“Cada vez estoy más convencido de que nuestra organización no tiene 100 años de experiencia, tiene 1 año repetido 100 veces” (Varios clientes)
Estoy seguro de que la columna de este mes causará irritación en algunas personas sensibles. Resulta molesto cuando nos recuerdan que somos responsables tanto de nuestras acciones como de nuestras omisiones …
¿Cuál es la principal causa de que tengas un trabajo y por tanto ingresos para sobrevivir en esta sociedad-mercado tan despiadada? O veámoslo al revés ¿Qué es lo que te falta cuando no consigues un trabajo? En ambos casos la respuesta es Conocimiento. Cuando sabes hacer cosas valiosas para alguien, tu sustento está asegurado. Hace tiempo que el conocimiento es la moneda más preciada. De hecho, cuanto más valor tiene tu conocimiento, más seguro te sientes, lo que no deja de ser un contrasentido para nuestro “admirado” modelo económico: hay pocas cosas más “peligrosas” que una persona sin miedo.
¿Qué sucede cuando preguntamos a cualquier adulto si cree que el sueldo que percibe es justo? Se produce una curiosa unanimidad: La inmensa mayoría responde sin titubear que deberían ganar más de lo que ganan. Muy pocos se muestran conformes con su salario y es casi un milagro encontrar a alguien que reconozca ganar más de lo que merece. ¿Será casualidad? Parece difícil creer que existan tantísimos casos de conocimiento minusvalorado ¿Tal vez sea efecto del síndrome, que jamás admitiremos públicamente, de creernos más inteligentes, guapos y competentes que el resto de nuestros semejantes?
Antes de continuar, es imprescindible plantear dos preguntas que nunca nos cuestionamos: ¿el ser humano viene al mundo a trabajar? ¿por qué nos resulta impensable concebir la vida adulta sin que gire alrededor del trabajo? Ya desde pequeños, todos recibimos nuestra correspondiente dosis de educación (obligatoria por ley) que supuestamente nos prepara para que cada cual ejerza su función como engranaje en un gigantesco sistema de consumo: vendemos nuestro trabajo a cambio de un salario que nos permita comprar bienes y sobrevivir para seguir produciendo. El tamaño y la importancia de tu engranaje depende del conocimiento que aportas. Da la sensación de que nacemos esclavos, con una especie de deuda que debemos saldar con la sociedad y de la que no podemos escapar. Obviamente, nos pasamos toda la vida pagándola hasta que ya no nos quedan fuerzas… Por eso es legítimo preguntar ¿acaso no habrá otra forma de vivir? Hay posturas radicales, y bien fundamentadas, que claman por mandar a la mierda el trabajo. Para impedirlo, hemos construido un entramado mercantil tan pérfido que dificulta tomar decisiones así de drásticas. Pero cuando tienes conocimiento, al menos siempre te queda la posibilidad de elegir, por ejemplo: en qué trabajar, con quién y en qué condiciones hacerlo, cuánto tiempo dedicarle a tu profesión y ejercerla a un ritmo menos intenso, dedicando más tiempo al ocio. Parece que hubiésemos prohibido el aburrimiento. Recuerdo un seminario en el que una doctora presentó la historia de las enfermedades que más habían afectado al ser humano. Cuando llegó a la época actual dijo una frase que jamás olvidaré: “Lo que nos está matando hoy es nuestro estilo de vida”. Nunca habíamos tenido tanta gente tan estresada y deprimida, tantos niños tomando medicamentos. Incluso nuestras ciudades conspiran contra nuestro bienestar. La buena noticia es que se trata de una realidad que nosotros construimos, no es inevitable. Tanto si quieres percibir un salario más alto como si no estás dispuesto a trabajar tanto o incluso si quieres dedicarle menos esfuerzo a tu ocupación, todo depende de ti y la llave que te lo permite se llama tu conocimiento.
¿Es razonable pensar que una organización te regale dinero? Por ese lado no puedes esperar muchos favores. Sabemos de sobra que la prioridad de la empresa es maximizar sus beneficios para así entregar “valor” a sus accionistas. No hay asomo de caridad por ningún lado. Los directivos hacen de esa máxima su ley y la cumplen a rajatabla: tratan de pagar los sueldos más bajos que pueden (nada distinto de lo que hacemos todos cuando queremos comprar cualquier cosa, buscamos gastar lo menos posible y rara vez nos preguntamos si estamos siendo justos o cómo se las arregla el vendedor para vivir).
¿Es factible que recibas un sueldo menor que el valor de tu conocimiento? Si, claro que puede suceder, pero no es fácil ni frecuente que esa situación se pueda mantener por mucho tiempo. Cuando el conocimiento que sostiene tu trabajo genera más valor a tu empresa que lo que tu percibes a cambio, se produce un desequilibrio en tu contra. Y si tu empresa no te lo subsana, entonces las opciones que se te presentan son 3:
1. Continuas en la organización sintiéndote injustamente tratado. En este caso, nadie sale ganando ya que lo más probable es que tu rendimiento empiece a decrecer dada tu falta de motivación.
2. Te llevas tu conocimiento a otra organización que reconozca su valor. Hace casi 11 años escribimos acerca del conocimiento que todos los empleados alquilan a las organizaciones en las que trabajan y que se llevan consigo cuando las abandonan. Cada vez es más difícil encontrar profesionales que superen los 5 años de permanencia en la misma empresa.
3. Te vas a trabajar por tu cuenta y explotas dicho conocimiento, una opción cuasi heroica hace solo un par de décadas pero que cada vez es más común.
Ahora bien, si te pagan menos lo de lo que crees que vales, tienes que estar seguro de poder demostrar que estás generando más de lo que percibes. De nuevo, no es muy coherente que tanta gente se considere injustamente remunerada y al mismo tiempo opte por permanecer en la empresa que los maltrata. No son pocos los directivos que confiesan que los empleados piden aumento cuando todo va bien pero no piden bajarse el sueldo cuando las cosas van mal.
La cifra de tu sueldo no se puede establecer de forma unilateral, ni por parte de tu empresa (que no está obligada a contratarte) ni por ti (que no estás obligado a aceptar sus condiciones) sino que se trata de un acuerdo más o menos objetivo. De otra forma, la empresa no mantendrá por mucho tiempo a un colaborador que produce menos de lo que gana y tu tardarás poco en irte a una organización que esté dispuesta a pagarte adecuadamente por tu conocimiento. Si tomamos el ejemplo de Messi o Cristiano (cuyo valor está en función de su “conocimiento futbolístico”) comprobamos que cada vez que piden una mejora de sus ya suculentos contratos, sus empleadores solo pueden aceptar la solicitud o arriesgarse a que otro club competidor esté dispuesto a cumplir con sus deseos (como ha pasado históricamente en muchos casos y seguirá pasando). Pero si cambiamos a Messi y Cristiano de deporte (los llevamos al tenis o al ciclismo) o de disciplina (negociamos sus salarios como cantantes de ópera o novelistas), su valor es cero. El conocimiento es el que te da fuerza para negociar. Por eso, cuando tienes conocimiento altamente apreciado, el sueldo te lo terminas poniendo tú.
Si tu sueldo no es el que crees merecer, pueden ser 2 las explicaciones y en ambos casos, la solución está en tus manos (o más bien, en tu cerebro):
1. Se están aprovechando de ti en cuyo caso, lo mejor que puedes hacer es largarte cuanto antes porque tu conocimiento no es (ni será) reconocido ni apreciado.
2. Tu conocimiento no vale lo que tú crees que vale.
¿Cuál es la mejor manera de hacer crecer el valor de tu conocimiento? Aprender. Puedes concentrar tu esfuerzo o bien en profundizar el nivel del conocimiento de lo que ya haces actualmente o en aprender cosas nuevas y, ojalá, únicas o escasas.
Dos últimos aspectos que por sí solos merecen un artículo completo:
- ¿Todo el conocimiento que generamos tiene que estar vinculado al ámbito productivo? ¿solo merece la pena aprender aquello que tiene una aplicación comercial y se puede medir con criterios de rentabilidad? ¿dónde queda el aprendizaje por el puro placer intelectual? Cuando hace 8 años escribí la columna número 50, titulada “Yo no trabajo”, me refería entre otras cosas, a que el trabajo ideal consiste en poder dedicarte a aquello que te gusta, en lo que además eres bueno (o al menos tienes facilidad para desempeñarte) y para lo que existe una oportunidad, es decir, hay un mercado que te permite vivir de ello. El orden no es casual, lo primero tiene que ser tu interés porque solo estás dispuesto a esforzarte y aprender aquello que te motiva. Más de una vez le he confesado a mi jefe que me paga por aprender. Tengo la suerte de dedicarme a lo que me gusta y que el aprendizaje sea el que conduce a los resultados y no al revés. Cuando deje de aprender y me aburra, habrá llegado el momento de retirarse.
- ¿Todo se puede aprender? ¿Todos podemos aprender cualquier cosa? No todo el mundo puede aspirar a convertirse en un Messi o un Ronaldo pero, afortunadamente, ni falta que hace. Aunque creas que el talento es un don que viene de nacimiento, y por tanto es inamovible (se tiene o no se tiene) la realidad es que puedes expandir los límites de tus capacidades a niveles que jamás podrías imaginas siempre que estés dispuesto a 2 grandes sacrificios. El primero es aprender. El camino es sencillo: si quieres otra realidad distinta, lo que necesitas y no tienes es conocimiento. Y la solución es muy simple, aprender. El segundo, a no poner excusas. Gestionar tu conocimiento, compartirlo y adquirir el que no tienes no depende de nadie más que de ti. No les eches la culpa a otros si tu sueldo no es el que esperas, es tu decisión.
Tu sueldo es una ecuación que depende fundamentalmente de tu productividad y de tu aporte de valor y ambas variables dependen a su vez de tu conocimiento. Por lo tanto, tu salario está en función de cómo administres el conocimiento que tienes para generar los resultados que buscas. Las preguntas entonces tienen que ser ¿qué conocimiento necesito? ¿qué voy a aprender que será importante para mis planes, para lo que quiero hacer? ¿cuál será la mejor manera para aprenderlo, donde lo aprenderé, cómo y de quién? Recuerda que el aumento de sueldo te lo pides, te lo concedes o te lo niegas, a ti mismo.
El 12 y 13 de abril estaremos en Guadalajara (México) participando en el “III curso-taller de innovación en la educación superior: procesos educativos y de gestión institucional” organizado por la Universidad de Guadalajara.
El 26 y 27 de abril en Barcelona abriremos el seminario internacional “Gestión del conocimiento en las organizaciones del sector público: lo que se debe y no se debe hacer” organizado por EIPA.
El 9 y 10 de mayo también en Barcelona participaremos en el congreso “EDO 2018 Liderazgo y gestión del talento en las organizaciones” organizado por la UAB.
El 11 de mayo en San Sebastián, participaremos en las Jornadas de innovación educativa cuyo foco este año es “Escuelas que aprenden” organizado por los Berritzegunes del Departamento de Educación del Gobierno Vasco. |
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