José Joaquín Brunner: “Alrededor del mundo, las derechas designadas como extremas, radicales, duras, alternativas o nuevas, para distinguirlas del clásico tronco liberal conservador, son un fenómeno revulsivo”.
5 de julio de 2024
Alrededor del mundo, las derechas designadas como extremas, radicales, duras, alternativas o nuevas, para distinguirlas del clásico tronco liberal conservador, son un fenómeno revulsivo. Reciben la mayor desconfianza de las derechas descendientes de ese tronco. Irritan a las izquierdas de cualquier tipo. Y son rechazadas por el centro; como acaba de declarar el centrista ex primer ministro de Macron, Édouard Philippe: “Es necesario bloquear a Reagrupamiento Nacional (partido de la derecha extrema). Lo asumo. El domingo voy a votar y votaré por un candidato comunista”.
A pesar de tan universal repudio, las derechas extremas continúan creciendo. ¿Qué las caracteriza?
Primero, la crítica al liberalismo político, inseparable de la democracia pluralista. En cambio, aspiran a un orden político autoritario, capaz de movilizar las capacidades coercitivas del Estado para mantener bajo control y disciplinada a la sociedad. De allí que se diga que cultivan una ideología iliberal y que admiran a líderes fuertes.
Segundo, un intenso foco en los temas de la seguridad hobbesiana, bajo el supuesto de que vivimos en un estado permanente de excepción, sitiados dentro de un entorno de amenazas y riesgos. Como en el poema de Cavafis, existimos bajo la admonición de que los bárbaros llegarán hoy.
Tercero, la continua disposición a librar una guerra cultural y a rodearse de empalizadas morales. Con ello ponen a la defensiva a los sectores de la derecha liberal-conservadora haciéndolos aparecer tibios y sin voluntad de sostener las fronteras físicas y simbólicas. Al mismo tiempo, convierten a las izquierdas —a veces con su complicidad— en un conglomerado de reivindicaciones woke: identitarias, deconstructivas, cosmopolitas y antinacionales, de alta cultura ilustrada y enemigas del sentido común.
Así aparece en la escena global la nueva derecha en toda su variedad: autoritaria, contraria a los límites y balances de la democracia liberal, con una mentalidad de grupo sitiado, dispuesta a reunir los agravios y resentimientos de la sociedad en una cruzada cultural contra el centro débil y las izquierdas woke.
Allí caben desde el anarcocapitalismo de Milei al capitalismo de compinches de Putin; desde euroescépticos a ultranacionalistas; de los “nostálgicos del fascismo”, como los llamó Meloni, a los cómplices pasivos de la dictadura Pinochet; desde el “Dios encima de todos” de Bolsonaro a “la guerra se ganó a nivel espiritual” de Bukele; de la acusación a la derecha convencional de ser una “derechita cobarde y estafadora”, como dijo el jefe de Vox en España, al mismo Kast que alguna vez negó a Chile Vamos su carácter de una auténtica derecha, “porque claramente los gobiernos de Sebastián Piñera no han sido gobiernos de derecha”.
La guerra cultural de las derechas ha llegado.
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