Reforma educacional: De expectativas frustradas, movilizaciones y violencia
Carlos del Valle, Decano Facultad de Educación, Ciencias Sociales y Humanidades. Universidad de La Frontera, Temuco.
Hoy nos encontramos sin reforma real, con más incertidumbres que nunca, y con violentas movilizaciones al interior de las universidades con el objetivo de destruir su frágil institucionalidad en nombre de la democracia. Así no se construye la Universidad, ya sea la actual, la aspiracional o la utópica.
La Reforma Educacional en Chile pasará a la historia como un excelente ejemplo de promesa diferida (Baudrillard). Esto es, una iniciativa que se sustenta y sostiene sólo por su incumplimiento, el mismo que va nutriendo, con retórica y estética, su existencia.
Me cuento entre quienes pensábamos, al calor de las primeras propuestas, que eran necesarias transformaciones estructurales importantes. Hoy nos preguntamos si lo que faltó, precisamente fue iniciar con decisión dichas transformaciones, porque las tibias y erráticas acciones implementadas terminaron diluyéndose al final entre las connaturales vacilaciones de los partidos políticos (consensos, cónclaves y “nuevos” partidos) y la rebeldía de las calles. Nada coherente puede salir de esta dialéctica puramente maniquea. Las calles son impías y los partidos son eternos moralistas del statu quo. ¿Qué podíamos esperar?
De ahí que hoy estemos como estamos. Sin reforma real (sólo algunos cambios cuyo impacto no se observa con claridad), con más incertidumbres que nunca (aunque vivimos un mundo de incertidumbres, las políticas públicas al menos deberían ser explícitas y con menos esquizofrenia que hasta ahora); sin un anhelado fortalecimiento estatal y público, sino más bien con violentas movilizaciones al interior de las universidades con el objetivo de destruir su frágil institucionalidad en nombre de la democracia.
En este convulso escenario, no sólo hemos visto cómo se aleja la reforma, sino también cómo se fragiliza la democracia. Porque cuando la democracia y la participación son fines en sí mismos y principios de las relaciones sociales, no pueden ser utilizados como argumentos y como medios para obligar a otros e imponer ideas. La frontera entre medios y fines es sutil, especialmente por las mediaciones políticas y del poder, de tal suerte que en sus espacios intersticiales suelen alzarse héroes y villanos, defensores y opositores, aunque normalmente son historias contingentes, en las cuales se imponen ciertas moralidades sobre el poder… y poco más.
Las recientes movilizaciones estudiantiles -que en la Universidad de La Frontera se extendieron unos 80 días, entre paros y tomas- dejan secuelas que debemos saber abordar como comunidad. Con un amplio petitorio estudiantil inicialmente acordado en la mesa de negociación, pero rechazado por la dirigencia estudiantil, para firmar 15 días después un acuerdo bastante menor en sus alcances; y con más de 100 millones de pesos en pérdidas por robos y daños durante las tomas.
Ahora bien, las recientes movilizaciones estudiantiles -que en la Universidad de La Frontera se extendieron unos 80 días, entre paros y tomas- dejan secuelas que debemos saber abordar como comunidad. Con un amplio petitorio estudiantil inicialmente acordado en la mesa de negociación, pero rechazado por la dirigencia estudiantil, para firmar 15 días después un acuerdo bastante menor en sus alcances; y con más de 100 millones de pesos en pérdidas por robos y daños durante las tomas.
Es necesario reflexionar con urgencia sobre la violencia en todas sus formas y niveles, porque en las circunstancias vividas se corre el riesgo de caer en una profunda indolencia hacia los hechos violentos, lo cual amenaza gravemente la vida universitaria. Muchos de esos hechos (agresiones físicas y verbales, robos y daños) son absolutamente inaceptables -aunque habrá quienes los justifiquen (el “oprimido” hace uso legítimo del recurso de la violencia contra el “opresor”)- y contravienen los principios de la razón y el diálogo. Así no se construye la Universidad, ya sea la actual, la aspiracional o la utópica.
Por otra parte, las negociaciones y Asambleas nos dejan una lección, a saber, la universidad no sólo debe “producir consensos”, sino también debe salvaguardar la libertad de conciencia, como lo hizo en otras épocas frente a los “consensos” de diferentes ideologías (religiosa, política, económica, etc.). En este sentido, las Asambleas sólo “producen acuerdos” de minorías que luego se imponen como consensos vinculantes. No creo en esos consensos ni en su carácter vinculante.
“La invocación del consenso como autoridad trascendente a los individuos, preconizada por las teorías contemporáneas de la justicia de Rawls y de Habermas, no es una excepción a la regla. En lugar de ver ahí una solución, se debe aceptar y reconocer que las teorías contractualistas y consensualistas han producido los obstáculos ético-políticos a los que pretenden escapar.” (Poulain, Jacques, 2012: 189 y 190. Universidad de París 8, Francia)
En mi opinión, nada ni nadie puede estar por sobre la conciencia individual. Ningún grupo, ideología o institución puede estar por sobre los individuos. Una cosa es aceptar las decisiones de la mayoría y otra muy distinta es aceptar sin más una imposición procesal de las ideas. De lo contrario, no lograremos advertir que sólo se nos lleva desde un sistema que se critica a otro sistema que jamás hemos discutido y que se trata de imponer con la fuerza. Porque la democracia sólo se justifica si asegura las libertades.
Etiquetas: consenso, democracia, educacion, estudiantes, libertad, reforma, ufro, universidad, violencia » Publicado: a las 7:00 am
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