“Si la Complutense fuera una empresa privada, estaría en quiebra”
Julio 9, 2012

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EDUCACIÓN | El rector denuncia un recorte de presupuesto del 20%
‘Si la Complutense fuera una empresa privada, estaría en quiebra’
Elena Mengual | Madrid, El Mundo, 27/06/2012
“Es una locura”. Así de taxativo se muestra José Carrillo Menéndez, rector de la Universidad Complutense de Madrid, tras conocer el recorte que el próximo curso sufrirá su presupuesto: en torno al 20%. En concreto, explica, la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid le comunicó hace unos días que debe ingresar 49 millones más a través del incremento de las tasas universitarias.
“Actualmente los estudiantes ya están pagando un 20% del coste de los estudios”, lo que supone unos ingresos de 95 millones. “Un aumento de las tasas es inviable con la actual situación de crisis”, explica Encina González, vicerrectora de la UCM. “Tampoco podemos ampliar el número de plazas, pues ya están ofertadas. Ni tendríamos medios para hacerlo, porque no habría profesores, aulas, personal ni material para los laboratorios”.
Pone como ejemplo la Facultad de Medicina, con 320 estudiantes admitidos este curso. “No podemos aumentar las plazas porque a partir de tercer curso hacen prácticas en hospitales”, explica Carrillo Menéndez. “La Complutense paga a Sanidad 12 millones de euros al año por la formación de los alumnos, lo que supone un 25% de la matrícula. Es decir, la universidad paga un 65% del sueldo del médico docente, cuando su actividad docente es en realidad del 10%. Podemos decir que sufragamos parte del gasto sanitario”.
“La paradoja es que, con los conciertos con centros privados de Medicina y Enfermería, estos profesores están impartiendo clase a estudiantes de la enseñanza privada, cuyas universidades pagan 1.000 euros por alumno. Esto significa que los alumnos de la privada pagan menos por usar recursos públicos”, asegura.
Recortes en personal
En cuanto al personal, les exigen un recorte supondrá de 18 millones. “Ni despidiendo a todas las personas con contrato laboral o interinas llegaríamos a esa cifra. Sin hablar de que no sería viable la actividad de la universidad”, afirma Encina González. Y es que el presupuesto de 2012, de 537 millones, “es ya muy ajustado y restrictivo”, frente a los 595 millones de 2011.
“Venimos recortando gastos de donde podemos: gas, electricidad…. Este año no hemos participado en Aula, el Salón Internacional del Estudiante. Nos hemos esforzado por elaborar un presupuesto equilibrado en función de lo que íbamos a ingresar por tasas […] Si nuestra situación hasta ahora era mala, ahora es desesperada”, afirma Carrillo Menéndez.
Elegir carrera según el precio
El equipo rector de la Complutense ve inviable al incremento de las tasas planteado, especialmente con la actual coyuntura económica. Temen un ‘éxodo’ de la universidad, y de hecho afirman que la subida se está traduciendo en que algunos estudiantes escojan carrera en función del precio, se cambien de grado a otros más asequibles o marchen a la FP. Según explica Alba Contreras, representante de los estudiantes en el Consejo Social de la UCM, “desde la reforma laboral, la gente busca grados más fáciles, porque la situación económica familiar es más inestable y prefieren no apostar por grados complicados”.
Recuerdan que el ministro de Educación, José Ignacio Wert, ha hecho “mucho hincapié” en la penalización de los repetidores, con el recargo de las segundas, terceras y cuartas matrículas. “En el caso de la Complutense sólo hay un 8% de terceras matrículas y 7% de cuartas, de modo que el 85% de los alumnos lo es en primera o segunda convocatoria. De hecho no hay nadie estudiando grado en 4ª matrícula”, pues aún no ha dado tiempo desde su implantación del ‘Plan Bolonia’. Así, afirman, “ni pagando 500 euros por asignatura llegaríamos al presupuesto exigido”.
Temen que la subida de las tasas pueda suponer la huida de estudiantes extranjeros extracomunitarios (latinoamericanos y países emergentes, en su mayoría), lo que iría en contra de uno de los objetivos de la universidad, la internacionalización. “Habrá que ver si los gobiernos de sus países están dispuestos a pagar las nuevas tasas”. Cuenta Encina González el caso de una estudiante coreana que se planteaba cursar tres grados en la Complutense, pero probablemente lo termine haciendo en EEUU o Alemania, países “cuyas tasas son inferiores, y hay más opciones de trabajar”.
Impagos
Como en tantos otros sectores, los impagos también se han multiplicado en la universidad. Según cuenta Encina González, cada vez más alumnos solicitan una ‘moratoria’ para pagar la matrícula, porque la situación económica doméstica -casos como familias donde los dos progenitores han perdido el empleo, o han dejado de percibir el subsidio- no les permite abonar el importe.
También son cada vez más habituales las peticiones parciales de anulación de matrícula, “especialmente en Ciencias de la Salud, donde las tasas son más elevadas”. Carreras como Medicina, Odontología, Farmacia, Veterinaría o Enfermería. Precisamente estos días tratan de resolver el caso de una alumna de este último grado que ha completado los estudios, pero no ha pagado la matrícula, de modo que la universidad se ve obligada a anularla.
“Esto le impide la opción de, por ejemplo, marcharse tres meses a trabajar a Gran Bretaña, donde se necesitan enfermeros. De poder hacerlo, reuniría dinero para pagar la matrícula”, explica González. “Es un círculo vicioso”, añade Carrillo Menéndez.
Pago de las becas y discapacidad
Las becas también les suponen un quebradero de cabeza. “La universidad tiene que adelantar el dinero de los estudiantes becados, pues no llega hasta diciembre del año siguiente a empezar el curso, y no disponemos de un fondo social para cubrir esto”.
Además, la Complutense se ocupa de la gestión de la beca pero ni da ni recibe el dinero. Es un mero intermediario, pero le supone una carga de trabajo. Y en caso de que la beca deba anularse por incumplimiento de algún requisito, es la universidad la que debe reclamar el importe, “cuando no tenemos los mecanismos para decirle a Hacienda que embargue una cuenta. Sin embargo, el Ministerio sí detrae el dinero”.
La universidad reserva un cupo del 5% para alumnos con discapacidad, cuya matrícula es gratuita a costa de la universidad, así como los gastos que requiera su integración. Becarios que ayudan a estudiantes con movilidad reducida, personas contratadas para asistir a alumnos con discapacidad auditiva, reformas para eliminar barreras arquitectónicas… “Una obra para adaptar un baño, por ejemplo, puede costar 12.000 euros, lo que a lo mejor deja a la facultad sin poder comprar libros durante un año entero”.
Deuda a proveedores
“Con la deuda actual -de 150 millones- si fuéramos una empresa privada, estaríamos en quiebra”, afirma Carrillo Menéndez. Explica que el pasado septiembre solicitaron la refinanciación, pero les fue denegada “porque incrementaría el déficit de la Comunidad de Madrid. En realidad, suponía un 0,005% sobre un déficit cero, de modo que, con el déficit actual, representaría aún menos”.
“Tampoco nos han permitido entrar en el plan de pagos a proveedores, cuando nuestra deuda es tres veces el presupuesto del pueblo de Aranjuez. Estamos pagando con un año y medio de retraso. Esto también arruina a las empresas”. Se han registrado protestas por parte de los trabajadores de limpieza, y el rector no descarta tener que reducir la frecuencia de limpieza, “lo que provocará más paro en las contratas”.
“En las nóminas de junio”, continúa, “hemos tenido que aplazar el pago del IRPF y de la Seguridad Social”.
Efectos
“Estamos siguiendo el ejemplo opuesto a países como Israel, Suecia o Alemania, que en plena crisis apostaron por invertir en la universidad”, afirman. Carrillo Menéndez destaca un dato aportado por el rector de la Carlos III, Daniel Peña: “Los países europeos que menos invierten en universidad son Grecia, Irlanda, Italia, Portugal y España, los mismos que han recibido rescates financieros”.
Esto, advierte Encina González, tendrá efectos a largo plazo. “Calculamos que el impacto de la crisis durará en la universidad de 10 a 15 años”. “Es una regresión enorme, una generación perdida”, agrega Contreras.

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