La Teletón de la Educación Superior: Los millones del empresariado a las universidades en 2015
Un mecanismo que obliga al Estado a financiar indirectamente proyectos educativos electos a dedo por el empresariado, una abismal baja de multimillonarias donaciones luego de la construcción de la Clínica U. de los Andes y una UC que parece ser la favorita de los empresarios. Así se movieron los millonarios aportes de los grupos económicos a las universidades.
Por Pablo Álvarez Y. y Francisco Parra
Por otro lado, como ya se ha vuelto costumbre, solamente entre la Pontificia Universidad Católica, la Universidad de los Andes y la Universidad del Desarrollo -algunos de los planteles que reúnen a los jóvenes de más altos ingresos en el país- acapararon el 73% del total de los aportes.
Más atrás le sigue la Universidad de Chile, con $1.513 millones, que representan un 8,1% del total de donaciones en 2015. Es decir, sin la Casa de Bello, las 16 universidades estatales restantes quedarían sólo con un 5,4% de los aportes.
Con estas donaciones, cifras obtenidas por El Desconcierto a través de Transparencia, no es sólo el empresariado el que termina aportando a las universidades con más recursos. Por efecto colateral en términos impositivos, el Estado también.
La Ley de Donaciones (promulgada en 1987, en dictadura) tiene la característica de otorgar un doble beneficio a las empresas que donan a las universidades. El primero es la capacidad de presentar parte de la donación como gasto y, de ese modo, bajar su renta imponible. Según el inciso 7º del artículo 31 de la Ley de Impuesto a la Renta (LIR), procede la deducción de las donaciones efectuadas a educación en cuanto no excedan del 2% de la renta líquida imponible de la empresa o del 1,6%o (uno coma seis por mil) del capital propio de la empresa al término del correspondiente ejercicio”.
El segundo beneficio es el más significativo, ya que se podrá descontar de los impuestos hasta un 50% de la donación anual con un tope de 14.000 UTM, así lo establece el artículo 69 de la ley 18.618.
Al día de hoy, un crédito tributario de 14.000 UTM alcanzaría un monto de$636.958.000. Es decir, este es el monto máximo al que se acogería cualquier donación anual superior a los $1.273.916.000 (que son las 14.000 UTM multiplicadas por 2).
Pongamos un ejemplo con montos que estableció Ciper en 2013 y actualicémoslos según el impuesto del año 2015. Supongamos que una empresa tiene utilidades por $1.000 millones. Según dice la Ley, al año 2015 el impuesto a la renta de primera categoría para esta empresa sería de un 22,5%, es decir, $225 millones.
Suponiendo que, ante esto, la empresa decide hacer una donación a una universidad de su elección por $200 millones, inmediatamente percibiría los dos beneficios antes descritos. En primer lugar, un 2% de los $1.000 millones de su base imponible sería considerado como gasto, por lo que ésta pasaría a ser de $980 millones. A este nuevo monto habría que reaplicarle el impuesto del 22,5%, lo que daría un monto de $220,5 millones. Esto significa que la recaudación del Fisco se vio disminuida en $4,5 millones ($225 -$220, 5), monto que ahora va a parar a una universidad electa a dedo por el empresario.
Pero, además de esto, la empresa adquirió un crédito tributario por el 50% de los $200 millones que donó, lo que da un beneficio tributario total de $104,5 millones. Ante esto, la empresa sólo tendrá que pagar un impuesto de $120,5 millones.
La empresa no logró únicamente esta reducción, sino que también hizo al Fisco partícipe y financista indirecto de la donación a la institución que estimó pertinente. Y, como se ha visto con datos históricos, las instituciones que más benefician los empresarios –y, por ende, el Estado- son justamente las más pudientes del sistema.
El antes y después de la Clínica Universidad de los Andes
“En la lógica que empieza a prevalecer un escenario de desconfianza sobre el futuro de la economía, las empresas y personas comienzan a ser más cautelosas en sus decisiones de gastos”, dijo a El Mercurio el rector de la UC de Valparaíso, Claudio Elórtegui, al ser consultado por la baja en las donaciones del año 2014 a 2015 desde $22.168 millones a $18.617 millones respectivamente.
Un punto que, en el mismo artículo, era secundado por el vicerrector de la Universidad de los Andes, Francisco Javier Lavín. “Las donaciones no son neutras al crecimiento económico, y en este caso nos ha afectado la situación económica del país”, dijo, pero luego agregó el motivo real de la disminución: “La baja se debe a que durante años hicimos una campaña específica para conseguir donaciones para construir la Clínica Universidad de los Andes, que ya está en funcionamiento”.
El dato que omitieron tanto Elórtegui como Lavín fue que la baja de las donaciones en solamente la Universidad de los Andes fue incluso mayor que la que hubo a nivel general, y consistió principalmente en $4.000 millones que sus propios controladores dejaron de aportar luego de que se construyera la Clínica.
La Universidad de los Andes fue creada en 1990 por profesionales supernumerarios del Opus Dei entre los que estaba el empresario Eduardo Fernández León, quien incluso donó el terreno del exclusivo barrio de San Carlos de Apoquindo para que se asentara en ese lugar.
El ámbito de la salud ha sido uno de los principales focos la Universidad, y lo fue desarrollando a través de convenios con la Clínica Santa María y la Isapre Banmédica (ambas pertenecientes al Holding Banmédica, cuyos controladores son el Grupo Penta y el Grupo Fernández León). También, a través del Centro de Salud Universidad de los Andes, en San Bernardo. Pero desde hace años la construcción de una clínica era un sueño para los controladores de la universidad.
Como consta en el libro “El negocio de las universidades en Chile” (2007, editorial Random House), de la periodista María Olivia Mönckeberg, sólo cuando entró en vigencia la nueva ley de Aseguramiento de Calidad de la Educación Superior (2006), la Universidad de los Andes decidió participar del proceso de acreditación, ya que las carreras de salud tenían ese requisito obligatorio.
El mismo libro muestra una carta dirigida desde la Universidad a la Asociación de Amigos ya planteaba el “desafío gigante” que tenían: “El desarrollo alcanzado por la Universidad en el área de la salud plantea la necesidad de iniciar la construcción de la Clínica Universitaria, que será el referente para atraer a los mejores profesionales, potenciar la labor de investigación y desarrollar una actividad social”.
Sólo de 2001 a 2011, como constata un artículo de Ciper, la Universidad de los Andes recabó $45 mil millones por donaciones. Si nos vamos a los últimos años, en 2013 recibió $7.774 millones y, en 2014, $7.892 millones –de los cuales $4.939 millones fueron aportados solamente por el núcleo de la familia de Eduardo Fernández León: su esposa Valerie Mac Auliffe Granello, él, y sus hijos Eduardo y Tomás-. Fue precisamente ese año en el que se inauguró el anhelado recinto.
Cien días después de su apertura al público, la Clínica Universidad de Los Andes fue inaugurada con la presencia de personas como el rector del establecimiento, José Antonio Guzmán, el vicario regional del Opus Dei, Sergio Boetsch, o el alcalde de Las Condes, Francisco De la Maza. Boestsch recordó en aquella instancia lo que había dicho el prelado del Opus Dei, Mons. Javier Echevarría,durante una visita a Chile en la que bendijo la Clínica: “Nos pidió que fuese una clínica que atendiera a todo tipo de personas y en la que se atendiera tanto a los cuerpos como a las almas, que sea una ocasión de encuentro con Cristo”.
Con este objetivo logrado, las donaciones que durante años la Asociación de Amigos se empeñó en recaudar se volvieron menos urgentes para 2015.
Si a nivel nacional las donaciones a universidades bajaron en alrededor de$3.550 millones, sólo en la Universidad de los Andes descendieron en $4.092 millones. ¿Dónde estuvo la baja? En la familia Fernández Mac Auliffe.
Si la familia de Eduardo Fernández León donó –sólo considerando su núcleo, incorporando a su esposa y sus dos hijos-, un exorbitante monto de $4.939 millones en 2014 para la construcción de la clínica, después de que ésta se inauguró (2015) lo hizo únicamente con $874 millones aportados por Fernández León y su señora ($933 millones si se suman sus empresas relacionadas: Isapre Banmédica, Clínica Santa María, FFV Inversiones S.A y FFV Servicios S.A.).
Sus hijos no aparecen en la nómina de donantes 2015. Es más, Tomás Fernández Mac Auliffe figura con aportes a la Universidad Católica por $101 millones. La sola merma de los aportes del núcleo familiar entre 2014 y 2015 da un monto de alrededor de $4.065 millones, que es bastante más alto que la baja que hubo a nivel nacional.
La Universidad de los Andes recibió aportes sustanciales de otros grupos. El grupo Yarur, que hasta 2005 era el principal donante a la institución, aportó con$199 millones a través de Inversiones Juan Yarur S.A., BCI Seguros Generales S.A. y el Banco de Créditos e Inversiones. Francisco Hurtado Vicuña, por otro lado, aportó $40 millones, mientras que Ricardo Cruzat Infante lo hizo con $150 millones.
Desde la Asociación de Amigos, el director José Antonio Garcés Silva, aportó personalmente $200 millones más, y Embotelladora Andina, de la cual Garcés es accionista y director junto al Grupo Said, aportó otros $51 millones. Otro de sus directores es Manuel Larraín Garcés, quien además es director del Banco Santander (fue su presidente desde 2002 a 2014), institución que aportó con$181 millones.
Los fundadores tampoco abandonan la institución. María Carmen Izquierdo Menéndez -hermana del fundador y director de la Asociación de amigos, Matías Izquierdo Menéndez- donó mil millones de pesos a la universidad. Por otro lado, el fundador Eduardo Guilisasti Gana –hermano de Rafael, el empresario que reemplazó a Julio Ponce Lerou en la presidencia de las sociedades Cascada de SQM-, donó $28 millones.
Después de haber liderado durante años el ranking de donaciones, la Universidad de los Andes finalmente cede su puesto a una institución que le venía pisando los talones desde hace tiempo: la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Los grupos económicos detrás de la UC
Angelini, Matte, Luksic, Ponce Lerou, Solari Cúneo, Vial, Yarur, Swett, Saieh, Délano, Lavín, Silva Silva, Santander, Anglo American, Fernández Mac Auliffe, Errázuriz y un largo etc. La Universidad Católica concita el interés de empresarios de toda estirpe, los cuales sumaron en 2015 una cifra de donaciones de ni más ni menos que $7.257 millones -$5.744 millones más que la Universidad de Chile-.
La misma entrada del Campus San Joaquín recibe a sus estudiantes con la imponente presencia del edificio del Centro de Innovación UC- Anacleto Angelini, ganador del Premio Designs Of The Year 2015 en categoría arquitectura. La familia Angelini en 2013 había donado $3.700 millones en 2013 y $2.188 millones en 2014 –mismo año en que se inauguró el edificio-.
Para 2015, si bien las sumas aportadas por el grupo se redujeron a $1.397 millones –aportados a través de empresas como Aserraderos Arauco S.A., Celulosa Arauco y Constitución S.A, Copec S.A. o Corpesca S.A.-, este siguió liderando a los grandes grupos económicos.
Bastante por debajo está SQM, que a través de SQM Salar –la misma que terminó por sacar del gabinete a Rodrigo Peñailillo, por sus vínculos con AyN- donó $563 millones. Según informa un reportaje de La Tercera, en 2012 la UC anunció la realización de un estudio sobre los beneficios del potasio en el control de la hipertensión arterial para el que la minera de Julio Ponce Lerou aportó US$ 1,5 millones por cuatro años. Luego, a fines de 2014, se habría repetido la experiencia con un convenio para investigar los beneficios del litio en la salud, para el que SQM comprometió US$ 1 millón a cinco años. Ambos acuerdos fueron firmados con presencia de Patricio Contesse.
El grupo Luksic también cuenta con su propia edificación en el Campus San Joaquín de la UC. Se trata del Complejo Andrónico Luksic Abaroa, que alberga el Departamento de Ingeniería y Minería y los $4.600 millones que costó fueron cofinanciados por la UC y por Minera Los Pelambres. “La Universidad Católica agradece muy sinceramente este aporte generoso y filantrópico”, dijo el rector Ignacio Sánchez al momento de inaugurar el edificio.
Si bien el grupo aportó sólo $281 millones a la UC de Santiago en 2015, también aportó $190 millones a la UC del Norte a través de distintas empresas mineras. Ambas realidades muy distintas a la de la Universidad de Chile, que recibió nada más que $16 millones de parte del grupo.
El que sí aportó un monto más que considerable a la Universidad de Chile –más de la mitad del total de $1.513 millones que recibió- fue la compañía minera internacional BHP Billiton que, a través de Minera La Escondida, aportó $782 millones a esa casa de estudios.
Volviendo a la UC, los aportes los cierran grupos como el de los Matte (con $473 millones a través del Banco BICE, Bice Renta Urbana S.A., CMPC Celulosa S.A, Entel, Compañía Industrial El Volcán S.A. y Forestal Mininco S.A.), Cúneo Solari($340 millones a través de la Sociedad de Inversiones y Rentas Liguria Limitada e Inversiones Los Olivos S.A.) o Fernández León ($161 millones donados entre Tomás Fernández Mac Auliffe e Isapre Banmédica S.A., que manejan el Grupo Penta).
Estos aportes no se acercan, sin embargo, a los $893 millones que donó a la UC una empresa que cada año vuelve a ser la gran protagonista de las donaciones: el Banco Santander.
El botín transversal de Banco Santander
Sin importar si se trata de la Universidad de los Andes o la Universidad Tecnológica Metropolitana, el Banco Santander ahí está. Con un aporte a 42 instituciones diferentes durante el año 2015, el banco español se consolida como el contribuyente que realiza aportes de forma más transversal al sistema.
En 2014, los montos aportados por la empresa -que, hasta su muerte ese mismo año, era controlada por el empresario español Emilio Botín y actualmente lo es por su hija, Ana María Botín-, donó la llamativa suma de $2.747 millones a 43 universidades. Un monto que bajó a $1.971 millones en 2015.
La baja también discriminó según tipo de establecimiento. Mientras los aportes de Santander a la Universidad Católica incluso subieron de $732 millones a $893 millones, fueron los establecimientos estatales quienes tuvieron que sustentar la baja: la Universidad de Chile pasó de recibir $544 millones a $128 millones, la Universidad de Santiago de $171 millones a $52 millones y la Universidad de Tarapacá de $87 millones a poco menos de siete millones de pesos.
¿Qué está detrás de esos aportes y cuál es la fijación del Santander por las universidades?
El banco, a través de Santander Universidades, asegura colaborar con más de 1.200 universidades en el mundo, entre las que hay 53 chilenas. Hace gala del Programa de Apoyo a la Educación Superior (PAES), que tiene entre sus beneficios las Becas Iberoamericanas y de Movilidad Internacional al extranjero.
Además de esto, están las Tarjetas Universitarias Inteligentes (TUI), que el banco administra a las universidades con las que tiene convenio, y a través de las cuales los alumnos pueden acceder a las bibliotecas de los establecimientos, ocuparla como tarjeta BIP! para el transporte público o acceder a una cuenta vista con Santander.
Estos convenios, según explica un reportaje de el Mostrador, darían información personal valiosa al banco sobre los alumnos, tales como: Rut, nombres, apellidos, domicilio, teléfono, nacionalidad, fecha de nacimiento, sexo, profesión o actividad, estado civil, carrera, facultad, campus o año de ingreso.
Banco Santander también otorga el crédito “Súper estudios” para la educación superior. En 2015, el banco era uno de los principales opositores a rebajar su tasa de interés para este crédito y, además, un deudor de este crédito de la academia de Humanismo Cristiano denunció cómo el crédito lo tenía destinado a un inminente embargo de su casa.
A nivel mundial, Santander también refuerza su vínculo con lo universitario administrando y financiando el portal y la red de universidades Universia, que cuenta con más de 1.400 establecimientos asociados, 60 chilenos.
Universia cuenta además con un Consejo de Administración en cada país. En Chile, este consejo es presidido por Roberto Méndez, y cuenta -según consta en su memoria 2015- con la presencia de los rectores Ignacio Sánchez (Universidad Católica), Ennio Vivaldi (Universidad de Chile), Federico Valdés (Universidad del Desarrollo), José Antonio Guzmán (Universidad de Los andes) y Juan Manuel Zolezzi (Universidad de Santiago) entre otros.
Según revela un reportaje de El Mostrador, los miembros de ese consejo recibirían una dieta de 500 mil pesos cada vez que asisten, la cual podría tomarse solo como una suma más a los millonarios pagos que, en busca de la fidelización de jóvenes clientes potenciales, realiza el Santander al mundo universitario
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