Deserción escolar: nueva evidencia latinoamericana
Abril 28, 2013

La deserción escolar en América Latina ya no es solo cuestión de pobreza

Un estudio de SITEAL vincula el abandono educativo de los adolescentes de la región a la incompatibilidad con trabajo y familia y con el puro aburrimiento

 

Los países de América Latina han logrado con gran esfuerzo en la última década aumentar las plazas escolares y conseguir que más niños de sectores pobres accedan a la educación. Más del 97% de todos los niños de 7 a 12 años de la región van al colegio (dos puntos más que en 2000), y más del 83% de los adolescentes de 13 a 17 (seis puntos más). Sin embargo, un estudio que acaba de publicar el Sistema de Información de Tendencias Educativas en América Latina (SITEAL), organismo vinculado a la OEI y la UNESCO, pone de manifiesto otras causas del abandono escolar que van surgiendo —o haciéndose más visibles— a medida que se va extendiendo la escolarización a todas las capas de la sociedad.

Bajar el estudio aquí: siteal_2013_03_13_dd_28_0 <PDF>.

“En términos generales, siete de cada diez niños y adolescentes no escolarizados provienen de los hogares más expuestos a privaciones económicas. No obstante, se observa que entre los adolescentes que no concurren a la escuela, se ha incrementado la proporción que proviene de sectores socioeconómicos medios y altos, a la vez que el peso relativo de estos sectores aumenta con la edad”, dice el estudio. De ese modo, si bien en las edades más tempranas el principal motivo de deserción es simple y puramente la pobreza, a medida que llega la adolescencia aparecen factores como “el desinterés por estudiar”, la imposibilidad de compaginar estudios y trabajo o las cargas familiares, según el trabajo que analiza datos de la última década de Bolivia, Chile, Panamá, Costa Rica, Nicaragua y Paraguay.

“La proporción de adolescentes [14-15 años] a los que su condición de desescolarizados se la relaciona con el trabajo duplica su peso relativo hasta alcanzar el 18%, mientras que la maternidad, la paternidad y las tareas domésticas, que en la niñez no aparecían, son mencionadas por el 6% de los encuestados. Al finalizar la adolescencia, se intensifica la relación entre las tareas relacionadas con la domesticidad y la deserción hasta alcanzar el 10% de los casos, a la par que el trabajo pasa a ser mencionado por el 20% como el principal motivo de abandono escolar”. Y, junto a ello, siempre a esas edades aparece como principal motivo de abandono el desinterés por los estudios.El especialista chileno de la Universidad de Alberto Hurtado Juan Eduardo García Huidobro insiste en esa “razón más pedestre que podríamos motejar de aburrimiento”. La lectura del informe de SITEAL —“que describe bien, con datos actuales, un tema que se viene observando desde hace tiempo”— le sugiere a este experto que existe “un problema de estructura”: “La educación media en América Latina es muy rígida, no ofrece una pluralidad de alternativas que permitan compatibilizarla con otras opciones. Una política mínima sería darle más calidad y desestigmatizar las opciones vespertinas, en alternancia [con el trabajo], etcétera”.

Pero el informe de SITEAL destaca además que para muchos adolescentes la escuela le “es ajena”, un punto de partida emocional que facilita la deserción si surgen esas otras dificultades como el empleo o la familia. Muchos adolescentes “trabajan a la par que estudian e incluso son madres y padres durante el transcurso de su escolarización básica y, aun así, continúan estudiando. Pero hay otro grupo que señala que el trabajo, las tareas domésticas, el cuidado de ancianos o niños pequeños y la maternidad son actividades propias —en alguna medida, inevitables— mientras que el estudio no lo es”. Y no todos los que hablan así son pobres: el 38% de los adolescentes que dicen haber dejado los estudios para trabajar, el 29% de los que lo han hecho para atender tareas domésticas y el 31% de los que han perdido todo interés “vive en hogares que en principio no son los más pobres de sus países”.Así, continúa el informe, en muchas ocasiones “la maternidad y el trabajo son hitos en trayectorias escolares previamente debilitadas” y esos “eventos aceleran una decisión”, la de abandonar, que tanto los profesores, como familias y los propios jóvenes suponían desde el principio inevitable. En otras ocasiones, los adolescentes “declaran abiertamente y con cierto desprecio que la escuela no forma parte de sus opciones de vida”.

Desde esa perspectiva, García Huidobro considera que el problema más urgente que debe solucionar la escuela en la región es “la desconexión de la enseñanza con la vida de los jóvenes y adolescentes”. “La educación se ofrece como un bien futuro y no conecta con el hoy de ellos. Este es un problema pedagógico y curricular que supone sobre todo cambios en el modo de enseñar y de conectar aprendizaje y vida cotidiana. Implica revertir el significado que se le da al fracaso escolar: de verlo como un fracaso de los jóvenes a leerlo como un fracaso de la escuela y de nosotros, los educadores”, añade el especialista.

 

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