“No hay que ser impositivos: cuando confías en las escuelas, responden”
Portugal se ha convertido en un referente mundial en mejora educativa y pedagogías innovadoras. Es la nueva Finlandia
ELISA SILIÓ
Con 38 años, el bioquímico Tiago Brandão Rodrigues (Paredes de Coura, 1977) abandonó para siempre su puesto en la Universidad de Cambridge para convertirse en el ministro de Educación más joven de la historia de Portugal. No tenía experiencia política, ni carné socialista, pero sí un fuerte compromiso social. La prensa internacional describe hoy a Portugal como la “estrella emergente en educación” por sus avances en el Informe PISA. Al cambio de siglo, se situaban en la cola y en el último logró 501 puntos en Ciencias (493 los escolares españoles), 498 en Lectura (496) y 492 en Matemáticas (486). Y el país destaca también en la autonomía de los centros, la innovación pedagógica, la gratuidad de los libros de texto o la intensa formación del profesorado. Pero, desde el verano, los docentes protestan para que se les reconozca la antigüedad laboral que se les congeló con la crisis. El ministro, en perfecto español [vivió siete años en Madrid], concedió una entrevista a EL PAÍS en el Education & Skills Forum de Dubái, al que este diario acudió invitado por la organización.
Respuesta. La espina dorsal del sistema educativo tiene 30 años. Hay un consenso político y social sobre la necesidad de que aumente su calidad para que haya igualdad de oportunidades y sirva de palanca del crecimiento económico y de la democratización cultural. Por eso hay continuidad en la inversión [Portugal gasta un 5,1% de su PIB en educación, frente al 4,7% de media de la UE], con un parón con la crisis entre 2011 y 2016. El presupuesto bajó más de 1.000 millones y lo hemos logrado recuperar.
P. Su avance es fruto de muchas iniciativas, no de un día.
Al país se le conoce como la estrella emergente por sus avances en PISA
R. Sí. El sistema gratuito de preescolar, el plan nacional de lectura, el programa de matemáticas o el de enriquecimiento curricular… Los niños de 1º a 4º de primaria tienen cada día dos horas gratuitas y voluntarias de extraescolares, para aprender un instrumento, otra lengua o ir a un club de ciencia. Además, hay 130 conjuntos de colegios de intervención prioritaria, de zonas deprimidas, que reciben recursos extra.
P. Dice el director de PISA, Andrea Schleicher, que los profesores de España “trabajan como en una cadena de producción”. El modelo portugués es el opuesto.
R. Dentro del currículum nacional dejamos que las escuelas trabajen un 25% del programa con su propia estrategia. Suelen fusionar asignaturas —Historia y Geografía, o Matemáticas y Física—, trabajan experimentalmente o diseñan proyectos anuales. Estuve en una clase donde los profesores de Biología, Química y Filosofía iban rotando por pequeños grupos para abordar de forma integral el asunto de las drogas y el dopaje. No hay que ser impositivo, las escuelas ven que se confía en ellas y han respondido muy bien.
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P. Autonomía con control.
R. Expertos de la universidad e inspectores visitan durante una semana la escuela y emiten un informe. No se hace una clasificación, es solo una especie de auditoría para ayudar en el proyecto pedagógico.
“Los colegios habían descuidado el arte y la psicomotricidad. Ahora se evalúa”
P. Portugal presenta una gran brecha entre clases sociales en los resultados académicos.
R. Sí, hay diferencias muy notables y debemos trabajar en ello. Portugal viene de una dictadura en la que la educación no era un tema central. Muchos adultos aún tienen grandes carencias de cualificación y hay que formarles.
P. Sorprende la reducción del índice de abandono temprano.
R. Sí. España en el año 2000 estaba en el 29,1% y ahora en el 17,9%, mientras que Portugal ha pasado del 44% al 12,6% [aún por encima de la media europea del 10,6%]. Cuanto más te aproximas al final es más difícil bajarlo, hay que hacer un trabajo refinado para trabajar con cada estudiante.
P. Las subvenciones para los centros concertados llevan camino de desaparecer en su país.
“Los pequeños tienen dos horas diarias de extraescolares voluntarias gratis”
R. Había 79 colegios concertados que consumían 140 millones al año y la ley dice que deben existir donde la escuela pública no cumple su función. Hemos quitado la subvención para el próximo curso a 49 de ellos y gastaremos 45 millones. En Santa María de Feira, a 30 kilómetros de Oporto, había un centro privado que recibía casi seis millones de euros y al lado cuatro escuelas públicas casi desiertas. No tenemos un afán excluyente, solo cumplimos con la ley.
P. En España protestaría en la calle un tercio de las familias.
R. [Sonríe y no contesta].
P. ¿Por qué gastan tanto en preescolar?
R. Por mi doctorado en Neuroquímica sé que la etapa de los tres a los seis años es crucial para el conocimiento y el acceso a valores colectivos, la ciudadanía o la enseñanza inclusiva. Un niño no discrimina por defecto, los adultos trabajamos para que lo hagan. Y el preescolar es un instrumento de equidad: si el niño está en casa puede que su entorno no estimule el aprendizaje y los valores que aprendería en la escuela.
P. Los maestros de preescolar en su país cursan un máster (cinco años de preparación, uno más que en España). En España, la formación inicial de los profesores está en el debate.
R. Sí, y uno de los tres cursos de Magisterio previos al máster de dos años se dedica casi por entero a dar clases tutorizadas. En 1975 teníamos 120.000 niños que entraban en primero de primaria en Portugal y ahora 87.000. Eso es malo, porque se pierde masa crítica, pero nos ha permitido capacitar mejor durante su carrera a los profesores y convertir 8.000 docentes en funcionarios.
P. En España hay consenso en que los niños estudian demasiadas cosas y con poca profundidad. Ustedes ya han tomado medidas.
R. Hemos adelgazado el currículum casi sin cambiarlo. No es una revolución —hubiese sido un lío con los libros de texto— sino que damos coherencia a las mejores prácticas internacionales. Un antiguo ministro de Educación, Guilherme d’Oliveira Martins, y un grupo de académicos han elaborado un informe sobre los valores, capacidades y habilidades que hay que adquirir al concluir la enseñanza obligatoria. Ahora se evalúan en las pruebas nacionales también las expresiones artísticas y psicomotrices, que se habían descuidado en los colegios para centrarse en Portugués y Matemáticas, las asignaturas examinadas externamente. Muchos niños no sabían hacer la voltereta.
P. También Portugal va avanzada en la inclusión de niños con necesidades especiales en escuelas ordinarias. La ONU ha criticado a España su demora.
R. El 97,5% de este alumnado está ya en colegios ordinarios. Empezamos en 1992, casi antes que nadie en Europa. Ahora hemos creado un diploma para la inclusión, porque los derechos humanos se cumplen, no se aplazan. Cuesta mucho cambiar la forma en que se mira a estos alumnos. Se les ve clínica y no pedagógicamente. Lo importante es que puedan estar cada vez más en el aula para facilitar su transición a la vida laboral. Estamos capacitando a los trabajadores de los centros y hay un guía que les apoya, no es una labor solo de los profesores de educación especial.
P. Muchas de sus ideas las respaldaría la ministra española.
R. Sí, he hablado mucho con Isabel [Celaá] y lo vimos con detenimiento en la cumbre de Valladolid.
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El secreto portugués para mejorar casi 30 puntos desde que existe PISA
El informe en educación corrobora las mejorías detectadas en los informes TIMSS y PIRLS
Mientras países como España se han mantenido en puntuaciones similares desde que empezó a hacerse la prueba PISA, el vecino Portugal ha conseguido aumentos cercanos a los 30 puntos (el equivalente a un curso escolar, según la convención a la que ha llegado la OCDE) después de seis evaluaciones. La espectacular mejora de Portugal no solo en el informe PISA, sino también en el reciente TIMSS (que mide matemáticas y ciencias) se explica por la introducción de objetivos a los profesores y de exámenes externos a los alumnos o por una hornada de chavales portugueses súbitamente talentosos.
Los resultados del PISA llegan una semana después del TIMSS, donde Portugal sobrepasa a países con modélicos programas educativos, como Holanda o Finlandia. En el caso de la enseñanza en Matemáticas que mide TIMSS, en 20 años Portugal ha pasado de ocupar el penúltimo lugar de todos los países analizados a ser el 13º de 49, muy por delante de, por ejemplo, España (31º). Es el país que más ha mejorado en estas dos décadas de controles.
El mismo TIMSS destaca que los alumnos portugueses son los que mejor puntúan a sus profesores y, no menos importante, son los que tienen más horas de clase de matemáticas en 4º año: 275 horas anuales, frente a una media de 157, aunque también hay que puntualizar que Corea del Sur, uno de los tres países más destacados en Matemáticas, solo imparte 100 horas anuales.
El ministro de Educación en el periodo 2011-15, Nuno Crato, se apunta el tanto. Achaca la mejora a su trabajo en el ministerio, concretamente a la introducción de nuevas metas curriculares en el curso 2013/2014 para los alumnos de 1º a 3º, que se extendieron a los de 2º y 4º en el curso siguiente, además de exámenes finales a los alumnos de 4º año, ya el pasado curso.
El nuevo ministro de Educación ha eliminado los exámenes de 4º año
En parte concuerda João Marõco, del Instituto de Evaluación Educativa, quien atribuye la mejora a los exámenes, pero también a la formación pedagógica de los profesores. “Hace 20 años teníamos licenciados en especialidades pero sin formación técnica y pedagógica, les faltaba el maestrazgo. Eso se ha corregido gracias a una fuerte inversión en estos años”.
Los cambios se centraron en Matemáticas y Lengua Portuguesa, y no en otras asignaturas como, por ejemplo, en Ciencias, donde Portugal empeora 14 puntos en cuatro años según el TIMSS. Crato es partidario de ampliar a esta asignatura la experiencia de la estimulación del aprendizaje con exámenes y objetivos exigentes de enseñanza. En Ciencias no hay examen final externo.
“Los exámenes”, señala el profesor Marõco, “consiguen una doble objetivo: comprometen a los profesores a cumplir el programa y compromete al estudiante porque sabe que va a tener un examen final de todo el año lectivo”.
Crato no es contrario a dar libertad a los métodos de los profesores pero marcando objetivos que al final tienen que ser evaluados externamente. Sus cuatro años como ministro durante el Gobierno de centro derecha PSD-CDS -el único que aguantó toda la anterior legislatura- estuvo marcada por una fuerte contestación de los sindicatos de profesores.
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Los maestros ahogan al Gobierno de Portugal tras lograr el milagro educativo
Los partidos se alían contra los socialistas y en defensa de que los profesores recuperen la antigüedad laboral congelada por la crisis
JAVIER MARTÍN DEL BARRIO, Lisboa
Portugal vive una singular paradoja educativa: el país se considera en el entorno PISA una estrella emergente debido a reformas educativas que han conseguido reducir el abandono escolar de un 44% a un 12,6%. Se ha concedido autonomía a las escuelas, reducido la financiación a los centros privados y articulado asignaturas extraescolares. El presupuesto bajó 1.000 millones de euros durante los peores años de crisis, que el Gobierno ha logrado restablecer. Los maestros, sin embargo, no han recuperado la antigüedad laboral congelada (nueve años, cuatro meses y dos días) y ahora han puesto contra las cuerdas al Gobierno. Si no lo consiguen, amenazan, no habrá exámenes en junio.
El ultimátum es para el Gobierno y para el Parlamento, que durante dos días ha discutido cinco propuestas, todas favorables a los profesores, planteadas desde la derecha a la izquierda más extremas. La excepción es el gobernante partido socialista.
Por primera vez en cuatro años, tanto los partidos que apoyan al Gobierno —Bloco y PC— como los de la oposición —SD y CDS— están de acuerdo: hay que devolver a los profesores los beneficios perdidos por la congelación de sus carreras. La única divergencia entre ellos es cuándo y cómo. Después de meses de negociaciones con los sindicatos, el Gobierno ha reconocido y aprobado por decreto ley menos de tres años de descongelación. Y las huelgas continúan.
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La reivindicación de devolver la antigüedad laboral en la función pública se arrastra desde la llegada al poder del partido socialista, a finales de 2015. Su eslogan electoral y de gobierno fue “pasar página a la austeridad”. En estos cuatro años ha subido el salario mínimo un 20%, ha descongelado pensiones y rebajado la semana laboral de 40 a 35 horas, lo que la izquierda ha llamado “recuperación de derechos”. Pero no ha sido por igual para todos los funcionarios de la Administración, pues quedaron excluidas las llamadas “carreras especiales”: educación, justicia, seguridad y defensa, donde solo parte del tiempo congelado cuenta para la progresión en sus categorías profesionales y, consecuentemente en las escalas salariales. La Federación de Profesores exige todo el tiempo y ya lo ha conseguido en Madeira, donde el gobierno autónomo les recupera 1,5 años desde 2019 hasta 2025.
La lucha de los profesores va a cumplir tres años y va a más. Sus constantes huelgas se amplían en estas semanas a los trabajos extraescolares y reuniones administrativas de los centros docentes y también a los tribunales, donde denuncian al Estado porque los años congelados han dejado un contrasentido: 11.000 profesores que ingresaron en la carrera después de 2011 tienen más antigüedad que 56.000 que ingresaron antes de 2010.
La larga negociación entre el Gobierno y los sindicatos se ha ido enredando en contradicciones y reproches. Y en cuatro años de legislatura se cuentan por cientos las huelgas en colegios y por decenas las manifestaciones de los profesores convocadas por su principal sindicato, el Fenprop, dirigido con mano de hierro por Mário Nogueira. Su petición no ha variado con los años. Pero, tras meses de negociaciones, la situación ha llegado a un punto muerto, peor aún a una guerra de ultimátums: esto es lo que hay, dice el Gobierno; o hay acuerdo antes del 15 de mayo o no hay exámenes, amenazan los profesores.
Aceptar la reivindicación de los docentes costaría al Estado 800 millones, porque estos derechos deberían extenderse a otras profesiones similares. 635 millones serían para los profesores, según las cuentas del ministerio, es decir, un aumento presupuestario anual de 240 millones de euros para el colectivo. Después llegarían los empleados de juzgados, militares y policías exigiendo lo mismo.
“Como somos Gobierno no tenemos la hipocresía de prometer de todo sin explicar de dónde sacamos el dinero”, se defendió en el Parlamento el ministro de Educación, Tiago Brandão. “La oposición quiere todo y su contrario. ¿Qué impuestos van a aumentar? ¿Qué gasto van a recortar para conseguir este resultado?”. A diferencia de otras ocasiones, la oposición es todo el Parlamento.
El tiempo —con elecciones generales a la vista— tampoco corre a favor del Gobierno. “Ya no cuela la justificación de que no hay dinero para todo”, señalaba el martes en el Parlamento la diputada Heloísa Apolónia, de Los Verdes (partido integrado en la coalición electoral del PC), hasta este asunto aliados fieles del Gobierno. Los comunistas y el Bloco proponen como parte de la solución que ese tiempo de total recuperación contabilice para anticipar la edad de jubilación de los profesores. De momento, el Gobierno no lo acepta.
Aunque derrotadas las propuestas en el pleno de la Cámara, los cinco partidos tienen un mes para negociar un texto común lo que satisfaría a los profesores, pero pondría al Gobierno en la situación más crítica de esta apacible legislatura socialista. Los profesores —y los enfermeros— son los que han puesto al Gobierno contra las cuerdas.
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