Movimiento estudiantil: A un paso de consolidarse o de enterrarse políticamente
Observatorio de la Universidad, Colombia, 10 de noviembre de 2011
El anuncio del presidente Santos de retirar la propuesta de reforma a la Ley 30, radicada en el Congreso, es un indiscutible éxito para el Movimiento Estudiantil (en la foto algunos de sus líderes) que logró demostrar que el proyecto no respondía a la problemática real de la educación superior en Colombia, pero su actitud intransigente de continuar con el paro a pesar del anuncio del Gobierno puede ser un autogol que afecte la unidad del Movimiento y el respaldo de la opinión púiblica.
www.universidad.edu.co analiza el nuevo escenario post-fracaso de la reforma, así como los ganadores y perdedores.
Nov 10/11 La presión estudiantil pocas veces vista en el país y la amenaza de movilizaciones sociales acompañadas del respaldo de centrales obreras, la CUT, la USO, Fecode y los indígenes y otros muchos actores que hallan motivos para protestar, sumado al miedo de los congresistas a ser desacreditados por su actuación frente a la propuesta de reforma, llevaron al Presidente Santos a echar atrás el proyecto de reforma de la Ley 30, mismo que presentó como un hecho en marzo pasado cuando, en palabras de su ministra de Educación “iba porque iba” y frente al cual el primer mandatario había desestimado la protesta estudiantil al indicarle a María Fernanda Campo, tras la radicación del proyecto el pasado 24 de octubre en la Cámara de Representantes, que “adelante ministra, así haya protestas”.
Hoy el debate no es académico, sino político. Así lo han reconocido los mismos líderes que, muy hábilmente, señalan que es político porque la educación es estratégica y política para el país. Es más, pocas veces fue académico, porque se centró en una polarización de fuerzas. El Ministerio tratando de buscar aliados, que nunca tuvo, y los estudiantes que demostraron que pese a que los medios de comunicación tradicionales nunca analizaron detenidamente sus propuestas y motivos de protesta, hallaron en las redes sociales la mejor forma, alterna y en tiempo real, para mover miles de jóvenes y encontrar un fuerte respaldo en el Polo Democrático Alternativo, que supo hacer la bulla suficiente para asustar al Gobierno frente a las posibles consecuencias de la reforma.
El Gobierno ya había tenido que dar un primer reversazo cuando en la Mesa de Unidad Nacional se acordó retirar de la segunda versión del proyecto el tema de las universidades con ánimo de lucro, constituido en -tal vez- el más importante punto de conflicto. A pesar de ello, la posición de los estudiantes se mantuvo en su exigencia de que el proyecto radicado fuera retirado para sentarse a discutir una reforma, asumiéndose como los principales voceros de la comunidad académica del país.
El país amanece sin comprender exactamente la actitud de los estudiantes de continuar el paro universitario, pese al anuncio del Gobierno. Sus declaraciones luego de las del Presidente, de “ver para creer” en el sentido de sólo volverán a clases cuando realmente sea un hecho el retiro de la reforma, envían un mensaje de cuestionamiento y no credibilidad a la institucionalidad del Ejecutivo y del Legislativo, y de pretender constituirse en las únicas voces autorizadas para hablar sobre el tema en el país.
Deben ser estratégicos e inteligentes para actuar. Independientemente de los motivos que llevaron al Gobierno a anunciar el retiro del proyecto, y que políticamente es un claro revés para el presidente Santos, para la opinión pública el anuncio del primer mandatorio termina convirtiéndose en un gesto de escucha del Gobierno y en una preocupación porque realmente los estudiantes terminen su semestre académico, no se siga aumentando el paro y los estudiantes que ingresarán a primer semestre académico de 2012 efectivamente lo puedan hacer.
Probablemente, en medio de la emoción de las declaraciones y del que consideran triunfo de los estudiantes, de aprovechar el cuarto de hora mediático, y porque ya tenían organizada la infraestrcutura de las marchas con el apoyo de terceros y porque quieren prolongar unos días más las “vacaciones” del paro, el Movimiento Estudiantil debe actuar con cabeza fría y caer en cuenta que ahora el país voltea la mirada hacia ellos. “Lograron tumbar la reforma… ahora qué proponen ustedes”, pareciera ser el mensaje que se impondrá.
El país (la opinión pública) siempre se inclinó por lo que consideró “injusto” en una propuesta que, según sus palabras, privatizaría la educación, eliminaba los subsidios y no permitía que fuera gratis, que deterioraba la calidad de la formación e impediría que los colombianos llegaran a formarse en universidades de prestigio, entre otros aspectos. Estos eran mensajes claros que cualquier ciudadano desconocedor de la reforma (inclusive la masa de estudiantes y padres de familia) apoyaba sin problemas.
Al retirarse la propuesta, queda la sensación de que la tan criticada Ley 30 no es tan mala, y que el país ha ganado una batalla moral en defensa de la educación superior.
Pero, el Movimineto Estudiantil no puede llamarse a engaños. El país no respalda las otras peticiones del Movimiento Estudiantil. Replantear aspectos como conflicto interno, militarización, pasivo pensional, regalías, gasto militar, producto interno bruto y régimen minero, entre otras muchas solicitudes de los estudiantes, no hacen parte de lo que formalmente la opinión pública concibe como un conflicto educativo, y difícilmente podrá sostenerse en una plataforma ideológica como la que ha logrado el triunfo de este presente.
Pedir la imperativa desmilitarización de la universidad pública conlleva cuestionar la política de seguridad del Estado y pone a los estudiantes en términos judiciales y no académicos. Es tan desafortunado como las declaraciones de Piedad Córdoba (defensora acérrima del Movimiento) que llamó asesinato el operativo contra el máximo líder de la Farc, Alfonso Cano. Si la MANE dice que es responsabilidad del Estado garantizar la paz en las manifestaciones, también es responsabilidad del mismo evitar la violencia en las universidades.
Los estudiantes cierran la semana con el sartén por el mango, pero podrían quemarse los días siguientes si se mantienen en su posición radical de no volver a clases; sin contar con el riesgo que tendría el anuncio-amenaza del Gobierno de que si no vuelven el martes 15 de noviembre, reconsiderará su decisión y mantendrá el proyecto radicado y con mensaje de urgencia.
Los estudiantes deben creer en la institucionalidad y esperar que el mismo martes en la tarde las comisiones sextas de Senado y Cámara aprueben el retiro del proyecto.
El diálogo de igual a igual que piden con el gobierno nacional, para construir democráticamente un proyecto de reforma educativa, debe considerar el aporte de empresarios, rectores, analistas, egresados y las entidades técnicas del gobierno, y la MANE debe elaborar un serio y riguroso proceso de consulta interna para que sus representantes realmente se ratifiquen como tal y lleven argumentos académicos. Ahora deben pasar de las solicitudes políticas (educación gratuita, más universidades, no a las pruebas Saber Pro, re-examinar la acreditación….) a una propuesta fundamentada en estudios argumentados y confrontados con la realidad financiera del país. Al Programa Mínimo Estudiantil se le deben poner cifras y debe soportar un análisis crítico del gobierno y el resto de la comunidad académica.
De no actuar adecuadamente será el Gobierno quien pase cuenta de cobro al Movimiento Estudiantil; por ahora, recordará que además de la restricción financiera, el paro convocado por el movimiento estudiantil suma 10. 700 millones diarios a las pérdidas de la universidad pública, y que desde su inicio, en octubre pasado, el saldo rojo al 10 de noviembre es de, por lo menos, 280 mil 800 millones de pesos.
Ganadores y perdedores
El final de esta novela no está escrito. Los próximos acontecimientos moverán la balanza, pero con el nuevo y determinante capítulo del muy seguro retiro de la reforma, el inventario de ganadores y perdedores puede resumirse en:
Ganador 1: El Movimiento Estudiantil. Surgido sin planeación, fue tomando forma en torno de una idea y logró sacar adelante uno de sus principales propósitos, pese a la dificultad de consolidar cerca de 85 asociaciones distintas. Aunque no es claro su inventario real de integrantes, ideas, documentos y plataforma para el mediano y largo plazo, logró parar a todas las universidades públicas y poner en jaque al Gobierno.
Ganadora 2: La protesta social. Motivada por el Movimiento Estudiantil Chileno y la marcha mundial de Los Indignados, los estudiantes concretaron, tal vez, el más grande movimiento de protesta social en Colombia en los últimos años, después del rechazo masivo al secuestro de las Farc. El gobierno Santos ha experimentado los más altos índices de protestas sociales en el último año, y los estudiantes y sus familias constituyen un duro golpe a la favorabilidad del presidente. Después de 8 años del gobierno de Uribe, la protesta social cobra fuerza con un presidente más de centro, con el riesgo de que estas vías de hecho constituyan el mejor mecanismo de presión social.
Ganador 3: Francisco Piedrahíta, rector de ICESI. Indudablemente sus escritos en contra del ánimo de lucro fueron determinantes para justificar las posiciones de los contradictores de este tema, que fue el núcleo polémico de la reforma. Sin representar a alguien en particular, salvo la comunidad académica, fue la voz más razonada y valiosa en los argumentos contradictores.
Ganador 4: Febalprou. La Federación Nacional de Profesores Universitarios logró adherirse a la protesta de los estudiantes, sin representar la totalidad de los docentes universitarios y con un discurso tradicional de izquierda, se cobra el triunfo a su favor.
Ganador 5: El Partido Verde y los representantes Carlos Andrés Amaya y Angela María Robledo. Siempre lograron mantenerse en su posición en contra de la reforma, pese a que su colectividad adhirió a la Mesa de Unidad Nacional, que iba a apoyarla.
Amaya, autoproclamado defensor de la educación pública, y Robledo, alimentaron con sus permanentes mensajes de Twitter la protesta estudiantil. Ambos llegaron por primera vez al Congreso en esta legislatura y se encuentran en su cuarto de hora como representantes. Mientras que Robledo suma a la caída de la reforma la renuncia de la directora de Bienestar Familiar, Elvira Forero, gracias en parte al debate que le hizo la semana pasada, Carlos Andrés Amaya llegó luego de ser representante estudiantil en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Aunque falta tiempo para una nueva campaña, si logran canalizar la situación, deben estar pensando en aspirar al Senado en 2014, con el apoyo de los estudiantes.
Ganador 6: El Polo Democrático Alternativo y el representante Wilson Arias. Pese a ser minoría, la bancada del Polo se alineó para combatir explícitamente la reforma y todo lo que pudiera asimilarse como privatizador. El partido de Jorge Robledo y Alexánder López, entre otros, fue alimentado con las documentadas críticas del representante del Valle Wilson Arias, quien desde su amplio conocimiento de la historia y situación del Sena, logró acorralar a la ministra en varios debates.
Ganador 7: Profesor Leopoldo Münera. Docente de la Universidad Nacional de Colombia se constituyó en una sorpresiva carta oculta para los enemigos de la reforma. Su participación en la audiencia en contra de la misma confrontó airadamente y con cifras a la ministra, y su documento sobre el XYZ de la reforma, en contraposición con el ABC creado por el Gobierno fue un “bet seller” entre los estudiantes.
Ganador 8: El Congreso de La República. A pesar de las críticas de los estudiantes y del mismo Polo Democrático, y del recurrente silencio cómplice del mismo frente a la reforma, la decisión de la bancada del Partido de la U y del Partido Liberal de solicitar al presidente el retiro de la reforma, da un oxígeno al Legislativo como un escenario propio de la democracia que tiene la posibilidad de analizar razonadamente temas de esta complejidad. Algunos analistas consideran que detrás de la petición de la bancada de Gobierno está la mano del expresidente Alvaro Uribe, quien ya había manifestado reservas frente a la reforma, y quien probablemente también cobrará políticamente esta situación.
Perdedor 1: El Gobierno Nacional. Concretamente el presidente Santos, la ministra María Fernanda Campo y el viceministro Javier Botero Alvarez.
Para muchos analistas el presidente Santos, quien se ha caracterizado por su estilo conciliador, había traicionado ese estilo precisamente con la reforma a la educación superior. Su defensa acérrima del tema sorprendía, e independientemente de los motivos que argumente para echar atrás la reforma, políticamente es un fracaso.
El punto es que el resultado en este momento es que no hay proyecto y no hay agenda. Si desde un comienzo el gobierno hubiera participado a la comunidad académica y a los estudiantes de lo que proyectaba hacer, toda esta situación e incluso el debate sobre el ánimo de lucro hubieran tenido otro desenlace.
La ministra María Fernanda Campo, a quien ya se ve física y anímicamente agotada, ha enfrentado una difícil situación profesional, pasando por burlas y cuestionamiento a su capacidad por parte de los estudiantes. Claramente se chocó contra la academia, pues no es lo mismo presidir la Cámara de Comercio que administrar el sistema educativo. Enfrenta el oportunismo político del senador Camilo Romero, promotor de una firmatón para pedir su renuncia, que ha tenido enorme respaldo entre los estudiantes.
Probablemente, por fidelidad y respeto a la custodia del proyecto, el presidente la conservará en su cargo…. por unas semanas más, mientras halla una salida digna de esta cartera, pues es claro que la caída de la reforma le ha quitado autoridad y poder político y técnico de negociación con todos los sectores de la academia. Si la partida la ganaron los universitarios, lo mismo podría pasar con Fecode. Estudiantes no le creen y los rectores prefirieron buscar el lobby con el Congreso y no oír más al MEN.
La lista también la integra el viceministro de Educación Superior, Javier Botero Alvarez, considerado como el cerebro detrás de la reforma y quien tuvo la habilidad de comprometer a la ministra con su proyecto. Siempre argumentó la necesidad de la reforma para poder cumplir los objetivos de su despacho. La pregunta es cómo actuará sin reforma?
Perdedor 2: ASCUN. Aunque José Fernando Isaza, presidente de Ascun, y los demás miembros del Consejo Nacional de Rectores, se sientan ganadores con la caída del proyecto, el cual siempre criticaron especialmente porque extendía su preciada autonomía a las IES no universidades, lo cierto es que la Asociación Colombiana de Universidades actuó más como un gremio de intereses particulares y no como un defensor real de un sistema de educación superior. No concilió, no lideró un debate y se apartó de los demás integrantes del sistema que hacen parte del proyecto de país.
Perdedores 3: ACIET – ACIUP – ACICAPI: Las asociacions de IES no universidades apoyaban tímidamente la reforma, le daban espaldarazos al Gobierno en reuniones a puerta cerrada, pero no se atrevieron a apostar el costo de imagen que sí tuvo el MEN. Eran las más grandes beneficiadas con la reforma, porque obtendrían autonomía plena y podrían extender su oferta de programas, pero no pudieron gestionar esos beneficios.
Perdedores 4: Los rectores de las universidades públicas. El Sistema de Universidades del Estado -SUE- se volvió monotemático en su análisis de la reforma, y redujo la problemática de la educación superior a una cuestión de recursos, necesarios pero no como única solución. Sus rectores no pudieron actuar en conjunto para enfrentar otras alternativas y sostener un diálogo conciliador y proactivo con los estudiantes, que se salieron de sus manos. Ahora estos últimos exigen modificación en los esquemas de gobierno y mayor participación en los consejos superiores, y para algunos rectores el conflicto estudiantil superó sus capacidades de gobernabilidad.
Perdedoras 5: IES oficiales no universidades. Eran otras de las grandes beneficiadas con la reforma, por el presupuesto que les llegaría y el reconocimiento real de su situación. Con la caída del proyecto, siguen en vilo, con presupuestos escasos, donde hay, y una odiosa discriminación como de segunda categoría entre las instituciones oficiales. La protesta estudiantil recogió los universitarios de las 32 universidades públicas, pero no los de cerca de 30 IES públicas no universidades.
Perdedora 6: La inspección y vigilancia. Este era, tal vez, uno de los mayores avances de la propuesta de reforma, a pesar de ser considerada por muchos rectores como excesiva, pues no son amigos de los controles, pero era una manera como el país podía avanzar en herranientas de control para defender a estudiantes y familias de las acciones de IES que no responden a los criterios de calidad. Sin reforma, el MEN podrá seguir argumentando que no tiene dientes para actuar.
Perdedora 7: La academia. Salvo unos pocos análisis y argumentos académicos de fondo de lo que debería ser una reforma a la educación superior (reproducidos por este Observatorio), la reforma se cae sin pena ni gloria y el país se queda sin un inventario real de recursos académicos y estudios que sirvan de base para repensar su proyecto universitario. Como se indicó al comienzo de este artículo todo esto se debate en el campo político pero no académico; aquí no importa qué tan brillantes o intelectuales son los razonamientos de estudiantes, políticos o rectores, sino qué tan efectivos fueron en el logro de sus propósitos.
Perdedor 8: La educación que el país espera. Es claro que la Ley 30 responde a un modelo establecido, pero no fomenta el modelo de país requerido desde la educación superior. La reforma propuesta tampoco era la solución. El único consenso entre todos, incluidos integrantes del mismo Gobierno, es que la propuesta apuntaba a algunos temas, pero no era integral y tampoco definía para dónde debería ir Colombia como país con la ayuda del sistema universitario.
Colombia puede salir airosa si la caída de la reforma demuestra que la protesta social, civilizada, encuentra escenarios de diálogo; que las instituciones legítimamente establecidas son respetadas, y que la experiencia llevará al país, aún no se sabe cómo, a rediseñar una metodología y propuesta de largo plazo para una reforma concertada.
Colombia sale dolorida con la situación. Miles de millones en pérdidas, heridas personales entre los protagonistas, el cuestionamiento a la capacidad de un Ministerio, una protesta social fácilmente desbordable, déficit financiero sin solucionar y una lamentable ausencia de líderes académicos que representen un norte real de lo que la universidad, como institución histórica, prudente y universal, puede hacer por el país.
Así las cosas, ocho meses después de que el presidente Santos presentara la propuesta de reforma a los rectores, y la ministra dijera que era urgente, porque el país no podía darse el lujo de esperar, la iniciativa se hunde, y se suma a los cerca de dos años perdidos en la discusión de reforma financiera trabajada por los rectores del SUE con la anterior ministra (Cecilia María Vélez), y la Ley 30 llegará a su aniversario 19 vigente y campante.
La ganancia del Movimiento Estudiantil no parece superar las enormes pérdidas históricas para un país que acaba de perder una oportundiad histórica de replantear su educación superior.
Los ánimos de los estudiantes, la pérdida de credibilidad de este Gobierno en el tema de educación, la falta de protagonismo de los rectores y el diálogo de sordos entre las diversas piezas del sistema parecen enterrar, en el corto plazo, la posibilidad de que Colombia tenga una educación superior de calidad y compromiso con el país.
Ese es, lamentablemente, el déficit de la generación presente de quienes piensan y buscan una mejor educación superior.
Se cae propuesta de reforma. Presidente Santos acepta retirarla
Observatorio de la Universidad, Colombia, 9 de noviembre de 2011
Nov 9/11 La presión de la opinión pública y el peligro de que la protesta estudiantil conllevara a consecuencias mayores, así como el pedido expreso de los congresistas del Partido de la U y del Partido Liberal para que el proyecto no avanzara, llevaron hoy a que el presidente de La República, Juan Manuel Santos, escuchara las peticiones y aceptara retirar la propuesta, siempre y cuando los estudiantes levanten el paro, y se pueda replantear la propuesta.
Según el presidente “algunos no han querido entender o no han entendido”.
El argumento es evitar la pérdida del semestre académico.
Los políticos del Polo Democrático Alternativo, del Partido Verde, profesores de Fenalprou y Movimiento Estudiantil lo celebran como un triunfo propio.
“Entre el Congreso y el Gobierno estamos dispuestos a retirar el proyecto y a iniciar un diálogo constructivo, democrático, siempre y cuando vuelvan los estudiantes a clase y que el cese de actividades no opere más”, señaló el Mandatario luego de reunirse con los integrantes de la Comisión Sexta de Senado y Cámara (menos los congresistas Wilson Arias y Carlos Amaya).
“Yo escuché con mucha atención la propuesta que me hicieron los senadores y representantes. Les dije tienen mucha razón por miles de familias que van a perder el semestre”, indicó el presidente.
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