La crisis de la lectoescritura, por cierto, no solo ocurre en Chile. Hace menos de un mes un nuevo informe del Banco Mundial-UNICEF, en colaboración con UNESCO, hizo un llamado urgente a la acción para mitigar la crisis de aprendizaje tras la pandemia, pues se prevé que cuatro de cada cinco alumnos de sexto grado en América Latina y el Caribe no alcancen el nivel mínimo de comprensión lectora. Estas pérdidas de aprendizaje podrían costar a los alumnos de hoy una reducción en sus ingresos del 12% a lo largo de su vida, dado que se estima que perdieron 1,5 años de aprendizaje.
¿Dónde estamos fallando?
Para la psicopedagoga Lorena Sariego, directora social de Letra Libre, el impacto que tiene el aprendizaje de la lectura y escritura en niños y niñas en su autoestima, es fundamental. “Es verdad que los niños tienen su propio ritmo de aprendizaje, pero en el país tenemos un currículum nacional, que va exigiendo contenidos y habilidades en ciertos niveles. Y aquellos que no aprenden a leer en los tiempos estipulados, van perdiendo su propia confianza, comienzan a desmotivarse porque leer es central para avanzar en todas las asignaturas”, comenta Sariego, y añade un ejemplo: un niño con mejor desarrollo en lectura un resultado 30% superior en matemáticas.
“El irse quedando atrás les afecta, incluso pueden generar rechazo al contexto escolar. Eso es brutal. Son niños que sí quieren adquirir la habilidad de la lectoescritura, pero que no lo logran por una serie de razones”, dice Lorena Sariego. Parte de esas razones tienen que ver con la esfera vincular y social.
Catalina Díaz, que además de tutora es parte del equipo en Letra Libre, comenta que se ha visto que los niños y niñas que adquieren de modo más fluido el aprendizaje de lectoescritura, son aquellos que en sus casas hablan más, son escuchados, se les pregunta la opinión, ven libros circular, escuchan cuentos antes de dormir. “El lenguaje tiene las dimensiones de leer y escribir, pero también las de escuchar y hablar. Y lo que hacemos los tutores tiene precisamente que ver con esto. Los acompañamos, los animamos, y podemos personalizar el aprendizaje. Que es algo que lamentablemente cuesta mucho en un aula de clases donde hay 40 niños. Nosotros no buscamos reemplazar la labor docente, sino simplemente acompañar a niños y niñas”, comenta.
“Creemos que este es un tema país: no se trata solo de un sistema educacional que haya fallado, sino que es un problema a nivel cultural. Si a un niño o niña le están enseñando a leer, él o ella necesita una extensión de ese aprendizaje en su casa y en los contextos donde está inserto. Esto tiene que ver con un cambio social. De ahí que hemos visto la experiencia de otros países que están invirtiendo en las tutorías, como un elemento que complemente la educación. En tiempos donde una pandemia trajo tantos desafíos, creemos que es urgente plantearlo”, finaliza María Jesús.
0 Comments