Argumentos y opiniones sobre la reforma educacional
Noviembre 2, 2014

Miembros de la comisión adelantan el enfrentamiento: Cinco voces decisivas definen lo que desde mañana se juega en educación

El Mercurio, 2 de noviembre de 2014

Aunque la partida oficial fue la semana pasada, será desde el lunes cuando la discusión de la reforma entre en tierra derecha en el Senado, con una maratón de sesiones que alcanzará su peak cuando, a partir del 11, concurran a exponer todos los ministros del área desde 1990. En columnas escritas especialmente para “El Mercurio” los parlamentarios fijan sus posturas.  

Los fantasmas de la Presidenta Bachelet, A. Allamand, Senador RN

La Presidenta Bachelet ha dicho que la ciudadanía está viendo “fantasmas” en la reforma educacional. ¿Será así? ¿Qué está viendo la gente?

En primer lugar, una reforma completamente ajena al corazón de los factores que afectan la calidad y la equidad de la educación. ¿Cuáles son esos factores? El rol de los profesores, el proceso de aprendizaje, la inversión pública, la gestión de los colegios, los proyectos educativos y el papel activo de los padres. Todos están ausentes. El gobierno ha resuelto jugar el partido en la cancha equivocada.

En segundo lugar, una situación insólita: la reforma educacional se ha transformado en el campo de batalla de los partidos que forman la Nueva Mayoría. Todas las divisiones y pugnas internas se han trasladado al debate educacional. Los bandos resuelven sus conflictos políticos aprobando y rechazando indicaciones sin ton ni son. Insultos vienen y descalificaciones van. Inaceptable e irresponsable.

Al final ha quedado de manifiesto que el objetivo central de la reforma es obligar a los colegios que hoy funcionan como sociedades educacionales a transformarse en entidades de beneficencia. Y a toda la educación particular subvencionada -con o sin lucro- a que sean dueños de los inmuebles en que funcionan, prohibiéndoles expresamente arrendar. ¿Y cuál es el efecto que ello tendría en la calidad y equidad del sistema? Ninguno. ¿Y cuál es el resultado de esa política? Que hoy la pregunta sea cuántos colegios no van a poder cumplir con esas exigencias absurdas y no podrán continuar. La reforma educacional del gobierno de Bachelet ya ha logrado un récord: es la única que en vez de abrir y mejorar colegios los pone en riesgo de cerrar.

La reforma, además, prohíbe a los padres aportar recursos propios para mejorar la educación de sus hijos, uniendo así sus esfuerzos con el Estado, y pretende terminar con la admisión por mérito reemplazándola por una tómbola. Hoy colegios emblemáticos, como el Instituto Nacional, realizan pruebas de conocimientos a contar de sexto básico. En el futuro estarán prohibidas. El mensaje para los estudiantes es muy claro: mejor que estudiar es apostar a la suerte. ¿Para qué esforzarse si al final importa más una ruleta?

A diferencia de lo que piensa la Presidenta Bachelet nadie está viendo fantasmas. Lo que la mayoría está viendo es un proyecto absurdo. Y un espectáculo político lamentable.

Derrumbando mitos, F. Rossi, Senador PS

Quisiera aprovechar este espacio para derrumbar algunos mitos que se han construido gracias a una poderosa, bien pensada y “onerosa” campaña comunicacional contra la reforma educacional.

Primer mito: “Debimos partir por la educación pública, que es la que realmente tiene problemas con la calidad”.

Afirmación completamente falsa. Primero, porque al comparar el rendimiento académico de un niño de escuela municipal con uno de colegio particular subvencionado, de similar capital sociocultural, aislando los recursos invertidos por niño, los resultados son los mismos e, incluso, algo mejor en los municipales.

Por tanto, los déficits en calidad son de todo el sistema.

En segundo lugar, cabe señalar que si bien es cierto que los aspectos más sensibles del proceso educativo ocurren dentro del aula, esta es parte de una escuela y las escuelas a su vez son parte de un sistema educativo. Por lo mismo, si queremos hacer cambios positivos, se debe, en primer término, cambiar las reglas e incentivos que mueven el sistema. De lo contrario, no seremos eficaces al aumentar los recursos financieros, administrativos y pedagógicos.

Segundo mito: “El proyecto que pone fin al lucro, al copago y a la discriminación no tiene que ver con la calidad”.

Afirmación que se ha repetido hasta la saciedad, incluso por parte de dirigentes de la Nueva Mayoría, y que es absolutamente falsa, pues el sistema actual regido por el mercado -por lo tanto, sujeto al libre intercambio de oferta y demanda- ha generado una profunda segregación de nuestros niños. Segregación que incluso supera a la ya existente en el ámbito territorial. De hecho, hoy las aulas no son expresión de la rica diversidad existente en nuestro país.

Esta segregación afecta fuertemente la calidad de la educación, no solo porque desaparece el efecto par, sino también porque la total ausencia de inclusión en nuestras escuelas no contribuye a humanizar al ser humano -misión fundamental de la acción educativa-, ya que no se genera “el frente a frente de las clases sociales”, aspecto esencial en la formación de ciudadanos comprometidos con la democracia y con los valores más sublimes. Las escuelas deben formar personas .

Tercer mito: “Los padres no podrán seguir eligiendo el colegio de sus hijos”.

Esta afirmación además de falsa es un verdadero insulto a la inteligencia. Si avanzamos en gratuidad, poniendo fin a la discriminación en el acceso, serán los padres verdaderamente libres de elegir la escuela para sus hijos.

Hoy, vía copago y selección, elige la escuela y no el padre. Por tanto, la situación es bien simple: o elige la escuela o eligen los padres. Las dos cosas juntas es imposible.

Quedan muchos mitos más, pero este espacio es limitado para referirme a ellos.

Por una educación de calidad en condiciones de equidad, I. Walker, Senador PDC

El objetivo de la reforma educacional es avanzar hacia una educación de calidad, en condiciones de equidad. El proyecto sobre inclusión (lucro, copago y selección) es uno de ocho proyectos. Dos de ellos (educación parvularia y administrador provisional) los estamos despachando del Senado por unanimidad. No han sido noticia porque no hubo ni peleas ni descalificaciones; hubo acuerdo. Eso parece que no es noticia.

Ahora el Gobierno va a tener un instrumento legal para hacer frente a situaciones como la de la Universidad del Mar. En eso consiste el proyecto sobre administrador provisional. Más importante aún: en la reforma de la educación parvularia se van a invertir US$ 450 millones en estos 4 años para sumar a 134.000 nuevos niños y niñas, pasando de una matrícula entre 0 y 4 años de 17 a 30%, construyendo 5.700 nuevas salas cunas y jardines infantiles. El proyecto crea una subsecretaría de educación parvularia, una intendencia (para fiscalizar el uso de los recursos públicos) y nuevas normas sobre autorización para funcionar y reconocimiento oficial de establecimientos de educación parvularia.

El proyecto sobre lucro, copago y selección fue rebautizado la semana pasada por el ministro Eyzaguirre como proyecto sobre inclusión. De eso se trata. De avanzar hacia una educación con menos segregación y segmentación que contribuya a una educación y una sociedad más inclusivas.

Digámoslo con claridad: el proyecto sobre inclusión no es un mero capricho del gobierno de la Presidenta Bachelet y la Nueva Mayoría. Hay un solo país en el mundo que tiene lucro con fondos públicos en educación, copago y selección: Chile. Somos, en este sentido y junto con avances en una serie de niveles y dimensiones, una anomalía mundial.

Eso es lo que se trata de corregir. Cuando hablamos de fin al lucro, hablamos de tres cosas (como DC y por la unanimidad de nuestros senadores y diputados): que todos los fondos públicos destinados a la educación escolar (básica y media) vayan al proyecto educativo, que el sostenedor privado pueda recuperar la inversión y que se remunere debidamente su gestión.

En la medida que aumente la subvención -lejos el mejor aspecto del proyecto- es lógico que vaya disminuyendo el copago, mientras que el fin de la selección se refiere a que sean las familias las que eligen el colegio y no el colegio el que elige a las familias. Así de sencillo. El no a la selección se refiere al fin de la discriminación arbitraria, del descreme, de la selección socioeconómica, que contribuye a que, lejos de corregir, la educación tiende a reproducir las desigualdades sociales.

Hay que perderle el miedo a la reforma educacional y lograr despachar una buena reforma educacional, con buenos acuerdos. Aún quedan pendientes los proyectos sobre educación pública (nueva educación pública y carrera docente) y educación superior (financiamiento, acreditación y fiscalización). El conjunto de estos proyectos conforman la reforma educacional, una reforma necesaria.

 

Basta de eufemismos: ¿Estamos o no con la reforma?, J Quintana, Senador PPD

Llegó el momento de las definiciones. Recién hemos tenido una sesión en la comisión de Educación del Senado, y uno de los principales proyectos de la reforma ya tiene incómodos a varios. Incluso el título del mensaje presidencial, “Fin al lucro, fin al copago y fin a la selección”, no es del gusto de todos los miembros de la comisión, y prefieren llamarlo proyecto de la “inclusión”, para darle una connotación positiva, como si acabar con el lucro en educación, el copago y la selección tuviese una carga negativa.

Esta consideración semántica no es menor, porque nuestra clase política lleva mucho tiempo hablando con eufemismos y “gatopardismos”, haciendo creer que las cosas cambian, pero la verdad es que siguen igual. Esa política de los consensos es una de las causantes del debilitamiento de la educación pública a través del financiamiento compartido, el CAE y otras “iluminadas” normativas.

Hoy tenemos una gran oportunidad. La Presidenta Bachelet, en el marco de la reforma educacional, nos ha convocado a una de las transformaciones más relevantes y a no hacer más de lo mismo. Terminar con el lucro con fondos públicos es terminar con el verdadero tumor en el sistema educativo y significa una inyección directa a la calidad al impedir distraer recursos en temas ajenos al proceso de aprendizaje; pero no solo es eso, terminar con el lucro y dejar de seleccionar significa dar un gran salto en capital humano avanzado, pavimentando, de paso, nuestro camino al desarrollo.

Me cuesta entender la actitud de la derecha y de sectores minoritarios de la Nueva Mayoría en todo este debate, quienes sin reconocer su preferencia por mantener el lucro con fondos públicos, disfrazan esta discusión con argumentos tan absurdos como que les vamos a quitar los patines a los estudiantes, que no hay que apurar la tramitación del proyecto, que debemos honrar la legítima ganancia o, lisa y llanamente, pretendiendo extender los arriendos a las sociedades relacionadas.

Algunos incluso sostienen que este proyecto debiera ser debatido ya no por la comisión de Educación, que es naturalmente la llamada a verlo, sino que se requiere de comisiones unidas con Hacienda.

El punto es válido y legítimo; sin embargo, mi único reclamo es que debemos sincerar las posiciones. O analizaremos el proyecto poniendo el foco en la educación, o debatimos en función de la defensa del patrimonio de los sostenedores.

No hay ninguna evidencia empírica que avale que nuestro país, con la educación más segregada y de menor calidad de los países de la OCDE, siga con este experimento único en el mundo y sin resultados positivos. Lo que sí hay son intereses económicos en educación repartidos (lamentablemente) en todo el espectro político.

Llegó el momento de sincerar posiciones, y en el caso de la Nueva Mayoría, de reafirmar nuestro compromiso con las reformas, con el programa, con el gobierno y con la ciudadanía. Llegó el momento de atrevernos, de hacer algo distinto para cambiar el rumbo de nuestra sociedad, tal como nos hizo reflexionar Juana María, la madre de Pedro Machuca, en una de las escenas más recordadas de Machuca, una película que todos los chilenos, incluidos los miembros del Senado, deberíamos ver de vez en cuando.

 

Cómo la igualdad ahoga la diversidad, Ena von baer, Senadora UDI

No deja de sorprender que la reforma educacional sea apoyada por dirigentes políticos de larga trayectoria que no reconocen que la ideología que la sustenta está obsoleta. Parece que muchos no se dieron cuenta de que ¡el Muro de Berlín cayó!

El proyecto busca un objetivo loable: la inclusión. Sin embargo, la igualdad traducida en política pública significa aumentar el poder del Estado para imponer el igualitarismo. A la izquierda le interesa la igualdad en el resultado, mientras que a la derecha le importa entregar a todos las mismas herramientas, pero que el resultado sea tan diverso como seres humanos hay.

El sistema educacional chileno se basa en la libertad. Cada niño cuya familia no puede pagar el colegio recibe una subvención del Estado para solventar la mensualidad. El resultado son miles de proyectos educativos distintos entre los cuales los padres pueden elegir. El problema de esta gran diversidad es que obviamente no todos los establecimientos tienen la misma calidad. La solución desde la derecha es mantener la diversidad y que el Estado establezca estándares mínimos obligatorios. Para la izquierda, la diversidad en el resultado es tan insoportable, que busca que el Estado establezca igualdad en los procesos educativos.

La subvención general opera como el pago de mensualidad que hacen los padres en un colegio privado. El establecimiento que la recibe puede desarrollar con libertad su proyecto educativo justificando los gastos a la Superintendencia de Educación. Por lo tanto, tal como cualquier privado, puede hacer con esos fondos todo lo que no está prohibido por ley.

El proyecto del Gobierno plantea que las subvenciones pasan a ser fondos del Estado. Este cambio de paradigma tiene consecuencias profundas. Siendo dineros estatales, los establecimientos solo podrán hacer con ellas lo que la ley determine. Por lo tanto, la creatividad de miles de maestros y emprendedores de la educación será sustituida por un burócrata que definirá para todos los colegios cuáles son los “fines educativos” en los que se puede gastar la subvención.

Lo hemos visto muchas veces. El igualitarismo en política pública sacrifica la libertad y con ella la creatividad del ser humano. El resultado de esta reforma serán colegios administrados por privados, pero cuyos proyectos educativos poco se van a diferenciar de los estatales, porque sus objetivos y fines se van a dictaminar para todos desde la misma oficina en Santiago. El igualitarismo habrá ahogado una vez más la diversidad.

Detrás de este proyecto se esconde la profunda desconfianza en el ser humano, en su capacidad, su creatividad, su bondad y moralidad. Detrás de este tipo de políticas se esconde un profundo autoritarismo.

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Senador Carlos Montes: “Se perdió el 2014 para fortalecer la educación pública”

El senador PS Carlos Montes sostiene que hay que atender la inquietud de los padres y apoderados frente a la reforma educacional. “No se puede confundir a la Confepa con la derecha. No son lo mismo que la UDI”, advierte.

por Gloria Faúndez, La Tercera, 2 de noviembre de 2014

En la antesala de la discusión en el Senado de la reforma educacional, Carlos Montes (PS), toma nota de la oposición que genera en padres y apoderados la reforma educacional. “Cuando el padre ve la posibilidad de que se metan con su hijo se mueve para defenderlo y eso es natural”, asegura, al tiempo que acusa que parte importante de esa inquietud fue generada por el diseño de la iniciativa que lidera Nicolás Eyzaguirre que optó por terminar con el actual modelo de educación sin optar por fortalecer antes la educación pública.

¿Quién es el responsable de la oposición social que está enfrentando la reforma educacional?

Hay que gente que ha dicho que esto lo ha armado la derecha y eso es reducir el problema. La derecha ha tratado de capitalizar esto, pero lo que pasa es que los padres ven cierto riesgo a sus hijos. Y eso genera un estado de ánimo. Hubo frases inadecuadas en su momento, y si alguna responsabilidad tenemos nosotros como gobierno es el diseño para instalar la reforma.

¿A qué se refiere?

No hubo un discurso en el sentido de explicar todo esto, no hubo una clara acción orientada a construir una nueva educación pública junto con el interés por desarmar este mercado. Pienso que se perdió el 2014 en ese sentido, de fortalecer la educación pública. Si a usted le cuestionan un colegio las personas dicen “entonces ¿qué alternativa me ofrecen?”. Es difícil entender lo que estamos haciendo. Hay una responsabilidad de conducción en no haber seguido un camino que permitiera concitar más voluntades para esto. Las reformas educacionales no se hacen desde los ministerios y los Parlamentos, son importantes, pero también es importante lo que está ocurriendo en las escuelas y en la sociedad respecto a la educación. No se ha mostrado una perspectiva de conjunto política y consistente.

En el oficialismo han criticado con dureza a la Confederación de Padres y Apoderados (Confepa) ¿comparte esos cuestionamientos?

He conversado con sus dirigentes. Ellas no han hecho una campaña del terror, es a ellas a quienes se la han hecho. Me han mostrado las cartas que les han llegado diciéndoles que el colegio -si esto se aprueba- se cierra o se va a transformar en pagado y van a pagar otra cantidad. Ellas reaccionan defendiendo a sus hijos. No se puede confundir a los dirigentes de la Confepa con la derecha. No son lo mismo ellas que la UDI. La derecha ha salido a capitalizar sus movilizaciones, pero no son lo mismo.

¿Ha encarado mal la Nueva Mayoría la relación con los apoderados, acusándolos que ser instrumentos de la derecha?

Me produce una cierta distancia reducir este problema a un asunto de la derecha. Creo que es no entender que cualquier padre se preocupa de sus hijos y cuando tiene incertidumbre y miedo va a reaccionar. Tenemos que tener una acción política, cultural y de diálogo. En la medida que nosotros no los tratemos bien esto se va poniendo cada vez más de derecha. Cuando uno hace una reforma de esta envergadura tiene que tratar de articular mayorías y de sumar voluntades.

Uno de los temores es el cierre masivo de colegios. ¿Es esa una posibilidad real?

Se van a cerrar colegios por razones distintas al proyecto. Porque algunos barrios ya tienen cuatro colegios particulares subvencionados y no tienen alumnos, por ejemplo. Cuando se establezca que no hay lucro a algunos no les va a interesar que no haya lucro y van a ver cómo lo hacen gradualmente para salir. Creo que van a ser pocos. Cuántos van a pasar a particulares pagados, que es la otra pregunta. Yo creo que van a ser más o menos los mismos que antes eran particulares pagado y que pasaron para acá. Esto de que va a ser masivo espero que no sea así. Y espero que se resuelvan los problemas, en el caso de los chicos, que algunos le están generando mucha tensión y en el caso de los grandes, si se compran los colegios les van a resolver el problema a gran parte de ellos.

¿Cree que ha habido demonización de la educación particular subvencionada y, específicamente, de los sostenedores?

Sí, ha habido frases y cosas. He estado años en este tema, y hay gente en los colegios particulares subvencionados que tiene malos comportamientos, regulares y buenos. Hacen un aporte a este país. El problema no está en los colegios, está en el modelo en el cual se insertaron estos colegios. Y dentro de esto hay sostenedores de distintas características, hay algunos que son más comprometidos con la educación y otros que lo único que les interesa es lucrar. No podemos demonizar a gente que está dentro de una lógica de un sistema que existe. Además, la gente valora el colegio en que tiene a su niño y por algo lo tiene ahí. Salvo en la educación pública y una parte de la municipal, en que los padres dicen “si yo tuviera más plata saldría, lo cambiaría”.

¿Cree que hay intereses DC en el negocio de la educación que expliquen sus reparos a la reforma?

Estoy convencido de que hay intereses, no solo de la DC, también de PPD y PS. Hay muchos sostenedores DC, pero también hay sostenedores socialistas, PPD, de otros sectores. La DC ha sido muy clara en decirle a los sostenedores que va a haber reforma, que se va a terminar el lucro, la selección y el copago. Puede haber diferencias, pero no vamos a transformar cuestiones que no son en lo principal. Los mecanismos y los procesos tendremos que revisarlos y no hay un solo camino para lograrlo.

¿Hay diferencias ideológicas profundas en la Nueva Mayoría respecto del nuevo modelo de educación que se busca?

No. He tenido muchas discusiones sobre educación con Walker en otros momentos, pero en esto el término del lucro, el copago y la selección están comprometidos en las tres cosas.

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Terror en la educación

“La culpa del terror que denuncia la Presidenta la tiene quien está llamado a introducir racionalidad al debate educativo: el propio Gobierno y algunos parlamentarios, que, en vez de atender las denuncias de los jóvenes, se han dedicado a jugar a ser ellos…”

Carlos Peña, El Mercurio, 2 de noviembre de 2014

La Presidenta acaba de quejarse, durante su gira por España, de que la reforma educacional padece una campaña del terror. Se refería así al conjunto de anuncios radiales y manifestaciones —todos pagados, agregó— en los que se exageran las consecuencias, supuestamente dañinas, de la reforma.

¿Tiene razón al quejarse?

Sí.

Pero la tiene a condición de reconocer que si bien algunos sectores de oposición se han dedicado a esparcir el temor acerca de la reforma educativa, ello ha sido una consecuencia del hecho de que el Gobierno se ha dedicado, por su parte, a esparcir una confianza irreflexiva, y excesiva, en ella.

Tanto el temor como la confianza excesivos son sentimientos adolescentes, es decir, carentes de matices, o, en otras palabras, de racionalidad. Los adolescentes son seres humanos que, por asomarse recién a la experiencia humana, experimentan todo lo que ocurre en ella como amenaza o como promesa. Eso es lo que les está ocurriendo hoy día a la oposición y al Gobierno. Según la primera, la reforma acabará con la libertad de los padres y encadenará a sus hijos a los establecimientos estatales; según el segundo, la reforma es el principio de una aurora en la que se disiparán buena parte de los males, la desigualdad, la exclusión, que aquejan a la sociedad chilena.

Temor irreflexivo, por una parte; entusiasmo utópico, por la otra.

Las palabras de la Presidenta, para ser justas, debieran entonces apuntar a un fenómeno que padece la totalidad del espacio público chileno y de lo que el temor excesivo de algunos y la confianza igualmente excesiva de otros son apenas síntomas: la falta de deliberación racional.

Y en medio de ese panorama, la culpa principal la tiene el Gobierno. Esto, por supuesto, no libera de culpas a la oposición; pero quien está en el gobierno es quien debiera incrementar los niveles de racionalidad del debate en vez de contribuir a disminuirlos.

El Gobierno ha aliñado su programa y sus medidas (la mayor parte de ellas a primera vista correctas) con un discurso redentor que posee rasgos más religiosos que políticos. La responsabilidad principal de esto, no vale la pena ocultarlo, le cabe al ministro Eyzaguirre, quien ha disimulado su falta de familiaridad con el problema, con generalidades de índole moral. Él ha sustituido su obvia falta de conocimiento del problema del que debe ocuparse, con el fervor acerca de las supuestas consecuencias que se seguirían de resolverlo. Ha sustituido el ánimo reformista, que requiere conocimiento, con el entusiasmo redentor, para el que basta el entusiasmo. La exclusión, la segregación y la desigualdad que padece la sociedad chilena, de pronto serán sanadas por la reforma educacional. Disipados el lucro, la selección y el copago, se dice, se sentarán las bases para que los chilenos se reconozcan como iguales, la meritocracia se entronice como el principio para distribuir recursos y el principio hereditario se debilite.

Es como si el Gobierno en su conjunto no solo aspirara a comprender la queja que los jóvenes manifestaron el año 2011, una queja del todo justificada, sino como si además cada partícipe del espacio público, especialmente miembros del Congreso y ministros, jugaran de pronto a ser ellos. Como si el hecho de que los jóvenes tuvieran razón al denunciar un problema, acreditara que tienen razón también a la hora de saber cómo resolverlo.

Así, entonces, no es el terror que la Presidenta denuncia lo que está caracterizando el debate acerca de las reformas educacionales, sino algo peor: la falta de reflexión y de moderación racionales.

¿Qué pudo ocurrir para que el espacio público chileno a propósito de la educación comenzara a moverse, con tanto fervor, entre sentimientos tan básicos como el temor y el entusiasmo?

La explicación radica quizá en el hecho de que, por razones que habría que dilucidar, se ha instituido a la educación como la causa y el remedio de todos los males de la sociedad chilena. Ciertos sectores de izquierda, que han logrado hegemonizar el discurso presidencial, han creído ver en la educación el remedio a todas las patologías de la modernización capitalista. Molestos con la modernización capitalista, pero incapaces de imaginar alternativas (como dijo Zizek, hoy es más fácil imaginar que el mundo acabe, a que termine el capitalismo), han transferido todas sus molestias y todos sus entusiasmos al problema educativo.

Y el resultado está a la vista: todos jugando a ser adolescentes.

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La reforma, en teoría

Detrás del debate político en torno al proyecto de ley para la educación se esconde una discusión aún mayor: la acalorada controversia que se libra en el mundo académico sobre la calidad de los papers que sustentan la reforma.

Qué Pasa, jueves 30 de octubre de 2014

A sus 30 años el economista indio Gautam Rao es una pequeña celebridad en el ambiente académico. Ph.D. de la Universidad de California, Berkeley, acaba de ser fichado por la Universidad de Harvard para que comience a dar clases en julio de 2015. La razón de su éxito: el original paper que publicó a fines del año pasado donde investigó los colegios privados de Delhi en que conviven niños de altos y escasos recursos, y comprobó que en las escuelas inclusivas los estudiantes muestran más valores democráticos, de respeto y generosidad. También registró una mejora en el rendimiento de los niños pobres sin perjudicar significativamente el de los niños ricos.

Y aunque el sistema de castas de la India pueda parecer muy distante a la realidad chilena, ése es uno de los estudios que empleó el gobierno para justificar en el proyecto de reforma educacional la necesidad de terminar con la selección en los colegios. Citar el nombre de Rao en el texto de la ley que comenzará a discutirse en el Senado se debe a que en Chile no existe prácticamente ninguna investigación local sobre los efectos de la selección en la calidad y mucho menos alguna sobre el “efecto par” al que aluden los partidarios de crear aulas más heterogéneas.

En total, el mensaje de la ley firmado por la presidenta Michelle Bachelet que termina con el lucro, la selección y el copago, cita 25 estudios académicos para fundamentar sus postulados. 18 de ellos fueron elaborados recientemente -entre 2011 y 2014- después de las movilizaciones estudiantiles y la mayoría son de la Universidad de Chile y su Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE), donde destacan Juan Pablo Valenzuela y Cristián Bellei. Pero quien para muchos es el principal cerebro detrás de la reforma es el cientista político Gregory Elacqua, asesor del Ministerio de Educación y director del Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Diego Portales. Él es autor de seis de las investigaciones que dan el marco teórico al proyecto.

Con estos documentos las autoridades de gobierno y los parlamentarios de la Nueva Mayoría cuentan con espaldas académicas para repetir los enunciados del proyecto de ley, como que “el sistema de financiamiento compartido ha generado uno de los sistemas educacionales más segregados del mundo”, “los mejores resultados de los establecimientos que seleccionan se deben a la composición socioeconómica de los alumnos y no a la efectividad de sus procesos educacionales” o que “la posibilidad de lucrar que tienen muchos establecimientos no ha redundado en mayor calidad para el sistema”.

Frases que se han instalado como verdades en el oficialismo, pero que sin embargo, en el mundo académico desataron una batalla campal entre los expertos en educación que para cada estudio exhiben uno contrario y acusan al gobierno de trabajar con textos sesgados, de utilizar erróneamente los datos y de omitir información.

AGREGADOS AL INFORME
Varios académicos se sorprendieron al ver sus trabajos citados entre los fundamentos de ley, más aún cuando sus investigaciones apuntan precisamente en sentido contrario. Tal es el caso del estudio “Choice in Chile Looking at the demand side”, de 2009 de los  economistas Francisco Gallegos (Ph.D. del MIT y profesor de la Universidad Católica) y Andrés Hernando (Ph.D. de Harvard e investigador del CEP).

El mensaje de la ley menciona a ese estudio para sostener la sentencia de que “el régimen de copago, tal como muestra la evidencia, ha contribuido a aumentar la segregación en todo el territorio nacional”. Sin embargo, Gallegos rebate que “el estudio no fue bien utilizado. Lo que arroja es que sin financiamiento compartido el índice Duncan (que mide segregación) baja de 0.39 a 0.34. No baja nada. Es un efecto muy acotado. Y así coinciden otros papers que emplean otras metodologías econométricas”. Según explica “este resultado presta más apoyo a la idea de que la segregación escolar es impulsada por factores del lado de la demanda”.

Otro caso controversial es el del economista del Centro de Estudios de Políticas y Prácticas en Educación de la Universidad Católica, Ricardo Paredes. El gobierno citó sus investigaciones sobre establecimientos con fines de lucro que realizó el 2008 junto a Rómulo Chumacero y el 2014 con José Zubizarreta y Paul Rosembaum. Según el texto que elaboró el ministerio, estos papers sirven para demostrar que los establecimientos con fines de lucro no entregan mayor calidad al sistema y que “en general tienen peores resultados que los establecimientos sin dicho fin, o bien muestran un efecto neutro o muy mínimo”.

Según Paredes los datos fueron usados de forma mañosa. “Yo lo contradigo. Si quieren dar un corte académico al mensaje presidencial tienen que ser serios y citar sin omitir los antecedentes importantes”.

Paredes aclara que sus investigaciones, en efecto, arrojaron que, según el Simce, los subvencionados con fines de lucro registran más bajo rendimiento en promedio que los sin fines de lucro. No obstante, agrega, lo relevante sería compararlos con los colegios municipales y según sus estudios los colegios que lucran tienen mejores resultados. De hecho el proyecto de ley omite cualquier referencia a los liceos municipales y sólo menciona los buenos índices que tiene la educación pública según la experiencia internacional. Paredes enfatiza además que aunque en el promedio pueda haber diferencias de calidad, el 30% de los colegios con fines de lucro son mucho mejores que el promedio de los privados sin fines de lucro, por lo que sería un error eliminarlos a todos.

ELACQUA AL FRENTE
Un duro intercambio epistolar protagonizaron la semana pasada Gregory Elacqua y la investigadora en educación del CEP, Sylvia Eyzaguirre. Esta última lo acusó de, en menos de un año, dar un giro en su opinión ya que antes declaraba en foros y seminarios que “no existe evidencia empírica de que eliminar el lucro tenga impacto en la calidad, equidad e integración”, en cambio, ahora señalaba que “concuerda con eliminar el lucro no por razones ideológicas sino por razones empíricas”.

Elacqua respondió que “no he cambiado mi opinión. Aún creo que eliminar el lucro no genera grandes cambios radicales en calidad y equidad. Hay otras reformas clave para lograr ese objetivo como las que buscan mejorar la calidad docente”,  pero agregó que la existencia de este tipo de colegios no se justifica ya que “el lucro no ha cumplido con la promesa de crear alternativas de mejor calidad, innovación y diversidad”.

Los estudios del Ph.D. en políticas públicas de Princeton, principal sustento de la reforma, han estado bajo la lupa.  La ONG Acción Educar rebate su informe que indica que en los colegios con fines de lucro contratan profesores más jóvenes, con menos experiencia laboral y jornadas de trabajo más cortas, dando un ambiente en aulas de inferior calidad. Según ellos el impacto de esas variables es muy acotado, que las clases en este tipo de colegios son en promedio más personalizadas y que no hay diferencias en la experiencia de los profesores en los colegios con alta concentración de niños vulnerables.

En el ambiente académico cuestionan, aunque en voz baja, las limitaciones en sus metodologías de trabajo. Por ejemplo, el haber conseguido a través de encuestas los datos históricos de los colegios que lucran -tema sobre el cual no existe información oficial- o su informe que arroja que en la Región Metropolitana existe mayor segregación en los colegios que en las comunas en las cuales están emplazados, pese a que no existe un catastro completo que confirme esa afirmación.


EL SELLO DE CALIDAD

Para Francisco Gallegos de PUC, el problema del debate educacional en Chile pasa por otro carril: “En Chile estamos llenos de ‘academia’ que sólo se expresa en artículos de diario, documentos no publicados o publicados en revistas internacionales de tercer nivel. Hay muy pocas investigaciones buenas -Alejandra Mizala tiene algunas o Andrea Repetto- pero no hay más. La mayor parte de los textos que cita el proyecto del gobierno son documentos  de trabajo de Espacio Público o de la UDP”.  A su juicio, el estar legislando con investigación tan reciente y no certificada por organismos externos “es como hacer remedios sin que nadie controle su calidad”.

Al profesor de la Universidad de Maryland, Sergio Urzúa, le llamó la atención que el gobierno para el proyecto ocupó un trabajo suyo que aún es un working paper, que no ha pasado por el proceso de calificación académica. También cuestionan que ocuparan un dato de su investigación, pero no los otros informes que defienden los sistemas de selección de los liceos de excelencia como el Instituto Nacional. Agrega que al contrario de lo que dicen los informes del gobierno, la mayoría de los sistemas de educación del mundo, incluidos los mejores 10 del ranking PISA, aplican mecanismos de selección.

El pasado 7 de octubre por estos temas tuvo una discusión con Mario Waissbluth de Educacion2020 y Fernando Atria, dos de los intelectuales detrás de los lineamientos de la reforma. Ocurrió en un foro debate del centro Clapes UC sobre el fin de la selección en el Instituto Nacional. En su exposición Urzúa contradijo la tesis de Waissbluth sobre los beneficios del efecto par y aclaró que sólo existe un paper en Chile publicado sobre este tema (de la académica PUC Mónica Silva) y el resultado es negativo. Ante esto Atria rebatió: “Uno no puede esperar a que los expertos y académicos con sus revistas con referato se pongan de acuerdo y hayan llegado a probar evidencia antes de actuar. Hay que asumir el riesgo lo más fundamentado posible”. Agregó que aunque el efecto par no esté comprobado académicamente, lo importante es terminar con la segregación, ya que cuando los niños de clase media y baja están juntos en la sala, aumenta la presión social para que el Estado entregue mayor financiamiento y garantice la calidad de la educación pública.  Para él, “ése es el verdadero efecto par”.

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