sistema escolar en general.

Para que el sistema sea más justo y su lógica de ir al colegio «que te queda cerca» se cumpla, hay que poner los esfuerzos en que todos los colegios públicos se equiparen en calidad, y que sus proyectos educativos sean integrales y con ciertos mínimos comunes garantizados. Es urgente nivelar —por supuesto, hacia arriba—, y para eso hay que fortalecer la educación pública y la particular subvencionada gratuita, pues hoy existen colegios con cupos en todos los cursos, mientras que a dos cuadras hay colegios con listas de espera. Eso nos habla de las bases de nuestra educación y la urgente necesidad de equilibrios.

Las acciones que podrían ejecutarse para que todos los colegios aseguren, más o menos, la misma buena educación son motivo para profundizar en otras columnas. Por lo pronto, creemos el SAE es un avance para evitar la discriminación arbitraria, garantizar el derecho a la Educación; para que sean las familias quienes eligen escuelas, reducir la segregación, y en el largo plazo, mejorar la cohesión social en nuestro país.

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