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La figura de los ministros de educación resulta típicamente esencial en los procesos de reformas educativas, ya sea liderándolos o bloqueándolos. Un aspecto importante que debe tenerse en cuenta es cuánto duran los ministros, no solo porque un mandato de corta duración dificulta la implementación de reformas, sino también porque es un indicador de la seriedad con la que el poder ejecutivo trata los temas de educación.
En un trabajo publicado en 2002, Javier Corrales encontró que durante los años noventa hubo una reducción importante en la rotación de ministros de educación en América Latina. Mientras que en el período que va de 1960 a 1990 la duración promedio de un ministro de educación era de 2.45 años, en el período 1991-2000 la misma fue de 2.81 años. Reconociendo que, por si sola, la estabilidad no garantiza la presencia de reformas exitosas, Corrales especulaba que el aumento observado en la duración auguraba un mejor futuro para el proceso de reformas educativas en la región.
En esta nota presentamos los resultados de una actualización de los cálculos de Corrales. Los datos no son estrictamente comparables ya que utilizamos una fuente de información diferente. Corrales obtuvo los datos de rotación del Europa World Year Book, de donde se puede obtener el nombre de los ministros en cada año. Al comparar la información año a año, se puede detectar si hubo cambios. La limitación de esta fuente es que no permite conocer la fecha exacta en que se realizó el cambio y por lo tanto la duración es estimada con error. Nuestro enfoque buscó resolver esa limitante calculando el número de días que cada ministro estuvo en su puesto. Para eso usamos una variedad de fuentes de información que incluye los sitios web de los ministerios de educación, artículos de prensa detallando cambios de gabinetes ministeriales, y los propios currículos vitae de los diversos ministros.
Tal como se puede ver en el Gráfico 1, en promedio, los ministros de educación en América Latina han durado 2.31 años en los últimos 15 años. Esto representa una caída en la duración promedio con respecto a la década de los noventa. La notable excepción fue Colombia, y en el último lustro (ver Gráfico 2) también Bolivia, Costa Rica, Ecuador y Nicaragua.
Los casos de Chile y Brasil son ilustrativos de esta tendencia. En Chile, en el período 1994-2006 con mandatos presidenciales de 6 años hubo 3 ministros por presidente. En los tres mandatos presidenciales posteriores (Bachelet primera administración, Piñera y Bachelet segunda administración), que ahora son de tan solo 4 años, hubo 3, 4 y 2 ministros (habiendo pasado solo la mitad del período), respectivamente. En el caso de Brasil, durante el período 1995-2003 hubo tan solo un ministro (Paulo Renato Souza, quien lideró un proceso de renovación muy importante en el sistema educativo del país), mientras que en los últimos dos años hubo 4 ministros.
Por otro lado, en Colombia el promedio de duración del puesto de ministro aumentó de 1.27 a 3.87 años desde 1981. De manera similar al caso de Paulo Renato Souza en Brasil, la gestión de Cecilia María Vélez White (2002-2010) tuvo la continuidad para avanzar de manera decidida las reformas administrativas e institucionales necesarias para reorganizar un sistema educativo que estaba muy deteriorado.
Durante el período 2001-2015 los ministros de educación en promedio han durado lo mismo que los ministros de economía (2.31 vs. 2.32 años). El Gráfico 3 sugiere que existe una fuerte correlación positiva en la duración de los ministros. Las excepciones son Colombia y Costa Rica (donde los ministros de educación duraron mucho más que los de economía) y Chile (donde duraron mucho menos). Son estos casos los que probablemente resulten más significativos en cuanto a los efectos de la duración de los ministros de educación sobre los procesos de reforma.
En el argumento de Corrales la duración de los ministros podía ser considerada como condición necesaria pero no suficiente (ya que una larga duración puede ser simplemente indicador de inercia) para la implementación de reformas educativas. La actualización de los datos ofrece al menos cierto nivel de convalidación de esa hipótesis. Por un lado, en los casos ya mencionados de Colombia, Costa Rica y Ecuador, la larga duración coincide en el tiempo con esfuerzos de reforma significativos, mientras que los casos de Bolivia y Nicaragua representan casos de duración como inercia.
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