Columna de opinión publicada con Gregory Elacqua en El Mercurio, Santiago, 30 mayo 2006. Ver texto completo más abajo. Disponible aquí como Download file
Entrevista publicada en El Diario Financiero, 1 junio 2006. Ver texto completo mas abajo.
Nota de opinión publicada en La Tercera, 30 mayo 2006. Disponible aquí como Download file
Entrevista publicada en El Mercurio-Valparaiso, 30 mayo 2006. Disponible aquí como Download file
Entrevista en Radio Cooperativa, 30 mayo 2006
Declaraciones en El Diario Financiero, 30 mayo 2006
Entrevista en Canal 13.cl, 30 mayo 2006
Entrevista a BBC Mundo.com 29 marzo 2006
Reforma educacional: Nueva agenda
José Joaquín Brunner
Gregory Elacqua
Escuela de Gobierno
Universidad Adolfo Ibáñez
El momento es propicio para profundizar la reforma educacional. Para ello se requiere un amplio consenso de objetivos y políticas. ¿Cuáles deben ser las metas de la profundización? Básicamente dos. Por un lado, acometer las enormes desigualdades que afectan a nuestro sistema (equidad). Por el otro, mejorar la gestión escolar (calidad de la enseñanza y el aprendizaje).
Del lado de la equidad, hay tres políticas imprescindibles. Primero, garantizar atención de calidad para todos los niños de tres a seis años provenientes de hogares ubicados en los tres primeros quintiles. La evidencia internacional muestra que ésta es la política más costo-efectiva para cerrar brechas y mejorar aprendizajes a lo largo de la vida. Segundo, incrementar la subvención escolar para todos los alumnos, hasta doblar su valor actual. Como primer paso, aumentarla para los alumnos de condiciones más vulnerables, cuyo costo de formación es más alto. Tercero, terminar con la discriminación social del acceso a establecimientos subvencionados, asegurando así que las escuelas compitan en igualdad de condiciones. Sólo si los padres eligen escuelas sin que sus hijos sean sometidos a procedimientos discriminatorios será posible cumplir con el mandato de iguales oportunidades para todos.
Del lado de la gestión, es indispensable combinar mayor autonomía para los establecimientos con mayor responsabilización por sus resultados (accountability). Esto implica más descentralización, conjuntamente con un centro rector más fuerte a nivel gubernamental. ¿Cómo lograrlo? Primero, las escuelas deben ser sujetas a metas exigentes (estándares curriculares demandantes y exámenes externos) y recibir apoyo técnico-pedagógico para desarrollar sus propias capacidades. Este apoyo debería incluir al menos al 20 por ciento de los establecimientos, cuyos resultados son consistentemente insuficientes, y medidas más enérgicas para varios centenares de escuelas “críticas”, las cuales ni siquiera con dicho apoyo lograrían los aprendizajes esperados. Las escuelas así favorecidas que no logren mejorar deberían ser cerradas, dando paso a nuevos establecimientos. A su turno, la creación de éstos necesita regularse con más rigor, para impedir la proliferación de proveedores de baja calidad. Segundo, debe otorgarse autonomía de gestión a los establecimientos municipales, incluyendo un nuevo estatuto para sus docentes. Éste debería definir una carrera profesional, ligando estímulos al desempeño, adoptando procedimientos más efectivos de evaluación y la creación de un marco comunal para la negociación colectiva. De poco servirían estas medidas si, simultáneamente, no se revisa la formación docente. Cabe aprobar prontamente la acreditación obligatoria de carreras de pedagogía e introducir un examen práctico de habilitación para el ejercicio profesional. Tercero, urge preocuparse de la formación de directivos de establecimientos, cuyo papel será esencial para los cambios de la gestión escolar. Al efecto, podrían crearse centros regionales de liderazgo educativo, los cuales participarían, además, en la implementación del apoyo para establecimientos “críticos” y con resultados insuficientes. Cuarto, hay que transformar el Simce en un sistema que mida el valor agregado de aprendizaje por escuela, considerando las condiciones socioeconómicas de sus alumnos. Complementariamente, la autoridad debería revisar los contenidos curriculares que no estén bien focalizados y alineados con los estándares de aprendizaje.
Conseguir estas metas supone fortalecer el Ministerio de Educación, especialmente sus procedimientos de supervisión y regulación. Requiere, además, que el Gobierno defina una clara estrategia para la nueva etapa y la activa participación del Parlamento para modificar la LOCE y aprobar una subvención preferencial. Por último, implica promover la participación y el compromiso de los sostenedores municipales y privados, los profesores, las escuelas de pedagogía, y de los centros de padres y alumnos que han manifestado una renovada vitalidad.
En suma, aprovechemos la coyuntura para restituir a la educación su prioridad y para profundizar la reforma con renovados objetivos de equidad y mejor gestión.
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Brunner y la educación: “El nombre (del problema) es desigualdad, no calidad”
(Publicado : 1/6/2006, 4:34 horas)
“Hay que dejar definido el carácter de servicio público que tiene un establecimiento, de modo de evitar que en torno a la subvención se pueda producir un negocio privado”, dice el experto.
Rossana Lucero V.
Si educación es el tema, ahí está José Joaquín Brunner. Sociólogo de profesión, ya son unos 25 países -además de organismos multilaterales- que saben de sus asesorías. No por nada presidió el “Comité presidencial de política de educación superior” en 1990 y el “Comité presidencial de modernización de la educación chilena” en 1994. No por nada, sabe que los conflictos generan oportunidades, en este caso el protagonizado por los estudiantes secundarios.
“Lo que se ha producido estos días, es una oportunidad muy interesante para reponer la educación como problema y desafío número uno de la agenda nacional. Ahora viene el trabajo más serio, que es ver si hay efectivamente los suficientes acuerdos como para poder profundizar la reforma y llegar a tener una educación de igual calidad para todos”, dice el hoy académico de la Universidad Adolfo Ibáñez. Y el gobierno es el llamado a “tomar el liderazgo y poner el marco general de referencia para los debates y producir los acuerdos de voluntades”.
Un debate ajeno al “gran oportunismo” que advierte de todos los actores. “Todo el mundo dice ¡sí!, hay que cambiar la LOCE (Ley Orgánica Constitucional de Educación), pero todas esas frases son bastante vacías si es que uno no dice exactamente en qué dirección quiere marchar, si la quieren cambiar para terminar privatizando todo el sistema, que es una alternativa; o la quiere en el otro extremo, para volver a recentralizar el sistema”.
“Ninguno de los extremos ni son posibles ni convenientes. Hay que aguzar la imaginación y hay que empezar a hablar en serio, terminar con esta fiesta en que todo el mundo pareciera estar de acuerdo, pero donde sabemos que hay tensiones y que hay problemas técnicamente muy difíciles de resolver”, sostiene.
– Usted dice que la educación tiene que volver a ser una prioridad. ¿Hubo un error de cálculo político frente al tema?
– No es tanto un problema de agenda gubernamental. Es el hecho de que el país es muy cíclico respecto de su preocupación e interés por la educación. Cada vez que hay resultados del Simce, de una prueba internacional o que hay una movilización estudiantil, el país durante algunos días se agita en torno al tema educacional y lo pone muy al centro, todo el mundo opina. Pero luego esto vuelve a decaer. Lo que está en juego, ahora, es si efectivamente el foco tan fuerte que se ha puesto sobre la educación, logra desencadenar un proceso de decisiones.
– Usted defiende la labor la Concertación en el área educación, mientras la oposición resalta que estos estudiantes son nacidos y criados en estos 16 años. ¿Hubo preocupación fue por cantidad y no por calidad?
– Esa dicotomía es bien falsa. Cuando uno pasa de tener un sistema educacional que excluye a una parte muy significativa de los niños y de los jóvenes, a tenerlos a todos adentro, no es problema de cantidad, es un problema de calidad muy básica, es reconocerle o no el derecho a ser educado a todo el mundo (…) Entonces, no es que defienda a la reforma educacional hasta acá porque ha aumentado la cantidad sino que porque ha cambiado la naturaleza misma de la educación y esto genera nuevos problemas. Nosotros los llamamos de calidad, porque no le queremos dar el nombre real, el nombre real es desigualdad, no es calidad. Lo que tenemos son desigualdades dentro del sistema, gasto muy desigual dentro del sistema, un sistema tremendamente segmentado y eso es lo que genera en buena medida el descontento actual.
– Usted propuso una nueva agenda para profundizar la reforma educacional. ¿Cuál es el punto más urgente?
– Desde el lado que me he enfocado, el de la equidad, lo más importante es tender a una mejor distribución del gasto, que significa primero que todo elevar el gasto educacional, lo cual pasa por aumentar el valor de la subvención escolar. Acto seguido, diferenciar la subvención escolar a favor de los niños cuyo costo de educación es más alto, que son los niños que provienen de los sectores de menores ingresos y más vulnerables desde el punto de vista sociocultural. En Chile, gastamos cinco veces más en los niños que provienen de las familias de alto capital cultural que en las familias del extremo opuesto, eso nunca producirá un resultado igualitario.
– ¿Y la gestión?
– Pongo una gran prioridad en el punto anterior, y una gran prioridad en mejorar drásticamente la gestión de los establecimientos de todo tipo, porque -en definitiva- nada sacaríamos con aumentar significativamente el gasto, si en forma simultánea no mejoráramos la gestión.
– ¿Cuántos recursos requiere subir la subvención?
– Lo que varios de nosotros hemos propuesto desde distintos lados, es llevar la subvención al doble del valor que hoy tiene. Nadie puede pensar que vamos a llegar en un día a eso, pero en el periodo de los próximos cuatro años y dadas las condiciones económicas y de crecimiento del país se ve como perfectamente factible.
La realidad es que habiendo aumentado tres veces el gasto en términos reales, el 90% de nuestra matrícula es pagada por el Estado a ese nivel de $ 25 a $ 30 mil en la educación primaria, que es completamente insuficiente.
– ¿Por qué cuesta dar el paso?
– Esto es difícil porque hay que hacer simultáneamente tres cosas: aumentar significativamente los recursos hasta doblar la subvención escolar, y en paralelo redefinir el estatuto de las escuelas municipales dándoles más autonomía, revisando el estatuto docente y, a la vez, dándole apoyo a muchas escuelas municipales que -aun con más dinero- no van a obtener buenos resultados porque no tienen la capacidad para hacerlo, o sea, hay que crear un esquema de apoyo. Y en el caso de los proveedores privados, hay que generar un conjunto de reglas, como las que tienen varios países, por ejemplo Holanda, con sistemas muy descentralizados, pero con obligaciones muy claras a los proveedores privados.
Ministerio más poderoso
Para Brunner ninguno de los cambios propuestos funcionará si no se fortalece el poder rector del sistema, que es el ministerio de Educación. “En Chile, así como hablamos muy fácilmente de cantidad versus calidad, la otra falla es que hablamos de descentralización versus centralismo como polos opuestos. Todos los países que avanzan en el camino de la descentralización y que buscan darle autonomía a sus escuelas (…) se preocupan junto con eso, de fortalecer el poder central”, dice.
– ¿La figura de una superintendencia?
-Son dos cosas: la función que tradicionalmente se ha llamado de tipo superintendencia, pero otra -muy necesaria y que no tiene bien desarrollado nuestro sistema central- es la de apoyo a nuestras escuelas. La mejor prueba es lo que ha pasado con la jornada escolar completa. ¿Por qué los muchachos se declaran con la JEC? Porque encuentran que, en definitiva, hay un tiempo adicional, pero no está siendo aprovechado de una manera tal que sea productivo.
-¿Qué cambios haría a la LOCE?
-Hay varios puntos bien técnico-legislativos, pero que son de enorme importancia. La forma de crear nuevos establecimientos. Hoy es muy laxa, permite que proliferen estas escuelas privadas sin sustento real de carácter pedagógico y que no pueden dar buenos resultados. Todo el mecanismo para la aprobación de los objetivos fundamentales y contenido mínimos que están en la LOCE también debieran ser revisados, porque fue creado en circunstancias anormales. Hay que cambiar el organismo que ahí se creó para esos efectos, que es el Consejo Superior de Educación. Hay que dejar claramente definido el carácter de servicio público que tiene un establecimiento que recibe subvenciones, de modo de evitar que se pueda producir en torno a la subvención un negocio privado.
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