Columna de opinión publicada en El Mercurio, página de Educación, 18 enero 2009.
Cotas altas y cotos exclusivos
Desde la paideia platónica hasta los actuales MBA que forman al Club de Davos, siempre las élites son adiestradas en instituciones ubicadas en las alturas de la sociedad. Chile no es la excepción.
JOSÉ JOAQUÍN BRUNNER
Por necesidad y sin excepciones, la formación de las élites es asunto de cotas, o sea, de los niveles superiores en una escala jerárquica, y también de cotos, es decir, de espacios claramente delimitados.
Así ocurre desde antiguo con la formación de estas minorías selectas o rectoras, trátese de las élites sociales, políticas, militares, religiosas, económicas o culturales. En todo tiempo y lugar, su adiestramiento se realiza en instituciones situadas en las alturas de la sociedad y dentro de espacios especialmente acondicionados.
Cota y coto son medios que las sociedades emplean para separar simbólicamente los circuitos de las élites de los canales masivos de formación. Se crean así las condiciones propicias para llevar a cabo los intensos procesos de socialización que supone la formación (intelectual, moral, estética, ideológica y del carácter) de las diferentes fracciones de la clase dirigente.
Piénsese en las características casi místicas de la paideia platónica del regente-filósofo; en las Ritterakademien (escuelas para los hijos de la nobleza alemana cuando las universidades del sacro imperio se hallaban en franco decaimiento a mediados del siglo XVIII).
O en los góticos colegios privados de los gentlemen ingleses (paradójicamente llamados public schools); en las grandes écoles francesas que preparan a la nobleza burocrática del Estado; en los partidos leninistas que se encargan de socializar a las vanguardias revolucionarias, o en los programas de MBA de mayor reputación global que hoy entrenan a los miembros del Club de Davos.
Una nítida distinción socio-cultural caracteriza a estas instancias formativas doblemente acotadas (en sentido vertical y horizontal). ¡Quién podría saberlo mejor que un ex rector de la Universidad de Harvard! Hace un tiempo señalaba que en los colleges y universidades más selectivas de los Estados Unidos, sólo el 3% de los estudiantes proviene del quintil de menores recursos y el 10% de la mitad inferior de hogares.
Chile no es una excepción. Durante largas décadas dos universidades -una estatal, la otra católica- y un puñado de colegios controlaron el acceso a las posiciones de élite en casi todos los campos, con excepción de aquel de los negocios, donde con algo de suerte los herederos podían transitar directamente de la familia a la gerencia siguiendo el curso de la propiedad.
Las cosas no han cambiado mucho. Los cotos han aumentado levemente en número y se han diversificado un poco. Y las cotas se mantienen invariablemente en las alturas: del prestigio, los puntajes PSU, la distribución del ingreso, los colegios más caros, las familias con mayor dotación de capital cultural y redes sociales.
¿Nada nuevo hay entonces bajo el sol y, por tanto, nada de qué preocuparse? No es así.
Aún en medio de las rígidas condiciones en que forman a sus élites, las sociedades abiertas aspiran a que las cotas y los cotos sean lo menos excluyentes posible y se evite, hasta donde permite la democracia, su sometimiento a lógicas endogámicas, de adscripción religiosa, discriminación étnica, cierre por barreras económicas, diferencia de género o preferencias ideológicas y partidistas.
Chile, Aprendizajes en rojo: la última década en educación
Aprendizajes en rojo: la última década en educación Los últimos años han mostrado al país la necesidad de...
0 Comments