Sobre el ministro de educacion de España
Mayo 28, 2012

Un ministro demasiado ácido
Wert es el miembro menos valorado del Gobierno a pesar de ser un experto en imagen política
Es brillante, soberbio y excesivamente irónico
LUIS GÓMEZ, El Pais, Madrid 26 MAY 2012 – 17:44 CET218
Quienes han conocido a José Ignacio Wert (Madrid, 1950) el tiempo suficiente como para distinguir a ciencia cierta que detrás de su soberbia habita una mente brillante e ingeniosa, se han estado preguntando todo este tiempo cuánto puede durar como ministro de Educación. Dueño de una lengua viperina, afilada en cientos de tertulias, extremadamente mordaz, impertinente, provocador, también exhibicionista y arrogante, no parece ser el perfil idóneo de un político profesional para un ministerio con “tanto obispo” como el de Educación. De tal forma que, cuando acaeció el episodio del plante de los rectores al ministro, nunca antes sucedido, pocos de sus conocidos se extrañaron. “Los trató como a una chusma”, coinciden en afirmar varios encuestados. “José Ignacio no tiene habilidades sociales”, concluyen.
No se puede decir que Wert no tenga experiencia política, pero sí que fue breve y data de los primeros años de la Transición, cuando llegó a ser concejal en Madrid y diputado por A Coruña en las filas del PDP (Partido Demócrata Popular) y luego de Coalición Popular, una coalición nacida de las ruinas de la UCD con elementos democratacristianos sumados a las huestes de Alianza Popular. Hay quien le recuerda haciendo campaña en gallego, lengua que aprendió en pocas sesiones, cualidad ésta que nadie le discute: la de su facilidad para hablar idiomas (algunas fuentes señalan que con seis idiomas es el ministro más políglota del Gobierno) o para informarse plenamente de una cuestión en muy breve tiempo.
Aprende idiomas en pocas sesiones y se forma a fondo en cada tema
Desde entonces, su actividad ha estado ligada al sector privado donde se ha podido desempeñar con libertad, sin las ataduras de la disciplina de partido: ha estado en RTVE, inauguró el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas), convirtió Demoscopia (una pequeña agencia de encuestas nacida al amparo de EL PAÍS) en una gran empresa, estuvo en Sofres sumando audiencias, ha trabajado para el BBVA como jefe de gabinete del presidente Francisco González y, solo muy recientemente, comenzó a probar fortuna como consultor independiente y, sobre todo, como tertuliano. Esta última etapa es la menos transparente de su carrera: nadie sabe muy bien cómo acabó su relación con el presidente del BBVA porque, a raíz de su marcha, estuvo dos años casi desaparecido. Como consultor parece que encandiló a Rajoy.
Se ganó gran prestigio como profesional y un estilo como comunicador, virtudes interesantes para la empresa o el plató, pero no necesariamente útiles para ejercer en un ministerio. Buen conferenciante y excelente articulista, capaz de opinar sobre todo, incluido el fútbol, una pasión que ejerce desde el madridismo. En este terreno, creó para la posteridad el término “anorexia patriótica” para explicar los fracasos de la selección española: la teoría Wert concluía que era debido a que determinados jugadores sufrían un déficit patriótico que les llevaba a no meter el pie. Desgraciadamente, los éxitos en la Eurocopa y el Mundial, con un fútbol donde no hacía falta meter el pie sino tocarla, dejaron en entredicho su teoría. Como conferenciante era muy celebrado. Nunca dejaba indiferente, como el título de una de sus conferencias: “No le contéis a mi madre que hago encuestas políticas. Ella cree aún que soy pianista en un burdel”.
Wert llegó al Ministerio de Educación solo. Sin equipo. ¿Un acto de prepotencia? No lo parece: Wert fue un nombramiento de última hora. Su nombre siempre estuvo ligado para la presidencia de RTVE, tanto en tiempos de Zapatero como de Rajoy. Todos los altos cargos se los puso el partido, de tal forma que uno de los primeros percances surgió sin su intervención. Un director general, Xavier Gisbert, provocó un atisbo de insumisión de Esperanza Aguirre a consecuencia de la contratación de profesores nativos de inglés. El conflicto se solventó de un plumazo con la marcha del alto cargo “por motivos personales” y su exilio a la embajada de Washington.
Se ganó prestigio como profesional y por comunicador
A su llegada al ministerio se condujo con un lenguaje coloquial y campechano, con un talante muy abierto en las formas como para romper con la rigidez del ministerio, muy diferente a su comportamiento en las empresas privadas, donde se le recuerdan sus gritos a las secretarias y su exceso de mordacidad. Demasiado suelto en el lenguaje, comenzó a lanzar frases con el ánimo de provocar titulares y algunos se le vinieron en contra. Así fue cuando afirmó que los problemas educativos en Ceuta y Melilla se debían a “la avalancha de población, básicamente marroquí, que acude a beneficiarse de esa educación obligatoria y gratuita que se les facilita”, cuando los usuarios musulmanes de la educación no son marroquíes sino españoles. Afirmó también, para estupor del sector, que la educación infantil en España es “más asistencial que educativa”. “No puede ser que al empollón se le considere un friqui”, dijo en una entrevista. Esa tendencia a la frase ingeniosa no ha caído bien y le ha ocasionado algunos percances, en algunos casos porque su equipo no le proporcionó los datos correctos o porque le falló la memoria. Así fue cuando dijo que “en España hay 79 universidades mientras en California, con la misma población, solo hay 10”, cuando en California hay 146. También confundió un libro de texto con un ensayo para criticar la asignatura de Educación para la Ciudadanía.
Su forma de ser le ha jugado una mala pasada, sostienen sus conocidos. Un ministro no puede ser irónico o brillante en cada declaración. “No quiso ser respetuoso con los rectores en el orden del día de la reunión y eso provocó el conflicto”, dijo una fuente del ministerio. “Para ser un profesional de las audiencias, lo sucedido es un golpe a su orgullo: es el ministro menos valorado del Gobierno y él solo provocó un conflicto que tuvo más repercusión mediática que toda una jornada de huelga. Fue un error garrafal que tiene al partido muy preocupado”.
Sus interlocutores en las últimas fechas no se han formado todavía una opinión muy sólida del ministro, pero concuerdan en apuntar su poca sensibilidad hacia el sector y su desconocimiento de los problemas de la Educación. Así lo manifiesta gente como José Campos, de CC OO, y Carlos López, de UGT. “No hemos podido reunirnos con él salvo en una ocasión y fue para exponernos los recortes sin dejarnos hablar. Lo primero que pienso es que no parece un hombre capaz de generar consenso”, dice López, que añade: “Tiene demasiados frentes abiertos”. Campos, por su parte, ha tenido varias reuniones con él. Reconoce un trato afable pero “poca cintura” en el ministro: “No podría acusarle de prepotente, pero sí de poco flexible. No es dialogante”.


La Universidad, incendiada
Decenas de consejos de gobierno, claustros y decanos aprueban textos en contra de los recortes Los rectores ven medidas “inaplicables” en la reforma
SUSANA PÉREZ DE PABLOS, El Pais, Madrid 26 MAY 2012 – 20:03 CET49
La Universidad está incendiada. Y no son solo los rectores. Los máximos responsables de la educación superior española decidieron unánimemente plantar al Gobierno el pasado miércoles y no acudir a la reunión del Consejo de Universidades. Además, buena parte de sus consejos de gobierno y claustros e incluso, algunos decanos de las facultades han aprobado comunicados en contra del real decreto ley aprobado por el Ejecutivo y ratificado por el Parlamento el pasado día 17.
No es una guerra entre los rectores y el ministro de Educación, José Ignacio Wert. La indignación de los representantes universitarios está centrada en su oposición a las “medidas urgentes de racionalización del gasto público” que incluye el real decreto, especialmente por la combinación explosiva que supone la subida de las tasas que pagan los estudiantes ligada al recorte de las becas.
La de los rectores tiene que ver, además, con las formas. Wert no había convocado al Consejo de Universidades desde su nombramiento en diciembre; nadie les informó de las medidas ni les pidió su opinión; el real decreto ley contiene medidas “inaplicables”, según las universidades, e incluso incorrectas —por ejemplo, mide la docencia del profesorado por los créditos (llamados ECTS) que señala la legislación en toda la UE para el alumnado—, creando un gran desconcierto, tanto académico como organizativo, y el Ejecutivo aprobó esta reforma y acto seguido la llevó por la vía urgente al Parlamento, por lo que impidió que se presentaran enmiendas. Se aprobó solo con los votos del Grupo Popular.
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Wert acepta ahora convocar a los rectores para analizar el decreto de recortes
No ha habido margen ni al consenso ni al diálogo. “La intranquilidad en la que está sumida la Universidad es nefasta, la incertidumbre sobre la forma de aplicar algunas medidas de la reforma está provocando además que seamos ineficientes en las programaciones y esta situación, unida a la inquietud por los puestos de trabajo de los docentes, las becas de los alumnos y el precio de las matrículas el próximo curso hace que el estado de ánimo sea pésimo”, explica la presidenta de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) y rectora de Málaga, Adelaida de la Calle. Esta organización pidió una reunión extraordinaria del Consejo de Universidades (obligatoria si se solicita de forma representativa, según sus estatutos) y no recibió respuesta del Ejecutivo. Les convocó a mediados de semana sin incluir en el orden del día el tratamiento del principal problema que tiene ahora la educación española, la reforma del Gobierno.
Este periódico ha intentado sin éxito recabar la opinión del Ministerio de Educación. A falta de declaraciones directas, la única manifestación pública al respecto es la de Wert justo después del plante. El ministro manifestó su “infinita sorpresa” por la decisión de los rectores, y, aquel día, insistió en que estaba abierto al diálogo, pero no a la negociación. Los decretos leyes “los aprueba el Gobierno y los convalida el Parlamento”, concluyó. Por eso, con la norma ya aprobada, no tenía sentido un debate, lo que no quitaba que hubiera aclaraciones, manifestaron fuentes de Educación, que dieron por seguro que el tema de los recortes iba a tratarse en la reunión.
El ministro se preguntó incluso si los rectores “están a la altura” de la situación actual, pues su comportamiento no se “justifica” frente a la “actitud de diálogo y disponibilidad” del ministerio. Dos días después, Educación anunció que habría una reunión para tratar los recortes.
Ese era precisamente uno de los requisitos de los rectores, indica De la Calle. En su universidad, los decanos y directores de los centros universitarios han aprobado una declaración contra los recortes.
Los profesores no saben cuál va a ser su destino el próximo curso
El rector de otra gran universidad español, la de Barcelona, Dídac Ramírez, va más allá: “Todas las universidades están muy preocupadas porque nos podemos encontrar con que, con la subida de tasas y la dura situación económica de muchas familias, muchos estudiantes no se matriculen porque no les llega el dinero y porque no pueden acceder a una beca. Yo no quiero que nadie con capacidad y mérito se quede fuera de la universidad por falta de medios”, sentencia. “Además, no sabemos nada de cómo se ha hecho esto, si hay un estudio sobre la repercusión de las medidas”.
“En la CRUE eramos partidarios de que pasara un trámite parlamentario, no porque no tenga derecho a legislar, sino para introducir modificaciones que subsanaran las deficiencias técnicas de esta reforma. La incertidumbre que se ha generado es inmensa y el ambiente ya es explosivo”, afirma Ramírez. El Consejo de Gobierno de la Universidad de Barcelona aprobó un comunicado el pasado día 8 contra el real decreto.
El rector de la Complutense, José Carrillo, añade otro aspecto: “El decreto contiene elementos de ajuste del control financiero que busca una mayor intervención de la universidad pública”. Carrillo califica la actitud de Wert de “ninguneo” del sistema universitario, “al ignorarlo y criticarlo, cuando en 35 años hemos conseguido construir un sistema público, con sus deficientes y necesidades”. “Wert está adoptando un modelo basado en el británico, que apuesta por tasas muy altas cuando ya se ha visto allí que el 59% de los estudiantes que están acabando sus estudios ahora no podrían haberlos iniciado por las malas condiciones económicas en las que están sus familias”, concluye Carrillo.
Los rectores querían debatir el decreto de los recortes
El claustro de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona ha acordado la creación de “una comisión de estudio que analice si el decreto ley del Gobierno y la ley de presupuestos catalana están invadiendo la autonomía universitaria, ya que afectan a cuestiones laborales, retributivas y acuerdos adoptados por la universidad”. Lo explica su rector, Francesc Xavier Grau: “Se están acordando recortes amparados por el estado de excepción por la crisis y no se trata de discutir las medidas sino de ver si están justificadas y ajustadas a ley”, señala.
Maniobras de acercamiento
El ministro de Educación, José Ignacio Wert, ha intentado reconstruir el diálogo con los rectores y estos recibieron el viernes pasado la convocatoria de un Consejo de Universidades ordinario para el viernes próximo. En principio, tampoco se tratará en esa reunión el asunto de los recortes en la Universidad, que incluye temas tan importantes como el recorte de las becas, el aumento de las tasas de los alumnos y el de horas lectivas. Pero en la carta, el Ejecutivo se compromete a convocar otro consejo extraordinario sobre estos asuntos. Después de conocerse la noticia de la nueva convocatoria, la secretaria de Estado de Educación, Montserrat Gomendio, insistió en esa idea. Según ella, el Ministerio de Educación va a enviar a los dirigentes universitarios una carta para reunirles “en las próximas semanas” en un consejo extraordinario para debatir el decreto de ajustes. “La situación del miércoles fue desafortunada. No hubo falta de diálogo por parte del ministerio y los rectores optaron por no acudir”, afirmó Gomendio.
No es la única rectificación del departamento de Wert. En una reunión la semana pasada con la Conferencia Sectorial de Educación, donde están representadas las comunidades autónomas, ya que la educación es una competencia transferida, Wert indicó que estaba dispuesto a introducir algunos cambios en otra de sus medidas estrellas: la desaparición de la asignatura de Educación para la Ciudadanía y su reformulación en otra. La cesión, de gran calado por su significado, es que en contra del borrador que preparaba el ministerio, de la nueva asignatura se eliminará el rechazo a los “nacionalismos excluyentes”.

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