Las políticas de Trump amenazan a los estudiantes internacionales
Abril 25, 2017

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Un 38% de los alumnos extranjeros rechazan estudiar en Estados Unidos y un 45% prefiere no hacerlo en Reino Unido

Se está fraguando un nuevo orden mundial. Esa es la sensación que planea sobre las escuelas de negocios a raíz de las medidas proteccionistas que han puesto en marcha los países que lideran estas instituciones de élite: Estados Unidos y Reino Unido, y que, por supuesto, son los dos primeros destinos de los estudiantes internacionales. El veto migratorio que el presidente Donald Trump trata de imponer a toda costa a los ciudadanos procedentes de países musulmanes, las restricciones en los visados y las reiteradas amenazas hacia los mexicanos ya están provocando consecuencias. Lo mismo que la salida de Reino Unido de la Unión Europea (UE) y la política de reducir la inmigración anunciada por la presidenta Theresa May con el Brexit.

Las asociaciones oficiales de admisiones en las universidades y escuelas de negocios de EE UU y Reino Unido (la American Association of Collegiate Registrars and Admissions Officers y la Chartered Association of Business School) han detectado una caída en las solicitudes internacionales en 4 de cada 10 de las 252 universidades americanas consultadas y un descenso en el 11% de las británicas, si bien otro 45% de las instituciones del país anticipa la bajada. Sobre todo de los candidatos procedentes de Oriente Próximo, India y China, países estos dos últimos que representan cerca de la mitad de los estudiantes extranjeros que acoge EE UU y de los residentes en la UE, que son más del 30% para Reino Unido.

Las encuestas realizadas entre los alumnos por GMAC –organización que pasa los exámenes obligatorios previos a la matriculación en un máster– arrojan que un 45% de ellos se muestran menos proclives a estudiar en Inglaterra, especialmente los indios, alemanes, estadounidenses y chinos, y un 38% en EE UU. Ante este clima político, tampoco las empresas contratantes tienen intención de reclutar extranjeros; así lo declaran la mitad de las norteamericanas y el 32% de las europeas.

“Es normal que los momentos de incertidumbre se reflejen en los centros”, admite el embajador de Reino Unido en España, Simon Manley. Por ello no es de extrañar que las escuelas de negocios estén intranquilas y realizando todo el lobby que pueden para intentar que sus Gobiernos no frenen la movilidad internacional. No hay que olvidar que el millón de universitarios foráneos que recibe EE UU genera del orden de 30.500 millones de euros al año a su economía, según la asociación de educadores NAFSA, y 25.000 millones de libras (unos 30.000 millones de euros) a la británica, de acuerdo con Universities UK. “Existe mucha preocupación entre las escuelas de negocios ante la posibilidad de perder los ingresos procedentes de los estudiantes europeos, cuyas matrículas han bajado un 9% sin que haya cambiado nada todavía, por puro efecto psicológico del Brexit. Una vez que estén claras las consecuencias de la salida de la UE, el efecto será mayor”, anticipa Simon Mercado, director de ESCP Europe Business School en Londres.

“Actualmente hay 430.00 universitarios internacionales en Reino Unido, el 19% del total, y esto va a cambiar. Es probable que ese porcentaje disminuya, quizá no más de un 10% o 15% en los próximos años, pero por supuesto tendrá un impacto”, sostiene Adam Austerfield, director de mercados globales de LSE Enterprise, dependiente de la London School of Economics. En ambos países, los extranjeros (como se supone serán los residentes en la UE para Reino Unido tras abandonarla) pagan entre el 20% más y el doble que los locales por cursar sus másteres.

PROFESORES A LA FUGA

Otro de los flancos de las preocupaciones de las escuelas de dirección de Estados Unidos y Reino Unido ante las restricciones migratorias son sus profesores. “En la LSE hemos notado que algunos académicos internacionales que tratamos de contratar como investigadores se lo piensan dos veces a la hora de decidir instalarse en Reino Unido, ya que la financiación de la UE, que es muy importante para su investigación, puede dejar de recibirse en tan solo dos años”, explica Adam Austerfield, de LSE Enterprise. En EE UU pesa más el ambiente reacio a la inmigración, que está provocando que docentes de países de Oriente Próximo sientan preferencia por Europa o Asia, “lo cual nos da una oportunidad para contratar a las escuelas españolas”, aprecia Santiago Íñiguez, de IE University. Y restará calidad académica a las escuelas americanas y británicas, según Álvaro Martínez-Echevarría, director del Instituto de Estudios Bursátiles, que cree un disparate ir contra el espíritu universal de la Universidad.

Beneficios españoles

Ese impacto también se ha dejado notar en las escuelas de negocios españolas, donde aumenta el número de candidatos. “Hemos tenido una subida del 100% de las aplicaciones de alumnos mexicanos por su temor a estudiar en EE UU ante el discurso de Trump, que de momento han frenado los tribunales. Les ha disuadido de viajar a EE UU sobre todo por la expectativa de no poder quedarse a trabajar una vez culminados los posgrados”, explica Santiago Íñiguez, presidente de IE University, que percibe también efectos del Brexit: “El discurso populista es contagioso”, sostiene, “y, aunque a la larga es negativo porque frena el libre movimiento de personas al que tenemos que ir, algunas instituciones europeas salimos beneficiadas. Hemos notado un incremento del 20% en las solicitudes de estudiantes polacos, que han descartado Londres para cursar sus másteres por miedo a no poder trabajar en la City”.

Y es precisamente ahí donde radica el principal problema para los alumnos de las escuelas de negocios. En el empleo. O mejor dicho, en la carencia de él ante la imposibilidad de conseguir visados de trabajo tras graduarse. Así lo perciben Mauro Guillén, director del Lauder Institute de Wharton, y Josep Franch, decano de Esade Business School, que cree que estos movimientos proteccionistas no pueden poner puertas a la globalización. O Austerfield, que indica que algunos de los mejores estudiantes de la LSE desean trabajar en Reino Unido, “algo que se está haciendo cada vez más difícil, y ello tiene un efecto directo en su toma de decisiones; a menudo acaban en EE UU”.

Ante el actual clima político, tampoco las empresas contratantes tienen intención de reclutar extranjeros

“Se va a reducir el empleo en EE UU y Reino Unido”, avisa Ramón Aragón, director del servicio de estudiantes de ESCP en Madrid. Según NAFTA, el pasado curso los universitarios internacionales generaron 400.000 empleos en EE UU y 206.000 en Reino Unido, con datos de UK Universities. “Todo país que ponga barreras a la entrada de talento dejará de contar con los mejores profesionales para conformarse con los que se quieran quedar en él, con los perfiles menos atractivos”, prosigue Aragón. Es más, ya se percibe cómo empresas tecnológicas como Google, Amazon, Apple o Facebook van a ampliar sus instalaciones en Dublín en lugar de en Londres debido a las restricciones a la contratación de cerebros internacionales. O cómo bancos como HSBC o UBS o firmas como Airbnb van a deslocalizar los mejores puestos técnicos en hubs fuera de EE UU y Reino Unido. “Las multinacionales no van a renunciar a los mejores talentos”, advierte.

Íñiguez cree que las escuelas de negocios que más van a sufrir son las que no figuran entre las más prestigiosas. Porque en Harvard, Wharton, Stanford o Cambrigde u Oxford se busca el prestigio más que las oportunidades laborales. Así lo corrobora Austerfield: “Hay centros que sí dependen de los estudiantes de la UE, y mientras en Londres estamos en una posición sólida, otras instituciones académicas del país se verán afectadas negativamente por el Brexit; por ejemplo, en Mánchester, Glasgow o Birmingham”.

En su opinión, las medidas proteccionistas del Brexit y Trump pueden modificar el mapa mundial de las escuelas de negocios. Ya se está notando. “Países como Australia están sacando grandes rendimientos al mercado asiático [igual que Canadá]. Y algunas instituciones educativas británicas se están planteando establecer campus más pequeños u operaciones formales en la UE, como Oxford y Cambridge”. Austerfield cree que las escuelas españolas de prestigio podrán sacar partido a esta situación, especialmente en los mercados asiáticos y de Oriente Próximo y entre los latinoamericanos que no se sientan bienvenidos en EE UU.

“El miedo siempre genera transferencia de unas escuelas a otras. Nos beneficiaremos el resto de territorios. China se armará para competir con EE UU y Reino Unido y quedarse con los mejores talentos locales”, dice Aragón. De hecho, desde el año 2000, los centros estadounidenses pierden posiciones en favor de los asiáticos y, en menor medida, de los europeos. Incluso si finalmente las restricciones a los visados son tamizadas por el Gobierno de Trump, “el daño a la imagen y la reputación de EE UU ya está hecho”, opina Miguel Colet, presidente de la asociación de antiguos alumnos de Esade en Nueva York. Y lo mismo puede decirse de Reino Unido, cuyo embajador se apresta a decir que “aún no hemos decidido nuestra política migratoria tras el Brexit”.

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