En este documento de agosto 2009 (59 pp.), Judith Scheele, con la colaboración de José Joaquín Brunner, revisan la literatura internacional sobre el tema y ofrecen una síntesis de los principales tópicos abordados por ella.
Este trabajo fue preparado en el marco del Convenio entre el Ministerio de Educación, División de Educación Superior, por un lado y, por el otro, el Centro de Políticas Comparadas de Educación, Universidad Diego Portales, y el Departamento de Ingeniería Industrial de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, Universidad de Chile, para desarrollar el “Observatorio de Graduados de la Educación Superior Chilena”, 2008-2009. Contó asimismo con el apoyo del Programa Anillo (SOC01) de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt) en Políticas de Educación Superior. Las opiniones vertidas y los análisis corresponden exclusivamente a los autores y no comprometen a las instituciones mencionadas.
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Índice
Introducción [ver más abajo]
CAPÍTULO 1 CARACTERÍSTICAS DE LA EDUCACIÓN TERCIARIA NO UNIVERSITARIA
1.1 Definiciones de la educación terciaria no universitaria
1.2 La posición de la educación terciaria no universitaria en el sistema de educación
CAPÍTULO 2 ASEGURAMIENTO DE LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN TERCIARIA NO UNIVERSITARIA
2.1 Normas y estándares de calidad
2.2 Mecanismos para evaluar la calidad de los programas e instituciones de educación terciaria no universitaria
2.2.1 Perfil de los organismos de acreditación
2.3 Consecuencias de la acreditación
Conclusión
Bibliografía
Anexo: Ejemplo de una estrategia de calidad con la misión, los objetivos y el plan de acción de una institución ETNU
Introducción
La educación terciaria es hoy un tema central para las políticas públicas. Gracias a su rápido crecimiento en las décadas pasadas y a la diversificación de la población estudiantil, la educación terciaria se ha convertido en un importante factor de cambio social, de crecimiento económico y para la realización de objetivos colectivos de la sociedad (OECD, 2008). Además de las universidades tradicionales, se han establecidas –a partir de los años 60 pero con una rápida expansión durante las últimas dos décadas– múltiples instituciones de educación terciaria no universitaria (ETNU), promovidas por los gobiernos como una alternativa costo-efectiva junto a las universidades, en condiciones de contribuir a satisfacer la creciente demanda de educación superior (Mikhail, 2008: 1).
En diversas partes del mundo, las instituciones ETNU se crean bajo el supuesto de que ellas representan diversas ventajas en comparación con las universidades tradicionales. Primero, su carácter menos elitista, que les permite abrir el acceso a la educación terciaria a un mayor número de estudiantes. En efecto, ellas han contribuido de manera decisiva al surgimiento de un sistema educativo de masas, con estudiantes de diferentes clases socio-económicas, orientaciones y grupos de edad (Essajume, s.a.: 1). Segundo, una oferta de programas con un enfoque práctico y vocacional, que complementa la oferta principalmente teórico-académica de las universidades, dando satisfacción a demandas del mercado laboral por técnicos altamente cualificados. Tercero, una mayor diversidad de la educación terciaria al introducir nuevos tipos de programas (por ejemplo, programas de ciclo corto o de `enseñanza a distancia´) y nuevos métodos didácticos (clases participativas; prácticas en cooperación con la industria, etc.). Tal diversidad atrae a estudiantes que de lo contrario no considerarían realizar una formación más allá de la educación secundaria. En las instituciones ETNU tienen la oportunidad de seguir un programa que tal vez corresponde mejor con sus prioridades y estilos de aprendizaje.
La ETNU constituye en la actualidad una parte importante de los sistemas de educación superior; no obstante, la clasificación de las instituciones que la imparten causa hasta hoy problemas de índole académica y profesional, particularmente con respecto al reconocimiento de títulos. Este sector carece del prestigio de las universidades tradicionales, por lo que hay universidades y empleadores que no reconocen los títulos y habilidades adquiridos en una institución ETNU.
La negación del valor académico de estos títulos es, antes que todo, una consecuencia del desconocimiento de la calidad de la educación terciaria no universitaria. Dado que las instituciones ETNU no pueden apoyarse en tradiciones seculares o en la fama de las universidades, deben buscar otras maneras de demostrar la calidad de sus programas educativos, por ejemplo mediante la introducción de mecanismos de control de calidad, evaluaciones externas o políticas de transparencia. Estos mecanismos sirven para fomentar el desempeño y la estimación de las instituciones ETNU, siendo utilizados en primerísimo lugar por los gobiernos para controlar las prácticas de las instituciones y garantizar así un nivel mínimo de calidad en la educación terciaria. En el segundo capítulo de este informe profundizaremos en las formas de aseguramiento de calidad que existen en el sector ETNU, con foco en la acreditación de instituciones y sus programas. Pero antes de llegar allá, en el primer capítulo a continuación, daremos una explicación más detallada de la educación terciaria no universitaria y de su posición en los sistemas nacionales de educación superior.
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