El ex abanderado cuestiona la labor del gobierno en el debate de gratuidad y fustiga a La Moneda por no haber tenido un diseño claro desde el inicio.
El ex ministro, -cuyo colectivo por estos días prepara el proceso de recolección de firmas para convertirse en partido político-, acusa al Ejecutivo de jugar con las esperanzas de los estudiantes, de improvisar y de gobernar solo para mantener con vida a la Nueva Mayoría.
¿Cuáles son sus reparos al debate?
Nunca en el Chile moderno, desde el año 90 a la fecha, una política pública se ha tratado con tanta liviandad, ligereza y chapucería. El gobierno lleva un año jugando con las esperanzas de los estudiantes.
¿En qué sentido?
El gobierno instaló la gratuidad como un dogma. Y yo me pregunto: ¿en qué momento nuestro debate perdió la sensatez? Todas las familias se abrazan cuando un hijo se gana un beca y el gobierno logró convertir la palabra beca en una palabra fea, algo de lo cual avergonzarse, en un engendro neoliberal. Los problemas de diseño podrían ser una comedia, pero tienen costos tan grandes que se acercan a una tragedia. ¿Qué política pública de la historia moderna de Chile ha tenido seis diseños en seis meses? Está claro que cuando se lanzó el 21 de mayo era solo un diseño político, no más. Era poder decir que “cumplimos con esta línea del programa. No había financiamiento o similar.
¿Cree que comprometer gratuidad para 2016 fue una mala idea?
Convertir la gratuidad en un dogma es un tremendo error. Chile debe ponerse con todo para financiar la educación a una familia que viene de un hogar que no se puede pagar. Pero si el Estado tiene un peso extra, en vez de invertirlo en el financiamiento a la educación de un joven de comuna acomodada, me pregunto si no es más evidente gastarlo en ese medio millón de jóvenes que no trabaja ni estudia. Y el gobierno insiste en mandar una ley el 31 de diciembre, cuando es evidente que no hay diseño ni acuerdo ni nada. Vamos a sufrir esa misma tragedia de errores.
¿A qué responde, a su juicio, esta falta de diseño?
El gobierno se dedica a resolver sus problemas internos con la Nueva Mayoría. Para alinear a los siete partidos detrás de la candidatura de Bachelet, se hicieron promesas los unos a otros. Y mantener esa coalición y evitar desequilibrios internos se ha vuelto mucho más importante que el bolsillo y las esperanzas de las familias.
¿Aplaude la decisión de la UDI de acudir al TC por la glosa de gratuidad?
El problema no es la UDI, sino si la ley era o no constitucional. Y no lo era porque incurría en una discriminación arbitraria.
En la Nueva Mayoría reclamaron que la definición fue política y responde en gran parte a la composición del tribunal.
No lo creo así. Sin ser abogado constitucionalista, hay una lógica bastante clara detrás de esos argumentos.
¿Cree que el TC debería ser modificado?
En la primaria 2013 planteamos modificaciones en su integración y la gama de facultades que tiene. Ahora, perfeccionar su operatoria no es lo mismo que tomar la postura populista y anti institucional del senador Quintana, quien sugiere que todo control de institucionalidad es antidemocrático.
¿Cómo evalúa la reforma laboral y las “adecuaciones necesarias” planteadas por el gobierno?
Esta reforma se pensó para resolver un tema político con la CUT y no para darle más y mejor trabajo al país. Toca al 15% de quienes están afiliados a los sindicatos y pueden negociar. El 85% restante no tiene una gota de beneficios de esta reforma. Esta reforma solo buscar resolver un tema político. Por tanto, es imprescindible que se le hagan adecuaciones necesarias.
Una postura que el oficialismo rechazó de plano argumentando que debilita los sindicatos.
Es que es una reforma mala y al final nos enredamos en una trifulca parlamentaria en vez de pensar si beneficia a los trabajadores.
¿Cree que no era el momento para una reforma laboral?
Siempre es el momento para una buena reforma.
¿Qué es una buena reforma laboral?
Una reforma que solucione los problemas del siglo XXI y no del siglo XIX. Por ejemplo, una reforma que solucione la situación de niños cuyas madres solteras no pueden trabajar por no tener donde dejarlos. Buscar cómo capacitar a trabajadores, crear nuevas empresas, nuevo sectores, una reforma pro productividad.
¿Cómo ha sido el rol de la DC en el debate de ambas reformas?
Los partidos de centro están llamados a ser más que arqueros que tapen goles. Y no veo a ninguno haciendo ese rol. Por eso nuestra alternativa es de centro. La DC sigue anclada a la estrategia de los matices.
¿Qué le parecen los acercamientos de Ricardo Lagos con la Nueva Mayoría?
Ricardo Lagos fue un muy buen Presidente de Chile y fue parte de esta convivencia de las ideas de centro con las ideas de izquierda que hoy no funciona. Al mismo tiempo, es una señal de nuestra política que los partidos tradicionales miren hacia dos ex presidentes para resolver sus problemas: Ricardo Lagos y Sebastián Piñera, con el riesgo de que nuestro debate siga pegado en los dilemas de los años 90.
¿Cuál es ese dilema?
El dilema de los 90 fue crecimiento v/s igualdad. Y eso está superado porque ahora la pregunta es con qué instrumentos. Sebastián Piñera se pasea por Chile repitiendo lo mismo que dijo cuando fue candidato en 2009, no entendiendo que el país ha cambiado.
¿Lagos tampoco tiene sintonía con los cambios de Chile?
Ricardo Lagos no anda por el país posando de candidato, pero creo que no podemos seguir pegados en debates antiguos. Piñera hizo promesas en su campaña, pero por ejemplo, no hizo ninguna sola reforma seria a favor de la productividad.
¿Por qué la opción que representa usted es más renovadora que la de Lagos, si ambos participaron de gobiernos anteriores?
Él es parte de una coalición donde las ideas que él encarnó han sido cambiadas. Un ejemplo evidente son las concesiones. Con Ricardo Lagos hubo grandes concesiones en obras públicas y hoy la Nueva Mayoría se niega a que los hospitales sean concesionados.
Piñera dijo que había que reconstruir Chile. ¿Usted también lo cree?
Ese es un exceso más de los excesos retóricos de Piñera. ¿Qué plantea de nuevo la derecha? Absolutamente nada. Sebastián Piñera pretende ser el candidato de la centroderecha, pero la verdad es que su comando es UDI, su vocero es UDI, su equipo político es UDI, y él es el candidato de la UDI. Es el candidato de la derecha más conservadora, más tradicional y más carente de un proyecto político renovado. A él le cuesta reconocerlo, pero lo que Sebastián Piñera ha tenido es un romance con la UDI. ¿quién está en su equipo de trabajo? ¿Quién es su vocero? Su ex ministro del Interior, que es un coronel de la UDI. Creo que eso dice más que nada, exactamente dónde están sus apoyos, dónde está su corazón y cuál es el aporte político que encarna.
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