No todos aprenden igual. A un Juan se le pueden dar bien las mates, a una María, el dibujo, a un Luis, la historia… Pero hasta ahora la enseñanza se entendía como una lucha del profesor para que todos los alumnos aprendan lo mismo. Santillana y la empresa norteamericana Knewton quieren cambiar el paradigma. Su propuesta, implantar el aprendizaje adaptativo en España y Latinoamérica para otoño de 2015. Es decir, el exprimir toda la tecnología online disponible para individualizar la enseñanza a cada estudiante.
“Es la transición del papel al digital, un momento único en la historia. El gran cambio es que ahora el contenido será distinto para cada alumno desde la primera hora”, afirma José Ferreira, CEO de Knewton desde business center del Simo, la feria que aúna educación y tecnología en el Ifema de Madrid. Para conseguir este objetivo la propuesta empleará toda la potencia de internet. Herramientas big data para acumular el histórico de cada alumno que permita conocer sus talentos y flaquezas y definir el plan de estudios que mejor se le adapte. Y también profetizar cuáles serán las mejores vías para su futuro profesional y educativo empleando web analytics.
La personalización es la clave en la que insiste todo el proyecto. Y la asignatura por la que se ha elegido empezar son las temidas matemáticas. “¿Por qué? Porque es donde detectamos que hay más fracaso entre los estudiantes, tanto en España como en Latinoamérica”, explica Manuela Lara, directora de proyectos y desarrollos de Santillana. El curso escogido, primero de de ESO y los equivalentes en Latinoamérica: “Ahí se produce la mayor brecha en el aprendizaje de esta asignatura”, puntualiza Lara.
Pero toda esta tecnología sigue teniendo como piedra angular al profesor. Y el partido que quiera sacarle a la herramienta dependerá de cuánto quiera implicarse. “Si la efectividad de esta tecnología dependiera de que el profesor cambiara su manera de enseñar, no funcionaría. El programa ya es efectivo si el profesor da la clase como siempre la ha dado. Pero si se implica con la enorme cantidad de datos que provee el sistema, tanto mejor”, aclara Ferreira. La información que puede proporcionar la aplicación llega, según Ferreira, a un enorme nivel de detalle: “El programa le diría al profesor: ‘Has explicado 32 conceptos esta semana. Y han asimilado 27. Estos son los cinco que necesitan refuerzo’. O: ‘Crees que este es un chaval muy listo que va sin problemas, pero se está esforzando al límite’”. Manuela Lara quiere aclarar que el sistema será lo suficientemente “accesible” y “digerible” como para no abrumar a los docentes.
El éxito de esta propuesta ya ha ofrecido resultados, según una encuesta realizada por Santillana entre los profesores que han participado en las pruebas del sistema. El 82% de los consultados cree que su porcentaje de aprobados ascendería al menos en un 10% de usar esta herramienta. Los planes de ambas compañías apuntan a una expansión en el futuro, tanto en materias como en la ambición multimedia de los contenidos. “Sé que estamos acostumbrados a escuchar que hay alumnos que aprenden mejor con lo visual, otros con lo musical. Pero no es cierto. La clave es la implicación del alumno con lo que estudia. Y es verdad que el alumno a veces asimila mejor con vídeos. O con juegos, que son un medio que los implica mucho”, destaca Ferreira.
Los padres ya pueden empezar a preparar un hueco en sus móviles o en sus futuras wearables (la mezcla de atuendo y tecnología que nos invadirá en breve) para una app educación digital. Ferreira fabula hasta qué punto puede llegar el conocimiento de los padres sobre los avances o dificultades de tus hijos: “Te llega una alerta. Tu hija es mejor en matemáticas de lo que cree. Tiene un problema de confianza. ¿Cómo lo ha detectado? El programa le hace una pregunta difícil, de la que solo responden el 15% de los alumnos. Y la falla. Unas cuantas preguntas después, le hace la misma pero formulada de otra manera. Y la acierta. Así que está en ese 15%, pero le falta coger confianza en sí misma”. Ambas compañías lo tienen claro, la educación de las nuevas generaciones será un cambio total de paradigma. Ferreira lo resume así: “Es una locura tener el mismo tipo de aprendizaje para todos los individuos. Hasta ahora, la raza humana no lo podía hacer mejor. Y ahora sí podemos hacerlo”.
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