Chile multilingüe ante la nueva Constitución: ¿Cómo se fomentarán las lenguas originarias como el mapudungun?
¿Quién se identifica como mapuche en Chile? Según el último Censo, de 2017, el 9,9 % de la población, casi 1 millón 800 mil personas, pertenece al pueblo mapuche. Es el pueblo originario que predomina dentro de las etnias del país (le sigue el pueblo aymara y luego el diaguita), quienes han luchado no sólo por recuperar sus tierras, sino también porque permanezca viva su lengua.
El tema vuelve a ponerse en el tapete en estos días en que comenzó la Convención Constitucional, donde hay 17 representantes de los pueblos originarios de Chile; 7 de ellos mapuches. Varios ya han manifestado su interés en participar en los debates recurriendo a su propia lengua. Sin ir más lejos, la académica, lingüista y doctorada en Literatura Elisa Loncon, elegida presidenta de esta instancia el fin de semana, dio la primera parte de su sentido discurso en mapudungun.
Hay episodios anteriores, claro. En los últimos años hemos tenido noticias donde los mapuches han contraído matrimonio civil, en actos donde el mapudungun es el centro de la ceremonia; jóvenes han podido sacar su carnet de identidad posando en la foto con su trarilonko (cintillo mapuche) y en diversas oficinas del Registro Civil se mantienen señaléticas bilingües, tanto en español como en mapudungun.
Sin embargo, como ha señalado el historiador Fernando Pairican, “pagamos los impuestos, pero no tenemos derecho a estudiar nuestro idioma en un colegio público, sobre nosotros siguen decidiendo personas no indígenas. Lo que ofrecen es multiculturalismo, como los baños en mapudungun o el Registro Civil, pero seguimos sin derechos políticos”.
¿Llegó la hora de un cambio ante el histórico proceso constituyente? “La Constitución deberá instalar los derechos lingüísticos de los pueblos como derecho humano fundamental y como medio transversal para el ejercicio de la diversidad, la ciudadanía intercultural”, dice Elisa Loncon a The Clinic. “La lengua permite el ejercicio de todos los otros derechos”, asegura Loncon.
Conflictos no resueltos
Si la próxima Carta Magna define al país como un Estado Plurinacional, de seguro las lenguas originarias como la del pueblo mapuche, el aymara, el quechua, el yagán y el rapanui, deberían tener mayor relevancia en la realidad local, más allá de las buenas intenciones y de las fotos oficiales que predominan con los gobiernos de turno.
Hace una década, según la encuesta CASEN 2011, se señalaba que solo el 23% de la población indígena (mapuche, aymara, quechua, yagán, kawésqar y rapanui) declaraba hablar o entender su lengua originaria.
¿Cómo revertir una realidad vinculada también a la pobreza y a la desidia estatal? El antropólogo y académico José Bengoa primero aclara: “Hay que decir que las cifras de quienes hablan mapuche son muy cambiantes según el criterio que se utilice. Hay una gran mayoría de personas sobre todo en el mundo de las comunidades que entiende el mapudungun y no necesariamente responde a las encuestas de que efectivamente lo habla. El mapudungun es un idioma que se va aprendiendo a lo largo de la vida”.
¿Llegó la hora de un cambio ante el histórico proceso constituyente? “La Constitución deberá instalar los derechos lingüísticos de los pueblos como derecho humano fundamental y como medio transversal para el ejercicio de la diversidad, la ciudadanía intercultural”, dice Elisa Loncon a The Clinic. “La lengua permite el ejercicio de todos los otros derechos”, asegura Loncon.
Luego, para revertir y avanzar, reflexiona Bengoa, se debe reconocer que “éste es un país Plurinacional, en que los pueblos indígenas gocen de pleno reconocimiento, que se repare seriamente el daño histórico causado, que se devuelvan las tierras usurpadas en el caso mapuche, que se reconozca el principio inalienable de autodeterminación de los pueblos y se reconozca la autonomía política, financiera, legislativa y de seguridad de los territorios, como ocurre en otras latitudes con gran éxito”. La constituyente Elisa Loncon, quien este último tiempo ha salido en programas de televisión hablando en español y mapudungun, agrega que Chile “es un país de mestizos negados, a los chilenos se les instaló una falsa creencia de su origen europeo occidental, así construyó una identidad negada. Ellos tienen derecho a conocer su madre o su padre, es decir su origen cultural, y para ello la lengua indígena es esencial”.
¿Cómo avanzar por un camino donde el respeto a las lenguas ancestrales sea transversal? El Premio Nacional de Historia 2012, el profesor Jorge Pinto Rodríguez, cree que no debemos “perder lenguas que representan no sólo un idioma, sino cosmovisiones y prácticas culturales que son muy valiosas”, dice. El autor de “La Araucanía. Cinco siglos de historia y conflictos no resueltos” agrega que la política del Estado “que impuso el castellano estuvo a punto de extinguir las lenguas originarias. Creo que la nueva Constitución debería hacerse cargo de la diversidad que existe en Chile y, por tanto, reconocer su obligación de garantizar la preservación y desarrollo no sólo del mapudungun, sino de todas las lenguas que aún se hablan en el país”.
¿Habrá en Chile, como sucedió con el maorí en Nueva Zelanda, interés masivo en hablar lenguas originarias? El académico y lingüista Fernando Zúñiga explica que “los que revitalizan una lengua son, en primera instancia, sus propios hablantes”, y cree que “no todos los chilenos están preparados para el plurilingüismo, por eso mismo hay que prepararlos y ‘acompañarlos’, por cierto, que empujándolos, pero no imponiéndoselo por decreto que más tarde será ilusorio cumplir”. Además, el profesor entrega un dato: “En Chile prácticamente no quedan mapuches monolingües (que sólo hablan mapudungun)”, y señala que el gran desafío es “conseguir que la gente use la lengua cada vez que pueda, por ejemplo, en trámites, en el comercio, en los encuentros casuales, trabajando en el campo o en la ciudad, en la familia, que sienta que es útil”.
Una nueva educación
Las preguntas frente al inédito proceso constituyente chileno son muchas, pero en otros países del continente hay realidades similares, donde podemos encontrar antecedentes. De esa manera intentar resolver dudas, por ejemplo: ¿Cómo garantizar el respeto y la difusión de las lenguas originarias?
En 2009 Bolivia fue declarado un Estado Plurinacional. En el país vecino es obligatorio para todas las escuelas dictar, además del español y lengua extranjera (inglés o francés), uno de los idiomas nativos del país, que puede ser aymara, quechua o guaraní, dependiendo de la región. En Cochabamba, se enseña quechua, pero en La Paz, la capital, la mayoría de las escuelas enseñan aymara.
“Creo que hay que sacarse de la cabeza la idea de que la educación debe ser igual desde Arica a Magallanes. Por ejemplo, en Puerto Saavedra se puede pensar que el idioma mapuche sea cotidiano y que se use en los asuntos públicos del municipio y del Estado. No creo que sea el mismo objetivo en todos los lugares del país y la educación debería tomar en cuenta esos factores”, asegura José Bengoa.
El académico y lingüista Fernando Zúñiga explica que “los que revitalizan una lengua son, en primera instancia, sus propios hablantes”, y cree que “no todos los chilenos están preparados para el plurilingüismo, por eso mismo hay que prepararlos y ‘acompañarlos’, por cierto, que empujándolos, pero no imponiéndoselo por decreto que más tarde será ilusorio cumplir”.
“Para las escuelas con alta concentración de niños mapuches me parece que debe ser un curso formal y de tal calidad que salgan hablando el idioma, tanto los niños mapuches como los no mapuches. Para el resto de la población, me parece que pretender que hable mapuche es una propuesta llena de falsedades porque eso no va a ocurrir fácilmente y no sé si habrá interés en que eso ocurra. Una cosa diferente es que exista un curso de introducción al mapudungun que le permita a niños y jóvenes conocer la toponimia, y sobre todo respetar el mundo y la cultura mapuche y de otros pueblos indígenas”, agrega Bengoa, autor del libro “Historia del pueblo mapuche”.
Ante la necesidad de la enseñanza multilingüe y enfrentado a la imposición, el historiador Jorge Pinto Rodríguez comenta que es relevante que la institucionalidad “debe establecerse de acuerdo con las propuestas de especialistas mapuches y no mapuches. Sería un error proceder en esta materia como procedió el Estado: imponer una lengua a quien no la habla”.
Aunque lo cierto es que hace mucho tiempo convivimos con palabras en mapudungun. Como explica la lingüista María Catrileo, los neologismos y términos mapuches en los chilenismos circulan en el lenguaje oficial desde hace muchos años, a través de nombres como Lautaro, Colocolo y Galvarino; los topónimos como Apoquindo, Apumanque y Temuco; incluso en el arte culinario como el merkén, el cochayuyo y la pantruca.
“Es necesario crear, aceptar y difundir un programa de política lingüística que habilite al mapudungun para su proceso de estandarización y normatividad en su utilización como medio de comunicación formal. Este planteamiento debe ser apoyado por el Estado, teniendo como fundamento el reconocimiento oficial de la realidad etnolingüística de Chile, alcanzando el plano de la Constitución”, dice María Catrileo, autora del “Diccionario Lingüístico Etnográfico de la Lengua Mapuche”, un libro trilingüe: en mapudungun, español e inglés.
En 2009 Bolivia fue declarado un Estado Plurinacional. En el país vecino es obligatorio para todas las escuelas dictar, además del español y lengua extranjera (inglés o francés), uno de los idiomas nativos del país, que puede ser aymara, quechua o guaraní, dependiendo de la región. En Cochabamba, se enseña quechua, pero en La Paz, la capital, la mayoría de las escuelas enseñan aymara.
En el ámbito de la enseñanza y de las reparticiones públicas, Catrileo cree que es esencial “destacar que las actividades programáticas y extraprogramáticas sobre lengua y cultura mapuche realizadas en las escuelas y otras instituciones públicas y privadas, conducen a un mejor fortalecimiento y aumento de autoestima entre los estudiantes y familias mapuches”.
En busca de material disponible, actualmente el Mineduc (Ministerio de Educación) mantiene un portal en internet de Educación Intercultural, sitio que entrega información general más que contenidos concretos. Por ejemplo, en “Asignatura Lengua Indígena” sólo hay temas y noticias de las actividades desarrolladas en regiones.
Pero tampoco es llegar e implementar una lengua, donde predomina un idioma como es el español. La académica y constituyente Elisa Loncon cree que “hay que trabajar en la implementación de un plan de planificación lingüística, del estatus y corpus de las lenguas o de su sistema mismo para elevar el valor de lengua en la sociedad y equiparla como lengua multifuncional”.
Fomentar, difundir, no imponer
Si Chile se transforma en un Estado Plurinacional, ¿los empleados públicos también deberían hablar un idioma nativo como sucede en Bolivia? En ese país, la exigencia se produjo por un decreto supremo del 2015.
Sin embargo, varios reportajes aparecidos en la prensa, como uno de Connectas de 2018, señalan que sólo el 22% de los funcionarios cumplía con la ley. La semana pasada, en el diario Página Siete de Bolivia, se informaba que algunos representantes nacionales y trabajadores estatales “admiten que pese a tener un certificado no pueden comunicarse en una lengua originaria boliviana”.
Aunque lo cierto es que hace mucho tiempo convivimos con palabras en mapudungun. Como explica la lingüista María Catrileo, los neologismos y términos mapuches en los chilenismos circulan en el lenguaje oficial desde hace muchos años, a través de nombres como Lautaro, Colocolo y Galvarino; los topónimos como Apoquindo, Apumanque y Temuco; incluso en el arte culinario como el merkén, el cochayuyo y la pantruca.
Al respecto, sobre lo que podría ocurrir en Chile, el abogado Salvador Millaleo propone medidas inmediatas y concretas. “Creo que requerimos una educación intercultural en todos los colegios, con una reformulación adecuada de currículum y de los libros de textos, especialmente en historia. Una ley de derechos lingüísticos, incluyendo el uso obligatorio en todas las reparticiones del Estado y en todos los poderes. Además, de una ley de patrimonio que reconozca los patrimonios indígenas y fondos especiales de financiamiento de investigación sobre lenguas y culturas indígenas”, señala Millaleo a The Clinic.
Además, el Doctor en Sociología cree que es esencial la “obligación de universidades estatales de crear centros de investigación en áreas indígenas, la fundación de universidades e institutos técnicos indígenas por el Estado, financiamiento de programas de televisión y radio en lenguas indígenas y también los medios de comunicación deben tener programas en lenguas indígenas”.
Por ejemplo, en Paraguay, el 90% de la población no indígena habla guaraní, que junto al español son los idiomas oficiales de este país que limita con Bolivia, Argentina y Brasil. Mientras en Chile, según una encuesta del CEP (2016), el 67% de la población mapuche no habla ni entiende el mapudungun.
“Una de las variables clave en la recuperación de la lengua es el uso público de ella, propiciado por políticas explícitas de valoración de la lengua, partiendo por su oficialización en asuntos públicos estatales y, a partir de allí, su uso cotidiano en la vida civil”, dice Salvador Millaleo, quien además es académico de la Universidad de Chile.
Sobre propuestas de cómo fomentar, difundir, pero no imponer, el doctor en lingüística, Fernando Zúñiga, cree que es importante la “visibilización del idioma en todo el país, incluyendo el pascuense y el aymara, en reparticiones públicas, lo cual se puede hacer en uno o dos años, pero no a favor de una seudoimposición en el funcionamiento del Estado, que se quedaría en el papel”, señala Zúñiga, autor del volumen “Mapudungun, el habla mapuche”, y agrega “no es realista pretender que obligando a los consultorios o al Registro Civil en Iquique o en Coyhaique a tener personal que hablen el mapudungun fluidamente le ayude a la lengua. Yo introduciría instrucción obligatoria de mapudungun sólo en el Wallmapu y la Región Metropolitana”.
“Creo que requerimos una educación intercultural en todos los colegios, con una reformulación adecuada de currículum y de los libros de textos, especialmente en historia. Una ley de derechos lingüísticos, incluyendo el uso obligatorio en todas las reparticiones del Estado y en todos los poderes. Además, de una ley de patrimonio que reconozca los patrimonios indígenas y fondos especiales de financiamiento de investigación sobre lenguas y culturas indígenas”, señala Millaleo a The Clinic.
Realidades distintas
Buscando ejemplos más distantes, ¿qué ocurre en lugares como Nueva Zelanda y la cultura maorí? En 1975, el gobierno de Nueva Zelanda convirtió el Tratado de Waitangi en ley, y estableció el Tribunal de Waitangi, comisión ante la que un ciudadano maorí, tribu o grupo que se sienta perjudicado en sus derechos o tradiciones, pueda reclamar ante el Estado. Los maoríes representan un 17% de los más de 4,9 millones de habitantes de Nueva Zelanda.
Durante una buena parte del siglo XX, la enseñanza del maorí estaba prohibida en las escuelas y solo el 20% de los neozelandeses maorís lo hablaban de manera fluida en los 80. Incluso en 2010 un informe oficial advirtió que el idioma estaba al borde de la extinción. Pero hoy el panorama es muy distinto. El maorí se ha vuelto popular entre los neozelandeses. En redes sociales abundan diversos métodos de enseñanza.
Sin embargo, no todo es integración, promoción y aceptación. En febrero pasado, el nombre del diputado maorí Rawiri Waititi dio la vuelta al mundo tras hacerse noticia una polémica en el parlamento de Nueva Zelanda, luego que Waititi se presentara con un colgante tradicional (heitiki) y no con corbata. En ese momento, Waititi fue expulsado del Congreso y señaló: “Esto es una corbata para mi pueblo”.
En Chile ante el nuevo proceso constituyente, no sólo comenzaremos a ver la posible expansión de las lenguas originarias, también todo lo que implica la tradición de una cultura, por cierto, sus típicas vestimentas y rituales.
Sobre estos cambios y lo que vendrá, el académico José Bengoa recuerda que “llevamos desde 1991 discutiendo el reconocimiento constitucional (de los pueblos) y nunca ha sido aprobado a causa de la oposición cerrada que ha hecho la derecha y la ambigüedad frente a este tema de muchos otros legisladores que se dicen progresistas. Eso es tomar en cuenta la cultura y no andar jugando con chamantos y cantaritos de greda. Sería una lástima que en la constituyente primara una visión folklórica”.
Quien estará tomando decisiones y votando, en el Palacio Pereira como en el ex Congreso, es la constituyente Elisa Loncon, quien confía en la alternativa de difundir no sólo la cultura mapuche, también el aymara, quechua y rapanui. “Es presumido apostar con una sola cultura, que con ello se resolverá los problemas de la humanidad; todos los conocimientos son necesarios y son aportes para el mejor vivir de una sociedad pluralizada”, asegura.
Ante los cambios que estamos viviendo es relevante, comenta el abogado Salvador Millaleo, que debemos reconocer los derechos de los otros y “esto debe aceptarse y desarrollarse por las políticas del Estado”. Dice Millaleo que pensarlo de otra manera “es como preguntar si se estaba preparado para que desapareciera la esclavitud o para que las mujeres emitieran su voto. Luego, el Estado debe generar las políticas adecuadas para recuperar en serio las lenguas originarias y sus culturas”.
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