Lamenta que se haya incumplicdo el plazo y critica que los partidos estén marginados del proceso.
A la espera del anunciado cambio de gabinete, el académico José Joaquín Brunner dice que la salida de los ministros que conforman el núcleo político de La Moneda es clave para la etapa que comienza.
-¿Cómo ve esta incertidumbre que se ha generado a propósito del aplazamiento del nombramiento de ministros?
-Es bien lamentable, porque la Presidenta fue quien se autoimpuso un plazo y estoy seguro de que la opinión pública no entiende por qué no se pudo cumplir, si este es un tema de total control de la Presidenta. Es otro tono de desconcierto para la gente, que no entiende bien porqué le pasan estas cosas a la Presidenta.
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-Hay muchas expectativas fundadas en este cambio de gabinete, ¿a qué responden?
-Este es el problema permanente que ha tenido el actual gobierno: siembra expectativas en vez de tratar de ordenarlas, reducirlas y controlarlas, que es lo que los gobiernos tienen que hacer. O sea, el hecho de que la Presidenta anunciara esto de una manera tan peculiar, en un programa de televisión, afirmando que se tomará 72 horas y que, finalmente, luego de las 72 horas dijera que no lo podrá concretar, lo único que crea es un desorden de expectativas. Desde ese punto de vista, el pecado de origen de este cambio de gabinete es nacer de un proceso desordenado en que las expectativas no fueron controladas oportunamente.
-¿Es conveniente el hermetismo de la Presidenta en este proceso? Los partidos han estado marginados.
-No, yo no soy de esa línea. Fui parte de un gobierno de la Concertación, que es más o menos la misma gente que es hoy la Nueva Mayoría, y siempre una base de la legitimidad y efectividad de un gobierno está dado por una positiva y buena relación con los partidos de la coalición de gobierno. En ese sentido, los partidos merecerían haber estado informados y ser consultados en esta decisión, que por cierto es de la Presidenta, pero está en el propio interés de la Presidenta que los partidos se sientan parte de este proceso.
-¿Qué es lo infaltable del nuevo gabinete, contemplando las falencias que demostró tener el primer equipo ministerial?
-En primer lugar, la composición propiamente tal, que sea un grupo que le dé una señal al país, de gente que tiene una trayectoria muy probada en el campo profesional y político. Segundo, que el cambio obedezca a un cierto marco, a un cierto diseño que la Presidenta explicite hoy. O sea, que no sea meramente un cambio de personas o de enroques internos, como se ha dicho, que no aparezca como que simplemente se ha cambiado de equipo, no. Aquí no sólo hay que cambiar de equipo, sino que también, de relato, de diseño y de estilo si es que se quiere salir de la actual situación en que el gobierno se encuentra. Si no hay el conjunto de estos cambios, al final sustituir un nombre por otro no va a ayudar.
-Para este cambio de relato y de estilo, ¿es una condición que salga el ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo?
-Es importante que haya un cambio general, por cierto del núcleo político que son los ministros de La Moneda, y en todos los demás ministerios que son relevantes para el nuevo diseño y relato. La opinión pública no entendería que después de todo esto, el cambio de gabinete no conllevara a la salida de todos los cargos clave para una buena acción del gobierno en lo que resta de este período de administración.
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