El Programa de Promoción de la Reforma Educativa en América Latina y el Caribe (PREAL) ha publicado recientemente en español el interesante artículo de Eric A. Hanushek y Ludger Wößmann, Calidad de la educación y crecimiento económico, cuyos principales argumentos se resumen así:
— La calidad de la educación incide directamente en los ingresos de las personas
— Los análisis iniciales dieron énfasis al rol de la cantidad de educación en el crecimiento económico
— La calidad de la educación es aun más importante para el crecimiento económico
— ¿Cuál es la situación del mundo desarrollado en la actualidad?
— El mejoramiento de la calidad de la educación requiere atención a las instituciones adecuadas y un gasto educacional eficiente, no solo mayores recursos
— La necesidad de reformar las instituciones de manera fundamental es ineludible
Ver la Introducción del artículo más abajo.
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Hanuschek es Paul & Jean Hanna Senior Fellow en la Hoover Institution, de la Universidad de Stanford, y profesor investigador del Ifo Institute for Economic Research (Universidad de Munich).
Wößmann es Profesor de Economía, especialización en Economía de la Educación, del Center for Economic Studies (CES) e Ifo Institute for Economic Research, Universidad de Munich.
Introducción
La educación no ha cumplido cabalmente su promesa como motor del éxito económico. La expansión del nivel de educación, un aspecto central de la mayoría de las estrategias de desarrollo, no ha garantizado mejores condiciones económicas. Lo que ha faltado es la atención a la calidad de la educación, garantizando que los estudiantes realmente aprendan. Existe una sólida evidencia de que las habilidades cognitivas de la población, más bien que la mera matrícula en el sistema escolar, están poderosamente relacionadas con los ingresos de las personas, la distribución del ingreso y el crecimiento económico.
Y la magnitud del desafío es clara: las comparaciones internacionales revelan incluso mayores déficits en las habilidades cognitivas que en la matrícula escolar y el nivel de educación en los países en desarrollo.
Basándose en varias décadas de reflexión acerca del capital humano –y siglos de atención a la educación en los países más avanzados– es natural pensar que una estrategia de desarrollo productiva consistiría en aumentar los niveles de escolaridad de la población. Efectivamente, este es exactamente el enfoque de la iniciativa “Educación para Todos” y un elemento central de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Sin embargo, existen cuatro incertidumbres persistentes con respecto a estas políticas. En primer lugar, los países desarrollados y en desarrollo difieren en una diversidad de aspectos aparte de los niveles de educación. En segundo lugar, una serie de países, tanto en forma aislada como con la asistencia de otros, han expandido las oportunidades educacionales sin acortar la brecha en el bienestar económico. En tercer lugar, los países que están enfrentando situaciones problemáticas podrían no ser capaces de implementar programas de educación eficaces. En cuarto lugar, incluso si se da énfasis a la escolaridad, muchos de los enfoques no parecen muy eficaces y no producen los indicadores educacionales esperados.
La mayoría de las personas reconocerían que un año de escolaridad no produce las mismas habilidades cognitivas en todas partes. También estarían de acuerdo en que las familias y los pares contribuyen a la educación. La salud y la nutrición también inciden en las habilidades cognitivas.
Sin embargo, las investigaciones con respecto al impacto económico de las escuelas, en gran medida debido a la premura del tiempo, pasan por alto estos aspectos de manera casi uniforme.
El hecho de pasar por alto las diferencias de calidad distorsiona significativamente la visión de la relación que existe entre los indicadores educacionales y los indicadores económicos.
Debido a esta distorsión, no se consideran las significativas diferencias existentes entre la educación y las habilidades y los ingresos de las personas. Tampoco se considera un importante factor subyacente que determina la distribución interpersonal de los ingresos al interior de las sociedades. Y se pasa por alto de manera muy significativa el importante elemento de educación ligado al crecimiento económico. Existe evidencia confiable de que la calidad de la educación tiene un fuerte impacto causal en los ingresos de las personas y en el crecimiento económico.
A pesar de que la información con respecto a las tasas de matrícula y el nivel de educación ha sido ampliamente divulgada en los países en desarrollo, no ha ocurrido lo mismo con la información relativa a la calidad. Nuevos datos presentados en este informe con respecto a las habilidades cognitivas, nuestra medida de la calidad de la educación, muestran que los déficits educacionales en los países en desarrollo son mayores de lo que se pensaba hasta hace algún tiempo.
Las políticas orientadas a aumentar las habilidades cognitivas han tenido resultados desalentadores. El énfasis en la provisión de mayores recursos, al tiempo que se mantiene la estructura fundamental de las escuelas, no ha tenido éxito en general. Por otra parte, un hallazgo constante de las investigaciones es que la calidad de los maestros influye marcadamente en los indicadores educacionales. El mero hecho de adicionar recursos no tiene mucho efecto en la calidad de los maestros.
Existe evidencia creciente del impacto de la modificación de los incentivos en las escuelas. Los sistemas de responsabilidad por los resultados basados en las pruebas de rendimiento cognitivo de los estudiantes pueden modificar los incentivos tanto para el personal docente como para los estudiantes. Al centrar la atención en el verdadero objetivo de las políticas, en lugar de sustitutos imperfectos basados en la adición de insumos a las escuelas, es posible mejorar el desempeño. Estos sistemas armonizan las recompensas con los resultados.
Además, un mayor grado de toma de decisiones a nivel local o autonomía local, en conjunto con la responsabilidad por los resultados, puede facilitar estos mejoramientos. También existe evidencia sugerente de que el mayor grado de elección de las escuelas promueve un mejor desempeño.
En resumen:
• La calidad de la educación –medida a través de lo que las personas saben– tiene gran incidencia en los ingresos de las personas, en la distribución del ingreso y en el crecimiento económico.
• La calidad de la educación en los países en desarrollo es mucho más deficiente que la cantidad de educación (matrícula escolar y nivel de educación), un panorama ya bastante sombrío.
• Es poco probable que la mera entrega de mayores recursos a las escuelas conduzca al éxito; el mejoramiento de la calidad de la educación requerirá grandes reformas de las instituciones.
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