-¿Cómo observas lo que está pasando en Atacama con la educación? ¿Cuáles son los principales riesgos?
-Yo creo que es una crisis seria, que no se produce ahora, sino que viene arrastrándose desde hace un tiempo. Es bien grave la incapacidad de acción del ministerio. Se empeora por la tardanza y la inefectividad tanto del SLEP como del Ministerio en cumplir un plan que el propio Gobierno había suscrito, en términos de arreglo de las escuelas. Nos encontramos al comienzo del año escolar y la verdad es que hay una gran cantidad de cuestiones no resueltas y a eso se agrega, además, la crisis de los jardines infantiles.
-¿Hay un problema de gestión grave?
-Hay un problema de gestión serio como queda claro en Atacama, que es una situación crítica, pero que afecta también a todo el sistema. De modo tal que estamos frente a un problema que todavía no termina por reconocerse, que no es un problema puntual, sino que es un problema generalizado en el funcionamiento de estos servicios.
-¿Hay una falla estructural del sistema SLEP?
-Efectivamente hay una falla en el diseño del sistema, sobre todo en la forma en cómo está estructurada la gobernanza de los servicios y el papel que cada uno de los colegios juega. Toda esa cadena está mal diseñada en la ley y necesita ser revisada.
-¿Cuáles son los errores de diseño más importantes?
-Lo peor es que al colegio no se le dan las herramientas, las atribuciones y las capacidades para que se haga responsable de sus asuntos, con el apoyo externo del servicio local.
En cambio, se creó un aparato burocrático, encima de los colegios, con las autoridades ministeriales de cada una de las provincias. Con lo cual, el colegio no sabe bien qué es lo que puede hacer ni qué medios tiene para actuar.
-¿Se creó una burocracia innecesaria, por un punto de vista ideológico?
-Lo que se creó es un régimen de gobierno de los colegios que está mal pensado. Es decir, no se partió de abajo hacia arriba; pensando primero en el colegio, en cuáles son las atribuciones que tiene que tener el director respecto de distintos asuntos. Y a partir de ahí pensar cómo se estructura la gobernanza.
Acá fue al revés: se partió de arriba, viendo cómo bajaban las instrucciones desde una dirección nacional; llegaban finalmente a un servicio local, que agrupa colegios. Donde el gerente y el personal del servicio, que a veces son decenas de personas, son las que tienen supuestamente la responsabilidad.
Pero eso no funciona. Un colegio para ser bueno necesita tener un director, junto a la comunidad de profesores, padres y apoderados, con facultades claramente establecidas.
-¿No es primera vez que se dan este tipo de errores quizás por imponer una cierta visión en educación?
-Es una visión más bien conservadora, tradicional, que tienen ciertos sectores, a veces en la izquierda, a veces en la derecha. Se puede resumir en la desconfianza, en la autonomía de los colegios. En este caso, efectivamente fueron errores que se cometieron durante el gobierno de la Presidenta Bachelet, pero que luego nadie ha corregido. Y entre medio hubo gobiernos que no eran de izquierda, que tampoco hicieron lo que tenían que hacer.
-¿Cómo evalúas la gestión del ministro Nicolás Cataldo (PC)?
–Él ha mostrado buena voluntad. Pero la idea de que él era un hombre de gestión, que fue lo que se prometió cuando llegó al cargo, no se ha mostrado. Se dijo: “vamos a poner a una persona que tiene vasta experiencia de gestión y que es altamente eficaz”. Lamentablemente no ha sido así.
Ha hecho empeño, se nota que conversa, que está encima de los problemas. Pero efectivamente no ha mostrado la capacidad de gestión que se esperaba para poder abordar la crisis de Atacama y el conjunto de los problemas que el Ministerio tiene en relación con los servicios locales.
-Por otra parte, ¿la conducta del Colegio de Profesores ha sido poco flexible?
-El Colegio de Profesores no ha sido fácil de tratar, sobre todo en la anterior gestión. Mantuvieron una parálisis realmente larguísima, que afecta muy esencialmente a sus propios colegios. Ahora es menos claro, porque el propio ministro ha dicho que efectivamente no se cumplió con lo prometido. Ojalá que el gremio no se aproveche y paralice todo.
Hay colegios que están en condiciones de operar, cuyo primer deber es empezar las clases. En los colegios que siguen con problemas de infraestructura, habrá que solucionarlos en el menor tiempo posible. Pero es de esperar que no tengamos un cuadro en que todos los colegios de SLEP terminen paralizados.
-¿Qué tipo de detalles de infraestructura son más acuciantes?
-Hay todo tipo de problemas estructurales en algunos de los edificios. Problemas de cañería, problemas de baño, problemas eléctricos, problemas de descuido, problemas de insalubridad. Es decir, son una gran cantidad de problemas.
Si hay un problema en un colegio, el primer responsable debiera ser el propio director. Así es como funcionan las cosas en el mundo real, pero acá no. Si el sistema eléctrico del colegio se viene abajo tiene que hacerse un proceso administrativo a partir del SLEP; entonces tienen que consultar a Santiago y lo que termina pasando es que nadie toma una decisión. Y ahí sigue el problema.
-Daniel Mansuy decía que le llamaba la atención que la izquierda, que tiene un discurso sobre la educación, le haya dado la espalda a los alumnos en el gobierno de Boric. ¿No es prioridad?
-Eso es efectivo. Nunca la educación fue una primera prioridad, lo cual era a todas luces un error. Era urgente reconstituir las comunidades escolares y atender los daños que había dejado tras de sí la pandemia.
Por cierto, el ex ministro Marco Antonio Ávila nunca llegó a entenderlo. Y en parte por eso fue cambiado. Lo que ocurre es que el cambio ha mostrado que no era una pura cuestión de voluntad del ministro, sino de un enfoque general de gestión que es lo que está fallando en el ministerio. En el caso del Gobierno, efectivamente hay una ausencia de prioridad en lograr el buen funcionamiento del sistema escolar, para ir recuperando los aprendizajes de los estudiantes.
-¿Si se extiende la crisis, sumada a los efectos de la pandemia, va a dejar secuelas en los niños?
-Hay daños tanto pedagógicos como sobre todo en el plano psicosocial. Y muchas veces son de largo aliento, o sea, van a seguir teniendo efecto a lo largo de la vida de estos jóvenes. Ahora, no significa que no puedan ir recuperándose. Vamos a saber estos días si han avanzando o no, cuando se den a conocer los datos del SIMCE. Sería positivo que haya una recuperación en el promedio, pero luego habrá que ver cada caso, en cada colegio y en cada servicio local.
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