Nota de opinión de Andrés Oppenheimer por el Diario Rio Negro.
La guerra contra los rankings universitarios
00:09 11/05/2011
Enojados porque los principales rankings internacionales no incluyen a
ninguna universidad latinoamericana entre las mejores 100 del mundo,
varios países de la región han optado por un remedio insólito: crear
un ranking regional que excluya las instituciones del resto del mundo.
Una agencia regional de educación superior de la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco),
conocida como Iesalc, realizó una reunión en Buenos Aires el 6 de mayo
para acelerar el proyecto de crear el nuevo ranking universitario
regional. Según el informe de la Iesalc, los países de la región
consideran que las clasificaciones internacionales no se ajustan a
“los estándares y necesidades” de las universidades latinoamericanas.
¿Se trata de una buena idea? ¿O es un burdo intento de algunos
gobiernos latinoamericanos para escaparle al problema de salir últimos
en los rankings internacionales?
Antes de responder estas preguntas, veamos los datos. Hay tres
rankings principales de las mejores universidades del mundo,
realizados respectivamente en Gran Bretaña, Estados Unidos y China.
Entre sus resultados más recientes se cuentan:
-El ranking de las mejores universidades del mundo 2010-2011 del
Suplemento de Educación Superior del Times, de Gran Bretaña, está
encabezado por la Universidad de Harvard y otras estadounidenses, e
incluye instituciones de educación superior de China, Sudáfrica y
Turquía. No ubica a ninguna universidad latinoamericana entre las 200
mejores del mundo.
– El ranking estadounidense de la revista U.S. News and World
Report/QS World University 2010, encabezado por Harvard, tampoco
consigna a ninguna universidad latinoamericana entre las 200 mejores
del mundo.
-El ranking de la Universidad Jiao Tong de Shanghai, China, también
está encabezado por Harvard y otras universidades estadounidenses. La
institución latinoamericana que ocupa el puesto más alto es la
Universidad de Sao Paulo, Brasil, colocada entre las instituciones
agrupadas entre los puestos 101 y 150.
Casi todos estas clasificaciones se basan en una combinación de
indicadores que incluye evaluaciones académicas de pares, número de
estudiantes por docente, encuestas realizadas a empleadores de los
estudiantes, número de citas de investigadores aparecidas en trabajos
académicos y la cantidad de profesores y estudiantes internacionales
en cada institución.
Pero Pedro Henríquez Guajardo, director de la Iesalco, la agencia
regional de la Unesco con sede en Venezuela, me dijo que “estos
rankings no satisfacen los requerimientos de la región, porque
utilizan indicadores muy poco aplicables” para las universidades
latinoamericanas.
Los críticos dicen que son tendenciosos, porque no toman en cuenta el
rol social de las universidades latinoamericanas a favor de las clases
más necesitadas. Asimismo, los rankings globales favorecen a las
naciones angloparlantes, porque muchas de las entrevistas a los
académicos son realizadas en inglés y la mayoría de las publicaciones
están escritas en inglés, afirman.
Además, las universidades latinoamericanas tienden a ser mucho más
grandes que las de otras partes del mundo y, por lo tanto, salen
malparadas cuando se usan indicadores como el número de profesores por
alumno, agregan.
Cuando le pregunté qué opinaba de estas críticas, el director del
Ranking del Suplemento de Educación Superior del Times, Phil Baty, me
dijo que las evaluaciones académicas se basan en encuestas a 13.000
docentes universitarios en todo el mundo realizadas en nueve idiomas,
incluyendo el español y el portugués.
En cuanto a los trabajos de investigación académicos, Baty dijo que
–nos guste o no– “tenemos que aceptar la realidad de que el inglés es
la lengua principal de la investigación científica en la actualidad”.
Mi opinión: Los críticos tienen razón cuando señalan que los rankings
internacionales no contemplan algunas características propias de las
universidades latinoamericanas. Sin embargo, crear un ranking regional
a gusto y medida de sus integrantes es un error, que sólo ayudará a
escaparle al problema de fondo.
Hay que compararse con el resto del mundo, porque no hay manera de que
los países puedan competir en la economía global del conocimiento si
carecen de universidades de nivel global.
El hecho de que los rankings existentes den prioridad a los trabajos
académicos en inglés no es una excusa válida: China, Japón y Corea del
Sur hablan otros idiomas y hasta tienen otros alfabetos, y sin embargo
salen muy bien parados en las listas de las mejores universidades del
mundo.
En China, el gobierno ha anunciado oficialmente su meta de
“internacionalizar” las universidades y toma muy en serio los rankings
internacionales. Los países latinoamericanos deberían hacer lo mismo y
usar los rankings internacionales como un factor movilizador para
mejorar su enseñanza superior, como ya lo están haciendo algunas
universidades de la región.
Negar la validez de los rankings globales es como retirarse de la Copa
Mundial de fútbol para competir solamente en el vecindario. Constituye
una receta para la autocomplacencia, que dejará a nuestros países cada
vez menos preparados para competir con el resto del planeta.
(*) Analista internacional
ANDRÉS OPPENHEIMER (*)
IV Encuentro de Redes Universitarias y Consejos de Rectores de América
Latina y el Caribe – UNESCO-IESALC
América Latina y el Caribe fijarán posición ante los Rankings Mundiales universitarios
En ocasión del IV Encuentro de Redes Universitarias y Consejos de
Rectores de América Latina y el Caribe, que se llevará a cabo los
próximos 5 y 6 de mayo en Buenos Aires, el Instituto Internacional
para la Educación Superior en América Latina y el Caribe
(UNESCO-IESALC) presentará el Mapa de Educación Superior en América
Latina y el Caribe (MESALC), un sistema de información en línea, cuyo
propósito es promover la articulación de los métodos nacionales de
información sobre Educación Superior en la región, contemplando la
creación de estos espacios en aquellos países carentes de la
infraestructura requerida.
Al mismo tiempo, en este foro internacional, se planea acordar la
postura regional frente a los rankings universitarios y su relación
con la evaluación de la calidad.
Estos sistemas de comparación están diseñados bajo criterios muy
específicos que responden a necesidades de países, mayoritariamente,
industrializados. Por lo tanto, las instituciones de Educación
Superior de América Latina y el Caribe no se insertan ni se ubican
favorablemente en estos rankings por carecer de condiciones
preestablecidas y que contemplen el contexto social y económico de las
naciones en vías de desarrollo.
A diferencia de los rankings, el Mapa permite al usuario final conocer
tanto las dimensiones de la Educación Superior en las distintas
universidades de América Latina y el Caribe, como la comparación libre
de variables e indicadores de su preferencia, haciendo del proceso
selectivo un espacio transparente que otorga al interesado la libertad
de realizar criterios de búsqueda en áreas y aspectos específicos de
su interés.
Según el director ad interim de UNESCO-IESALC, Sr. Pedro Henríquez
Guajardo, el MESALC busca profundizar el conocimiento de la Educación
Superior y promover la cultura de información, y, para ello, cuenta
con un articulado de descriptores, variables e indicadores orientados
al diagnóstico de la situación académica de cada nación; acompañado
por un Glosario de la Educación Superior que permite identificar y
definir los conceptos básicos utilizados en la implementación del
proyecto.
“En la CRES 2008 se presentó esta herramienta como una alternativa
regional a los rankings universitarios, que son una manifestación
inevitable de la globalización y la mercantilización de la Educación
Superior, los cuales no se adaptan a las características y necesidades
de América Latina y el Caribe. Una de las principales carencias de la
región en Educación Superior es la falta de información y ausencia de
datos y sistemas estadísticos, que permitan el conocimiento necesario
y pertinente para establecer comparaciones estandarizadas
interinstitucionales, lo que no permite una evaluación pertinente y
competente en relación a otras regiones”, señaló el Director.
“Es imperante y prioritario, para los países y las instituciones de
Educación Superior de Latinoamérica y el Caribe, la creación de estos
espacios que permitan el conocimiento mutuo y apropiado de la realidad
de la educación terciaria. Además, facilitan la evaluación y
conocimiento de nuestras particularidades, características y valores
tanto positivos como negativos, antes de ser comparados por estándares
establecidos para realidades que no son las nuestras, que nos
categorizan y nos colocan en evidente desventaja; opacando los méritos
logrados en materia de Educación Superior”, concluyó Henríquez
Guajardo.
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