Malas noticias desde México
Febrero 7, 2013
Carta del colega y amigo Manuel Gil Antón, con su columna de ayer más abajo.
El Universal, hoy, da a conocer que de 130 mil estudiantes que terminan sus estudios de licenciatura y presentan el Examen General de Egreso de la Licenciatura (EGEL), que aplica el CENEVAL y diseñan expertos de cada una de las 40 especialidades que cuentan con ese mecanismo, más del mitad no aprueban, sólo 1 o 2% obtienen resultados excelentes (más o menos mil 500), otro 10% (13 mil) consiguen el nivel de sobresaliente, de tal manera que 4 de cada 10 – que son los que restan – alcanzan sólo la nota de “satisfactorio”. No son todos: el egreso de la licenciatura mexicana el 2012 fue de cerca de 400 mil estudiantes, pero sí son una cantidad suficiente para ponernos a pensar en lo que sucede. Sobrevivieron al desastre educaivo previo y la desigualdad, y sin embargo, ¿no aprendieron ni lo básico? ¿De qué escuelas y licenciaturas proceden los que luego de cuatro años al menos de estudiar, aprobaron todas las materias y, sin embargo, no saben lo que los expertos en cada caso consideran necesario? ¿Predominan entre lo que no aprueban los egresados de las instituciones privadas, pequeñas o grandes, sin calidad suficiente, pero que a pesar de ello cuentan con el Reconocimiento de Validez Oficial de los Estudios (RVOE)? ¿Es un problema que se presenta igual en todos los tipos de instituciones? ¿Es mayor en Derecho que en Ingeniería o Psicología? Hay mucho que averiguar, pero, de nuevo, hay algo que no funciona bien en nuestro sistema educativo si consideramos confiables estos exámenes. A bote pronto, en unas horas, me pidieron un breve comentario que les comparto. Creo que el tema es importante… si los que llegan al final de los estudios no salen bien preparados, ¿no hay algo muy grave en nuestro sistema de educación?

Malas noticias

Miércoles 06 de febrero de 2013Manuel Gil Antón* | El Universal

En México sobrevivir en la escuela hasta llegar a la licenciatura, pese a la honda desigualdad en la distribución del ingreso y la mala calidad de los estudios previos, derivada de un sistema educativo que hace agua por múltiples factores, es toda una hazaña. Basta un dato, demoledor: a los 15 años, al terminar secundaria, sólo dos de cada diez alumnos saben leer y escribir como se esperaría y requiere para seguir adelante. Terminar los estudios superiores implica algo mucho más difícil: formar parte del grupo más selecto por su escolaridad en el país, pues son tal vez el 10% de los que arrancaron los estudios básicos en su momento. Si no los “mejores” dado que perdemos toneladas de talento antes, al menos son los más tenaces o mejor avituallados para superar obstáculos sociales y también académicos.

De ellos la mitad, cuando están ya consiguiendo toga y birrete para la graduación, si presentan el Examen de Egreso de la Licenciatura (EGEL) no lo aprueban. El instrumento procura saber si tienen los conocimientos fundamentales de la carrera que se cursó. Muy pocos de los que no reprueban, como informa EL UNIVERSAL, consiguen mostrar un dominio al menos satisfactorio.

No se puede afirmar que este sea el caso de todos los egresados, pues realizar el examen no es obligatorio, y los que lo hacen, por grande que sea su número, tampoco son una muestra representativa del total. Sin embargo, los resultados pueden ser tomados, con prudencia, como una aproximación a la probable magnitud de una paradoja: al terminar los estudios no se ha aprendido lo que es menester dominar.

Hay que hacer un análisis detenido para cuantificar la proporción que significan los 130 mil sustentantes del total de los que culminan su licenciatura, así como la variación de acuerdo al tipo de instituciones (públicas o privadas, por ejemplo) y la correspondiente a los diferentes planes de estudio. En tanto podamos contar con esa información, los datos que aporta el Ceneval conducen a una cuestión ineludible: ¿cómo es posible que decenas de miles hayan aprobado todas las materias en sus instituciones, sin conseguir los conocimientos básicos a juicio de los que saben de cada especialidad? Un sistema educativo que expulsa a millones, y no permite aprender lo necesario a buena parte de los pocos que resisten, es inaceptable. Falla al abandonar a millones, y de nuevo al no dar acceso al conocimiento debido a los que no se han bajado, o los han arrojado, del tren.

Este tipo de dilemas deben ser tomados en cuenta en el horizonte de la Reforma Educativa en curso. Son, bien vistos, los nudos de fondo a desatar. ¿Dónde han estado las autoridades para que esta sinrazón sea factible? ¿Echando cuentas alegres de la gran cantidad de nuevos estudiantes que ingresan, sin garantizar que aprenderán en serio? Hay, como diría el poeta, “un enorme tigre metido en todo esto”. Y en juego, recursos muy importantes para nuestro futuro.

*Profesor del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México

 

 

 

 

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