–Ya, ¿ahora sí puedo manejar?
–No, ahora tiene que cambiar un neumático.
–No, ¿de verdad?
Tuvo que cambiar el neumático y luego su padre le dijo: ‘Le pido esto para que usted nunca dependa de nadie para hacer sus cosas’. Economista de la Universidad de Concepción con postgrado en Ilades/Georgetown University, la actual rectora de la Universidad Santo Tomás pareciera haber querido cumplir al dedillo la lección de su padre, médico, que junto a su madre, educadora, siguen viviendo en Concepción. Casada y con dos hijas de 27 y 26 años, Malala –como se le conoce– se ha desenvuelto profesionalmente en círculos complejos y marcados siempre por la mayoritaria presencia masculina. El Ministerio de Hacienda –fue subsecretaria con Andrés Velasco como ministro– y luego como vicepresidenta de Asuntos Corporativos de la minera BHP Billiton. Desde enero pasado, suma un nuevo desafío en la misma línea: el mundo de la educación superior que, nuevamente, está dominado por los rectores varones.
–’Llevo toda mi vida sentada en mesas donde soy la única mujer’, relata en esta entrevista, en la cafetería de un hotel en Vitacura, donde Recart llega antes de la hora prevista. La primera mujer en llegar a la rectoría de la Universidad Santo Tomás –asumió en enero– tiene muchos papeles encima de la mesa, esta tarde usa zapatillas deportivas y pide agua con algunas rodajas de limón.
–¿Por qué desembarcar al mundo de la educación? Dicen que nadie se pone demasiado contento cuando lo nombran ministro de esta cartera conflictiva, por ejemplo…
–Me pregunté, ¿por qué no? Me mueve mucho la agenda de género y en las universidades acreditadas en Chile somos apenas tres mujeres las rectoras: la de la Universidad de Aysén, la UDLA y yo. Me resulta motivante mover la barrera de lo posible para las mujeres.
Continúa:
–Uno tiene que hacer las cosas para atreverse. Y tengo una familia que cree lo mismo y que me empuja. Mi marido (el economista Osvaldo Larrañaga) siempre me plantea: ‘Si tú dices que no, ¿qué van a pensar nuestras hijas que es posible para ellas?’ Si uno se atreve, abre camino para la gente que viene detrás. Empezar de nuevo a los 55 años es, además, una oportunidad que no se puede perder. Me reenergicé y pienso –dice riendo – que hasta rejuvenecí. Hay por delante 8 o 10 años de una vida nueva y es algo que no le ocurre a todo el mundo.
–¿Una mujer necesita tener características especiales para hacer frente a mundos laborales masculinos?
–Una tiene que saber muy bien quién uno es para no convertirse en algo que la mesa quiere que seas.
–¿Cómo es en este sentido el mundo de los rectores? ¿Es machista?
–A pesar de que apoyan con fuerza la inclusión de las mujeres, no han visto la manera de hacerlo con mayor velocidad. En la comisión de los rectores asesora de la ministra Marcela Cubillos les contaba que BHP se puso la meta de tener al 2025 un 50% de empleados mujeres en el mundo y BHP tenía el año pasado un 19%. No va a lograr la meta si no se hacen iniciativas explícitas, por lo que la forma de hacerlo –le explicaba a los rectores– es tener siempre una mujer en las ternas para llenar cargos, por ejemplo.
Pero no están dispuestos a ejercer medidas especiales para que esto suceda o ven natural que esto suceda en el número de años que tenga que pasar. Por esa razón, yo creo en la intervención, en las cuotas y en correr riesgos todos los días.
–¿Con qué universidad se encontró?
En las últimas tres acreditaciones le han otorgado tres años, ha disminuido la matrícula desde la implementación de la reforma…
–Esta es una universidad que tiene dos desafíos grandes: en el corto plazo, acreditarnos por cuatro años, ojalá cinco. Yo creo que no es imposible: tiene publicaciones, centros de investigación, presencia regional, aporta a las políticas públicas, buenas tasas de retención y titulación oportuna. No es una universidad compleja y avanza hacia el de la complejidad, pero con investigación aplicada. La acreditación certifica que lo estás haciendo bien pero, además, en el caso nuestro, nos interesa mucho los cuatro o cinco años porque el legislador cuando pensó en el proyecto de gratuidad, estaba pensando en los alumnos de la Santo Tomás.
–¿Cómo son sus alumnos?
– La matrícula es de 29.000 con 14 sedes, solo una en Santiago. Desde Arica a Puerto Montt. Y un 80% de nuestra matrícula debiera estar en gratuidad. La universidad tiene la calidad de más y la trayectoria para certificar que vamos a continuar en este proyecto por 30, 40, 50 y 100 años más.
–En algún momento se especuló sobre un eventual cierre.
–La Santo Tomás es una universidad que tiene para rato.
–¿Buscan crecer?
–Hoy día nosotros estamos en un proyecto de transformación. Nosotros no queremos crecer: el proyecto nuestro tiene que ver con profundizar en la calidad. Buscamos especializarnos en dos o tres cosas que hacemos muy bien y que nos pueden convertir en campeones en Chile: cómo nivelar alumnos que vienen del sistema municipal con baches enormes de conocimiento, el proceso de enseñanza-aprendizaje de adultos y profundizar en nuestro sello. Yo ya lo reconozco: voy a regiones y digo: ‘Esa persona trabaja en la Santo Tomás o estos son nuestros alumnos’.
–¿Cuál es ese sello?
–Hay una cultura organizacional muy característica, un sello muy humanista. Una vocación pública desde la perspectiva de la innovación social. Los alumnos cuando terminan y salen pueden devolver a su comunidad agregando mucho valor. En los municipios, hospitales… trabajando para resolver problemas que conocen, porque pertenecen a una determinada comunidad.
–Usted dice que ‘no es imposible’ acreditarse por cuatro o cinco años. Parece que no es un desafío fácil y lo tienen que hacer el 2020.
–No es fácil para nadie. Pero es mucho más fácil cuando tienes una sede, como la UDP, la UAH, la Universidad de Los Andes. Nosotros tenemos 14 distribuidas a lo largo de Chile. Los pares van, te miran y… esto es como tener pedigrí. Vas ganando estrellitas y te vas ganando los años. Y nosotros sabemos que estamos a mitad de lo que creemos que hemos hecho muy bien. Por eso cuando te miden por indicadores, estamos bien; por indicadores de alumnos, estamos bien; por indicadores académicos, hemos mejorado una enormidad. No aspiramos a ser una universidad compleja, en el mediano plazo…
–¿En qué reconoce que la universidad está ‘a medio camino’?
–En investigación tenemos pega por hacer. Tenemos un cuerpo académico donde se ha aumentado mucho los doctorados y los magíster, pero tenemos que hacer que publiquen. Hay que hacer un esfuerzo más grande, además, en ecualizar las regiones entre sí. Hay distancia. No hay que sacarle los patines a las grandes, sino subir el nivel de todas las sedes.
–La acreditación es importante, sobre todo, por la aspiración a entrar a la gratuidad…
–Es importante acceder a la gratuidad por nuestro tipo de alumnos, porque con gratuidad podemos asegurar varias cosas que mejoran inmediatamente. Sabemos que entre un 5% y un 7% de alumnos se retiran todos los años por factores económicos, incluso algunos que tienen determinadas becas. Pero la acreditación también nos da pistas sobre si el sistema valora que nosotros estamos haciendo un aporte.
–Antes de asumir como rectora, como economista, ¿estaba a favor de la gratuidad universitaria?
–Como economista pura, originalmente, siempre pensé que ante recursos escasos y necesidades múltiples, habría apostado por la educación preescolar. Mi tesis de magister la hice en educación preescolar y pienso que mientras antes uno invierte, mucho mejor. Pero por otro lado, uno mira el sistema que tenemos en Chile y dice, mira, la gratuidad para un segmento de la población es súper necesaria para poder equiparar las oportunidades en el mercado laboral porque, o si no, hay gente que no va a entrar a educación superior. Ni a CFT, ni a IP ni a universidades. No sé si estoy a favor del 100% de la gratuidad, porque creo que eso desvía recursos públicos, pero evidentemente dado que estamos donde estamos, abrazo la oportunidad, creo que es una buena iniciativa y tiene obviamente muchas oportunidades de mejoras.
–No se ha aplicado full todavía…
–Hay segmentos enormes, como nosotros, en los que no se ha aplicado la gratuidad. Nosotros vamos a ser una universidad que vamos a ser más parecidos al DUOC o al INACAP. No a la UDP o a la Chile donde el 20% o el 30% va a tener gratuidad. Nosotros a la inversa: 20% o 30% pagado y 80% o 70% en gratuidad. Es el perfil de alumnos que tenemos.
–¿Qué le parecieron las reformas educativas del segundo gobierno de Bachelet, usted que estuvo en el primero? Quien fue su ministro, Andrés Velasco, fue crítico a la gratuidad total…
–No hay balas de oro. Nadie tiene la razón, todos los proyectos tienen un poco de cierto. Cuando miras un proyecto como la gratuidad, en la teoría y en el paper lo miras y dices: ‘No, esta cuestión no da’. Y después vas a la realidad y te das cuentas que la realidad es mucho más cruda y dura.
–¿Y qué le parece el actual gobierno en materia de educación?
–Es muy pronto para decir, pero al menos en educación superior, valoro la iniciativa de la ministra Cubillos de armar una comisión de rectores que la asesore y le dé su opinión.
–¿Va a ir hoy a la marcha por el día de la mujer?
–Si estuviera desempleada, iría a la marcha, pero tengo harta pega. No le tengo miedo a la calle.
–¿Qué está leyendo?
–Puras cosas de universidades. Un libro fascinante: las memorias de Hanna Holborn Gray, la primera presidenta de la Universidad de Chicago. Y Natural born learners, de Alex Beard, que es sobre cómo aprende la gente. Lo que plantea es que la habilidad de aprender no debiera estar distribuida de manera desigual.
Recuadro
De acuerdo a la legislación vigente, para que una universidad opte a la grauidad no deben haber entidades que lucran en su gobierno corporativo. Cuando María Eugenia Recart asumió en enero, le encargaron presentar una reforma a los estatutos en esta línea.
En el caso de la Universidad Santo Tomás, las personas jurídicas como Linzor y el Grupo Hurtado Vicuña, que tienen el 57% de la propiedad, dejarían de estar en la junta directiva de la casa de estudios, la que pasará a estar integrada solo por personas naturales.
Al respecto, Recart afirmó que ‘efectivamente preparamos un cambio a los estatutos de la UST. Esta reforma está lista para ser presentada a la junta directiva el 25 de marzo y posteriormente, al Mineduc. Con esto la UST, que es una corporación de derecho privado sin fines de lucro, pasará a depender de una fundación compuesta por personas naturales’.
‘Si estuviera desempleada, iría a la marcha, pero tengo harta pega. No le tengo miedo a la calle’.
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