Siguen apareciendo crónicas y comentarios sobre los mapas de Lavín, como empieza a llamarse este dispositivo que indicada a los padres y la comunidad mediante un semáforo de tres colores cuáles son los colegios buenos, intermedios y malos según sus resultados brutos en la prubea SIMCE más reciente. Las críticas a este “invento” son variadas y, a mi juicio, débiles los argemtnos que defienden esta iniciativa. Pero más sobre mi opinión en alguna columna de prensa futura.
Por ahora va una selección de textos de interés, algunos seleccionados por mi colega Gregory Elacqua, otros buscados por mí.
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El alto porcentaje de estudiantes que no rinde la prueba y que instala la duda sobre la precisión de los resultados y de los análisis posteriores:
Los números “ocultos” del Simce
El Mercurio, 13 junio 2010
Esta semana el Ministerio de Educación puso en marcha un plan para premiar, con dinero o equipamiento, a los establecimientos municipales que tengan buen rendimiento en el Sistema de Medición de la Calidad de la Educación. Sin embargo, en gran parte de los planteles un alto número de alumnos falta el día del examen. Eso impediría saber cuál es el nivel real de avance de los colegios.
Marisol Olivares A.
El martes el ministro de Educación, Joaquín Lavín, sorprendió con un hecho inédito en la enseñanza del país: entregó $600 millones en premios a algunos de los colegios municipales y particulares subvencionados que superaron el promedio nacional del Simce.
Los premios fueron desde los tres hasta los $15 millones dependiendo del puntaje obtenido por la institución. Y el incentivo no se agota aquí. El próximo año, el ministro pretende duplicar los montos, llegando hasta los $1.200 millones en premios en equipamiento, de manera de alentar a los participantes para superarse en el rendimiento del test.
Los ausentes
La finalidad del Simce es que todos los alumnos que pertenecen a 4°, 8° básico y 2° medio concurran a dar la prueba y así conocer el nivel de un colegio de acuerdo al puntaje obtenido. Para eso, el ministro Lavín ha diseñado un sistema para graficar los rendimientos (con la nomenclatura de un semáforo) de manera de distinguir a las escuelas de acuerdo a su desempeño (ver recuadro).
Para el sistema, lo más importante es que la cantidad de alumnos que asiste a dar el examen sea representativa de cada generación, y así los resultados reflejen la realidad del colegio.
Sin embargo, en la práctica este principio no se cumple de acuerdo con lo previsto.
Al revisar la lista de los 50 liceos con mejor puntaje en el Simce de cuarto básico, es posible detectar que en 30 establecimientos, es decir, el 60% de la muestra, concurrieron 15 o menos alumnos a dar la prueba.
De este modo, surgen varias preguntas: ¿qué tan fiscalizada es la asistencia de los alumnos al Simce?, ¿qué sucede si en una generación concurre menos del 50% de los estudiantes a rendir el test que mide la calidad de la educación de un establecimiento?, o incluso más, ¿cómo saber si son realmente los alumnos del nivel evaluado los que están rindiendo la prueba y no pertenecen a cursos superiores?
El Mercurio indagó aleatoriamente entre liceos y escuelas municipales que superaron el promedio nacional, que se encuentran entre los 50 mejores puntajes de las instituciones públicas y que figuran con menos de 20 alumnos rindiendo el Simce. Se comparó el número de asistentes a la prueba con la lista de matriculados en marzo de esos colegios -facilitada por el Departamento de Estudios del Mineduc. Los resultados al menos plantean interrogantes.
Más de dos mil liceos tuvieron a menos de nueve alumnos en sus aulas rindiendo el Simce. De estos, 1.689 sólo tenían cinco alumnos, por lo que el Mineduc considera que su puntaje no es publicable. De los 40 colegios escogidos, sólo dos tuvieron el 100% de asistencia de sus matriculados rindiendo la prueba. En el resto, la tasa de inasistencia oscila entre el 10 y el 55%.
A modo de ejemplo, la Escuela Quilpoco, de la comuna de Rauco, según la información entregada por el Mineduc, contaba con 20 matriculados en cuarto básico en marzo de 2009. Para la fecha de rendición del Simce, en noviembre, sólo rindieron el examen nueve estudiantes, 45% del curso.
Los nueve alumnos que rindieron la prueba obtuvieron los 293 puntos que promedió la escuela en el primer ciclo. El puntaje la ubica como la institución municipal número 16 en el ranking de cuarto básico. Como contraparte, el colegio que obtuvo el premio más grande en el país fue el colegio particular subvencionado Centro Educacional Francisco Ramírez, de San Ramón, que obtuvo sólo 30 puntos más que la escuela de Rauco, pero tuvo a sus 147 alumnos matriculados contestando en las aulas.
En todo el país
La escena se repite en todo el territorio: La Serena, Zapallar, Romeral, Quillota, Hualpén, Talca y Puente Alto presentan escuelas que superan ampliamente el puntaje promedio nacional, y diferencias entre los alumnos que asisten a dar el Simce y el número de matriculados. Alumnos de menos, alumnos de más, de todo se puede encontrar rindiendo el test. En la Escuela Choroico, en Nacimiento, 15 alumnos rindieron el Simce en 8° básico, no obstante figuran sólo tres matriculados en marzo. La escuela ponderó 295 puntos y aparece entre las 20 mejores del país.
Colegios más vulnerables
Otro caso es el del Liceo Zapallar, que figura con siete inasistencias según la comparación de datos entregados por el Mineduc y es la sexta institución con mejor puntaje en cuarto básico. Juan Zúñiga, director del colegio, señala que no existió tal número de ausentes a rendir el test. “En los colegios municipales hay más inasistencias, pero no es el caso. Aquí, se debe a que es un colegio de integración, que recibe a niños con síndrome de Down, los cuales no rinden la prueba, por lo tanto bajan la tasa de asistencia”, señala.
Aunque en los colegios municipales la asistencia es menor que en las entidades privadas y la tasa de deserción durante el año es frecuente, hay escuelas, como la Juan Luis Sanfuentes, de Talca, donde aparecen 24 alumnos menos de los matriculados asistiendo a dar el Simce y figuran nueve más que la lista oficial siendo evaluados en 8°.
Juan Bravo, encargado de la prueba Simce del Mineduc, explica que para la institución uno de los “filtros” utilizados para seleccionar a las escuelas premiadas fue que tuvieran una asistencia mayor o igual al 90%. También señala que no se publican los resultados Simce de aquellos establecimientos que tuvieron una asistencia muy baja (menor a 60%). Sin embargo, colegios que tuvieron a la mitad del curso asistiendo a dar el test, sí aparecen publicados y catalogados con la luz verde del semáforo, por ser una institución confiable en cuanto a la entrega de enseñanza.
“El Mercurio” escogió al azar 40 establecimientos municipales que figuran entre los que se encuentran mejor ubicados en el ranking de la prueba Simce. De éstos, sólo dos colegios tuvieron asistencia completa el día que se rindió el examen. En el resto de las escuelas, entre el 10% y el 55% de sus estudiantes no acudió a dar el test. Puntos “canjeables” por premios
El Mineduc entregó premios a los mejores colegios de cada región que hayan superado su rendimiento anterior, el promedio nacional y el de su comuna. Dependiendo del número de puntos, se pueden canjear premios desde $3 millones hasta $15 millones en equipamiento para el colegio y alumnos.
Los premios consisten en televisores LCD, proyectores de data show, computadores portátiles, micrófonos inalámbricos, enciclopedias, MP3 y DVD.
Los lugares para retirar los premios serán las respectivas seremis de Educación, a partir del 23 de julio.
La visión del Mineduc
Juan Bravo, coordinador nacional del Simce del Ministerio de Educación, señala que la asistencia de los alumnos que rinden el examen en el país es de 93% a nivel general y un poco menos en las instituciones públicas, ya que la deserción y el ausentismo son mayores en las zonas vulnerables.
Para el Mineduc, la publicación de los datos funciona así: si la asistencia es menor al 60%, los datos no son publicados; si se encuentra entre 60 y 80%, se estudia a los ausentes; y si es mayor al 80%, se publican.
Bravo explica que la forma que tienen de estudiar a las escuelas que figuran con gran número de ausentes es comparando la lista de asistencia de octubre con las evaluaciones de los que no concurrieron a rendir el examen. Si los que faltaron coinciden con los que tienen peor rendimiento, se llama al director o no se publican los datos.
“En Chile no existe una fiscalización para las escuelas que cometen engaño y nosotros no tenemos cómo saberlo, salvo que una familia denuncie que su hijo no dio el Simce porque un profesor se lo pidió”. Lo máximo que puede hacer el Mineduc es no publicar los resultados de esta institución, lo que Bravo califica de “sanción simbólica”.
Las excusas más frecuentes que entregan los colegios son que los peores alumnos no fueron a dar el examen porque son precisamente ellos los que tienen más baja asistencia.
En Estados Unidos, el Estado puede demandar ante tribunales a un colegio que comete “cheating” (engaño), que es como se le llama al acto de marginar a un alumno para que no rinda un examen nacional, debido a sus malas notas.
El “semáforo” de Lavín
Esta semana, el Mineduc implementó un mapa que se publica en la web (www.simce.cl) y en papel para que los padres estén informados del desempeño que tuvieron las escuelas en el Simce. En el mapa, las escuelas están catalogadas de acuerdo a un semáforo de cuatro colores: verde, amarillo, rojo y blanco, según su rendimiento.
En cuarto básico, el 12% de los liceos fue catalogado como verde, es decir, supera los 259 puntos (el promedio nacional es 257). El 7,6% es amarillo, es decir, son similares al promedio, que va entre los 250 y 257 puntos. El 41% de las escuelas tiene un signo rojo, puesto que tienen 249 puntos o menos, y el 37% está en color blanco, ya que menos de cinco alumnos rindieron la prueba. En los casos donde está más de la mitad del curso ausente, el resultado no se publica.
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De acuerdo con los “mapas Simce” elaborados por el Ministerio de Educación:
53% de las comunas no cuenta con ningún colegio sobre el promedio nacional del Simce
Municipalidades y regiones que presentan los niveles más críticos anuncian medidas para revertir los bajos rendimientos alcanzados por sus establecimientos en la prueba.
Equipos de Ciudad y Regiones
El Mercurio, 12 junio 2010
Los apoderados de Alto Hospicio (I Región) se llevarán una ingrata sorpresa cuando reciban el mapa que el Gobierno les enviará con los resultados en la prueba Simce de los colegios de la comuna. Allí verán 24 puntos de colores, uno por cada colegio del sector y ninguno será verde. Esto significa que no hay colegios en la comuna que superen el promedio nacional.
La situación se da en 180 de las 340 comunas que tienen escuelas. Y si el análisis se restringe sólo a las 173 que tienen 10 o más establecimientos, el 26,6% no tiene colegios en verde.
Una de ellas es Carahue (IX Región), con 25 escuelas y ninguna verde. “Hemos mejorado, pero no se pueden obtener resultados de la noche a la mañana. Menos en una zona donde hay muchos factores que influyen”, dice el alcalde, Héctor Figueroa.
Estrategias y críticas
Tarapacá y La Araucanía son dos regiones donde la situación es crítica. En la primera, sólo el 9,7% de los colegios es verde y el seremi de Educación, Leonardo Gálvez, anuncia que se reunirá con los sostenedores de la zona para buscar estrategias de mejora. En la IX Región, con 5,3% de escuelas verdes, el seremi Eduardo Zerené explica que impulsará un plan de “rescate lector” para los niños de 4° básico.
En la Región Metropolitana sólo hay seis comunas en esta situación (todas con 10 o menos colegios en total). Pero hay 10 municipios que tienen sólo un establecimiento sobre el promedio nacional.
Uno de ellos es Cerro Navia. En la comuna hay 37 escuelas y sólo una verde, que es particular subvencionada. El alcalde, Luis Plaza, señala que la pérdida de alumnos está llevando a que los colegios no sean sustentables. Por eso planea entregar su administración a iglesias y a fundaciones. “La comunidad tiene que entenderlo. Además, los profesores piden y piden cosas y no entregan nada. Uno les dice algo y amenazan con paros”, dice.
Renca vive una situación similar, con 35 colegios y donde el único verde es el San Joaquín, de la Fundación Astoreca. Su alcaldesa, Vicky Barahona, opta por criticar los mapas de colores: “Es una medida que provocará una situación caótica. ¿Qué va a pasar con las comunas sin planteles verdes? ¿Acaso los padres mandarán a sus niños a otras comunas? ¿Y las comunas con escuelas verdes tendrán capacidad de absorber la mayor demanda?”.
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Nueve
comunas no cuentan con colegios amarillos (en el promedio nacional). Son municipios pequeños, con menos de 5 establecimientos.
97
comunas no tienen escuelas en rojo (bajo el promedio nacional). Doce de ellas tienen, en total, 10 o más establecimientos.
Mineduc: foco en los “amarillos”
El hecho de que los apoderados del 53% de las comunas reciban mapas sin colegios “verdes” es admitido por el ministro de Educación, Joaquín Lavín. Explica que esto obligará a su cartera a enviar en octubre informes con mayor detalle: “Ahora van los (mapas con) colores, pero en octubre van a ir los resultados del Simce y la PSU de los últimos años, y va a haber una gama dentro de los colegios amarillos de tal forma que los papás puedan hacer la distinción”.
Explica que el Mineduc priorizará el trabajo con los colegios amarillos, que están en el promedio nacional. “Hay muchos que están en el borde de ser verdes; entonces, queremos focalizarnos en ellos con planes especiales para que el próximo año cambien de color”, asevera.
Los mapas llegarán este mes a las regiones Metropolitana, de Valparaíso y del Biobío. Al resto del país arribarán, a más tardar, el 23 de julio. Claro que los datos ya están disponibles en www.simce.cl .
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Mapas comunales del Simce
Concha, Carlos
La Segunda, 9 junio 2010
Este año la entrega de resultados del Simce tuvo varias novedades. Entre ellas, una carta del Presidente y un mapa en el que los colegios de la comuna se representan en puntos verdes, amarillos o rojos, dependiendo de si el puntaje obtenido estuvo sobre, en o bajo el promedio nacional. En octubre, se agregarán los resultados del Simce de años anteriores y también los de la PSU.
Al parecer, las autoridades siguen convencidas de que, con esa información, la lógica del mercado llevará a los padres a revisar la decisión acerca del colegio en que quieren que sus hijos estudien. Lo que sabemos es que la decisión de las familias es mucho más compleja. Son muy escasos los que logran cambiar a sus hijos a un colegio de altos resultados. Además, los establecimientos educacionales municipales y particulares subvencionados de mejor Simce y PSU seleccionan alumnos de muchas otras comunas; los cambios los hacen las familias que pueden pagar (traslado y colegiatura mensual), y no se puede olvidar que las familias más pobres y las de zonas rurales no tienen escuelas alternativas para elegir.
Ahora bien, ¿cómo leer los puntos verdes, amarillos y rojos? El mapa no nos ayuda a distinguir una escuela que selecciona a los estudiantes y a sus familias de una que no lo hace: ¿cuánto mérito es atribuible a un establecimiento que selecciona a sus estudiantes, o que los expulsa si repiten curso o si bajan su promedio? La distribución de colores tampoco consideró las diferencias de capital cultural de las familias, pese a que la relación entre ambas variables es directa: los bajos resultados se concentran en escuelas que atienden a los sectores más pobres. La clasificación tampoco distinguió los casos en que el aporte económico de las familias duplica o más que triplica lo que el Estado entrega. Finalmente, no se aisló lo que la escuela agrega en aprendizaje a sus estudiantes, más allá de sus distintas condiciones de entrada, medida fundamental para establecer si se trata o no de una escuela efectiva.
Los colores logrados por las escuelas no muestran otra cosa que lo que somos, un país con desigualdades. Esperar que las familias cambien a sus hijos de los colegios de bajos resultados es tan improbable como atribuirle al mapa la condición de incentivo para que las escuelas en rojo dejen de estarlo el próximo año.
Lo que sí hará la diferencia será continuar incrementando los recursos para las escuelas que atienden a sectores más pobres, asegurarles apoyo externo y capacitación de calidad, generar incentivos para que los mejores directivos, educadoras y docentes trabajen en esas escuelas, considerar su contexto cultural y atender las diferencias entre los estudiantes. Estos anuncios sí serán una buena información adicional para los padres y para todos.
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Con dientes y uñas
Luis Larraín
El Mercurio, 13 junio de 2010
Gritando a voz en cuello en las tribunas del Congreso Nacional, mientras los diputados piden cuentas al ministro de Educación Joaquín Lavín; protestando frente a las puertas del ministerio en la Alameda. Así se defienden los funcionarios a contrata que han sido despedidos de esa repartición pública o no se les ha renovado el contrato. Se trata de 466 personas, menos del 10% del personal.
Exigen explicaciones, se sienten dueños de sus puestos. Pero la mayoría de ellos tiene poco que ver con la Educación chilena, con los niños o con las aulas. Hay en el ministerio ciento veinte abogados, según nos hemos enterado; más que en el estudio de abogados más grande de Chile. ¿Qué hacen allí? También sesenta periodistas, la dotación completa de un diario. ¿Se dedican a mejorar la calidad de la educación que reciben los chilenos?
La verdad es que son ellos los que tienen que dar explicaciones, ellos y quienes los contrataron pagándoles con la plata de todos los chilenos, para hacer no sabemos qué.
Bien por el ministro Lavín. La plata a la sala de clases, a los colegios y no a la burocracia que trabaja en el ministerio. Esa es la señal que requiere la Educación chilena: los recursos para mejorar la calidad, para la subvención educacional.
Es que la administración pública se transformó para algunos en una parcela de poder político. Un lugar donde darles pega a los amigos y a correligionarios. Por eso la reacción de los políticos de la Concertación, que hablan de despidos masivos y defienden a sus apitutados. Pero no hay tal. En total, en la administración pública son 1.373 los desvinculados y 1.255 las personas cuyos contratos no se renovaron; menos del 0,7% de la dotación.
Eso no es un despido masivo, es apenas una readecuación de personal, lo mínimo que se espera para sacar la grasa en una administración pública que ha crecido entre 1990 y 2008 en un 64%, mientras el total de ocupados en la economía chilena crecía en un 49%.
En ese período, en que el valor de la producción ha crecido espectacularmente en Chile, más que se ha triplicado, el producto en Educación no ha mejorado. Y nadie se siente llamado a rendir cuentas por ello. Y paradojalmente el llamado a dar explicaciones es el que despide a funcionarios que no aportan nada.
A última hora trataron de cambiar las condiciones de los contratos en todo el sector público: normas de amarre. Más de un 40% del personal de la administración pública, los que están en la planta, no pueden ser removidos si no es con un sumario (lo que es casi imposible). Pero el resto, personal a contrata, debe renovarse año a año.
Pues bien, el gobierno de la Presidenta Bachelet al prorrogar al personal a contrata a comienzos de este año intentó eliminar una norma que siempre ha existido y que dice que el contrato podía ser desahuciado si ya no son necesarios los servicios del trabajador. Y respecto del personal a honorarios, se incorporó una cláusula nueva exigiendo dar aviso con 60 días de anticipación si se quería poner término a los servicios. La Contraloría General de la República objetó ambas cláusulas y eso ha permitido que hasta la fecha se ponga término a los servicios de menos del 1% de la dotación. ¡Y ni eso quieren aceptar!
La Concertación se resiste. Es que perdió una batalla pero no la guerra. Siente que la administración pública sigue siendo una parcela propia, en la que se ha paseado por veinte años y no acepta que nadie se le meta ahí. A defender las pegas es la consigna. Denuncias ante la OIT, acusaciones constitucionales; defienden el botín.
El gobierno del Presidente Piñera no puede ceder. Su señal tiene que ser muy clara: el servicio público no es patrimonio de nadie, el que está allí tiene que responder a la ciudadanía, los funcionarios están para servir a la gente y el que no rinde debe irse. Es la única forma que tiene de cumplir con lo que ofreció al país.
Esto es más serio de lo que pudiera creerse; no se trata de las pegas de unos cuantos chilenos, se trata de saber si Piñera podrá gobernar, o si la captura del Estado por parte de la Concertación se lo impide.
Mientras el subsecretario de Educación de Chile, Fernando Rojas, reclama
sobre la incompentencia de los funcionarios del Ministerio de Educación
para justificar sus despidos (ver artículo abajo), los expertos en
educación reclaman por la incompentencia del subsecretario y el
Ministerio de Educación por la metodología falaz utilizada para
clasificar escuelas con su nuevo sistema de semáforos escolares. Por
ejemplo, Alejandra Mizala, reconocida economista de la Universidad de
Chile, sostiene que con la información de los mapas de Lavin “los padres
elegirán el nivel socioeconómico de los colegios y no su calidad
educativa, de paso estigmatizando a los establecimientos vulnerables. Lo
que se requiere es que las pruebas SIMCE permitan calcular la evolución
del desempeño individual de un alumno a través del tiempo, y así medir
el valor agregado del colegio.” Juan Enrique Froemel, distinguido
experto en medición y evaluación señala lo mismo en una carta al editor
en La Tercera. José Weinstein y Gonzalo Muñoz, expertos educacionales de
la Fundación Chile, destacan en su columna que los resultados no son tan
desastrosos como han insistido las autoridades del Ministerio de
Educación. Incluso hubo mejoras importantes en el SIMCE en los sectores
más pobres, que podría haber sido atribuido a un efecto positivo de la SEP.
Gregory
http://www.cpce.cl/educar/
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La Segunda
10 de junio de 2010
El SIMCE una vez más
Alejandra Mizala
Centro de Economía Aplicada
Ingeniería Industrial
Universidad de Chile
Cada vez que se conocen los resultados de las pruebas SIMCE se plantean
una serie de ideas acerca de lo que hay que hacer en educación. Esta vez
incluso ha surgido la propuesta de establecer un bono educacional
(voucher) que sería entregado a cada familia en situación de pobreza
para que los padres elijan el colegio donde enviar a sus hijos. ¿No es
eso lo que existe para todas las familias del país desde el año 1981?
Creo que ya hemos aprendido que los mecanismos de mercado establecidos
en la reforma de los años 80’s son insuficientes, por sí solos, para
garantizar la calidad de la educación. Por lo tanto, es muy poco
probable que entregar un voucher físicamente a los padres altere estos
resultados.
Para que un sistema de subsidio a la demanda con provisión privada de
educación, como el que tenemos en el país funcione adecuadamente, no
basta con crear un cuasi mercado, sino que es necesario establecer una
institucionalidad, normas, regulaciones e incentivos que aseguren una
educación de calidad. También es necesario contar con un cuerpo docente
bien formado, y fortalecer la educación pública de manera que ésta
establezca un alto estándar de calidad, que promueva la excelencia en el
conjunto del sistema educativo. Sin embargo, estas condiciones son
necesarias, pero no suficientes; es fundamental mejorar las prácticas al
interior de las escuelas.
Desde hace tiempo conocemos las prácticas que logran mejorar los
aprendizajes, aún en condiciones de vulnerabilidad. Los estudios
nacionales e internacionales muestran que los componentes claves en
todos los casos exitosos son: existencia de líderes reconocidos al
interior del colegio; altas expectativas respecto de docentes y alumnos;
cultura de evaluación orientada a mejorar el desempeño docente, donde la
evaluación retroalimenta la enseñanza; gestión escolar centrada en el
aprendizaje; proyecto educativo explícito y compartido por todos, donde
los objetivos se traducen en metas concretas y realistas; capacidad de
manejo y respuestas concretas frente a la heterogeneidad de los alumnos;
reglas disciplinarias claras y compartidas; alianza escuela-familia y
buen manejo de recursos humanos.
Se podría argumentar que muchos de estos componentes son obvios y que
han estado presentes en algunas políticas ya implementadas que no han
tenido resultados. No obstante, lo que diferencia a las escuelas con
buenos resultados del resto es la persistencia con la que han aplicado
estas políticas, y el que las hayan desarrollado construyendo
capacidades en el mismo establecimiento escolar, en vez de partir de una
prescripción externa detallada de lo que deben hacer.
¿Qué necesitamos para avanzar en este sentido? Directores bien
seleccionados, capacitados y con facultad para dirigir sus escuelas.
Profesores bien formados, motivados y adecuadamente remunerados. Padres
informados y comprometidos que fiscalicen el desempeño de los colegios.
Es importante hacer notar que para esto último hay que entregar
información a los padres acerca del valor agregado por el
establecimiento escolar, esto es, una vez que se controla por las
características de la población que atienden. En Chile entregar datos
brutos del SIMCE, como los actuales mapas implementados por el
Ministerio de Educación, es equivalente a dar información acerca de la
educación de los padres o el ingreso del hogar. Con esa información los
padres elegirán el nivel socioeconómico de los colegios y no su calidad
educativa, de paso estigmatizando a los establecimientos vulnerables. Lo
que se requiere es que las pruebas SIMCE permitan calcular la evolución
del desempeño individual de un alumno a través del tiempo, y así medir
el valor agregado del colegio.
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La Tercera
6 de junio de 2010
Carta al director
Señor director:
Una vez más los resultados del Simce nos angustian respecto del futuro
de nuestros hijos y nietos. Lo peor es que las explicaciones de los
expertos están lejos de brindarnos tranquilidad, suscitando al menos
dos reflexiones.
La primera es la constatación de que los alumnos de cuarto básico,
tanto en Lenguaje como en Matemáticas, muestran niveles más altos de
logro que los de octavo año. Esto es una luz de esperanza: los alumnos
más nuevos en el sistema están efectivamente aprovechando los cambios
pedagógicos. Pero, a la vez, esto se opaca al evidenciar que para
quienes llevan más tiempo, tales cambios no logran sacarlos del
marasmo del bajo rendimiento.
La segunda reflexión es comprobar que, como ha sido el patrón desde
que el Simce existe, se sigue comparando escuelas en base a puntajes
de rendimiento, fuertemente afectados por el nivel socioeconómico de
sus estudiantes. Esta es una comparación absolutamente injusta.
Hace más de 20 años existe en el mundo el método de valor agregado,
que permite remover estadísticamente del rendimiento la condición
económica de los estudiantes, permi-tiendo ver qué escuelas son
capaces de hacer aprender a sus alumnos, más allá de su origen social.
Frente al debate y las respuestas a los malos resultados, es legítimo
preguntarse: ¿Por qué seguimos tratando de medir longitud con un
termómetro?
J. Enrique Froemel A.
Vicerrector Académico
Universidad Autónoma de Chile
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La Tercera
7 de junio de 2010
Simce 2009: ¿Sólo malas noticias?
por José Weinstein, Gerente Area de Educación de la Fundación Chile y ex
ministro de Educación /Gonzalo Muñoz, Jefe de estudios Area de Educación
Fundación Chile
Los resultados del Simce de cuarto y octavo básico confirman, en lo
grueso, lo que ya sabemos: nuestra educación necesita cambios para
mejorar la calidad de los aprendizajes y, sobre todo, su distribución
social (equidad).
Sin embargo, la noticia positiva no ha estado presente en los medios.
Por primera vez, desde que existen mediciones estrictamente comparables,
hay una mejora significativa en el desempeño promedio de matemáticas en
cuarto básico. Y aún más importante, este avance se explica, sobre todo,
por los mejores resultados en los niveles socioeconómicos más bajos.
Algo muy similar ocurre con los resultados de comprensión del medio
natural de cuarto básico, que también muestran un progreso inédito. En
lenguaje, se mantiene el avance importante ya logrado en el Simce 2008,
en que se rompió el estancamiento de casi una década.
Estos olvidados avances son aun más meritorios si se considera el paro
docente que afectó a los establecimientos municipales el 2009. Un mes
menos de clases en la gran mayoría de las escuelas públicas en Chile y
los resultados se mantienen o mejoran en este importante segmento, que
atiende a los niños y niñas más vulnerables.
¿Por qué estas mejoras en el Simce de cuarto básico? La evidencia que
entrega esta medición hace pensar que los sostenidos esfuerzos por
mejorar las condiciones y apoyos para las escuelas más vulnerables del
país están dando sus primeros frutos. Estos apoyos, entre los que
destaca la recién implementada ley de Subvención Escolar Preferencial
(SEP), han estado focalizados justamente en el primer ciclo básico y en
los subsectores de lenguaje y matemáticas.
Hay que recordar que la SEP ha obligado a todas las escuelas
participantes a fijarse metas de avance en materia de logros educativos
y a confeccionar planes de mejora para alcanzarlos. Esta subvención ha
significado presión focalizada, pero también apoyo, inyectando
anualmente cerca de US$ 350 millones a escuelas y sostenedores que
trabajan en pobreza. Esta es la energía nueva que está produciendo
cambios, aun cuando sean lentos, en el sistema.
Es previsible que en el primer ciclo básico sigan produciéndose cambios
si la política de presión y apoyo de la SEP se mantiene, y por cierto
ellos pueden acelerarse si se mejora su implementación. Si se quiere
cambiar la tendencia respecto de los magros resultados existentes en el
segundo ciclo básico (quinto a octavo), se debe extender esta acción con
rapidez hacia estos niveles: hoy el subsidio recién está llegando a
sexto básico y con valores muy inferiores a los del primer ciclo. ¿Por
qué no avanzar hasta octavo y con valores equivalentes?
A ello debiera agregarse un esfuerzo de peso por sumar docentes
especialistas entre séptimo y octavo básico en las escuelas
subvencionadas, medida contenida en la nueva Ley General de Educación,
pero que recién será obligatoria en 2017.
El Simce 2009 no puede llevar al conformismo, pero tampoco implicar solo
crítica y desaliento. El alza mostrada debiera alentar a autoridades,
sostenedores, docentes y directivos a perseverar en la línea de mejorar
las capacidades que el sistema escolar tiene para responder a la demanda
ciudadana por calidad para todos.
Reconocer los logros obtenidos en matemáticas y ciencias en cuarto
básico no es sólo un deber de justicia por lo realizado en muchas
escuelas, sino también un llamado a la esperanza de que las
transformaciones son posibles cuando tienen foco definido y van
acompañadas de suficientes recursos. En adelante, si aspiramos ver
progresos en octavo, es hora de apurar el tranco en el segundo ciclo básico.
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La Segunda
10 de junio de 2010
Subsecretario de Educación denuncia que casi todos los funcionarios
del ministerio estaban calificados con nota máxima
Jueves 10 de Junio de 2010
Fuente :Por Jéssica Henríquez D., La Segunda
En una escala de 1 al 100, el promedio entre 3.500 empleados fue 99,8.
En los últimos 19 años la cantidad de trabajadores en el ministerio
subió en 54%, casi todos a contrata o a honorarios. Subsecretario
pidió que le arreglen el computador. Siete funcionarios, en siete
oportunidades, lo revisaron… Aún falla.
“Hace 3 meses, desde que asumí como subsecretario, que mi computador
en el ministerio tiene problemas de configuración del correo
electrónico. Pedí al área de informática que viniera un técnico a
arreglarlo… ya han venido 7 personas distintas y sigue igual. Eso
habla que esa unidad no está funcionando bien”.
Con esas palabras, el subsecretario de Educación, Fernando Rojas,
ejemplifica los problemas de ineficiencia en esa cartera que aseguran
haber encontrado cuando asumió el nuevo gobierno y que, en parte,
justifican los despidos de casi 500 funcionarios del Mineduc a lo
largo del país… un tercio de los cuales serán reemplazados “por
personas más competentes”.
Las cifras oficiales hablan de 466 personas desvinculadas, pero la
Andime (Asociación de Funcionarios) asegura que hasta ahora son más de
500. En cualquiera de los casos no representan más de un 10% de la
dotación total del ministerio y todos eran funcionarios a honorarios
(45%) o contrata (55%).
Con cuadros en mano, desde la nueva administración explican que en
1990 el personal en esa cartera era de 2.820 funcionarios de planta,
367 a contrata y ninguno a honorarios. En el 2009 el mismo cuadro
habla de 1.068 funcionarios de planta, 2.799 a contrata y 1.033 a
honorarios. Es decir, en los últimos 19 años la cantidad de
funcionarios del Mineduc subió en 54%.
Todo, alegan, mientras la matrícula de los alumnos en colegios
municipales bajó 15% en igual período (de un millón 717 mil alumnos a
1 millón 460 mil escolares).
Los más afectados
La mayor parte de los despedidos son profesionales (al menos 227) y
los menos, administrativos o técnicos. En promedio, ganaban $1 millón
220 mil mensuales y tenían 8,5 años de antigüedad en el ministerio.
La región más afectada fue la Metropolitana, ya que allí se concentra
el nivel central del ministerio (corazón administrativo de la cartera)
y entre las unidades con más despedidos destacan Chilecalifica, la
División de Educación General, supervisores de colegio, la Unidad de
Currículum y el Cepip (encargado de temas pedagógicos).
Al revisar las desvinculaciones se detecta que más de 80 corresponden
a renuncias. Las menos fueron renuncias espontáneas; es decir, gente
que apenas hubo cambio de gobierno informó que se iba porque no estaba
dispuesta a trabajar con las nuevas autoridades.
Otro grupo mayor presentó su renuncia previendo que podrían ser
despedidos y un tercer grupo, asegura la Andime, corresponde a quienes
ante la notificación de despido solicitaron presentar su renuncia
“para salir con lo papeles limpios y sin cuestionamientos de cuoteo
político”.
Supervisiones dos veces al año
Una de las razones que explican la gran cantidad de despidos, dicen en
el ministerio, es la existencia de programas mal evaluados por la
Dirección de Presupuesto en los gobiernos anteriores y que se
reformularán por completo o simplemente desaparecerán.
El 2007, por ejemplo, se recomendó “rediseñar en forma sustantiva” los
programas de Inspección de Colegios Subvencionados (que fiscaliza los
recursos económicos que se les entrega), de Supervisión de estos
establecimientos (que entrega apoyo técnico pedagógico a las escuelas)
y “reubicar” el programa Chile-Califica.
Precisamente allí se concentran casi 200 despidos.
Una de las grandes críticas a esta medida es que el ministerio se
quedará sin inspectores ni supervisores para fiscalizar. Ante ello,
desde el ministerio explican que de los 233 inspectores que existían,
se despidieron 12… mientras que de los 600 supervisores, salieron
68. “En ambos casos se llamará a concurso para fortalecer estas áreas
y cambiarles el perfil, porque no hay indicadores de gestión ni metas
concretas… Nos encontramos que los colegios son supervisados apenas
una o dos veces al año”, explica el subsecretario.
Los funcionarios alegan que no hubo criterio para ello y aseguran: “En
la Provincial Oriente había 3 supervisores de Educación Media para 450
liceos. Despidieron a dos, y el que quedó jubila en diciembre”. Y
agregan que “desmantelaron la Fiscalía de Subvenciones que se creó
recién el año pasado tras el escándalo de subvenciones. Eran 11
profesionales que entraron por concurso público y quedó uno”.
170 cuentas corrientes
Otros de los grandes argumentos de la nueva administración para
realizar los despidos es la “duplicidad de funciones”.
Sólo a nivel central (servicios administrativos que no consideran las
seremis) existían 8 departamentos jurídicos con 130 abogados y sólo 18
de ellos está en la División Jurídica del ministerio. También se
contabilizaron 60 periodistas, más de 80 sistemas informáticos y 170
cuentas corrientes.
Cerca de 90 personas salieron por este concepto o por sobredotación,
ya que “no se justifica tantos funcionarios haciendo la misma tarea”.
Desde la Andime, responden que “es cierto que los ministros o
subsecretarios tenían 5 o 6 asesores de diverso tipo. Ahora no sabemos
si finalmente se la van a poder con tanta pega…”.
Otros 70 empleados fueron despedidos por “desempeño insuficiente”.
Según la información entregada por Andime, gran parte de los
despedidos tiene la calificación máxima en una escala de 0 a 100. El
subsecretario retruca: “Aquí no sólo los despedidos tiene nota máxima,
todo el ministerio tiene nota máxima”.
Y denuncia: “El año pasado 3.500 personas del ministerio se evaluaron
(técnicos, administrativos y profesionales) y la nota promedio fue de
un 99,8. Es decir, ¡todos tienen excelencia! y en ninguna institución
en que opere en forma efectiva un sistema de calificación, todos
logran excelencia. Eso me habla de que esta calificación no sirve”.
-¿Y cómo determinó usted, entonces, el mal o buen desempeño?
-Con las jefaturas, con los desempeños exhibidos, con los trabajos
anteriores de los funcionarios, con la forma de hacer el trabajo que
les corresponde. Los despidos ya se acabaron.
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Gregory Elacqua
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