Ecos del debate sobre la gratuidad
Diciembre 18, 2015

Opinión

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¿Gratuidad para las empresas de la Educación Superior? Los límites del Estado Neoliberal

por  17 diciembre 2015

Por estos días se discute sobre la Gratuidad en la Educación Superior chilena y los criterios que deben ser fijados para que una institución pueda acceder a ella.

El Gobierno ha definido una política gradual, que comenzaría con los estudiantes que pertenecen al 50% de hogares de menores ingresos (ingresos mensuales per cápita hasta $154.166). No obstante, antes de ingresar un proyecto de ley de Educación Superior que proponga  el nuevo modelo que Chile tendrá en las próximas décadas, la discusión comenzó a través de una glosa presupuestaria, que obliga a adelantar definiciones: años de acreditación, criterios de democracia interna, prohibición de lucro fiscalizable con la institucionalidad disponible.

De esta forma, la gratuidad, que hasta hace poco tiempo era resistida por todos aquellos que consideran que la Educación es un bien de consumo y, por tanto, debe someterse a las leyes de mercado, hoy la buscan y la exigen, ya que se transformó en una buena oportunidad de negocio.

En general, los países estructuran su sistema de Educación Superior construyendo un pilar de instituciones estatales (profesionales y técnicas) que en algunas ocasiones se complementan con instituciones privadas fuertemente reguladas que pueden cumplir un rol público consensuado democráticamente. El resto de las instituciones privadas (que también son reguladas) no recibe aportes del Estado. Bajo este modelo, una tipología posible y razonable podría considerar un 65% de planteles estatales (descentralizados y con control ciudadano), un 20% de planteles privados que reciben aportes estatales, pero que se ajustan al modelo público de Educación Superior y un 15% de planteles privados sin aportes estatales.

El modelo chileno, sin embargo, luego de las políticas impuestas en dictadura y aquellas implementadas en los Gobiernos de la Concertación y  Piñera, se estructuró de acuerdo a las leyes de Mercado y a un Estado que ha dejado morir lentamente a sus instituciones, desatendiendo su adecuado financiamiento. Actualmente, solo 14,4%  de la matrícula se concentra en los 16 establecimientos estatales, convirtiéndose en un apéndice del sistema de Educación Superior.

 

Dado que el supermercado Jumbo de Paulmann les vende productos a personas que pertenecen a hogares de menores ingresos, ¿el Estado debería subsidiar a esta empresa? ¿Y a Farmacias Ahumada? ¿Y a Falabella? ¿Y a la Papelera de Matte? Entonces, ¿el Estado chileno debe asegurar la gratuidad en un plantel privado, solo por el hecho de estar acreditado más de 4 años, incorporar algunos elementos democráticos o chequear que no se lucra “en la medida de lo posible”?

 

Pero esto no ha significado ausencia del Estado, sino que, más bien, bajo el orden neoliberal el Estado chileno asiste a los privados vía subsidios.

Por ejemplo, la política del Crédito con Aval del Estado (CAE), creada bajo el gobierno de Ricardo Lagos, ha sido uno de los principales motores del aumento de la matrícula en las instituciones privadas, sobre todo de los alumnos que pertenecen a hogares de menores ingresos. De esta forma, mientras el Holding educacional Laureate (Universidad de las Américas, Andrés Bello, Viña del Mar y AIEP) tenía una matrícula de 56.489 estudiantes el año 2005, hoy alcanza a 176.668 (un aumento de 213%). El Holding Santo Tomás (Universidad, CFT e IP), experimenta un aumento de matrícula desde 31.294 estudiantes a 91.824 el 2015 (193% de aumento), el Grupo INACAP (Universidad, CFT e IP) ve crecer su matrícula de 38.269 a 122.944 (221% de aumento) y la Universidad San Sebastián pasa de 9.663 estudiantes a 28.715 (197% de aumento), por citar algunos casos.

Hoy, acogiéndose a su posición dominante en el mercado de la Educación Superior y a la escasa gobernanza que el Estado tiene del sistema, ellos (y sus representantes en el sistema político) también piden gratuidad, argumentando que en caso contrario se estaría discriminando a los alumnos de menores ingresos que también estudian en sus aulas. El Gobierno está complicado, su propia coalición generó políticas como el CAE que posibilitaron este escenario.

Pero la pregunta que debería hacerse cualquier ciudadano/a ante el diseño de una política pública libre de presiones de grupos de interés es la siguiente: dado que el supermercado Jumbo de Paulmann les vende productos a personas que pertenecen a hogares de menores ingresos, ¿el Estado debería subsidiar a esta empresa? ¿Y a Farmacias Ahumada? ¿Y a Falabella? ¿Y a la Papelera de Matte?

Entonces, ¿el Estado chileno debe asegurar la gratuidad en un plantel privado, solo por el hecho de estar acreditado más de 4 años, incorporar algunos elementos democráticos o chequear que no se lucra “en la medida de lo posible”? ¿Dejamos afuera a 3 universidades estatales que no cumplen todos estos requisitos, siendo que el mismo Estado las ha abandonado? ¿En qué otro país se permitiría algo así? ¿Debemos hacer política sobre la leche derramada, solo porque la Educación Superior en Chile vía una mano invisible asistida por el Estado, se transformó en un mercado repleto de actores privados y un gran nicho de negocio?

Sin duda, esto solo se podrá resolver a través de una Ley de Educación Superior, que reformule completamente el sistema. Sin duda, el contenido de aquello, nuevamente, dependerá de la articulación y la movilización de los estudiantes y la sociedad en general. El sistema político actual sigue preso de malas políticas pasadas, escasa convicción política y el lobby de los grupos de interés.

Ante problemas estructurales, soluciones estructurales.

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Presidenta Bachelet se enteró por la prensa de exclusión de universidades estatales de la gratuidad

La molotov con que Eyzaguirre y Valdés incendiaron el frente Educación

por  17 diciembre 2015

La posibilidad de dejar sin gratuidad a tres universidades estatales encendió una llama difícil de apagar. La idea de impulsar una ley corta para modificar la glosa de gratuidad cuestionada por el TC que perjudique a planteles públicos, no solo encendió las alarmas entre los rectores sino que también reafirma la unidad de los actores en torno a la demanda más importante del movimiento estudiantil. Además, de concretarse, para los más críticos significa una gran derrota para el espíritu de la reforma y la educación pública. Bachelet montó en cólera, mientras las críticas crecen ante la ausencia de la voz de la cartera que encabeza Adriana Delpiano.

 Al interior del Mineduc hay quienes recibieron la idea como un balde de agua fría. La posibilidad de que el Gobierno gestione una ley corta que modifique la glosa de gratuidad, dejando fuera a tres universidades estatales, fue visto como un paso más dentro del errático camino que ha seguido el Ejecutivo en una de sus promesas estrella.

Pero el balde cayó congelado también en La Moneda. Según fuentes que conocen el tema, Michelle Bachelet montó en cólera y lo hizo saber al ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, porque la Presidenta quiere que se solucione el conflicto de la gratuidad, pero sin sacrificar a las universidades estatales.

No es secreto al interior del Gobierno que el protagonismo lo tiene el titular de Hacienda; un comentario que en La Moneda recorre los pasillos. Según esas mismas fuentes, el objetivo es la UDI: que cualquier paso tocante a la gratuidad evite que el gremialismo vaya otra vez al Tribunal Constitucional y se anote una victoria.

Junto con Valdés –quien ha tenido este proceso en sus manos–, es el ex ministro de Educación y actual Segpres, Nicolás Eyzaguirre, quien lleva las riendas de esta materia y que, en su definición, tiene incluso más protagonismo que la propia ministra de Educación, Adriana Delpiano, aunque fuentes de La Moneda insisten en que todas las alternativas que se barajan para avanzar en gratuidad postportazo del TC, han sido discutidas por los ministros del Comité Político junto a la titular de Educación.

Según fuentes gubernamentales, la alternativa que llevan adelante Valdés y Eyzaguirre, de marginar a universidades estatales, efectivamente existe –junto a otras–, pero figura dentro de las más importantes y las tres universidades que quedan fuera recibirían como compensación recursos por otra vía. Sin embargo, despierta fuertes críticas al interior del propio oficialismo, porque la lectura es clara: sería una gran derrota para la reforma, que en sus bases distingue entre universidades estatales y privadas.

Incendio en el Cruch

Así como algunos sectores al interior del Gobierno tuvieron un amargo desayuno con la noticia, la escena se replicó para los distintos actores de la educación. Entre los rectores, la información estuvo marcada por el desconcierto. Desde el lunes la única seguridad que había tras la resolución del TC, era que si había un grupo de universidades aseguradas eran las del CRUCh, incluyendo a todas las estatales, información que había sido entregada por el Mineduc y ratificada por distintos personeros de la Nueva Mayoría en los medios de comunicación.

 

Según fuentes que conocen el tema, Michelle Bachelet montó en cólera y lo hizo saber al ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, porque la Presidenta quiere que se solucione el conflicto de la gratuidad, pero sin sacrificar a las universidades estatales. No es secreto al interior del Gobierno que el protagonismo lo tiene el titular de Hacienda; un comentario que en La Moneda recorre los pasillos. Según esas mismas fuentes, el objetivo es la UDI: que cualquier paso tocante a la gratuidad evite que el gremialismo vaya otra vez al Tribunal Constitucional y se anote una victoria.

 

La molestia fue tal, que a primera hora el rector de la Universidad de Chile y presidente del CUECH –que asocia a las universidades estatales–, Ennio Vivaldi, convocó a una conferencia de prensa antes de reunirse con el resto de los rectores. Allí aseguró que “de ser correcta esta interpretación que se aplica ahora, estaríamos ante una situación que realmente sobrepasa el realismo mágico (…). Por eso que prefiero pensar que esto es un trascendido que no tiene ninguna base”.

“Es un insulto gratuito a las tres universidades estatales que queden fuera del sistema de gratuidad. No solamente por el tema de esas tres universidades, sino por el tema de fondo: si aparecemos aquí aceptando que el Estado no es ni siquiera capaz de dar educación gratuita a sus propias universidades”, agregó.

Según fuentes cercanas a los rectores, la información siembra un manto de dudas sobre la posibilidad de maniobra que tiene el Mineduc ante el proceso de gratuidad para el 2016; esto, debido al rol protagónico que han tenido otros ministros de Gobierno, como Valdés y Eyzaguirre. Recalcan el hecho de que cuando se da a conocer esta alternativa por medio de la prensa, la ministra Adriana Delpiano se encontraba en Valparaíso.

Esta línea es apoyada desde el movimiento estudiantil. La presidenta de la FECH, Camila Rojas, señaló que la propuesta u opción que se está barajando al interior de la Nueva Mayoría “nos deja en una situación bastante compleja en la medida que aquellos que tienen mayor voz siguen siendo Hacienda y la Segpres, por lo tanto, es una situación en donde el Mineduc no tiene ninguna fuerza y esto nos preocupa sobremanera, en la medida que todas las políticas impulsadas tienen como eje rector el Presupuesto y no la educación misma”.

Otra de sus preocupaciones son el carácter de las tres universidades que quedarían fuera. Según la dirigenta, son “instituciones que son polos de desarrollo regional, como la Universidad Arturo Prat y la Universidad de Los Lagos, que no tienen beneficio alguno. Por otro lado, la UTEM, en el caso de Santiago, que tiene un 95% de estudiantes vulnerables, tampoco recibirá beneficios. El Estado ha condenado durante todo este año a esas universidades y ahora se les da el golpe fatal de no incluirlas en el beneficio de la gratuidad”, agregó.

Las reacciones ante el trascendido llevaron a la ministra Delpiano y al ministro Valdés a intentar poner paños fríos a la situación. “Ninguna universidad estatal debería quedar fuera de la gratuidad”, indicó la titular del Mineduc, mientras que el ministro de Hacienda manifestó en una reunión con los parlamentarios de la Democracia Cristiana –cuyo objetivo era analizar el proceso de gratuidad 2016– que existía el compromiso desde el Gobierno de que serían incluidas todas las universidades del Estado en la gratuidad.

La piedra de tope es la argumentación del Tribunal Constitucional, la que sería dada a conocer luego de la reunión que sostendrán los integrantes de dicha entidad durante el día de hoy. Sobre la base de dicha resolución, es posible que se pueda incluir a todas las universidades estatales en una Ley Corta; si no, los recursos se darían por medio de aportes basales a las instituciones, una atribución que hoy tiene el Ejecutivo.

En tanto, esta mañana sesionará el Consorcio de Universidades del Estado (CUECH) y es posible que cuente con la participación de los tres rectores de las universidades estatales que quedarían fuera. Posteriormente, durante la tarde, se reunirán con la Mesa Ejecutiva de la Confech. Uno de los puntos centrales de los encuentros, además de la posibilidad de marginación de instituciones del Estado de la gratuidad, tendrá que ver con las características de dichas instituciones: dos de ellas regionales y con un alto porcentaje de estudiantes precarizados.

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La ciencia chilena goza de buena salud… no así su institucionalidad

por  17.12.2015

La Universidad concentra en nuestro país los cuadros académicos e intelectuales que dan cuenta de la mayor parte de la investigación avanzada que genera nuevo conocimiento, enriqueciendo la cultura y desarrollo económico de Chile.

Es así como las universidades que sacan la cara por la ciencia en Chile generan resultados notables. En efecto, nuestro país, con un número significativo de publicaciones de corriente principal, exhibe uno de los mejores índices de citas en relación con los recursos invertidos en investigación y desarrollo (ScienceProvocateur) y, de acuerdo a Scimago, sus universidades se distinguen entre las top 10 en cantidad de publicaciones y conocimiento innovativo (U. de Chile) e impacto tecnológico (USM y UNAB) en América Latina.

Estos resultados muestran por sí solos que la industria del conocimiento en Chile –que no posee una institucionalidad acorde y ha trabajado años con un presupuesto muy reducido– es eficiente y prolífica y que ha contribuido a la cultura y progreso que el país ha experimentado en las últimas décadas.

En este escenario, llama la atención la persistencia política en no reconocer la calidad y creciente contribución en C&T de las universidades privadas sin aporte fiscal directo (AFD). Al año 2000, las universidades del CRUCH publicaron cerca de 2.300 artículos indizados en el Web of Science (WoS), mientras que las universidades privadas encabezadas por la UNAB recién comenzaban a incluir en su misión la tarea investigativa con mayúscula. Quince años después, el escenario es claramente distinto.

En efecto, tanto las universidades del CRUCH como las privadas sin AFD que abordaron el desafío de la C&T, indizaron casi 8.500 artículos el año 2014. Es decir, aumentaron 3,74 veces su productividad en C&T incluyendo Ciencias Sociales y Humanidades, bastante más que el PIB y de muchas industrias del país.

 La débil y postergada institucionalidad del Estado para la C&T contrasta con aquella que se ha consolidado en un grupo de universidades del CRUCH y en privadas sin AFD. Los científicos chilenos y su magisterio intelectual deberían ser sustanciales en la implementación de políticas para C&T, como acontece en los países desarrollados.

 

A este alto crecimiento concurrieron, entre otras Universidades del CRUCH, las Universidades de Chile, Católica, de Concepción, de Santiago y Austral, por mencionar las 5 instituciones con más registros ISI el año 2014. Estas entidades aportaron el 70,8% del total de artículos indizados por el WoS para Chile ese año. Las mismas universidades, el año 2000, habían generado el 91% de estos.

Por otra parte, el aporte de las 5 universidades privadas sin AFD más productivas al año 2014, es decir las Universidades Andrés Bello, Diego Portales, Autónoma, del Desarrollo y de Los Andes fue de 13,4%.

Mirado de otro modo, las 5 universidades privadas nuevas contribuyeron en C&T un 18,9% respecto al aporte de las 5 universidades del CRUCH, de acuerdo a los registros del WoS para publicaciones 2014.

Los indicadores revelan, a no dudar, que la investigación en las universidades CRUCH está mejor distribuida que hace 15 años y que las privadas sin AFD están contribuyendo crecientemente al patrimonio intelectual del país. Las últimas han sido, sin que se les reconozca, una oportunidad estimulante de trabajo y desarrollo profesional para cientos de jóvenes Ph.D formados en el país y en el extranjero.

La débil y postergada institucionalidad del Estado para la C&T contrasta con aquella que se ha consolidado en un grupo de universidades del CRUCH y en privadas sin AFD. Los científicos chilenos y su magisterio intelectual deberían ser sustanciales en la implementación de políticas para C&T, como acontece en los países desarrollados.

En la misma línea, es claro que deberían tener una voz relevante en la discusión de la reforma universitaria, toda vez que la investigación enriquece el proceso de enseñanza-aprendizaje y, consecuentemente, no puede omitirse en la discusión de los aranceles. Es más, una proporción relevante de académicos de jornada completa dedican buena parte de su tiempo a generar conocimiento, lo que al decir de Ortega y Gasset, hace casi un siglo, no es solo esencial para la dignidad de la Universidad sino que también constituye su alma.

La universidad chilena contribuye crecientemente a la ciencia y a la formación superior pese a la despreocupación que ha existido para aggiornar la precaria institucionalidad de Estado para la ciencia. La ciencia prospera en ámbitos autónomos, exigentes y bien financiados. Las universidades que exhiben los mejores resultados en Chile, son las que han cautelado estos rasgos y la reforma universitaria debería asegurar que no se produzcan vacíos que alteren su crecimiento en esta trascendente vertiente que enriquece la cultura, la formación superior y el desarrollo económico y social del país.

Hay múltiples ejemplos de universidades de la región orgullosas de proveer educación superior gratuita, pero exhiben escasa contribución en C&T, incluyendo Ciencias Sociales y Humanidades. La información existente es vasta, por lo que es imperativo que la reforma que se abordará cuente con los estudios que prevengan los posibles efectos negativos para esta importante actividad y que se debilite la salud de la ciencia chilena tan poco reconocida en su propio país, ello incluso al punto que un ranking profusamente difundido asigna 15% de ponderación para calificar a lo que denominan “Universidades de Investigación y Doctorado”.

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