El espíritu octubrista refleja allí varios de sus rasgos característicos: (i) la aparición de la calle y los muros/paredes como un nuevo espacio público ajeno al espacio público burgués (la prensa, la TV) y opuesto al poder, lo establecido, las elites y los vectores dominantes de la sociedad; (ii) el rechazo del sistema, capitalismo, neoliberalismo y sus (falsas) normalidades represivas y deprimentes ; (iii) la invocación exaltada del cambio: ardiente, excitante, montada sobre un poder popular soberano (asamblea constituyente) con perspectiva plurinacional, feminista, ecologista, clasista como más adelante proclamará la Convención Constitucional; (iv) un claro deslinde de dónde reside y de dónde proviene la violencia a la que cabe repudiar y se debe enfrentar: ella es hija del sistema, el Estado, las estructuras dominantes generadoras de desigualdad y abusos y, sobre todo, de las fuerzas represivas encargadas del orden y la seguridad. Así piensa el octubrismo. En aquellos días, las inscripciones más repetidas eran, por eso, contra la policía, los soldados, los pacos: A.C.A.B. (all cops are bastards,). Sin duda, ese sentimiento fue alimentado también por los comportamientos represivos ineficaces, crueles y en muchos casos violatorios de la integridad física y los derechos de los manifestantes civiles, contribuyendo a erosionar la legitimidad de la acción policial.
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