“No me parece que el gobierno esté a la altura del desafío que tenemos”
Febrero 22, 2015

José Joaquín Brunner:
“No me parece que el gobierno esté a la altura del desafío que tenemos”


El ex ministro de la Segegob y académico advierte sobre la crisis de la actual forma de gobernar. Señala que los casos Caval, Penta “y todos los gates” son síntomas de un problema de fondo que las autoridades deben enfrentar y asumir un rol de articulador con todos los actores de la sociedad.  

Mariela Herrera Muzio 

Una de las palabras que más repite José Joaquín Brunner para abordar el actual momento que vive el país es “gobernanza”. Se disculpa por la traducción “fea” del inglés, pero señala que es el concepto que la literatura y la academia dan hoy para referirse a “una nueva forma de gobierno”.

Y es precisamente ese desafío el que deben abordar líderes políticos, sociales, públicos y privados.

-Usted ha sido ministro de Gobierno, ¿cómo evalúa la actuación del Ejecutivo en el caso Caval?

Foto:Claudio Caiozzi

-En todos estos asuntos, lo que llamamos el caso Caval, el Pentagate y todos los “gate”, no son otra cosa que síntomas de algo que va mucho más allá de una coyuntura específica. O sea, estamos dentro de un problema mucho más profundo que estas cosas que están aflorando tanto del lado del Gobierno como de la oposición, pero también en la empresa y en la sociedad civil. Son manifestaciones de que las formas tradicionales de gobierno, la idea de que hay un gobierno que es el Poder Ejecutivo que es el que conduce a la sociedad, ya no funcionan. Ese es el trasfondo importante de lo que está ocurriendo hoy en Chile.

-¿Usted dice que la actual forma de gobierno no funciona?

-Cada vez se está hablando más de un término traducido del inglés, que es pasar del gobierno a la gobernanza democrática. O sea, que los gobiernos tal como los concebíamos hasta ahora, como el vértice de una pirámide que desde arriba podían conducir, es una visión demasiado simplista. A lo que hay que responder hoy es a fenómenos que dan lugar a la “gobernanza democrática” que tiene mucho más que ver con relaciones, con redes. No es solo el Gobierno, ahora parte de la gobernanza tiene que ver con los empresarios -grandes y pequeños-, la sociedad civil, la calle, los organismos no gubernamentales, los medios de comunicación. Estas nuevas formas utilizan instrumentos mucho más variados para relacionarse como redes, mercados y solidaridades. Y ahí pueden existir riesgos como tráficos de influencia, uso de información privilegiada, intercambio de favores y mal uso de posiciones de poder.

-¿Cómo se hace el tránsito de un cambio de forma de gobierno y cómo se evitan esos riesgos que menciona?

-En el día a día, la transición de esta forma de gobierno tradicional que ya no funciona, y esta nueva forma emergente que todavía no logra aparecer, tiene que ser articulada, conducida, pensada y guiada básicamente por el Gobierno y hay que saber combinar esos dos planos. El plano de los procesos específicos, que tiene que ver con posibles infracciones legales, con delitos, con comportamientos contrarios a las normas legales, y el plano de ir construyendo estas otras instancias que nos permitan pensar mucho más a fondo cómo vamos a construir un Estado que sea capaz de recuperar legitimidad en todos sus niveles. Que la gente confíe en el Gobierno ejecutivo, en el Parlamento, en los partidos políticos, en los tribunales de justicia, etc.

-Cuando comenzó el caso Penta, muchos recordaron el acuerdo del ex Presidente Ricardo Lagos con el entonces senador Pablo Longueira, por el caso sobresueldos. ¿Hoy se podría llegar a un acuerdo político?

-Por el momento, más que los acuerdos, lo que necesitamos es una especie de cambio de disposición, porque si tratáramos ahora de llegar a un acuerdo con este clima de desconfianza y constante sospecha respecto de las intenciones de los otros, no iríamos a ningún lado. El Gobierno debe convertirse en el elemento que articule a esta sociedad que está tan nerviosa, agobiada por los síntomas y que parece no darse cuenta de que es un problema mucho más de fondo. Una vez en esa dirección, necesitamos acuerdos para modernizar el Estado, para darle más poder al Parlamento, para generar una nueva forma de colaboración público-privada.

-Usted dice que el proceso debe articularlo el Gobierno, ¿qué labor le corresponde a la Presidenta Bachelet?

-Como país debemos sentirnos tranquilos porque tenemos a una persona a cargo de este momento tan crucial. Bachelet tiene experiencia en el Gobierno y mantiene un apoyo popular muy importante. Ahora, en realidad, ella va a tener que mostrar su real talento y su real liderazgo. Mandar reformas al Congreso como la tributaria o la educacional, digamos que no requiere de un gran liderazgo. Pero ahora estamos frente a un problema mayor, y la Presidenta tendrá que mostrar que ella es capaz de reforzar la institucionalidad, tiene que darnos a todos la tranquilidad de que tenemos una institucionalidad de Gobierno, de Parlamento, de partidos políticos, de capacidades de articulación en última instancia, y que ella entiende eso y es capaz de conducirlo, producirlo e irlo coordinando. Pero no es el liderazgo de ella lo que está en juego, es la capacidad de un gobierno entero de reunir a las mejores capacidades que existen en el país para poder salir de esta situación crítica en que nos encontramos.

-El que su hijo haya sido cuestionado y renunciara a su cargo, ¿le resta fuerza a la Mandataria?

-Todo lo contrario, creo que a lo que debiera llevarla es a ver cuán cerca de ella puede llegar el riesgo de estas situaciones sintomáticas mal manejadas. Aquí lo que hay que dar vuelta es el clima, el ambiente. La Presidenta ahora va a tener un momento particular, la prueba de su capacidad de liderazgo, de articulación y de generar un clima distinto del que se ha ido instalando a lo largo de los últimos meses.

-En estos días, la fiscalía ha tenido protagonismo, ¿debe tener un cuidado especial en su actuar porque los casos que lleva tienen un impacto público y político?

-Lo que ha mostrado la experiencia particularmente italiana y luego la española, es que los fiscales tienen que cumplir con su papel con estricto apego a la ley. ¿Cuál ha sido el riesgo en otros países? Que los fiscales, dada la nueva ubicación que van encontrando dentro de la sociedad en el surgimiento de esta nueva forma de gobernanza, se empiecen a mirar a sí mismos como conductores del proceso político, y como los que tienen la capacidad de dar o negar la legitimidad moral a la política, y sientan en algún momento que ellos están por encima de la política y que pueden realmente entrar ellos a jugar un papel decisivo en las decisiones que la sociedad quiera tomar. Como pasó en Italia y en España, pero acá tenemos que apoyar a la Fiscalía Nacional para que cumpla su rol estrictamente dentro del marco legal, y no se desborde para llenar vacíos que, por ejemplo, pueden estar dejando los políticos.

-¿Cree que existe ese riesgo en Chile?

-Sí, pero lo importante es que todos los actores que somos parte del problema, tenemos que ser parte de la solución, restituir nuestras confianzas mutuamente, buscar colaborar y apoyar al gobierno, pero también reconocer y respetar a la oposición, es decir, hay que recrear un clima de normalidad democrática

-¿Pero cómo se maneja el día a día de estos casos -Caval, Penta, SQM- con estos cambios que usted plantea?

-El día a día tiene que tener su natural secuencia, que es que los procesos ya desencadenados -y que han encontrado su causa institucional en manos de fiscales- sigan su curso regular. Lo que uno espera de un Gobierno es que tenga la capacidad de mantener la estabilidad y la confianza en las instituciones, pero, por otro lado, tiene que tener la capacidad de entrar en un plano de visión estratégica distinta de la que ha tenido hasta ahora. No me parece que el gobierno esté a la altura del desafío que estamos teniendo que enfrentar, debiera estar creando un clima de mayor concordia, de modo tal, que todos los actores principales puedan mostrar lo mejor de sí mismos y empezar a colaborar en crear esta nueva forma de gobernanza. Lo que tenemos en cambio, es una guerrilla en que todos sospechan del otro, todos buscan empatar su mala situación. Bueno, una sociedad así no puede subsistir, sin un liderazgo de formas institucionales nuevas, no vamos a poder hacer el tránsito hacia una sociedad mucho más estable.

“Tenemos que apoyar a la fiscalía para que cumpla su rol estrictamente dentro del marco legal, y no se desborde para llenar vacíos que, por ejemplo, pueden estar dejando los políticos”.

“La Presidenta tiene un momento particular, la prueba de su capacidad de liderazgo, de articulación y de generar un clima distinto del clima que se ha ido instalando a lo largo de los últimos meses”.

“Ahora estamos frente a un problema mayor, y la Presidenta tendrá que mostrar que ella es capaz de reforzar la institucionalidad”.

“El Gobierno debe convertirse en el elemento que articule a esta sociedad que está tan nerviosa, agobiada por los síntomas y que parece no darse cuenta de que es un problema mucho más de fondo”.

 “Debiéramos partir discutiendo una ley de aseguramiento de la calidad y no por el lado de la gratuidad”

 

-El ministro Nicolás Eyzaguirre señaló que la gratuidad en la educación superior comenzará el 2016. ¿Qué opina de esta prioridad?

-No hay ningún avance respecto de qué significa la gratuidad a la que se quiere llegar. Lo que se espera es que el año 2015 pudiéramos discutir constructivamente y no solo lo que le interesa discutir al gobierno de cara al movimiento estudiantil. Creo que la gente siente exactamente igual como sentía respecto a la reforma escolar. Lo primero que tenemos que discutir es respecto de la calidad de educación superior que están entregando nuestras instituciones. Pero el gobierno empieza a hablar de gratuidad, no empieza a hablar, por ejemplo, de cómo va a reestablecer y refundar el sistema de acreditación. Debiéramos partir discutiendo una ley de aseguramiento de la calidad y no por el lado de la gratuidad.

-¿Como la reforma del año pasado cuando muchos dijeron que se había partido al revés?

-Efectivamente y ahora tenemos el grave riesgo de vernos envueltos otra vez en una discusión que parte al revés que es extremadamente tensionadora de la sociedad y que pone en juego la estabilidad de todo el sistema de la educación superior. Partir directamente por los temas de financiamientos hace surgir los intereses corporativos de cada grupo, las universidades estatales por un lado, las universidades privadas del grupo de los 9 por el otro, las universidades privadas, los institutos profesionales y los centros de formación técnica, cada uno viendo si se va a re-repartir la torta. Cada uno piensa en su propia tajada y eso contribuye otra vez a dividir, a encrispar. Yo esperaría, si la Presidenta asume lo que ha estado ocurriendo en las últimas semanas y meses, que llegue con planteamientos más abiertos, con una agenda más revisada, más centrada en los temas que permitan avanzar haciendo confluir a los distintos actores y no con una agenda que tensione nuevamente a la sociedad.

-En la tramitación de la reforma educacional, usted dijo que finalmente había triunfado la retroexcavadora, ¿cree que se puede repetir este año?

-El gobierno llega ahora en otro clima político en que tiene que ver cómo reordena todo eso para ir a problemas más de fondo y no solo declaraciones emotivas que están incluidas en el programa como es la gratuidad. Es lo mismo que el año pasado cuando discutíamos mucho de lucro, ahora vamos a discutir de la gratuidad. El gobierno debiera mostrar, cuando empecemos a discutir educación superior, si realmente vamos a partir por algo que directamente afecta a la calidad y a la confianza de la sociedad en la calidad de las instituciones universitarias.


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