Más sobre resultados de INICIA-2011
Mayo 11, 2012

Captura de pantalla 2012-05-11 a la(s) 16.09.51.png Diversas opiniones expertas y editoriales de los principales periódicos sobre los resultados de la prueba INICIA 2011
Ver resultados informados por el MINEDUC aquípdfIcon_24.png 1,2 MB
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Mal resultado de los docentes
El Mercurio, opinión editorial, 11 de mayo de 2012
Un examen a los egresados de las carreras de pedagogía básica de 49 universidades y centros de estudios superiores arrojó resultados francamente insuficientes. La prueba tiene un carácter voluntario y sólo se ha informado en detalle de aquellas instituciones que pudieron presentar a 12 o más egresados. En conjunto, el 42 por ciento de los futuros profesores no alcanza el mínimo en cuanto a conocimientos pedagógicos, y un asombroso 69 por ciento no alcanza tampoco el mínimo en conocimientos disciplinarios de las materias que van a enseñar a los alumnos. Si se considera que se trata de lo que debe aprender un niño menor de 12 años, el desconocimiento de los futuros docentes es doblemente inquietante, pues se esperaría que esas materias las supiera todo alumno que egresa de la enseñanza media y, por cierto, todo universitario.
Este lamentable resultado, sin embargo, no debiera sorprender a nadie, pues ya existían antecedentes muy serios del bajo nivel de preparación de los egresados de las escuelas de educación chilenas. Entre 2007 y 2008, una prestigiosa organización internacional que evalúa la educación en varios países examinó los conocimientos matemáticos y pedagógicos de los futuros profesores en 16 países. El rendimiento de los alumnos nacionales mal podría ser peor. Entre quienes egresaban para enseñar a los niños del segundo ciclo de educación básica, por ejemplo, Chile ocupaba el último lugar, aunque participaban países pobres, con ingresos muy inferiores a los nuestros.
La inquietud social por la calidad de la educación aparece crecientemente respaldada por las mediciones más serias. Reflejan ellas una deficiencia profunda, no explicable por ninguna medida específica adoptada por algún gobierno, sino más bien por la baja prioridad que la sociedad chilena le ha dado a la educación. Bajos salarios a los profesores, malos puntajes de ingreso a las carreras pedagógicas, prestigio social disminuido y, dentro de las universidades, poco respeto académico por las disciplinas educacionales, son todos indicios de una baja valoración social de la educación. No obstante, esto parece estar cambiando, y hoy todos los sectores sociales y políticos afirman que le otorgarán primera prioridad al tema.
Con todo, los avances han sido lentos, pero no menores, pues entre el año 2000 y 2009 fue el país que más avanzó en los exámenes de capacidad lectora de los estudiantes y quedó situado, junto a Uruguay, como uno de los mejores en América Latina. Por cierto, las comparaciones con los países de la OCDE no son favorables para Chile, ya que nuestro nivel está aún muy por debajo de los países desarrollados.
Junto a estos avances alentadores, que suelen quedar en el olvido, otras señales son muy decepcionantes. En 2006 se instituyó un sistema nacional de aseguramiento de la calidad en la educación superior, para lo cual se establecían procesos de acreditación como el instrumento para garantizar a los estudiantes una buena formación. No obstante, las facultades de Educación cuyos resultados se han revelado desastrosos no tuvieron dificultades para lograr su acreditación, con lo cual han dejado al sistema en tela de juicio. Incluso se observa un plantel que no logró que ninguno de sus egresados llegara al mínimo, pero había obtenido una acreditación por cuatro años.
El país ha tomado conciencia de la importancia de la educación, así como de sus deficiencias mayores. Las soluciones no siempre han dado resultados y -lo que parece agravar las circunstancias actuales- el interés por aprovechar políticamente el descontento social conspira contra la búsqueda de acuerdos sólidos y técnicamente bien diseñados. En la historia de Chile, misiones extranjeras tuvieron notable participación en el mejoramiento de nuestras instituciones educacionales, y quizá sea el momento de buscar una asesoría técnica de la mayor jerarquía, que pueda pasar por sobre las diferencias políticas.
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Volver al INICIA
posteado por: Claudia Peirano, El Post, 11 de mayo de 2012
Los resultados de la Prueba INICIA confirman los antecedes que entregaron las mediciones anteriores para una mayor cantidad de universidades y egresados de carreras de pedagogía. La mayor parte de los nuevos profesores va a ir a hacer clases sin tener dominio básico de las materias que tienen que enseñar, el 63% no presenta un buen nivel de habilidades de comunicación escrita y el 42% no ha desarrollado las competencias necesarias para hacer un buen uso de la tecnología.
INICIA también reporta una información muy importante: que las universidades no están agregando valor a la formación de sus estudiantes. Los resultados en la prueba están directamente relacionados con los puntajes de la PSU, lo que puede ser considerado como una buena medición de habilidades, conocimientos y formación general de los egresados de educación media.
No es tan evidente que tengamos buenas o malas universidades. En gran medida, tenemos universidades con mayor o menor capacidad para atraer buenos estudiantes en la carrera más masiva del sistema de educación superior y que, por lo tanto, presentan una alta dispersión de perfiles de ingreso.
¿Qué hacer?
Definitivamente, no considero justo transformar la Prueba INICIA en un sistema habilitante para poder trabajar en el sistema escolar. Esto implicaría traspasarle el costo de la mala formación a los estudiantes (una carrera perdida, desempleo y endeudamiento) y confiar una vez más en que el mercado va a regular la oferta escolar cuando ya sabemos que esto no ocurre.
Probablemente funcione un conjunto de medidas de oferta y demanda que permitan hacer la profesión docente más atractiva para los mejores estudiantes y que restrinja las posibilidades de estudio en condiciones precarizadas.
Para una carrera interesante, en primer lugar, debe estar la vocación, pero luego están las condiciones laborales: un sueldo y condiciones de trabajo competitivas con las otras alternativas disponibles. El proyecto de carrera docente recién presentado está en esa línea, pero no es claro que los montos de sueldo terminen siendo similares a las trayectorias salariales de las carreras más demandadas en el país. Tampoco es claro que una carrera pre-definida por ley sobre la base de algoritmos de asignaciones y con mecanismos de promoción que son complejos, sea una opción atractiva para jóvenes talentosos. Dado que el sueldo de más del 90% de los profesores lo paga el Estado, ya sea por asignaciones directas o vía subvención, tener un sistema con mayores rentas es básicamente un problema de recursos públicos a largo plazo. ¿Cuánto está el país dispuesto a invertir en tener un cuerpo de profesores de excelencia en los próximos años?
Las restricciones a la oferta son más complejas de definir. Una alternativa es imponer requisitos de entrada a las carreras de educación, que podría ser puntaje PSU mínimo u otras exigencias específicas. Otra alternativa es cerrar las carreras que no logren tener resultados satisfactorios en INICIA por un período de tres años, por ejemplo. Esta opción es equivalente a tener un sistema de acreditación basado en resultados y no en los recursos humanos y físicos con que cuenta la universidad.
En ambos casos, se verían afectadas las universidades que tienen menor capacidad de atraer buenos estudiantes y de agregar valor a sus alumnos.
De manera complementaria, creo que el Estado debiera apoyar a las instituciones que logran tener buenos resultados para ampliar su capacidad y apoyar especialmente a las que logran potenciar las habilidades y conocimientos de los estudiantes que reciben, con el fin de asegurar una formación de docentes de alta calidad a nivel nacional.
Si el país emprende una estrategia seria por mejorar la calidad de los profesores deberá, necesariamente, incrementar sustantivamente los recursos que puedan destinarse a sueldos y al apoyo de las universidades más eficientes, así como tener atribuciones para detener proyectos de mala calidad. De lo contrario, seguiremos volviendo a los malos resultados de INICIA año tras año.
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Resultados inicia
posteado por: Soledad Concha, El Post, 11 de mayo de 2012
Lo que intento es introducir un poco de moderación frente a las reacciones estrepitosas generadas por los resultados de la prueba INICIA. Pongámonos de acuerdo. La formación inicial docente es absolutamente clave para mejorar la calidad de la educación de nuestro país, por el efecto multiplicador de la enseñanza que entrega cada docente a miles de niños que pasan por su sala año tras año. Si las facultades de educación no logran formar buenos profesores, el sistema entero cae y con él las oportunidades de aprender y de progresar de nuestros niños.
Una prueba de habilitación como INICIA tiene el potencial de mejorar las carreras de formación de profesores, no obstante su fin indirecto es evaluar la calidad de estas instituciones. Lo anterior se debe a que la selección de saberes que esta prueba incluya en sus escalas puede determinar curricularmente a las carreras de Educación. En otras palabras, lo que INICIA mida será lo que las carreras tratarán de enseñar a sus estudiantes, si lo que quieren es que se desempeñen exitosamente en la prueba.
No solo por su influencia curricular en las carreras de Educación, sino sobre todo por el enorme impacto que generan sus resultados en la opinión pública, la prueba INICIA tiene el deber de ser un instrumento que mida exactamente aquellos conocimientos que predicen la enseñanza de calidad. De lo contrario, corremos el riesgo de originar una vez más una sensación generalizada de descontento y desconfianza respecto de la calidad de la educación nacional (en este caso de las instituciones formadoras de profesores), en vano.
Respecto de la relación entre lo que la prueba mide y lo que debería medir, hay al menos una zona oscura. Primero, se trata de un instrumento construido entre cuatro paredes, sin consultar a los especialistas en formación de profesores. Segundo, esta prueba aún no ha sido sistemáticamente adaptada a los Estándares de Formación Inicial Docente elaborados por formadores de profesores de todo el país, en el marco de un proyecto de largo aliento propuesto y financiado durante la administración Bachelet. Tercero, las escalas actualmente en aplicación dejan fuera un tipo de saber clave para la enseñanza que es cómo se enseña específicamente cada asignatura.
Dada la variabilidad en los resultados dados a conocer hace unos días, parecería que el instrumento está bien construido en el sentido de que logra discriminar entre el desempeño de los distintos egresados: hay desempeños buenos, medianos y malos. Este dato, sin embargo, no asegura a la ciudadanía que el desempeño en la prueba prediga la enseñanza de calidad, o que las preguntas de la prueba sean las más relevantes. Es urgente entonces transparentar sus procedimientos de construcción y sus contenidos para prevenir que las universidades empiecen a preparar a sus estudiantes para rendir una prueba que no contribuya a mejorar la calidad de la enseñanza en el sistema escolar.
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Lo que mal INICIA, puede mejorar
Mirentxu Anaya, Directora Políticas Educativas Educación 2020, El Mostrador, 11 de mayo de 2012
Los resultados de la prueba INICIA señalan que un gran número de profesores egresan de las carreras de pedagogía sin los conocimientos suficientes para enseñar. Como actualmente la prueba es voluntaria, quién sabe cuánto saben los alumnos de las universidades que prefirieron no dar el examen. Ahora ojo, no se puede atribuir a esta prueba la capacidad de revelar todo lo que sabe un profesor antes de ejercer. Hay expertos que señalan que la buena respuesta de la prueba, no garantiza que ese estudiante ejecute bien ese conocimiento en el aula. Por otro lado, un profesor que salió mal evaluado por no haber memorizado ciertos contenidos, podría hacer perfectamente una clase motivadora y con resultados con insumos de apoyo a mano.
Más allá de la validez de la prueba para predecir buena enseñanza, INICIA debiera por sobre todo hacernos reflexionar sobre la importancia de la calidad docente y su impacto en la vida de los estudiantes. Si profesores que no saben hacer clases fueran médicos, ¿usted se dejaría operar por ellos? Probablemente no. En la misma lógica no tiene mucho sentido que nuestros hijos estén en colegios que les hacen creer que aprenden pero están horas sentados frente a docentes que no saben enseñar. Es la vida de los niños la que está en juego. No podemos no darles los aprendizajes que los ayuda a enfrentar el presente y los prepara para el futuro. No los podemos abandonar y estafar desde tan chiquitos. Esta una responsabilidad compartida de un sistema educativo, que entre varias falencias, no está capacitando seriamente a los profesores.
La calidad del docente depende de la formación que recibe, tanto de la inicial como de la continua. Con respecto a la primera, y siguiendo con la línea de las estafas, muchas universidades impartiendo carreras de pedagogía sin preparar a sus estudiantes para enseñar. La gran y urgente medida es la regulación y las sanciones a instituciones cuyos estudiantes no pasan la prueba. Eso es una preocupación del Ministro quien anunció que viene un proyecto de ley al respecto. Pero conocemos los tiempos que tienen las propuestas y las discusiones parlamentarias para dar a luz las leyes y luego implementarlas. ¿Será un año, serán dos?
¿Y mientras tanto qué hacemos? En este mismo momento en que usted lee este artículo hay un niño sentado en la sala de clases, con grandes ojos mirando al frente, y con la guata un poco apretada porque no está entendiendo “al profe” que habla muy enredado, que “queda pillo” con algunas preguntas, que explica sólo una vez y que pone ejemplos lejanos y aburridos.
Desde esta imagen, que se basa en observaciones reales de distintas aulas de nuestro país, el tema inmediato a abordar es la formación continua, es decir, la formación que reciben los docentes en actual ejercicio y los que empezaran a enseñar próximamente. Esto es fundamental tanto para los que tuvieron buenos como malos resultados en INICIA pues no tiene que ver con un castigo de reforzamiento sino con la profesionalización de la carrera docente.
Nos preocupa lo ausente que ha estado el tema de la formación continua en las discusiones y propuestas del Gobierno, no incluyéndolo, por ejemplo, dentro del proyecto de ley de carrera docente. Se ha puesto énfasis en la lógica del castigo: “No sabes, no ejerces”, “no sabes, te echo”. Este es un mensaje de abandono a los docentes y de pocas expectativas frente a su potencial de aprendizaje, su conocimiento y su experiencia.
Las políticas educativas en esta línea debieran abordar al menos dos elementos que nos parecen relevantes.
Lo primero es fiscalizar rigurosamente los programas de apoyo pedagógico que reciben los docentes. Hoy en día se está gastando mucho dinero en capacitación desde las asistencias técnicas educativas. ¿Pero cómo se monitorea la calidad de las instituciones y organismos involucrados? ¿Cómo se evalúa el impacto de las formaciones? Hay poca evaluación de cuan pertinentes son estos programas para los docentes, cuánto sentido les hacen, la calidad de sus profesores y de las metodologías que usan y en último término de cuanto están ayudando realmente a mejorar los procesos pedagógicos de los profesores y mejorando los aprendizajes de los niños. El gran protagonista de esto es el Centro de Perfeccionamiento Docente del Mineduc.
Lo segundo es que es necesario promover fuertemente y con políticas de gobierno, la formación continua entre pares. Aquella en que los propios docentes son tutores de sus colegas, donde se aprende en terreno, donde se trabaja colaborativamente con las esuelas vecinas para aprender sobre sus procesos pedagógicos. El DAEM de Quillota acaba de realizar una feria de buenas prácticas con sus 20 escuelas. Fui testigo de una jornada donde 400 profesores olvidaron por un rato la lógica competitiva de nuestro modelo y tuvieron permiso para colaborar con el otro. Abrir las puertas a mostrar sus prácticas exitosas y aprender de sus colegas. Escuchar la creatividad de buenos profesores, sentir como el compromiso de los más entusiastas moviliza y perfecciona el quehacer pedagógico.
Las regulaciones y flexibilidades laborales son necesarias pero deben ser acompañadas de políticas donde estimulemos seriamente el perfeccionamiento entre docentes y aquel entregado por otros. Esto, por la vida de muchos niños que mientras leemos estas líneas se encuentran aprendiendo en el patio o en sala de clases de alguno de nuestros colegios.

Resultados de prueba Inicia y calidad de educación superior
No se puede arriesgar el futuro de los alumnos con mecanismos de acreditación o de asignación de recursos que protegen intereses y amparan ineficiencias.
La Tercera, opinión editorial, 11/05/2012 – 04:00
LOS RESULTADOS de la prueba Inicia, que mide la calificación de los egresados de Pedagogía, constituyen una prueba de los efectos de políticas erradas en educación superior. Muchas instituciones formadoras de profesores han estado titulando, mayoritariamente, a personas sin conocimientos mínimos. Siendo tan importante la calidad de la educación para el progreso económico y social del país, el fracaso en la formación de profesores es de la mayor gravedad. Más grave aún es que esta falta de calidad puede entenderse como una falencia que se extiende más allá de las pedagogías.
Se constata así que la acreditación estatal de programas y carreras no garantiza una experiencia útil para quienes cursan los estudios. Desde luego, la acreditación no asegura calidad en términos absolutos, sino más bien la adecuación entre objetivos y medidas para alcanzarlos en los programas examinados. También, descansa en indicadores de recursos involucrados, infraestructura, profesores con posgrado y otras medidas que no necesariamente aseguran calidad en los resultados. Los alumnos, por el contrario, han mostrado ser capaces de ir más allá de las indicaciones oficiales al definir dónde estudiar, lo que se refleja en una correlación positiva entre el puntaje en pruebas de admisión requerido para ingresar a las carreras y la calidad efectiva -en términos de resultados académicos y formación profesional posibles de lograr- de las mismas. Así, se observa que los puntajes requeridos para ser admitido en carreras cuya calidad relativa está fuera de duda son elevados, y la consecuencia indirecta es que el Aporte Fiscal Indirecto (AFI), entregado a las universidades que atraen a los mejores postulantes, tiende a concentrarse en las instituciones de mayor calidad relativa en el sistema. Este interés y capacidad de los alumnos para identificar calidad en los programas genera una guía valiosa y un instrumento poderoso para asignar recursos públicos a la educación superior.
El sistema de educación superior chileno debe superar sus actuales deficiencias de calidad. Es imperioso que los recursos que el Estado destina a él no continúen canalizándose por vías que han probado ser ineficaces, como los aportes directos o asociados a compromisos formales de desempeño, basados en el carácter público o privado de las instituciones, o en un supuesto sello de calidad en la forma de acreditación oficial. La capacidad de los alumnos de identificar los programas de mayor calidad, que se refleja en el funcionamiento del AFI, indica que el apoyo a entidades según la selección de los estudiantes es una mejor forma de allegar recursos a la educación superior.
El Estado no puede continuar arriesgando el futuro de los alumnos, ni las posibilidades de desarrollo del país, con mecanismos burocráticos de acreditación o de asignación de recursos que protegen intereses y amparan ineficiencias. Sería importante que la evidencia aportada por la prueba Inicia se refleje en la asignación de recursos para formación de profesores ligada a la elección entre las alternativas de formación en Pedagogía de los alumnos con mejores puntajes. Parece muy riesgosa la propuesta oficial de insistir en aportar recursos a cambio de compromisos específicos de desempeño, prescindiendo de elementos que induzcan competencia en esta área de la educación superior
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Prueba Inicia: Ver más allá de la superficie
11 de mayo de 2012 – 00:05 | Por: Hernán Rodríguez | El Dinamo
Insisto, tal como lo dije antes: la desinformación que se tiene de la Prueba Inicia por los alumnos de último año de Pedagogía es espantosa. Ese es el fondo del asunto.
Debo reconocer que como muchos chilenos que leímos la noticia de los resultados de la Prueba Inicia en un principio, me quedé como se dice coloquialmente “de una teja”.
Esto porque los resultados son nefastos a primera vista y dejan en evidencia falencias notorias en la formación de profesores y las consecuencias de tener profesores no aptos para su desempeño. Pero un personaje de cómic llamado Batman y un personaje de literatura como Sherlock Holmes me enseñaron a no quedarme con los datos superficiales, sino que ver más allá el trasfondo de esto. Y la verdad es que acá la realidad es aun más complicada de lo que se ve.
No voy a justificar que un recién egresado no sepa que la luz solar sea una energía fundamental para poder vivir, como vi en un noticiario como justificación a lo mal que le había ido a los recién egresados de Pedagogía. Es algo tan de cultura general que no tiene justificación. Pero lo que realmente me preocupa no es eso, sino el tema de los conocimientos disciplinarios generales, donde los puntajes quedaron muy al debe.
Esto significa que los profesores nuevos no tienen idea de su marco curricular, las leyes y reformas llamadas “pilares de la educación”, tales como la JEC, la reforma curricular, el desarrollo de la carrera docente y los planes de mejoramiento e innovación pedagógica. En otras palabras, el recién egresado va directamente a los leones, sin experiencias previas y normalmente en un colegio de escasos recursos con sostenedores que con suerte saben llevar sus cuentas, y lo peor de todo: sin siquiera saber el propósito de la educación en Chile.
Pero acá es donde empecé a mirar con más detalle el asunto. Si miramos el ranking de la Prueba de Conocimientos disciplinarios, tenemos a las tradicionales Universidad Católica y Universidad de Chile en las primeras, pero coincidencialmente ambas instituciones son las que están a cargo de las principales evaluaciones que se toman a nivel escolar (SIMCE, PSU y ¡oh cielos!, la Prueba Inicia), pero en la de mejor rendimiento, nada más y nada menos que la Universidad Finis Terrae con más del 65% de éxito en la prueba.
Después viene un grupo de universidades e institutos los cuales las diferencias entre ellas son casi marginales, es decir, están en un rango relativamente parejo, entre 45 y 50% de logro, para terminar con las instituciones que, a mi modo de ver las cosas, y siendo estrictos en el tema, no deberían impartir carreras de pedagogía.
¿Saben lo que quiere decir esto? Lo mismo que va a arrojar resultados como SIMCE y PSU en los colegios: hay buenos, regulares y malos. Pero los llamados “buenos” tienen dos ventajas sobre el montón. La primera es que arman la Prueba Inicia o tienen académicos que trabajan directamente en ella, por lo tanto, sus estudiantes saben lo que va a entrar en esa prueba, una ventaja por lo demás demasiado importante.
¿Porqué no le preguntan a los estudiantes que están en casas superiores que arrojan rendimientos entre el 45 y 55 por ciento, si sabían realmente qué contenidos o de qué se trataba la prueba Inicia? Sin dudas la respuesta va a ser que la amplia mayoría no tenía idea, incluso nadie. La desinformación que se tiene de la Prueba Inicia por los alumnos de último año de Pedagogía es espantosa.
El segundo punto tiene que ver con la desigualdad y la correlación prueba Inicia y PSU. Sí, tienen mucha relación entre sí. Pero seamos honestos: si un estudiante saca 700 puntos en la PSU, y estudia en una de las instituciones mejor rankeadas, ¿lo ven trabajando en una población vulnerable? ¿Lo ven haciendo patria en el sur de Chile, o en el inhóspito norte?.
Y por último, ¿se imaginan a ese estudiante pasar 5 años de su vida estudiando para ganar un sueldo de $350.000? Yo la verdad es que no. Lo cual quiere decir otra cosa: no por sacar un alto puntaje en la Prueba Inicia, el nuevo docente va a estar preparado o dispuesto a ciertas condiciones laborales y de sacrificio. Una persona que saque 450 puntos en la PSU o menos sí, ¿saben por qué? Porque esa gente la gran virtud que tiene es ser hijos del rigor, del trabajo, de no tener nada; y por sobre todo de algo que no todos tienen: vocación de ayudar.
Muchos dirán “hay gente que estudió Pedagogía porque no le dio para más”. Yo les digo: por esa cantidad de plata hay 30 carreras más que son diferentes a Pedagogía y que pagan mucho mejor y con menores sacrificios. El tema vocacional realmente es fundamental. Con 600 puntos para estudiar gratis no compras vocación, sino capital cultural. Y en esta carrera, junto con Medicina, el factor vocacional y de servicio es fundamental.
¿Quiere el Gobierno y los políticos mejores profesores? Si la respuesta es sí, pongan plata en la mesa para la Educación. Los buenos puntajes PSU no estudian Pedagogía lisa y llanamente porque la carrera es horriblemente mal pagada para el gasto emocional y cognitivo que tiene una persona en esa función. Un médico hace mal su trabajo y puede terminar con una vida. Un profesor que hace mal su trabajo puede terminar con la vida de 30 niños. Y si el árbol creció chueco, es muy difícil enderezarlo más adelante. La carrera de pedagogía es preciosa. Uno no sólo es profesor. A veces las hacemos de padres, tíos, amigos, consejeros, psicólogos, abogados…en fin. Hacemos de todo.
La Prueba Inicia en conclusión, sólo le saca una foto al pésimo sistema educativo que tenemos. ¿Soluciones a nivel de educación Superior? Homologar TODAS las mallas curriculares de cada institución que imparte la carrera de Pedagogía, sobre todo en los planes comunes. Hablar el mismo idioma, el mismo lenguaje, usar los mismos conceptos, y lo más importante, que se difundan los contenidos y la forma de la prueba entre los estudiantes del último año de la carrera de Pedagogía. Pero estoy seguro que la Universidad Católica y la Universidad de Chile no estarán de acuerdo con ello.
Es obvio, necesitan imperosamente ser los mejores o estar en los niveles más altos: es parte de su negocio. Porque la verdad, así como lo dije antes, muy pocos saben qué forma tiene ese instrumento de evaluación.
Insisto, tal como lo dije antes: la desinformación que se tiene de la Prueba Inicia por los alumnos de último año de Pedagogía es espantosa. Ese es el fondo del asunto.

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