PARO DOCENTE EN ARGENTINA
Los maestros tensan el pulso contra Mauricio Macri
A días del inicio de clases, los sindicatos mantienen la convocatoria a un paro de 48 horas
FEDERICO RIVAS MOLINA, Buenos Aires 2 MAR 2017 – 20:58 CET
Roberto Baradel (Suteba) y Mirta Petrocini (FEB) muestran carteles durante la discusión salarial en la provincia de Buenos Aires. TELAM
La pulseada entre el gobierno de Mauricio Macri y los docentes argentinos parece haber llegado a un punto sin retorno. Las clases deben comenzar el lunes 6, pero los maestros de todo el país han declarado una huelga de 48 horas para presionar por una actualización salarial. Las discusiones se han salido de cauce con ataques directos del Presidente a un líder sindical de los maestros, quien a su vez lo ha denunciado ante la Justicia por “amenazas”. Mientras la oferta oficial está lejos de las aspiraciones de los docentes, una campaña espontánea en Twitter sumó el apoyo de 60.000 personas dispuestas a reemplazar a los maestros en huelga, síntoma de las pasiones que despierta la pelea. Como mar de fondo está la defensa de los sindicatos ante lo que consideran un ataque del Gobierno al modelo de la escuela pública y gratuita, una de las marcas de identidad del sistema educativo argentino.
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Macri abrió el miércoles las sesiones anuales del Congreso con un discurso de una hora en el que repasó los logros de su Gobierno, subió el tono con el kirchnerismo y atacó, con una dureza, a los docentes en huelga. Cuando llamaba a defender a los maestros que son agredidos en las aulas por padres disconformes, desde una banca le recordaron que Roberto Baradel, titular del sindicato de los docentes de la provincia de Buenos Aires, había recibido amenazas. “No creo que Baradel necesite nadie que lo cuide”, dijo fuera de libreto Macri, y recibió el aplauso de sus diputados. Al sindicalista no le cayó bien la broma y denunció a Macri por amenazas. “Lo que está haciendo es una suerte de amenaza velada y declarar una zona liberada”, dijo Baradel. Por la noche, el dirigente se retiró enojado de un set de televisión ante la pregunta de un periodista que quiso saber cuál era su experiencia al frente de un aula. “Es una pregunta que en el marco de esto intenta deslegitimar al locutor. Es una falta de respeto.”, lanzó mientras se ponía de pie y abandonaba el estudio. Es en este clima de crispación que el Gobierno y los maestros deben decidir los aumentos salariales.
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El problema se inició a finales de febrero, cuando el ministerio de Educación anunció que no habría paritaria docente nacional, sino que cada distrito debería discutir con sus docentes por separado. La ley establece que la paritaria nacional fija un piso y desde allí cada provincia mantiene o sube la cifra de acuerdo a sus posibilidades. El jefe de ministros, Marcos Peña, ratificó ayer que la discusión no será nacional porque a principios de 2016 se acordó una actualización anual automática. “Es importante que los sindicatos se sienten a discutir de manera franca. Pedimos que revisen la actitud del paro (huelga) nacional que no tiene razón de ser, salvo que esconda otros fines políticos. En ese caso que planteen un debate político”, dijo en una rueda de prensa conjunta con la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, y el jefe del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta.
Vidal y Rodríguez Larreta lideran distritos que son la punta de lanza de las discusiones salariales. La provincia, donde vive el 40% de la población de Argentina, ofreció primero un aumento de 18% y cedió luego a una suba que se actualice por inflación. Para los sindicatos la suba no puede ser menor al 35%, algo por debajo del 40% de inflación de 2016. Y exigen además que la oferta sea un compromiso de que el macrismo defiende a la escuela primaria pública y gratuita, donde cada año cursan 12 millones de niños.El delantal blanco que usan los alumnos se ha convertido en símbolo de ese reclamo. Y volverá a serlo el martes, cuando los docentes se sumarán a una movilización convocada a Plaza de Mayo por la Confederación General del Trabajo (CGT), que agrupa a los sindicatos peronistas más poderosos.
Protesta sindical
La marcha del martes será una prueba de fuerza de los sindicatos, que rompieron la tregua que dieron a Macri en el inicio de su mandato. Como este será un año electoral, la protesta servirá también para redefinir la interna del peronismo, dividido entre kirhcneristas y no kirchneristas desde la derrota en las presidenciales de octubre de 2015. El Gobierno aspira a que esas divisiones, y el apoyo que tiene de buena parte de la sociedad en su pulseada contra los docentes, terminen por torcer el brazo de los sindicatos. El humor social quedó en evidencia tras el tuit de un desconocido que se ofreció a dar clases durante el primer día de huelga docente.
En pocas horas, otras 60.000 personas se sumaron a la iniciativa. La gobernadora Vidal ha dicho que esos argentinos “no pueden reemplazar a los docentes”, pero “expresan una manera positiva de la sociedad de involucrarse en la educación pública, frente al hartazgo de los sindicatos que todos los años pretenden someternos para saber si las clases empiezan o no”. La cuestión salarial parece ser lo de menos.
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