José Joaquín Brunner: “Sería una política ciega quitarle la energía al sector privado para desarrollar al público”
El académico UDP considera que los plazos auto impuestos por el gobierno sólo perjudican la presentación de un proyecto de calidad y que en la discusión legislativa se debe lograr consenso para que los cambios perduren.
Actor permanente del actual debate educacional, José Joaquín Brunner (PPD), integrante del movimiento político Fuerza Pública y ex ministro de la Segegob, es especialmente crítico de la reforma planteada por el programa de la presidenta Michelle Bachelet.
-¿Cómo evalúa la prioridad del gobierno, concentrada en el proyecto recién presentado de fin al copago, al lucro y a la selección?
-Responde a cuestiones de carácter institucional. No impacta en lo que más interesa, que es el mejoramiento de la equidad y de la calidad del sistema, que nada tienen que ver ni con el fin del copago, del lucro ni de la selección académica. Hasta ahora se está destinando gran parte de los recursos que se han anunciado, para sustituir dinero privado por dinero público. El gobierno se ha fijado prioridades de muy corto aliento, de muy corto plazo. Son cosas que tienen su relativa importancia, pero que no apuntan al fondo. Sí servirían para fortalecer el funcionamiento general, pero sólo si es que están bien definidos y al menos en sus lineamientos gruesos, no lo han estado.
-Aunque se tiene poca información del proyecto, la diputada Yasna Provoste dijo que la iniciativa contempla la prohibición de la construcción de nuevos colegios particulares subvencionados y el congelamiento de su matrícula ¿Qué le parece?
-Si eso estuviese en el proyecto, sería una gran sorpresa. La idea sería, entonces, que si reduzco la competencia y freno a los colegios particulares, fortalezco a los colegios públicos. Eso es una definición muy deficitaria y muy triste de la educación pública. Si al final lo que necesitamos hacer es amarrarle las manos al otro sector, es dar una señal muy negativa y no es compatible con lo que la presidenta ha dicho de mantener un sistema mixto. Sería una política bastante ciega quitarle toda la energía que pueda al sector privado, para que este otro sector precario se desarrolle.
-Usted dice que el proyecto no está bien definido, ¿espera que en la discusión legislativa se le pueda hacer modificaciones? El gobierno ha manifestado que no tranzará en los tres pilares de copago, lucro y selección.
-Hubo una señal positiva en el proyecto del Administrador, que estaba plagado de errores técnicos y constitucionales, y el ministro reaccionó a las críticas y cambió partes. Espero que el gobierno tenga apertura y esté dispuesto a cambiar cosas en la discusión que viene. Nada de eso de que acá hay un corazón, son dichos, es retórica. Hay que entrar a dialogar. El parlamento tiene que cumplir su función de corregir las cosas mal presentadas por el Ejecutivo. La presidenta Bachelet puede cosechar un triunfo rápido, alinear a su gente y aprobar el proyecto, pero sabe que si no logran acuerdos, las leyes serán también muy fáciles de cambiar en el futuro. Esto también lo están diciendo algunos más responsables de la propia Nueva Mayoría, como Lagos Weber, Zaldívar o Harboe.
-Se van a ver con más fuerza los matices en la Nueva Mayoría…
-No son matices, hay visiones totalmente contrapuestas. Va a haber mucha discusión al interior de la misma Nueva Mayoría. En los rankings, el sistema chileno sale en el primer lugar. Ahora, si queremos echar abajo eso y hacer algo para ponernos a la cola de América Latina, también lo podemos hacer, pero no creo que sea lo que la Presidenta quiera.
-El proyecto del interventor se presentó, inicialmente como un texo relativamente simple, pero tenía muchas complejidades que se vieron en su debate ¿Cómo ve esta nueva iniciativa?
-Estos tres son de una complejidad mayúscula. Las medidas del gobierno tienen en vilo a toda la estructura institucional de sostenedores de todo tipo en todo el país. Eso es como poner a temblar toda la estructura de la sociedad.
-Sumado a la complejidad del proyecto, hay una presión autoimpuesta por el gobierno, entre otras, con las promesas de los primeros 100 días ¿Podría jugarle en contra?
-Sí, esto de hacer las cosas bajo una enorme presión daña la calidad de los proyectos. Es desconcertante que este proyecto se firme para decir que se presentó antes del 21 de mayo, pero no conocemos nada de él, porque en realidad no está listo. Se firmó un texto que todavía no está maduro y algo apurado dificulta la discusión, que parte con un pie cojo porque el proyecto está mal estructurado, sin precisión. Entonces vienen ahora 30 días de desconcierto, de preguntas al Ministerio de Eduación, para que aclare las dudas y problemas. ¿Cuál es el apuro para no hacer bien los proyectos? No sólo se necesita tiempo para reunirse con todos los actores, sino también para consultar el mismo proyecto. No entiendo qué apuro hay cuando el copago es a 10 años plazo, por ejemplo. Entonces es un contrasentido que andemos corriendo antes de que la carrera empiece, si la carrera va a ser muy larga.
-Este andar corriendo, ¿podría ser para contener las demandas de la calle?
-No creo, porque el gobierno tendría que tener muy mal análisis y ser ciego, y no lo es, para no saber que las demandas del movimiento estudiantil no son posibles de satisfacer. Nunca ha habido ánimo de los estudiantes de decir nos movemos hasta la mitad del camino si es que usted viene para acá. Ellos todo lo encuentran insuficiente.
-Con apurar los proyectos, ¿hay riesgo de que sea esta reforma como un Transantiago 2.0?
-Espero que no. El gobierno es consciente de que tiene que tener extremo cuidado y ha cambiado su actitud porque jamás ha dicho que estas reformas se van a aplicar de un día para otro. Afirman que son proyectos largos, que se debiesen ir probando por regiones, por parte, que es lo que nunca se hizo con el famoso cambio de transporte. Bueno con el Transantiago los técnicos nunca fueron a mirar lo que realmente necesitaban los que usan el servicio y ahora nadie les ha preguntado a los alumnos que están en particulares subvencionados si están dispuestos, el día de mañana, a cualquier tipo de colegio. Nadie ha preguntado nada, esto está en la cabeza de alguna gente que por doctrina dice que las cosas no tienen que ser así. Los grandes problemas vienen cuando no se actúa a partir de la realidad. Es todavía mucho más complejo que cambiar un sistema de transporte.
“No entiendo la selección a medias”
-¿Qué le parece el fin a la selección escolar?
-Decirle a la gente que ahora va a tener una tómbola, donde podría quedar en un colegio que está muy deficiente y débil, es atacar el margen de los asuntos.
-¿Es positivo el método de selección propuesto para los colegios emblemáticos?
-No entiendo que en vez de reconocer el valor y el rol que han tenido históricamente, se diga que finalmente se va a dejar que seleccionen, pero a medias. Son estas típicas soluciones de parche que no van a dejar tranquilo ni a los críticos ni a los propios liceos.
-¿Es complejo que el Estado esté permitiendo que sus colegios seleccionen mientras se lo prohíbe a los particulares?
Sí, es completamente absurdo.
-¿Cuál cree que puede ser el escenario en la oferta particular subvencionada con la prohibición del lucro?
-Va a depender de la magnitud de los cambios. Hay quienes dicen que a los sostenedores no les va a costar nada convertirse en personas jurídicas sin fines de lucro. Entonces, me pregunto, qué estamos haciendo, porque el único argumento que hay para querer forzarlos a transformarse en sin fines de lucro, es que, efectivamente están lucrando.
-¿Qué opina del fortalecimiento de la educación pública?
-El gobierno tiene el deber de fortalecer la educación de todos los jóvenes, independientemente del colegio. Porqué el gobierno sólo se preocuparía de mejorar la educación pública cuando cerca del 40% de niños vulnerables está en particulares subvencionados.
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