Futuro de la educación pública
Febrero 6, 2011

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Columna publicada en la página de Educación de El Mercurio, domingo 6 de frenbrero de 2011.
Futuro de la educación pública
En Chile el régimen mixto de provisión educacional hunde sus raíces en la sociedad y la historia. Es parte de su configuración como país.
JOSÉ JOAQUÍN BRUNNER
Las claves del futuro de nuestro sistema escolar están en su pasado. Y pueden resumirse en las siguientes diez proposiciones.
Primero . Al momento de la Independencia y durante las primeras décadas de la República, el Estado chileno no logró establecer un efectivo monopolio sobre la educación de la nación, como antes había sucedido en algunos nacientes estados europeos (Francia, Prusia, los países nórdicos).
Segundo . En cambio, en Chile, igual como ocurrió en los Países Bajos y en Bélgica, el Estado debió compartir la provisión educacional con proveedores privados, especialmente con la red de colegios católicos.
Tercero . Este régimen mixto se segmentó tempranamente en términos de clases sociales, tanto del lado de la provisión fiscal (como en su momento denunció Darío Salas), como de la provisión privada.
Desde el comienzo hubo, pues, colegios y liceos “de excelencia” para las elites y los sectores medios emergentes, y establecimientos para pobres.
Cuarto . Al arribar el siglo XX, la sociedad chilena ilustrada libró una batalla por el control del sistema educacional. Se enfrentaron conservadores y liberales -católicos y laicos, respectivamente- en torno a la voluntariedad u obligatoriedad de la educación elemental, el papel de la religión en los establecimientos fiscales, y el rol de los proveedores estatales y privados.
Quinto . De esta confrontación nació la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria (1920), la cual reparte la hegemonía del sistema entre el estado docente (el progresismo de la época) y los sostenedores privados de todo tipo (encabezados por la red cultural católica).
Sexto . De ahí en adelante, el sistema se desarrolló dentro de esa matriz mixta, socialmente segmentada, con peso variable de los distintos tipos de proveedores y con una orientación netamente elitista y excluyente a nivel de la educación secundaria y superior.
Séptimo . La educación superior, sobre todo, se desenvolvió fuera del estado docente. Entre 1842, año de fundación de la Universidad de Chile, y el año 1956, en que se creó la Universidad Católica del Norte, el Estado sólo originó un centro educativo superior más: la Universidad Técnica del Estado (1947).
Sin embargo, durante el mismo período el Estado reconoció seis universidades privadas: tres confesionales y tres de impronta secular modernizante en Concepción, Valparaíso y Valdivia. Con el tiempo les confirió los mismos derechos de las universidades estatales y terminó financiando la totalidad de su gasto.
Octavo . Tanto los procesos de universalización de la enseñanza primaria (Frei Montalva) como de masificación de la educación secundaria y terciaria fueron posibles en virtud del financiamiento público vía subvención escolar y de esquemas de crédito y becas para los jóvenes que cursaban estudios superiores.
Noveno . Esta decisiva contribución del Estado a los proveedores privados comenzó en la segunda mitad del siglo XIX y luego se hizo extensiva también a las universidades.
Décimo . En la actualidad, alrededor de un 60% del total de la matrícula escolar se concentra en colegios privados: subvencionados (52%) y pagados (8%). En el nivel superior, la proporción de matrícula privada alcanza al 82%.
Columna publica en la página de Educación del El Mercurio, domingo 6 de febrero de 2011.
En suma, en Chile el régimen mixto de provisión educacional hunde sus raíces en la sociedad y la historia. Es parte de su configuración como nación y de la naturaleza de su estado.
Hoy se halla consolidado jurídico-institucionalmente y en la cultura y preferencias de la población. Es paradojal, por lo mismo, que en vez de reconocer el carácter mixto de nuestro sistema, nuestros debates tiendan a focalizarse en un solo tipo de proveedores. Y que se discuta sobre el futuro de la educación pública dejando de lado el porvenir de 2 de cada 3 estudiantes chilenos.
En las próximas columnas buscaremos desentrañar este absurdo.

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