Complejo ideológico PC
“Aún se concibe a sí mismo como un partido leninista, que tolera la democracia formal burguesa como espacio para acumular fuerzas”.
¿Es majadería insistir con el negacionismo del PC respecto al carácter dictatorial del régimen chavista de Maduro? La pregunta es pertinente, pues el régimen venezolano y su crisis se utilizan a veces con propósitos espurios.
Por ejemplo, para exaltar un anticomunismo irracional, propio de las generaciones que crecieron en medio de la Guerra Fría. O bien, para agitar querellas dentro del bloque oficialista.
Con todo, la actitud del propio PC frente a la desgracia venezolana es insostenible. Su resistencia a reconocer el carácter cívico-militar, policial y represivo del gobierno de Maduro se torna —cada día que pasa— menos defendible. Más que de un mero autoengaño de la dirección del PC y su presidente, se expresa allí un verdadero complejo ideológico.
Primero, una admiración intelectual y emocional, tan ciega como equivocada, a cualquier movimiento que se proclama popular y antiimperialista. Incluso si siembra el terror, se despliega totalitariamente o condena al pueblo al caos y el destierro (Venezuela), la rapiña (Nicaragua) o apenas a sobrevivir (Cuba).
Segundo, un internacionalismo anacrónico que lleva al PC a mirar el mundo a través de un lente de generalizada desconfianza hacia las democracias liberales y a manifestar su proximidad con regímenes como el de Putin, en Rusia, y el de Kim Jon-un, en Corea del Norte.
Tercero, nuestro PC, con su compromiso pro-Maduro y pro un régimen cívico-militar-policial personalista y autoritario, abandona cualquier posibilidad de renovación ideológica. Allí reside el núcleo del complejo que afecta al PC.
Al fondo, aún se concibe a sí mismo como un partido leninista, con un proyecto confusamente anticapitalista, que tolera la democracia formal burguesa como un espacio para acumular fuerzas, mientras se prepara para sustituirla por una forma de gobierno no-democrático como existen en aquellos países que admira.
Solo logra persistir en esta ilusión al costo de no hacer una revisión crítica y desmitificadora de la revolución soviética; de la URSS, el estalinismo y los gulags; de los socialismos reales y sus fracasos, y de la caída del régimen soviético en 1989, año desde el cual “1917 solo deja ver un paisaje en ruinas”, según escribió el historiador François Furet.
Venezuela es apenas otra estación en este viaje ideológico sin retorno, que terminará por dejar al PC sin futuro.
0 Comments