Ex Ministro de Educación del Perú
RAÚL TOLA, El País, Lima 21 DIC 2016 – 23:31 CET
El lunes a las cinco de la tarde, el presidente peruano, Pedro Pablo Kuczynski, y la jefa de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, sostuvieron su primer encuentro, seis meses después de las elecciones generales. Lo hicieron con el auspicio del cardenal de Lima, Juan Luis Cipriani, que fungió de anfitrión. Se espera que esta cita desinfle las tensiones entre el Ejecutivo y el Congreso, de mayoría opositora, que llegaron a un punto de ebullición la semana pasada, con la censura del titular de Educación Jaime Saavedra (Lima, 1964). El ya exministro conversa con EL PAÍS sobre este convulsionado proceso y sobre el presente y el futuro educativo del Perú.
Respuesta. La interpelación y la censura son parte de un proceso democrático. Obviamente, de la bancada mayoritaria dependía que ambas se dieran o no. Si fue orden de la dirección de Fuerza Popular, yo no lo puedo saber.
P. ¿Pudo hacer más el presidente Kuczynski para defenderlo?
R. Yo solo tengo palabras de agradecimiento con el presidente. Junto al premier, evaluamos todas las opciones políticas y descartamos muy rápido la renuncia, porque nos pareció inapropiada. Hacerlo solo porque alguien lo exige a gritos es malo para la institucionalidad de un país. La moción de censura no estaba en nuestras manos, y pronto tuvimos claro que la oposición planteaba el tema como una pugna de poderes y no iba a retroceder. Entonces discutimos la posibilidad de anteponer una cuestión de confianza. Yo me limité a plantearle los pros y contras de esa alternativa al presidente. No me pareció correcto darle una opinión más directa.
P. ¿No hacerlo pudo ser visto como un gesto de debilidad?
R. En política, la fortaleza y la debilidad son relativas. Podemos ver la pregunta desde otro ángulo: ¿Ha salido la oposición fortalecida? Yo no estoy seguro, porque esta censura —como dijo el premier— es injusta e irresponsable. Por otro lado, al presentar la cuestión de confianza se hubiera generado una inestabilidad política que estaríamos viviendo hasta este momento. Todo va a depender del camino que se tome, si se traduce en una genuina colaboración entre ejecutivo y legislativo. Eso lo veremos en los próximos meses.
P. ¿Cómo afrontó la interpelación?
R. Durante la sesión yo pensaba dos cosas. Primero, que algunas acusaciones eran hilarantes, como cuando se dijo que la prueba PISA [el informe de la OCDE que mide el nivel educativo de cada país por áreas] era un psicosocial. En esos casos uno siente un poco de vergüenza ajena, pero al mismo tiempo piensa: “Este señor es un congresista, un padre de la patria, que tiene que darle ejemplo a nuestros jóvenes”. Entonces, comprende que la situación es más bien penosa. La otra cosa que yo me decía era: “Oye, ya se inventaron los micrófonos… ¿Por qué gritan?”.
P. ¿Usted es corrupto, ineficiente y promueve la fornicación, como dice la oposición?
R. Te estás quedando corto: se han dicho más cosas. Al final, con mi gente nos preguntábamos por qué querían mi censura. Mi interpelación fue por denuncias de corrupción en la compra de unas computadoras y por retrasos en la organización de los Juegos Panamericanos, pero si lees la moción por la que me censuraron, verás que incluye casi todos los problemas de una sector amplio y complejo. Con esa lógica, debería censurarse todos los días a todos los ministros. Es evidente que esta fue una escalada política.
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