Carta de JJ Brunner, 3 de octubre de 2020
SEÑOR DIRECTOR
El cuadro de recriminaciones entre las izquierdas -ahora es más evidente su pluralidad- es patético; o sea, penoso, lamentable o ridículo. Acusaciones cruzadas, excusas de última hora, pequeñas rencillas y una completa confusión. La política reducida a una comedia de intrigas.
Finalmente, se ha vuelto en contra de las propias dirigencias de izquierda su absurda prédica de que cualquiera negociación constituye una oscura trastienda, equivale a una inmoralidad y representa un abandono del ideal. Ese constante repudio de los acuerdos electorales y la búsqueda de consensos tácticos -rechazados como prácticas características de la época de la Concertación- termina erigiéndose ahora como un obstáculo entre los mismos repudiantes.
Se acusan unos a otros de haber cedido a la vieja política, no estar a la altura de la pureza exigida por los principios y de haberse entregado a la cocinería donde, a espaldas de la gente, se actuaría movido solo por cálculo y astucia. El fantasma creado a propósito de ese tipo de sandeces está de regreso para confundir a la dirigencia que lo viralizó.
Nuestras izquierdas, pues soy parte de ellas, exhiben con todo esto una verdadera incomprensión de la política democrática, un alejamiento cada vez mayor de las lógicas transaccionales que le son inherentes y una rotunda inhabilidad para establecer equilibrios entre valores altruistas e intereses partidistas, entre testimonio y pragmatismo.
Más preocupante aún es la indefinición de ideas y la ausencia de propuestas que caracterizan a estas izquierdas. Se busca armar coaliciones sin ideología ni proyectos. Vacías por lo mismo de sustancia. Como si bastara con una unidad negativa: todos juntos para derrotar a la derecha. Lo que se justificó contra una dictadura no puede repetirse en democracia.
Ahora es imprescindible presentar ideas, definirse frente a los problemas, tomar posición ante la crisis, ofrecer un camino de recuperación económica y social, rechazar toda forma de violencia. En breve, hacer política en serio, formar alianzas con contenido, abrir un horizonte de cambios posibles y abandonar el temor a concertarse, a negociar acuerdos y a formular pactos que puedan sostenerse con argumentos ante la sociedad.
José Joaquín Brunner, académico UDP
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